Capítulo 14
desperté en la mañana con una enorme
sonrisa en mi cara. El sol brillaba, las
aves cantaban, y había despertado junto
al chico más sexy del mundo, que
por casualidad estaba enamorado de
mí. Sonreí contra el brazo en el que estaba
acostada y presioné mi espalda contra
él, sintiendo su duro pecho presionado en
mi espalda donde me estaba abrazando.
—¿Gaston? —susurré, girando mi cabeza en su
dirección.
Sus brazos se tensionaron alrededor
de mí mientras lentamente abría sus ojos.
—Hola —murmuró, levantando su cabeza para
que pudiera besarme—. Wow, amo
despertarme sabiendo que finalmente
eres mía. —Puso la cabeza hacia atrás y
suspiró con satisfacción—. Entonces, ¿podemos decirle a la
gente hoy que estamos
saliendo? —preguntó felizmente, sonriendo de
oreja a oreja.
—Um…
no. No hoy. Aún
necesito hacer un poco más de trabajo de preparación en
eso —respondí, recorriendo mi mano por su
pecho, trazando sus músculos.
Gruñó.
—Por “trabajo de preparación”, no querrás decir que vas a
coquetear conmigo y
ponerme caliente como el infierno de
nuevo como ayer, ¿cierto? —preguntó,
luciendo suplicante.
—Tendrás que esperar y ver, ¿no crees?
Oh, y te doy mi permiso para tocarme un
poco hoy si quieres —ofrecí casualmente. Me giré para
enfrentarlo, sosteniendo mi
cabeza en mi codo para que pudiera
verlo mejor.
—Mmm…
tocarte, ¿así?
—ronroneó. Arrastrando sus dedos a través de mi cuerpo
lentamente, desde mi cara, abajo por
mi cuello, a través de mis senos y estómago,
estableciéndose finalmente justo en
el interior de mi muslo. Su mano estaba tan
cerca de mi centro que no pude evitar
el pequeño gemido que escapó de mis
labios.
Trazó sus dedos a través de mi
pierna, haciéndome gemir. Maldita sea, lo quería
tanto pero simplemente no podía, no
aún.
—No, Gaston —supliqué. Dije las palabras, pero
moví mis caderas inconscientemente,
tratando de acercarme más a su mano.
Se rió, poniendo sus labios de forma
que están casi tocando los míos.
—Prométeme que no me provocarás mucho
hoy en la escuela —murmuró contra
mis labios mientras movía su mano a
la parte exterior del muslo.
—No te molestaré demasiado. No puedo
prometer mas —
bromeé, torciendo sus palabras.
Estrelló sus labios contra los míos y
pude sentir que estaba sonriendo.
—¡Eres una maldita provocadora! Ni
siquiera te das cuenta de lo que me haces —
gruñó, besando mi cuello suavemente.
Vaya, sabía exactamente lo que le estaba
haciendo, ¡lo podía sentir!
Le devolví el beso con pasión y se
alejó después de un par de minutos, justo
cuando estaba poniendo en ello.
—Mejor me voy. —Él me besó otra vez mientras salía de
la cama.
—Está bien. Te veo en un rato —contesté, viendo cómo se ponía la
ropa. Me guiñó
un ojo mientras subía por la ventana,
de regreso a su casa. A pesar de que Nicolas
sabía, Gaston seguía necesitando
mantener la pretensión para sus padres. Él no podía
exactamente ser visto salir por la
puerta principal, cuando se suponía que debía
estar en su cama.
Me levanté de la cama y salté al
cuarto de baño para una ducha. Cuando estaba
seca, me quedé mirando a través de mi
armario por mucho tiempo. Necesitaba
algo diferente para usar hoy. Quería
que Gaston me viera como si realmente me
quisiera enfrente de todos, porque no
quería seguir mintiendo acerca de nuestra
relación. Saqué una mini-falda
vaquera y una blusa negra lisa con cuello en V, de
manga corta. Sonreí mientras miraba
mi atuendo. Esto sin duda iba a funcionar. Me
vestí y me examiné en el espejo, la
falda era corta, pero no demasiado corta para
que pareciera una de las zorras, y la
blusa era ajustada pero no demasiado, sólo lo
suficiente para dar una pista de lo
que estaba debajo. Sonreí y me puse un par de
zapatiillas de ballet, completando el
atuendo.
Agarré la bolsa pequeña que me dieron
en la clínica de planificación familiar y
saqué mi caja de pastillas. Echándole
un vistazo al paquete, encontré la primera y
me la trague rápidamente, sonriendo
para mis adentros. Salté a la cocina. Gaston
estaba hablando con Nicolas, de
espaldas a mí, y ya había un plato de cereal en el
mostrador esperando por mí. Sentí mi
corazón derretirse un poco por su
consideración.
—Buenos días —dije alegremente. Gaston estaba
bebiendo un vaso de agua y
cuando se dio la vuelta, casi se
ahogó. Nicolas le dio una palmada en la espalda
bruscamente y se echó a reír. ¡Sip,
ese era el efecto que quería! Sus ojos estaban
muy abiertos y con hambre al mirarme
lentamente, haciéndome sonrojar al
imaginarme los pensamientos que
estaba teniendo sobre mi cuerpo. Él todavía no
había hablado—. Gaston, ¿quieres tomar una foto? Va
a durar más tiempo —bromeé,
comiendo mi cereal.
