sábado, 12 de octubre de 2013

Casi capitulo 25

Capítulo 25
::Rochi::
abrí mis ojos de golpe cuando los golpes comenzaron en la
ventana de mi lado. De todas formas, no he sido capaz de
dormir. Principalmente porque cuando me levanto, se Gaston
ha estacionado cerca, leyendo en su auto. Fingiendo leer, eso es.
Todo este tiempo, he estado pretendiendo dormir, ¡vaya! No creo
que haya esperado todo este tiempo.
Agarro mi bolso y abro la puerta, tratando de ignorarlo. Pero ignorar
a Gaston Dalmau es como ignorar a un elefante en un tutú. Un elefante
realmente caliente, en un muy varonil tutú.
Claro, tuve que echar un vistazo. Especialmente cuando tuve que
negarme a mi misma a mirarlo por días. Él es perfecto en sus shorts cargo
color café, luciendo la camisa negra de Stars Wars que Señor Foley nos
dio la semana pasada como un extra. Apreté más mi cárdigan a mí
alrededor. No hay necesidad de que él se dé cuenta de que andamos con
camisas a juego.
El sexi olor a limas viene de su húmedo cabello.
Nunca noté las limas antes de Gaston Dalmau. Y ahora, cuando estábamos en
el súper mercado las olía como una sicópata y luego las dejaba en su lugar.
También, s sorprendente cuán seguido salen las limas en la TV. Están en
todas partes. Mi tienda favorita de burritos incluso usa limas frescas para
hacer el palillo saldo para sus totopos de tortillas fritas a mano. UGH.
Solía ser capaz de resistirme a comer sólo unos pocos, pero últimamente,
me he convertido en una adicta-de-totopos-de-lima.
—¿Dormiste lo suficiente? —pregunta.
—Porque es fácil tomar una siesta cuando te están viendo. —
Estallo—. ¿Por qué estás aquí?
—Rochi…
Me encuentro con su dolorosa mirada de manera intensa. Soy
incapaz de sostenerla por mucho tiempo. Han sido sólo unos segundos y
él ya tiene todas mis defensas funcionando mal en todos los niveles.
Solidifico mi expresión a una plana. Aburrida. Muerta.
Él suspira.
—No tendría que andar persiguiéndote si tú me devolvieras los
mensajes. He llamado cada noche a las siete. Y dejado mensaje las demás
horas. ¿Por qué no me hablas?
—El contrato establece que debes enviar mensajes y llamarme. No
hay nada en él que hable de que yo deba hacerlo.
—¿Ese es el por qué?
Lo miro sin pestañear.
—Dios. Hablas en serio. —Él cruza sus brazos y me mira. Está tan
cerca que puedo sentir el calor irradiando de él. Calor que he anhelado
como una adicta después de haber estado envuelta en sus brazos la otra
noche. Saqué una Red Bull de mi bolso y puse la gaseosa justo debajo de su
nariz. Afortunadamente, el entendió la insinuación y tomó un paso hacia
atrás.
—No puedo creer que andes enfurruñado en un estacionamiento de
esta forma —digo. Mi corazón corriendo en mi garganta porque cometí el
error de mirar a sus ojos. Lo ahuyento mientras engullo el resto de la Red
Bull. No importa cuán rápido él hace que mi corazón corra, no voy a caer
en su magia esta vez—. Yo… tú… dijiste ya es tarde. Necesitamos entrar.
—Yo igual. Pero… te extraño. ¿Podemos almorzar juntos hoy? Haz
que Señor Foley te traslade de vuelta a la barritas de luz y a DigiToyTech.
Sé que podemos hacerlo funcionar. —Él gentilmente agarra mi brazo y me
da la vuelta para que pueda encararlo.
—No —digo, alejándome de su agarre para empezar a caminar de
nuevo. Él me sigue—. Gaston, no pienses mucho sobre mi patinando en el
proyecto de la feria. Quiero estar en el envío. Estoy aquí para aprender. Y
sobre el almuerzo, no puedo. El jueves es la reunión mensual del
departamento. Todos los miembros del equipo están citados para asistir.
Ellos nos darán comida gratis.
—Lo que sea. Probablemente lo estás inventando.
—No. Ellos van a dar un avance sobre la nueva máquina de embalar
con cinta adhesiva. La cosa es asombrosa. Sella más de 400 cajas de
distinto tamaño por hora. El Señor Foley me ha pedido que haga la
presentación de entrenamiento. He estado memorizando las viñetas.
—Mañana, entonces. Al mediodía. Sé que Foley te dio la tarde libre.
Encuéntrame en nuestra oficina, si es que puedes recordar dónde es. Al
final del pasillo, primera puerta a la derecha. Tu escritorio es el que está
aplastado contra el mío. Cara a cara. —Su voz sonaba mitad enojada,
mitad acusadora—. Hablaremos. Traeré sándwiches. Di sí.
—¡Digo que no! ¿Por qué no puedes meter el mensaje en tu cabeza?
No puedo estar alrededor de ti.
—¿Por qué? ¿Por qué me estás tratando así? Dios, me estás hartando
—grita él.
Cambio mi expresión a la de una piedra pero es casi imposible de
