Capítulo 22
::Gaston::
estoy muerta. Estamos
muertos. No puedo creer
que bajé la guardia
así.
Rochi está gimiendo
como si estuviera
dolorida y se frota
los ojos
—No creo que fue tan
grave como lo estás diciendo. Tu hermana no
podría haberse
imaginado nada. Creo que salió bastante bien si no te fijas
en la parte donde Lali
casi sopla todo el asunto encubierto por mí. —
Él ríe.
—Eso no es tan
gracioso. ¿Qué hay sobre la parte donde mi no-novio
Peter iba de la mano
con tu no-novia Lali? Eso fue difícil de pasar
por alto. Peor, me pregunto
cuánto tiempo Kika estaba viéndome patinar
así… toda envuelta
acurrucada y feliz en tus brazos.
—¿Lo estabas? ¿Feliz?
—Mi garganta se contrae al arrepentirme de
preguntar eso.
Trato de encontrar su
mirada pero sólo puedo capturar su reflejo
oscuro en la ventana
polarizada de pasajeros. No hay suficiente luz como
para leer lo que está
pensando.
—¿Por qué? —pregunta.
Su tono ha tomado un acento escéptico—.
Te pagaré incluso si
no soy feliz, ya sabes. Mi felicidad nunca fue puesta
en el contrato, ¿de acuerdo?
¿A dónde me estás llevando? Todavía tenemos
dos horas antes de mi
toque de queda. Es malo estar en casa antes que mi
hermana pequeña.
—Necesito curitas.
—Levanto mis dedos.
Ella jadea. —¿Tienes
ampollas como esas en las dos manos?
—Sí. Aquellos ganchos
de amarre del último lote de mariquitas no
se habrían enganchado
sin un poco de fuerza bruta mezclada con piel.
—¿Por qué no me lo
dijiste? Yo sólo pensé que tenías realmente
manos ásperas de
hombre. Estaba tan oscuro en la pista que no pensé… he
estado sosteniendo tus
manos todas las noches. Probablemente yo las hice
peor.
—Tengo manos de hombre
ásperas, fuertes y varoniles. Me alegro
de que lo notaras.
—Trato de bromear pero mi voz suena forzada.
Ella ríe,
aparentemente sin darse cuenta de que estoy actuando
como un bicho raro.
—Te estoy llevando a
casa. —Muevo mis dedos—. Mi abuela estará
todavía despierta. Me
encantaría que la conocieras.
—No. ¡No a tu casa!
¡De ninguna manera! —Se agarra de los lados de
su asiento.
—¿Por qué?
—No creo que tenga eso
en mí… ya sabes… fingir otro segundo. Me
toma mucha energía.
Ver a Kika en la pista tomó todo de mí. No puedo
posiblemente engañar a
una dulce anciana después de eso.
—Ya estamos aquí. No
te preocupes. No tendrás que fingir nada
alrededor de ella.
—¿Ella sabe? ¿Le
contaste sobre el contrato? ¿Sobre mí?
—Le he dicho que tengo
un enamoramiento por una chica que estoy
tratando duro para
conseguir. Te mostraré mi casa, arreglaré mis dedos y
entonces será tiempo
para que te lleve a tu casa. Sin problemas. —Muevo
a Bessie en nuestro
largo camino de entrada y lo estaciono en frente de un
garaje de coches. Mi
casa no puede competir con la de ella pero sé que Rochi
no registra ningún
tipo de cosas materiales como importantes. Otra razón
por la que ella me
gusta mucho.
—No quiero entrar
—susurra y se encuentra con mi mirada. La luz
del frente se está
transmitiendo en la cabina de mi auto. Reconocí la
expresión de Rochi.
Tenía la misma tensión, su aún mirada vulnerable de la
primera vez que había
ido a conocerme al complejo deportivo.
Hermosa. Aterrorizada.
Y exhausta.
Si sólo pudiera borrar
las dos últimas cosas. Busco consuelo en el
hecho de que ella me
estaba dejando ver que solía trabajar muy duro para
ocultar.
—Mantendremos esto
bajo llave. Abue es genial. La amarás.
—¿Y si no le gusto?
—Imposible. —Le guiño,
tratando de sacarle una sonrisa, pero en
lugar, apoya su cabeza
contra el asiento y cierra sus ojos como si quisiera
bloquearme. Era tan
tentador no mirar cuando estoy así de cerca. Y
cuando ella no está mirando—.
Eres la clase de chica que siempre esperé
traer a casa —agrego.
Mi corazón captura cuando sonríe con los ojos
todavía cerrados.
—Apuesto a que has
usado esa línea con todas las chicas que has
tenido sentadas en
este mismo lugar. —Abre sus ojos y encuentra mi
mirada. La brisa
cálida de la noche está soplando a través de la ventana,
agitando suavemente
los rizos que enmarcan su cara.
Mierda, amo a esos
rizos tenues… a esos ojos. A ella.
Deseo poder decirle.
Sin embargo, le devuelvo la sonrisa. Mi mirada
recorre a lo largo de
la curva de su mejilla y sigo bajando hasta su cuello. Si
sólo tuviera el
derecho de besarla.
O por lo menos, el
coraje.
Tal vez lo tengo.
Me inclino ligeramente
hacia adelante. Sus ojos son profundos
mirando mis labios.
Ella se mueve un poco más cerca y contengo el aliento.