Eso pareció sacarlo de la fantasía
privada que estaba teniendo.
—¿No vas a usar eso hoy cierto? —preguntó, frunciendo el ceño
ligeramente.
Me miré a mí misma preguntándome qué
quería decir con eso. No me veía tan
guarra.
—Sí, ¿por qué? —pregunté, confundida. Pensé que le
gustaba la ropa; ¡desde
luego parecía que le gustaba!
Él se acercó y rodeó sus brazos alrededor
de mí por la espalda.
—Ángel, ¿cómo diablos se supone que me
voy a concentrar todo el día, sabiendo
que mi hermosa novia se ve como una
maldita diosa del sexo? ¿Estás
torturándome a propósito? —se quejó, besando el lado de mi
cuello y pasando sus
manos por mis muslos expuestos.
Me reí y le dio un codazo en el
estómago.
—Bueno, entonces sólo tendrás que
ejercer algo de control, ¿no crees? —me
burlé, alejándome después de moverme
contra el discretamente.
Él gimió y se movió de modo que
estaba detrás del mostrador, probablemente
para que Nicolas no pudiera ver que
estaba tan excitado.
—No estás jugando nada limpio —se quejó.
Me reí y agarré mi bolsa.
—¿Listo para irnos, Nicolas? —pregunté, sonriendo a mi hermano, que
parecía que
estaba tratando de hacer caso omiso
de nuestro intercambio pero estaba fallando
miserablemente.
—Sí. Creo que Gaston necesita otro
minuto para calmarse, sin embargo —dijo él,
riendo, haciendo rodar los ojos a
Gaston. Me reí de su expresión de advertencia. Nicolas
me agarró por los hombros y me empujó
fuera de la puerta. Todavía estaba
riéndome de Gaston.
La mañana pasó volando y finalmente,
la hora del almuerzo estaba aquí. Estaba tan
emocionada de ver a Gaston que no
podía dejar de sonreír.
—¿Qué demonios te pasa? —preguntó Agus, mirándome como si me
hubiera
vuelto loca.
—Nada, sólo estoy teniendo un buen
día. Además, tengo hambre y ahora vamos a
comer —mentí sin problemas.
—¿Vas a hacer otro movimiento a
Gaston? —preguntó Mery, sonriéndome a
sabiendas.
Me eché a reír.
—Oh, diablos, sí. Sólo observa la cara
de Eugenia. Voy a hacer que me desee hoy. —
Sonreí feliz. Esto iba a ser grande y
Eugenia iba a odiar cada segundo de ello.
—No hay duda al respecto —estuvo de acuerdo Mery, riendo.
—¡Oh! ¡Así que por eso es la falda! —dijo Agus. Una mirada de comprensión
cruzó
su rostro.
Me eché a reír y asentí.
—¿Crees que va a funcionar? —pregunté, en realidad quería su
opinión.
Él asintió con la cabeza.
—Oh, sí que va a funcionar. Todos los
chicos en la escuela han estado hablando
acerca de tus piernas asesinas hoy.
Debo decir que hasta yo, que estoy totalmente
enamorado de mi novia, te he
comprobado —admitió, encogiéndose de hombros.
Le di una palmada en el hombro
juguetonamente.
—¡Ew! Eso es asqueroso, Agus. ¡Tú eres
uno de mis mejores amigos! ¡Los mejores
amigos no pervierten el uno del otro!
—declaré, fingiendo un
estremecimiento.
—En realidad, he estado mirándote
también —bromeó Mery.
—Yo también —agregó Candela, haciéndonos reír a
todos más fuerte.
Al entrar en el comedor, riendo, pude
sentir algunos de los chicos mirándome.
Ahora que Agus había dicho acerca de
eso, me di cuenta que tenía mucha más
atención masculina de lo normal.
Compramos nuestra comida.
—Ya vuelvo, muchachos —dije, sonriendo, mientras me dirigía
a la mesa donde los
atletas se sentaban. Todos mis amigos
se fueron a sentar en la mesa de costumbre,
me miraban con ojos curiosos. Vi a
Gaston mientras me acercaba. Como de
costumbre, había una decena de chicas
colgando a su alrededor, coqueteando
descaradamente. Parecía que estaba
realmente enojado.
—En serio, Rebeca, si me tocas una vez
más voy a ir a hablar con alguien acerca de
ello. Esto está al borde de acoso
sexual —gruñó Gaston, mirándola y quitando su
mano fuera de su muslo. Se veía muy
ofendida cuando se puso de pie y salió fuera.
El resto de las chicas estaban
sonriendo a sus espaldas. Prácticamente se podía leer
sus pensamientos en sus caras: Una chica
menos para la competencia. Reprimí una
risita y me senté en la mesa. Nicolas
no estaba allí, así que decidí sacar el máximo
provecho de eso y realmente empujarlo
hoy.
—Hola, Gaston —ronroneé, sonriéndole seductoramente.
Su rostro se iluminó cuando me vio.
—Hola. ¿Tuviste una buena mañana? —preguntó alegremente. Puse mala cara
y
negué con la cabeza. Su rostro se
cayó y puso su brazo sobre mi hombro, me miró
preocupado—. ¿Qué está mal, Ángel?
Me puse de pie y me senté en la mesa
frente a él, apoyando un pie en el banco
entre sus piernas, así mi pie estaba
casi tocando su entrepierna. Él no pareció darse
cuenta, sin embargo; seguía mirando
mi cara, preocupado.
