Capítulo 25
::Rochi::
abrí mis ojos de golpe
cuando los golpes comenzaron en la
ventana de mi lado. De
todas formas, no he sido capaz de
dormir. Principalmente
porque cuando me levanto, se Gaston
ha estacionado cerca,
leyendo en su auto. Fingiendo leer, eso es.
Todo este tiempo, he
estado pretendiendo dormir, ¡vaya! No creo
que haya esperado todo
este tiempo.
Agarro mi bolso y abro
la puerta, tratando de ignorarlo. Pero ignorar
a Gaston Dalmau es
como ignorar a un elefante en un tutú. Un elefante
realmente caliente, en
un muy varonil tutú.
Claro, tuve que echar
un vistazo. Especialmente cuando tuve que
negarme a mi misma a
mirarlo por días. Él es perfecto en sus shorts cargo
color café, luciendo
la camisa negra de Stars Wars que Señor Foley nos
dio la semana pasada
como un extra. Apreté más mi cárdigan a mí
alrededor. No hay
necesidad de que él se dé cuenta de que andamos con
camisas a juego.
El sexi olor a limas
viene de su húmedo cabello.
Nunca noté las limas
antes de Gaston Dalmau. Y ahora, cuando estábamos en
el súper mercado las
olía como una sicópata y luego las dejaba en su lugar.
También, s sorprendente
cuán seguido salen las limas en la TV. Están en
todas partes. Mi
tienda favorita de burritos incluso usa limas frescas para
hacer el palillo saldo
para sus totopos de tortillas fritas a mano. UGH.
Solía ser capaz de
resistirme a comer sólo unos pocos, pero últimamente,
me he convertido en
una adicta-de-totopos-de-lima.
—¿Dormiste lo
suficiente? —pregunta.
—Porque es fácil tomar
una siesta cuando te están viendo. —
Estallo—. ¿Por qué
estás aquí?
—Rochi…
Me encuentro con su
dolorosa mirada de manera intensa. Soy
incapaz de sostenerla
por mucho tiempo. Han sido sólo unos segundos y
él ya tiene todas mis
defensas funcionando mal en todos los niveles.
Solidifico mi
expresión a una plana. Aburrida. Muerta.
Él suspira.
—No tendría que andar
persiguiéndote si tú me devolvieras los
mensajes. He llamado
cada noche a las siete. Y dejado mensaje las demás
horas. ¿Por qué no me
hablas?
—El contrato establece
que debes enviar mensajes y llamarme. No
hay nada en él que
hable de que yo deba hacerlo.
—¿Ese es el por qué?
Lo miro sin pestañear.
—Dios. Hablas en
serio. —Él cruza sus brazos y me mira. Está tan
cerca que puedo sentir
el calor irradiando de él. Calor que he anhelado
como una adicta
después de haber estado envuelta en sus brazos la otra
noche. Saqué una Red
Bull de mi bolso y puse la gaseosa justo debajo de su
nariz.
Afortunadamente, el entendió la insinuación y tomó un paso hacia
atrás.
—No puedo creer que
andes enfurruñado en un estacionamiento de
esta forma —digo. Mi
corazón corriendo en mi garganta porque cometí el
error de mirar a sus
ojos. Lo ahuyento mientras engullo el resto de la Red
Bull. No importa cuán
rápido él hace que mi corazón corra, no voy a caer
en su magia esta vez—.
Yo… tú… dijiste ya es tarde. Necesitamos entrar.
—Yo igual. Pero… te extraño.
¿Podemos almorzar juntos hoy? Haz
que Señor Foley te
traslade de vuelta a la barritas de luz y a DigiToyTech.
Sé que podemos hacerlo
funcionar. —Él gentilmente agarra mi brazo y me
da la vuelta para que
pueda encararlo.
—No —digo, alejándome
de su agarre para empezar a caminar de
nuevo. Él me sigue—. Gaston,
no pienses mucho sobre mi patinando en el
proyecto de la feria.
Quiero estar en el envío. Estoy aquí para aprender. Y
sobre el almuerzo, no
puedo. El jueves es la reunión mensual del
departamento. Todos
los miembros del equipo están citados para asistir.
Ellos nos darán comida
gratis.
—Lo que sea.
Probablemente lo estás inventando.
—No. Ellos van a dar
un avance sobre la nueva máquina de embalar
con cinta adhesiva. La
cosa es asombrosa. Sella más de 400 cajas de
distinto tamaño por
hora. El Señor Foley me ha pedido que haga la
presentación de
entrenamiento. He estado memorizando las viñetas.
—Mañana, entonces. Al
mediodía. Sé que Foley te dio la tarde libre.
Encuéntrame en nuestra
oficina, si es que puedes recordar dónde es. Al
final del pasillo,
primera puerta a la derecha. Tu escritorio es el que está
aplastado contra el
mío. Cara a cara. —Su voz sonaba mitad enojada,
mitad acusadora—.
Hablaremos. Traeré sándwiches. Di sí.
—¡Digo que no! ¿Por qué
no puedes meter el mensaje en tu cabeza?
No puedo estar
alrededor de ti.
—¿Por qué? ¿Por qué me
estás tratando así? Dios, me estás hartando
—grita él.