Fue entonces cuando
detecto el flash detrás de sus hombros.
—¡Mierda! —Me siento
de nuevo completamente asustado—. ¡Y
más mierda!
—¿Qué? —Ella mira
alrededor. Sus mejillas se han inundado de un
rojo brillante. Estoy
seguro de que las míos están en un estado similar.
Ahora mismo, cada
centímetro de mi cuerpo arde en deseo.
Ella está mirando
hacia adelante en su asiento con su espalda
derecha presionada
contra él. Y no me mirará.
¿Casi besé a Rochi
Igarzabal?
¿Ella casi me dejó?
—Mierda —murmuro de
nuevo. Hablo lo más rápido que puedo,
pretendiendo que el
momento nunca ocurrió—. Abue ha estado
mirándonos por la
ventana todo este tiempo. Estate tranquila. —Abro la
puerta y salto fuera—.
Ella nunca me perdonará si no hago esto bien. —Si
no estuviera tan
estresado, me reiría de la ironía de esa declaración. Nunca
he sido capaz de hacer
una cosa bien en lo que a Rochi Igarzabal se refiere. Mi
intento fallido de
besarla es un claro ejemplo.
—¿Hacer qué?
—pregunta—. ¿Qué?
Le hablo a través de
su ventana abierta porque todavía ella esta tan
agarrada, que temo que
me derribe o grite. No la culparía por cualquiera
de las dos cosas. —En
presencia de una chica debo actuar como un
caballero si mi abuela
está mirando. —Por el momento, tengo miedo de
mirar a los ojos de
Rochi, así que abro la puerta con un ademán,
extendiendo mi mano
para que ella la tome—. Sígueme el juego y trata de
verte feliz. Si lo
estropeo, Abue me asará en la parrilla por semanas. Pero
no te acostumbres a
esto —bromeo.
Ella toma mi mano y me
dispara una mirada de echarse para atrás.
—Si intentas esto de
nuevo, nunca delante de nadie bajo la edad de
setenta, tendrás que
acostumbrarte a mí, lastimándote. Esto es
completamente
vergonzoso, ¿sabías?
—Y súper incómodo. Se
te olvidó eso. —Sonrío, relajándome un
poco cuando se ríe.
Cierro la puerta detrás de ella.
—¿Qué hay sobre la
parte donde no quiero entrar?
—Muy tarde para eso.
Apúrate. Abue es una purista de la
propiedad. Cualquier
segundo que pase de las 9:00 p.m. será usado en mi
contra.
Abue está abriendo la
puerta y hablando a través de la reja mientras
hacemos nuestro camino
hacia los escalones de entrada.
—Jovencito, es mejor
que tengas una excusa para aparecer acá a esta
hora y con una
invitada. Deberías haberme llamado de ese teléfono celular
tuyo.
—Perdón Abue. Era una
emergencia. Además me dijiste que no te
llame cuando estoy
manejando. Necesito algunos primeros auxilios —digo
levantando mis dedos
para que Abue pueda ver las ampollas.
—Oh mi. Bueno. Vamos
entonces ustedes dos. Tengo una olla de té
haciéndose. —Arrastra
a Rochi hacia la cocina y las sigo—. He esperado
mucho tiempo para que Gaston
traiga a casa a una chica. Eres la primera —
dice mientras se mueve
alrededor, vertiendo unas veinte galletas de
miniatura en un plato
y lo cierne delante de la cara de Rochi—. Por favor,
toma una y siéntate.
—Apunta a una de las sillas.
Rochi se ruboriza,
agarra una de las galletas y se sienta con los ojos
muy abiertos.
Ella todavía sigue
luciendo unas mejillas muy rojas. No dejo pasar el
hecho de que es muy
linda con polvo de azúcar recubriendo sus dedos.
También está sentada
en mi lugar de nuestra antigua ligeramente
maltratada mesa de la
cocina.
Me encanta ella en mi
lugar.
—Vaya, pero si eres
una bella joven dama —sonríe Abue.
—Gracias —dice Rochi y
come la galleta.
—Ahora, ¿dónde vive tu
familia? ¿Por acá cerca? —Comienza Abue
recogiendo su propia
galleta y moviendo una silla cerca de Rochi. Mi
estómago se contrae.
¿Por qué demonios he traído a Rochi acá? ¡Abue va a
conectar los puntos y
echarnos!
Peor aún, va a soplar
mi tapadera.
Toso y me aclaro la
garganta. —Uh… Abue, odio pedir ayuda y sonar
como un debilucho en
frente de mi chica, pero, ¿crees que podrías darme
un poco de ayuda?
—Bajo la luz de la cocina, mis dos ampollas parecen
insignificantes. Es
bastante obvio que lo podría manejar solo pero fue la
única distracción que
tengo para que Abue no se vaya a chismear.
Parpadeo sin poder
hacer nada y pruebo mis ojos de cachorro. Abue
ama eso cuando la
necesito.
—No puedo abrir los
gabinetes y buscar alrededor... ¿Por favor?
—Oh, mi pobre chico.
—Abue se lo compra como un colibrí en el
objetivo—. Rochi,
vigila la tetera y sácala cuando esté lista. Estaremos de
vuelta.

Está muy buena subí pronto !!!
ResponderEliminarQue gaston le de un beso de una buena vez Jaja
ResponderEliminar