—Me lastimé la pierna en clase de
gimnasia. Es muy doloroso. ¿Tengo un moretón?
—pregunté, abriendo las piernas
ligeramente y apuntando a mi cara interna del
muslo. Sus ojos de inmediato cayeron
a mis piernas. Estoy apostando a que tenía
una visión clara de mi ropa interior,
porque una expresión de dolor y hambre cruzó
su rostro. Me sentí un poco como una
puta por hacer esto, pero al menos nadie
más podía ver lo que estaba viendo,
de lo contrario no lo habría hecho.
Puso su mano en el músculo de mi
pantorrilla y la deslizó poco a poco todo el
camino hasta mi pierna, a mi cara
interna del muslo, gimiendo en voz baja al
hacerlo.
—No, no hay moretones —dijo con su voz sensual, haciéndome
arder en necesidad
mientras masajeaba mi muslo.
—Hmm, ¿de verdad? Duele tanto —mentí, sonriéndole. Él estaba
sonriendo hacia
mí; su expresión me dijo que sabía
que me estaba volviendo loca—. ¿Qué tal si
mejor lo besas para mí? —sugerí, alzando las cejas, tratando
de parecer sexy.
Escuché algunos de los chicos gemir,
ya que obviamente estaban viendo el
intercambio. La lujuria cruzó la cara
de Gaston mientras asentía con una sonrisa sexy
e inclinó la cabeza hacia mi pierna.
Justo antes de que sus labios tocaran mi piel,
alejé mi pierna—. En realidad, es mejor que no. Pensé
que tenías una novia —
bromeé.
Se rió y negó con la cabeza hacia mí,
entrecerrando los ojos, obviamente
decepcionado de que no llegó a besar
mi pierna delante de toda la escuela.
— Tengo una novia. La amo más que
cualquier otra cosa —dijo, su voz llena de
honestidad.
Sonreí mientras mi corazón se
derritió.
—Bueno, no deberías estar haciendo
esto, entonces, ¿eh? —me burlé, sonriéndole
y bajando de la mesa. Agarré a mi
bandeja del almuerzo—. Me parece que está
bien ahora, de todos modos. Tal vez
si comienza a doler de nuevo más tarde, te
llamaré —coqueteé.
Él gimió cuando le guiñé y me fui a
la mesa de amigos. Podía oír a los chicos, todos
haciendo comentarios calientes detrás
de mí acerca de cuán caliente era eso, y
cómo
definitivamente “aprovecharían eso”, y las chicas
diciendo lo ramera que era.
Me reí y me dejé caer en nuestra
mesa. Mery me sonrió a sabiendas, y Candela y Agus
me estaban mirando con la boca bien
abiertas.
—¡Estabas tan ahí! ¡Realmente creo que
podrías ganar la apuesta! —dijo Candela,
mirándome con asombro.
No podía dejar de reírme de ella; me
miraba como si fuera una especie de diosa o
algo así.
—Podrían servirme cuatro mil dólares —admití, riendo. Sólo esperaba que Eugenia
realmente pagara una vez se diera
cuenta de que yo fui su novia todo el tiempo.
Cuando terminamos de comer, estaba
caminando junto con mi grupo de amigos,
cuando alguien me agarró la mano y me
tiró a una parada. Chillé, un poco
sorprendida, y me giré para ver a
Gaston sonriéndome mientras me arrastraba al
salón de clases vacío más cercano. Me
reí cuando vi a mis amigos caminar sin mí, ni
siquiera dándose cuenta de que no
estaba detrás de ellos más. Cerró la puerta y
me miró, tratando de fingir que
estaba molesto conmigo, pero no había manera de
que cayera por eso, él se divertía,
me di cuenta.
—Ángel, eso fue demasiado —afirmó mientras daba un paso más
cerca de mí.
Di un paso atrás y choque con la
pared.
—¿Demasiado? Pensé que era bastante
perfecto —respondí en broma.
Él se rió y apretó su cuerpo al mío.
—Eres bastante perfecta. —Apartó mi pelo de mi cara suavemente,
mirándome con
ternura. Puse mis brazos alrededor de
él y lo acerqué más, luego moví mis manos
para agarrar su trasero. Él sonrió
con esa sonrisa sexy y presionó sus labios contra
los míos con suavidad; gemía
ligeramente y lo acerqué más, con ganas de más.
Se apartó para besar mi cuello, sus
manos vagando por mi cuerpo, a través de mis
piernas. Una de sus manos se deslizó
debajo de mi falda, haciendo cosquillas con
sus dedos en mi trasero provocando.
Sentí chupar suavemente en mi cuello.
—Gaston, ¿me estás dando un chupón? —pregunté, riendo.
Dejó de chupar por un segundo y alejó
su boca de mi piel.
—Mmm-hmm te estoy marcando —murmuró, antes de chupar en el mismo
lugar
otra vez. Después de unos segundos,
se apartó para mirarlo, inspeccionando su
obra. Parecía muy orgulloso de sí
mismo y estaba sonriendo de oreja a oreja.
—Sí, ¿y yo puedo marcarte? —bromeé.