Cambio mi expresión a
la de una piedra pero es casi imposible de
contener. Mi cerebro
está arrojando diferentes versiones de lo siguiente
que diré para hacerlo
entender permanentemente, pero él trota frente a mí
forzándome a parar.
Toma mis manos.
Miro sus zapatillas,
no su rostro. Demasiado peligroso. Estoy
entrando en pánico
porque mi mente ha sido limpiada por la simple
sensación de sus
palmas contra las mías. Amo esa sensación.
—Estás siendo injusta.
Me debes, por lo menos, el respeto de
escuchar lo que tengo
que decir —dice. Su voz es suave… y baja y
retumbante. Cero ira.
Maldito él y su voz y
sus manos.
Quiero gritar ―foul‖ o
―fuera de lugar‖ o cualquier llamado deportivo
que podría hacerle
detener de seguir su camino tan fácilmente hacia mi
alma. Trato de
rearmarme, pero… sus manos son tan gentiles en las mías.
Muevo mi mirada hacia
sus dedos, y dejo mi máscara caer.
—Tus ampollas están
casi curadas.
—Sí. —Sus pulgares
atraviesan la parte posterior de mis palmas.
Debería dejarlo ir,
pero simplemente no quiero. Miro a su rostro.
Cualquier defensa
restante que había reservado en su contra se pliega bajo
la angustia absoluta y
confusión que veo en sus ojos. He causado esto. Lo
he herido, y él tiene
razón. Yo sí le debo, por lo menos, algo así como una
explicación por
haberlo empujado tan lejos sobre el precipicio. Tiemblo.
¿Puedo simplemente
decirle la verdad sobre mí misma? Si él sabe todo,
entenderá mis
permanentes limitaciones.
—Mañana. —Asiento—.
Doce del mediodía. Realmente escucharé.
Pero tienes que
prometer escucharme de vuelta. Incluso si no te gusta lo
que escuchas,
necesitas escucharme de vuelta. ¿Trato?
—Está bien. Lo haré.
Lo haré. —Él sonríe y los hoyuelos destellan.
El alivio en su voz
hace sus ojos parecer demasiado brillantes como si
tuviera fiebre, o
conteniendo las lágrimas.
Pero eso es imposible
porque yo soy la que está haciendo eso. Me
siento como una nube
flotante de niebla. Una frágil y ligera, que si este
chico parpadea, podría
desaparecer, estar perdida por siempre. Pero sé
que es muy tarde. He
estado perdida desde el día en que él aplastó su
mochila contra mi
auto.
Estúpido amor. Estúpido
color verde.
¿Por qué Gaston tiene
el poder de hacerme sentir de esta forma
cuando soy lo
suficientemente inteligente como para saber que es todo un
espejismo? Me pregunto
si este sentimiento me aplastará cuando el verano
termine. Cuando no me
sea permitido sostener sus manos otra vez.
Cuando él pase junto a
mí en el pasillo con su verdadera novia el
próximo año.
¿Sonreiremos y
reiremos de nuestros secretos? O, ¿moriré porque
tendré que respirar su
mismo aire? Saco mis manos de las de él, y juntos
caminamos dentro. Es
imposible recuperar mi antigua máscara, así que ni
siquiera lo intento.
—Um… Gracias. Por… tú
sabes… encontrarme. Estoy feliz de tener la
oportunidad de
explicarme mejor. Lo que pasó en tu casa… todo lo que
dije esa noche. Estoy
segura, de que no estaba teniendo ningún sentido.
Gaston me deja pasar
frente a él a través del vestíbulo.
—Rochi, yo soy el que
necesita explicarse. Todo. Porque he estado
actuando como un
completo extraño a tu alrededor. Traté de darte
espacio. Hacer lo que
tú quieres, pero no puedo. Sé que podemos ser
amigos. Y… Bueno, yo
creo, espero, que tú quieras eso…
Lo golpeó hombro con
hombro para que se calle.
Sus palabras
susurradas han causado estragos a lo largo de la parte
trasera de mi cuello.
Peor aún, un incontrolable rubor como loca.
La recepcionista de
Geekstuff.com ha oído la indescifrable cantidad
de palabras que dijo Gaston.
Ella nos está dando esta sonrisa afectada de
entendimiento. No la
puedo culpar, hemos estado sosteniéndonos las
manos por un buen rato
allá afuera. Me sonrojo incluso más.
—Yo… umm… me tengo que
ir.
Gaston, que luce más
nervioso y torpe de lo que lo he visto nunca,
sacude su cabeza.
—Exacto. Soy un
idiota. Mañana. —Su voz me sigue por el pasillo—
. ¿Cuándo te mande un
mensaje esta noche podrías contestar? ¿Por favor?
No miro hacia atrás.
Si veo su rostro cambiaré de opinión. Tengo
que ser fuerte.
Eventualmente él entenderá dónde me estoy dirigiendo.
Quizás podamos ser
amigos luego de que todo esto esté terminado. Pero
no hasta que él no sepa
la verdad sobre mí.
—No.

Jajaja rochi se hace la dura pero no puede...espero el proximo
ResponderEliminarOjala que rochi lo perdone cuando gas le diga la verdad
ResponderEliminarAy por dios! me matan!! es todo complicado pero los quiero juntos YA
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