contener. Mi cerebro está arrojando diferentes versiones de lo siguiente
que diré para hacerlo entender permanentemente, pero él trota frente a mí
forzándome a parar.
Toma mis manos.
Miro sus zapatillas, no su rostro. Demasiado peligroso. Estoy
entrando en pánico porque mi mente ha sido limpiada por la simple
sensación de sus palmas contra las mías. Amo esa sensación.
—Estás siendo injusta. Me debes, por lo menos, el respeto de
escuchar lo que tengo que decir —dice. Su voz es suave… y baja y
retumbante. Cero ira.
Maldito él y su voz y sus manos.
Quiero gritar ―foul‖ o ―fuera de lugar‖ o cualquier llamado deportivo
que podría hacerle detener de seguir su camino tan fácilmente hacia mi
alma. Trato de rearmarme, pero… sus manos son tan gentiles en las mías.
Muevo mi mirada hacia sus dedos, y dejo mi máscara caer.
—Tus ampollas están casi curadas.
—Sí. —Sus pulgares atraviesan la parte posterior de mis palmas.
Debería dejarlo ir, pero simplemente no quiero. Miro a su rostro.
Cualquier defensa restante que había reservado en su contra se pliega bajo
la angustia absoluta y confusión que veo en sus ojos. He causado esto. Lo
he herido, y él tiene razón. Yo sí le debo, por lo menos, algo así como una
explicación por haberlo empujado tan lejos sobre el precipicio. Tiemblo.
¿Puedo simplemente decirle la verdad sobre mí misma? Si él sabe todo,
entenderá mis permanentes limitaciones.
—Mañana. —Asiento—. Doce del mediodía. Realmente escucharé.
Pero tienes que prometer escucharme de vuelta. Incluso si no te gusta lo
que escuchas, necesitas escucharme de vuelta. ¿Trato?
—Está bien. Lo haré. Lo haré. —Él sonríe y los hoyuelos destellan.
El alivio en su voz hace sus ojos parecer demasiado brillantes como si
tuviera fiebre, o conteniendo las lágrimas.
Pero eso es imposible porque yo soy la que está haciendo eso. Me
siento como una nube flotante de niebla. Una frágil y ligera, que si este
chico parpadea, podría desaparecer, estar perdida por siempre. Pero sé
que es muy tarde. He estado perdida desde el día en que él aplastó su
mochila contra mi auto.
Estúpido amor. Estúpido color verde.
¿Por qué Gaston tiene el poder de hacerme sentir de esta forma
cuando soy lo suficientemente inteligente como para saber que es todo un
espejismo? Me pregunto si este sentimiento me aplastará cuando el verano
termine. Cuando no me sea permitido sostener sus manos otra vez.
Cuando él pase junto a mí en el pasillo con su verdadera novia el
próximo año.
¿Sonreiremos y reiremos de nuestros secretos? O, ¿moriré porque
tendré que respirar su mismo aire? Saco mis manos de las de él, y juntos
caminamos dentro. Es imposible recuperar mi antigua máscara, así que ni
siquiera lo intento.
—Um… Gracias. Por… tú sabes… encontrarme. Estoy feliz de tener la
oportunidad de explicarme mejor. Lo que pasó en tu casa… todo lo que
dije esa noche. Estoy segura, de que no estaba teniendo ningún sentido.
Gaston me deja pasar frente a él a través del vestíbulo.
—Rochi, yo soy el que necesita explicarse. Todo. Porque he estado
actuando como un completo extraño a tu alrededor. Traté de darte
espacio. Hacer lo que tú quieres, pero no puedo. Sé que podemos ser
amigos. Y… Bueno, yo creo, espero, que tú quieras eso…
Lo golpeó hombro con hombro para que se calle.
Sus palabras susurradas han causado estragos a lo largo de la parte
trasera de mi cuello. Peor aún, un incontrolable rubor como loca.
La recepcionista de Geekstuff.com ha oído la indescifrable cantidad
de palabras que dijo Gaston. Ella nos está dando esta sonrisa afectada de
entendimiento. No la puedo culpar, hemos estado sosteniéndonos las
manos por un buen rato allá afuera. Me sonrojo incluso más.
—Yo… umm… me tengo que ir.
Gaston, que luce más nervioso y torpe de lo que lo he visto nunca,
sacude su cabeza.
—Exacto. Soy un idiota. Mañana. —Su voz me sigue por el pasillo—
. ¿Cuándo te mande un mensaje esta noche podrías contestar? ¿Por favor?
No miro hacia atrás. Si veo su rostro cambiaré de opinión. Tengo
que ser fuerte. Eventualmente él entenderá dónde me estoy dirigiendo.
Quizás podamos ser amigos luego de que todo esto esté terminado. Pero
no hasta que él no sepa la verdad sobre mí.

—No.

3 comentarios:

  1. Jajaja rochi se hace la dura pero no puede...espero el proximo

    ResponderEliminar
  2. Ojala que rochi lo perdone cuando gas le diga la verdad

    ResponderEliminar
  3. Ay por dios! me matan!! es todo complicado pero los quiero juntos YA

    ResponderEliminar