—Claro, si quieres. —Él estuvo de acuerdo, encogiéndose de
hombros, pero en
realidad luciendo un poco
esperanzado. ¿Realmente quería que lo marcara? Apretó
los labios a los míos una vez más,
pareciendo poner mi cuerpo en llamas. Por Dios,
¿cómo diablos me hacía esto? Él era
el único chico que había besado, por amor de
Dios. Sin embargo, aquí estoy,
¡dejándolo poner su mano en mi trasero! Sonreí
cuando inclinó la cabeza hacia un
lado, dándome acceso a su cuello. Justo cuando
mis labios rozaron su piel, sonó la
campana.
Él gimió y se alejó, mirándome con
una cara de cachorro de nuevo.
—Falta a clases conmigo —declaró él, haciendo un mohín
ligeramente.
¿Faltar a clases con él? ¡Oh, mierda,
odiaba faltar a la escuela, eso no era yo en
absoluto!
—Um, Gaston, no puedo. —Estaba debatiéndome, tenía muchas
ganas de pasar
tiempo con él, pero simplemente no
podía soportar la idea de que mis maestros
supieran que falté a clase sin
necesidad.
—¿Por favor? —rogó, doblando sus rodillas para que
así estuviéramos a la misma
altura.
Sus ojos me estaban matando. No podía
decirle que no. Suspiré
profundamente.
—Si me atrapan, entonces tú estarás en
serios problemas —le advertí. Si obtenía
detención, me aseguraría de que él
también.
Él se rió, una hermosa sonrisa se
extendía por su cara mientras sacaba su celular y
llamó a Nicolas para decirle que no
me sentía bien y que me llevaba a casa.
—Sí, ella está bien. No, dice que se
siente un poco mareada, eso es todo. No, no, lo
tengo. Muy bien. Nos vemos —dijo en el teléfono, sonriendo y
lanzándome un
guiño. Deslizó su teléfono en el
bolsillo y me agarró la mano, tirando de mí desde
el aula hasta el coche—. Nicolas va a conseguir un aventón
al trabajo. Así que, siempre
y cuando te lleve a casa a las nueve,
ni siquiera sabrá que faltamos a clases —dijo
alegremente.
Rodé mis ojos hacia él.
—¡Como si Nicolas realmente creyera
que estaba enferma! Él sabe que estamos
faltando. —Sacudí la cabeza, riendo. Nicolas no
era tonto, él simplemente no quería
decir nada.
—Pues bien, Ángel, ¿qué haremos? —preguntó Gaston, saliendo del
estacionamiento
con rapidez antes de que alguien nos
viera salir.
Me encogí de hombros con facilidad.
—No me importa. Lo que tú quieras. —Mientras involucrara pasar más tiempo
con
él, haría cualquier cosa.
Él sonrió. —¿Quieres que te lleve a patiinar otra
vez? —ofreció.
—Claro, ¿por qué no? Tengo que
cambiarme primero, sin embargo; o me
congelaré el trasero de otra forma. —Me reí mientras sus ojos
inmediatamente se
dirigían a mis piernas de nuevo. Le
envié un texto a Mery para decirle que iba a
faltar y le pedí que recogiera
cualquier trabajo que me perdiera.
Cuando nos detuvimos frente a mi
casa, Gaston se fue a la suya a buscar algo que
dijo que necesitaba, y yo corrí y me
puse unos vaqueros. Pasé un cepillo por mi
pelo y añadí una capa rápida de
máscara de pestañas. Cuando salí de mi
habitación, tomé un suéter, así no me
daría frio.
Corrí hacia el auto, emocionada por
algún tiempo a solas con él. Él sonrió mientras
subía.
—Oye, te traje esto —dijo, dándome una de sus sudaderas.
Fruncí ante ella, sabiendo que tenía
una de las mías. ¿Por qué traería esto?
—Er.... ¿gracias?
—Es para tu pequeño trasero. Te dije
traería una para que no te mojaras y te diera
frío como la última vez. Aunque,
tengo plena confianza en que patiinarás por tu
cuenta al final de esta lección —se jactó, sonriendo.
—Bueno, no estoy segura de querer patinar
si no me vas a tocar —ronroneó
sugestivamente.
Él sonrió.
—Mmm, nunca había pensado en eso.
Esperemos que no aprendas muy rápido
entonces. —Movió las cejas hacia mí, haciéndome
reír.
El patinaje fue muy divertido. Tenía
razón, era mucho mejor esta vez. Fue
probablemente debido al hecho de que
él era un maestro tan bueno, y porque nos
pasamos casi todo el día aquí la
última vez. Fue muy divertido estar con él. Él
patinó hacia atrás al igual que lo
hizo antes, sosteniendo mis manos, haciendo
bromas y charlando.
Solo me caí un par de veces y cada
vez que interrumpía mi caída, o me atrapaba o
me levantaba. Lo miré mientras patiinamos,
estaba sonriendo ampliamente y mi
corazón dio un vuelco. Era tan guapo,
amable y paciente. Podía sentirme
enamorándome de él. Sabía que no
pasaría mucho tiempo antes de que estuviera
loca por él.
—Oye, ¿Qué tal si presumes un poco? Me
encanta verte patiinar —sugerí,
agarrándome en el costado por mi vida
para que pudiera soltarme.
Él me dio un beso antes de irse patiinando
al revés, se volvió bruscamente y patiinó
hacia delante tan rápido que
realmente me asustó. Mi corazón estaba golpeando
en mi pecho a la vista de eso. Si se
caía, mientras patinaba de esa manera, iba a
resultar gravemente herido. El
pensamiento de él herido me aterraba. Hizo un par
de vueltas, y me mostró sus
habilidades, como saltar y patinar sobre un pie.
Siempre me encantaba verlo patinar.
Se veía tan hermoso y grácil, pero nunca lo
había deseado por eso, hasta ahora.
Se veía tan sexy cuando estaba patinando, tan
poderoso y dominante.
Gaston quería jugar hockey
profesionalmente, que ya había sido buscado por un
equipo realmente bueno pero
necesitaba estar en la universidad antes de que
pudieran firmar. Le habían ofrecido
una beca deportiva completa en una escuela
muy buena, lo que significaría que
tendría que mudarse cuando la
escuela terminara en pocos meses. El
tiempo de separación iba a matarme. Yo iba a
tener pesadillas todas las noches
cuando él no estuviera allí, sin mencionar la
angustia que sentiría al verlo irse.
Odiaba el hecho de que él estaría tan lejos y que
las chicas estarían cayendo sobre él.
Suspiré, negándome a pensar en ello. Tenía
que confiar en él. Y lo hacía,
confiaba plenamente en él, creía que me amaba y que
no quería hacerme daño.
Cuando regresó a mí, patinó hasta
detenerse, enviando un spray de hielo sobre un
lado.
—¿Es eso suficiente exhibición para
ti? —preguntó, envolviendo sus brazos
alrededor de mi cintura y besándome
tiernamente.
—Oh, sí. Mi hombre puede patinar bien —confirmé, con una sonrisa hacia él.
—Mmm, di eso de nuevo. Me gusta eso —gruñó, en una ronca sexy voz que hizo
temblar mis entrañas.
Envolví mis brazos con fuerza
alrededor de su cuello y lo atraje más cerca.
—Mi hombre puede patinar —ronroneé seductoramente, mirándolo a
los ojos.
Pude sentir la ardiente pasión
chisporroteando entre nosotros. Él dobló sus rodillas
así estábamos al mismo nivel, me
abrazó fuertemente y luego me sostuvo,
levantándome de mis pies. Empezó a patinar
suavemente alrededor de la pista.
Envolví mis piernas alrededor de su
cintura mientras patinaba ocasionalmente
haciendo pequeños giros y cambiando a
patinar hacia atrás. Sus ojos no dejaron
los míos. Fue la cosa más erótica y
sexy que me hubiera sucedido, y todo mi cuerpo
estaba anhelando por él.
—Te amo tanto, Ángel —susurró.
Sonreí. Mis entrañas estaban
rebosando de felicidad y pasión. Él me estaba
volviendo loca; yo lo quería y lo
necesitaba. Al mirar dentro de sus hermosos ojos
, podía ver todo su amor por mí
brillando a través y eso hizo a mi corazón
latir muy rápido. De repente, me
golpeó como un camión, yo también lo amaba.
Tal vez siempre lo había amado, no
estaba segura. Él tenía una manera de
deslizarse detrás de mis defensas y
se abría paso dentro de mi corazón, pero
siempre me había negado a verlo de
esa manera. Me hacía sentir segura, querida,
necesitada y especial; yo no quería
volver a dejarlo ir. Lo amaba como loca, más
que a nada, él era lo único que
necesitaba en la vida.
Abrí mi boca para decirle que yo
también lo amaba, pero habló primero,
cortándome.
—Vamos a ir a cenar —sugirió, patinando fuera de la pista
de hielo y sentándome
en el banquillo. Él se puso de
rodillas y me quitó mis patines. Sólo lo miré mientras
lo hacía, incapaz de mantener la
sonrisa fuera de mi cara. ¿Era este chico realmente
mío? ¿Cómo conseguí ser tan
afortunada?
Después de que conseguimos de nuevo
nuestros zapatos, nos fuimos a un
pequeño restaurante italiano que dijo
él que hacía la segunda mejor lasaña en el
mundo.
—¿La segunda mejor? —pregunté riendo.
—Sí. Tu lasaña es genial —afirmó, sosteniendo mi mano con
fuerza mientras
seguíamos al camarero a la mesa.
—Sabes que me tienes ahora, puedes
parar con los elogios —me burlé, riendo. Él
sonrió y sacudió su cabeza, rodando
sus ojos como si estuviera siendo estúpida.
La comida era buena y el restaurante
era realmente bonito, tenía velas en cada
mesa y era realmente muy romántico,
era tan divertido estar cerca de él que no
había un silencio incómodo. No podía
dejar de preguntarme cómo no sabía nada
de él antes de que estuviéramos
juntos. Supongo que fue porque la única
personalidad que alguna vez me mostró
fue el lado idiota que, en realidad, no
parecía ser una parte de su carácter
en absoluto.
—Gaston, ¿puedo preguntarte algo? —pregunté, demasiado curiosa para no
preguntar.
—Por supuesto. Lo que tú quieras. —Se encogió de hombros, tomando un
sorbo
de su bebida, mirándome con
curiosidad.
—¿Por qué siempre fuiste tan imbécil
conmigo? Si te he gustado todo este tiempo,
¿por qué siempre me enloquecías
cuando éramos niños y siendo como un idiota
conmigo? Sabes que solía odiarte,
¿cierto? —pregunté, alzando mis cejas,
mirándolo en tono de disculpa.
Él se rió.
—Ya sabes, hay una delgada línea entre
el amor y el odio. Tal vez me amabas y no
te diste cuenta —sugirió, sonriendo. Sonreí porque eso
era exactamente lo que
estaba pensando antes.
—No, Gaston. Eras un imbécil completo
para mí. Pero la mayoría de eso era un acto,
¿no? Entonces, ¿por qué lo hiciste? —pregunté, necesitando la respuesta,
me
estaba matando porque simplemente no
lo entendía.
—Nicolas. —Se encogió de hombros.
—¿Nicolas? no lo entiendo. —Le di mi mejor cara
de “qué demonios”.
Él sonrió con tristeza.
—Nicolas realmente no me quería cerca
de ti. Me golpeó bastante un par de veces
cuando éramos niños por ello. Él es
realmente protector contigo. Era más fácil para
mí mantenerme alejado de ti si en
realidad no querías estar conmigo. Pensé que si
te hacía querer estar lejos de mí,
entonces yo no tendría que intentar tan duro —
dijo, frunciendo el ceño.
Espera, ¿él fingió ser un idiota así
yo no querría estar con él debido a Nicolas?
¡Maldito sea ese chico!
—Todos estos años, Gaston, simplemente
me parece una pérdida. —Suspiré y sacudí
la cabeza; si me lo hubiera dicho
entonces, tal vez podríamos haber estado juntos
durante más tiempo—. Sabes, yo siempre pensé que tenías
una doble personalidad
—le dije, riendo.
Él también se rió.
—¿En serio? ¿Por qué?
—Bueno, siempre pensé en ti como el
Gaston de día, que era un idiota, imbécil, y un
hombre prostituto, ligón. Luego
estaba el Gaston de noche, que era adorable, dulce y
cariñoso. Siempre me ha gustado el
Gaston de noche —le dije con sinceridad.
Él sonrió feliz.
—Bueno, la noche era cuando me detenía
de tratar de alejarte. Decidí que ya que
Nicolas no sabía nada, podía ser yo
mismo y disfrutar de mi tiempo contigo. Para que
lo sepas, sin embargo, ambas de mis
personalidades te han amado por siempre —
dijo, encogiéndose de hombros y
sonriendo hacia mí.
Aww, ¡es tan malditamente dulce! Me
estiré y sostuve su mano con fuerza.
—Me gustaría que me lo hubieras dicho
antes, realmente te odié a veces —admití
tímidamente, haciéndolo reír.
—¿Sí? ¿Cómo la vez que corté la cabeza
a tu osito de peluche y la lancé a la
basura? —preguntó, riendo. Di un grito ahogado
a la memoria de ello, ¡me había
olvidado de eso! Nicolas había sacado
mi oso de la basura y lo puso de nuevo en mi
cama para mí y arregló su cabeza.
—Sí, ¡idiota! —lo regañé, luchando contra una
sonrisa.
—Sabes que nunca hice eso, ¿verdad?
Fingí cortarle la cabeza y lo escondí en mi
suéter y lo puse de nuevo en tu cama
un par de horas después —dijo, sin dejar de
reír.
—¡De ninguna manera! ¡Nicolas me dijo
que él lo recuperó para mí! —Me reí.
Él sacudió su cabeza.
—No. Esa fue una de las veces que pateó
mi culo. Me agarró a escondidas en tu
habitación ese día. Yo le dije que
iba al baño —dijo, riendo y sacudiendo la cabeza.
—No puedo creer que mi hermano pateó
tu culo. Eso es muy gracioso.
—Me alegro de que no me mate por salir
contigo. Puedo mantenerme por mi
cuenta en una pelea, pero Nicolas es
un maldito psicópata cuando se trata de ti. —
Gaston frunció el ceño, moviendo
ligeramente su cabeza, una sonrisa tirando en las
esquinas de su boca.
—Sí, bueno, es mejor asegurarte de que
no me hagas daño, ¿eh? —bromeé.
Él asintió con la cabeza.
—Nunca te haría daño, nunca. —Apretó suavemente mi mano, mirando
directamente a mis ojos, todo su
comportamiento mostrándome la verdad de sus
palabras.
Le creí, no creía que alguna vez me
lastimaría a propósito, pero sabía que rompería
mi corazón tarde o temprano. Cuando
fuera a la universidad y estuviéramos
separados, aunque no me engañara, eso
iba a doler mucho. Incluso si no
estuviéramos saliendo sería terrible
estar sin él, pero ahora sería como una tortura.
Aparté los pensamientos de mi mente.
Yo no podía pensar en ello, no hasta que
sucediera y aun así pudiéramos pasar
a través de ello. Lo amaba lo suficiente para
esperar por él. Sólo esperaba que él
sintiera lo mismo dentro de cuatro meses
cuando todas las zorras de la
universidad se arrojaran sobre él y estuviera a un
viaje de tres horas de distancia.
—Correcto, entonces, ¿estás lista para
irnos? —preguntó Gaston después de haberme
comido un pedazo enorme de pastel de
chocolate yo sola. Asentí con la cabeza y
arrojó algo de dinero sobre la mesa,
extendiendo una mano para ayudarme a
levantarme.
Sonreí.
—Sabes que te estás perfilando como el
mejor novio del mundo —dije felizmente.
—Me encanta cuando me llamas eso. —Sonrió y envolvió su suéter alrededor
de
mis hombros mientras caminábamos
hacia fuera en el frío.
Me agarré fuertemente de su mano, no
queriéndolo dejar ir. Cuando llegamos al
auto incluso abrió mi puerta para mí.
—Tal caballero, Gaston —bromeé.
Lo vi dar la vuelta hacia el lado del
conductor. Era tan guapo, y era mío, yo no
podía dejar de sonreír a ese
conocimiento. Nunca había soñado que alguna vez
tendría algo como esto con un chico.
Cuando solía pensar acerca de las citas eso
me asustaba enormemente porque no
podía dejar que la gente me tocara, y todo
el tiempo tuve al chico perfecto,
quién estaba enamorado de mí, quien me abrazó
y me mantuvo a salvo cada noche, y yo
ni siquiera sabía. ¿Cómo pude haber sido
tan estúpida?
Cuando llegamos a mi casa, eran sólo
las ocho. Nicolas no estaría en casa durante otra
hora, así que teníamos la casa para
nosotros.
—Ven aquí, quiero hablar contigo —le dije, tirando de él hacia el sofá.
Parecía un
poco preocupado y nervioso. Lo atraje
a mi lado, sentándome cerca de él. Pude
sentir la pasión construyéndose y
sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que
estuviera dispuesta a llevar las
cosas más allá. Nunca me había sentido así antes, y
aunque sólo habíamos estado juntos
por cinco días, lo había conocido siempre.
Confiaba en él como nadie y sabía que
no me haría daño. No estaba preocupada
porque no fuera capaz de esperar por
mí, podía ver en sus ojos que iba a esperar
tanto tiempo como yo quisiera, y ese
conocimiento me estaba empujando hacia
delante. Si dudaba de que me
esperara, entonces no habría manera de que me
sintiera así. Agarré su mano con
fuerza mientras me limitaba a mirarlo, tratando de
encontrar las palabras adecuadas para
expresar mis sentimientos por él.
—¿Qué está mal, Ángel —preguntó en voz baja, con el ceño
fruncido, frotando
círculos en el dorso de mi mano.
Oh, mierda, ¿puedo decirlo? Estaba
tan avergonzada, nunca había dicho algo como
esto a nadie antes.
Tomé una respiración profunda y
quería que mi voz no mostrara los nervios que
sentía en mi interior.
—Te amo, Gaston —le dije con sinceridad. Me miró,
shock claro en su rostro. Su boca
estaba abierta, sus ojos muy abiertos
mientras asimilaba lo que dije. No podía dejar
de reír—. Está bien, no es así como me
imaginé tu reacción. —Hice una mueca,
esperando que dijera algo.
Me empujó hacia abajo sobre mi
espalda, rodando por encima de mí.
—¿Me amas? ¿En serio? —preguntó, el shock dejando su rostro
para ser
reemplazado por excitación.
Asentí con la cabeza, sintiendo mis
mejillas calentarse un poco.
—Sí, Te amo.
Se rió y me besó apasionadamente.
Cuando se apartó sus ojos brillaban de
felicidad.
—¡Gracias a Dios! Pensé que ibas a
terminarme o algo así. Te veías tan seria que
pensé que no querías estar conmigo —dijo, sacudiendo su cabeza,
sonriendo.
Me eché a reír.
—¿En serio? ¿Es por eso que parecías
nervioso? —pregunté, riendo.
—Dilo otra vez —susurró.
Envolví mis brazos alrededor de su
cuello y tiré de él más cerca de mí, su boca
aproximadamente a dos centímetros de
la mía.
—Te amo, Gaston dalmau —susurré.
—Te amo también, Rocio Igarzabal. —Me besó, duro, y no podía dejar de
devolverle
el beso con la misma intensidad. Pasé
mis manos por su espalda y agarré la parte
inferior de su camiseta, tirándola
hacia arriba sobre su cabeza, arrastrando mis
dedos por su pecho, simplemente
asombrada de cuán perfecto era. Sus manos
vagaban por todo mi cuerpo
ávidamente, él se apoderó la parte inferior de mi
blusa y comenzó a tirarla hacia
arriba lentamente, como si estuviera esperando
algún tipo de reacción. Sentí mi amor
por él incrementar a otra velocidad por la
forma reflexiva y paciente de cómo
era conmigo. Sonreí contra sus labios y él se
apartó, mirándome con curiosidad.
—¿Está bien? —preguntó, preocupación coloreando su
voz.
Asentí con la cabeza y lo empujé
fuera de mí para poder sentarme. Agarré mi blusa
y la saqué por encima de mi cabeza,
tirándola al suelo. Me estaba mirando en
estado de shock. Tiré de él de nuevo
hacia mí, besándolo profundamente. Sus
manos estaban en todas partes
mientras nos enrollábamos pero no hizo nada que
no quería que hiciera. Fue perfecto y
dulce. Un final increíble para una cita
increíble. Después de un rato se
retiró y yació a mi lado, hablamos felizmente por
un rato.
A las nueve, suspiró.
—Nicolas va a estar en casa pronto,
tal vez deberíamos vestirnos —sugirió, luciendo
un poco reacio mientras sus dedos se
perdían por encima de mi sujetador y
estómago.
Asentí con la cabeza.
—Sí. No creo que estaría muy contento
si llegaba a casa y descubriera que me has
visto sin la blusa—dije con fingido horror. Se rió y se
sentó, agarrando mi
camisa del suelo y pasándomela,
besándome otra vez con ternura.
Cuando los dos estábamos
completamente vestidos de nuevo, nos sentamos
viendo la televisión hasta que
Nicolas volvió a casa. No podía mantener la sonrisa
fuera de mi cara, Gaston me amaba y
yo lo amaba y todo era perfecto. Nicolas volvió a
casa y ellos jugaron en la Wii
mientras yo hacía mi tarea, tratando sin éxito, de no
mirar el culo de Gaston mientras
permanecía de pie delante de mí. A las diez se fue a
casa para cambiarse de ropa y ver a
sus padres durante media hora antes de que
se colara por mi ventana esta noche.
Apenas podía contener mi emoción por estar
de nuevo con él.
—Así que, ¿cómo lo están dos llevando
ustedes? —preguntó Nicolas, curiosamente,
cuando estábamos por nuestra cuenta.
Sonreí con alegría.
—Muy bien en realidad. Gracias por no
enloquecer ni hacerle daño ni nada —dije,
haciendo una mueca ante la idea.
Él sonrió con tristeza.
—Eso está bien. Sólo ten cuidado, es
un jugador, no quiero que salgas lastimada.
—Me miró con preocupación. Él siempre
fue sobreprotector, pero creo que por
crecer en la forma en que lo hicimos,
siempre sintió la necesidad de protegerme de
nuestro padre. Supongo que ese
instinto nunca se fue, incluso después de que mi
padre lo hizo.
Sonreí y negué con la cabeza.
—No me lastimará —afirmé con aplomo.
Él se rió.
—Tal confianza en un chico que nunca
se las arregló para conservar una novia
antes —reflexionó, sacudiendo la cabeza.
—Nicolas, Gaston es un gran chico, no
me lastimará. Él me ama.
Suspiró y asintió con la cabeza.
—Yo sé que lo hace. —Frunció el ceño con desaprobación
mientras lo decía. No
creo que Nicolas alguna vez aprobara
a alguien que yo trajera a casa, era tan
condenadamente sobreprotector.
Siempre había sido el mejor hermano que una
chica podría desear—. Entonces, ¿necesitas hablar conmigo
sobre papá o algo? —
preguntó, haciendo una mueca
ligeramente mientras decía la palabra papá.
Cerré mis ojos, había estado posponiéndolo,
siquiera pensando en que ese hombre
regresara.
—Yo no quiero verlo —dije en voz baja.
Él me atrajo en un abrazo.
—Está bien, entonces no vamos a verlo.
—Frotó mi espalda con dulzura,
mirándome preocupado, como si pensara
que iba a tener otro ataque de pánico
como la última vez que hablamos de
él.
—Puedes verlo si quieres —dije, sintiéndome un poco culpable.
No quería detener
a Nicolas de verlo si él quería.
Se rió sin humor.
—En realidad, necesito verlo. —Se encogió de hombros, y mi corazón se
hundió,
no quería a Nicolas en cualquier
lugar cerca de ese imbécil.
—Bien, bueno, si eso
es lo que quieres… —me callé, tratando de no llorar.
Nicolas se retiró del abrazo y me
miró con tristeza.
—Yo no quiero verlo, Rocio, quiero
matarlo —afirmó, encogiéndose de hombros
casualmente, haciéndome reír. Le di
una palmada en su hombro haciéndole reír—.
Te prometo que no dejaré que te haga
daño, nunca más. —Besó el lado de mi
cabeza con suavidad, todo su cuerpo
tenso. Sabía que Nicolas siempre se sintió
culpable de que no hiciera algo
pronto. No creía que jamás se hubiera perdonado
a sí mismo por ello, pero era una
creencia irracional, nada de eso fue su culpa, sin
embargo tomó toda la culpa por no
ponerle fin antes de lo que lo hizo. Creo que
olvida que él pasó por eso también,
simplemente se preocupa por mí siempre. En
realidad nunca habla del hecho de que
probablemente se lesionó el doble de lo
que yo porque siempre me estaba
protegiendo. Siempre parece olvidar que era un
niño en ese momento también, que no podía
haber hecho nada al respecto de
todos modos porque no era lo
suficientemente fuerte.
—Sabes que eres el mejor hermano del
mundo, ¿verdad? —dije, sonriendo feliz.
Asintió con la cabeza, sonriendo
hacia mí.
—Sí, lo sé —respondió engreídamente, haciéndonos
reír de nuevo.
Suspiré, sintiendo el agotamiento
filtrándose en mí.
—Me voy a la cama. Buenas Noches,
Nicolas. —Besé la parte superior de su cabeza
cuando fui a mi habitación, cerrando
la puerta detrás de mí por el hábito.
Me puse mi pijama y justo cuando
estaba a punto de conciliar el sueño, oí mi
ventana abriéndose. Le sonreí
felizmente mientras Gaston se subió en la cama detrás
de mí, envolviendo sus brazos
alrededor de mí.
—Hola, tú —murmuré soñolienta.
Besó la parte posterior de mi cabeza
con suavidad.
—Hola, tú —respondí, mientras me acurrucaba
contra él.
—Te amo, Gaston. —Sonreí mientras decía las palabras,
simplemente se volvía más
fácil y más fácil decirlo cada vez.
—Te amo más, Ángel. —Suspiré y cerré mis ojos, a la deriva
en el sueño, segura y
cálida, envuelta en su abrazo.

Los amo, basicamente bhughibhgib ♥
ResponderEliminarSon unos tiernos... <3<3 :-)
ResponderEliminarRochi terrible en el almuerzo pero a gastu bien q le gustó jajaja :-)
ResponderEliminarEspero el proximo
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