viernes, 11 de octubre de 2013

Juguemos a Ser Novios ... capitulo 8


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¿De eso se trata?

Lo mejor de ser sábado es que se podía despertar tarde, no había escuela ni tareas por las
que estar presionada, podía cuidar a sus hermanos menores y Gastón...
Los ojos de Rocio se abrieron mientras rodaba en su cama para ver el reloj verde con rojo
con forma de hoja de árbol colgado en la pared blanca con círculos de colores. Las 9:27 a.m., sus
ojos se agradaron al ver la hora y como de rayo salió de la cama, tenía que despertar a sus
hermanos, también preparar el desayuno de sus hermanos, bañar al pequeño Monito, debía bañarse
ella y todo eso antes de que Gastón llegara.

—¡Hermana! ¡El desayuno está listo! —gritó Brenda desde el primer piso.

Rocio se congeló al escuchar eso, ¿Ya estaban despiertas?
Bajó corriendo las escaleras alisando su cabello con las manos y cuando llegó al comedor
encontró a todos sus hermanos, a excepción de Victorio, sentados en la mesa tomando su desayuno.
Brenda volteó hacia su hermana y le sonrió mientras colocaba el último plato en la mesa.

—¿Qué pasa aquí? —preguntó extrañada. Rocio pensó que probablemente una familia de
extraterrestres había llegado a la tierra y los había sustituido por su familia porque
definitivamente no era esa.

—Como tú vas a salir no quise despertarte y cociné yo —le contestó Brenda con una
sonrisa—. Vamos desayuna para que estás lista.

Rocio observó nuevamente a sus hermanos desayunando, sacudió la cabeza y justo cuando
iba a decir que no tenía hambre un panqueque de nuez se apareció frente a ella.

—Si no desayunas no habrá postre —dijo Aleli dándole una mordida a su panqueque.

Aun confundida la muchacha se sentó en su lugar y empezó a comer dándose cuenta de que
Brenda era una muy buena cocinera. Desayunaron en silencio hasta que Aleli rompió el hielo
con un comentario que hizo a Rocio atragantarse.

—Ayer papá y mamá dijeron que Gastón y tú se habían besado mucho —dijo la pequeña
emocionada.

Rocio sintió la mitad de su salchicha dentro de su garganta impidiéndole respirar. Su
rostro se puso rojo y no precisamente de vergüenza. Brandon se levantó de su asiento y le dio
suaves palmadas en la espalda a su hermana mayor para que pudiera tragar o escupir el pedazo
de salchicha, una vez que pudo sacarlo Brenda le dio un vaso con agua que rápidamente aceptó.

—Aleli, cosas como esas no se dicen —dijo Brandon reprimiendo una sonrisa.

—Yo también quiero besar a Gastón —dijo Aleli en un intento de hacer berrinche pero no le
funcionó.

—No, tú no puedes besar a Gastón —le contestó Rocio poniéndose de pie—. Yo soy su
novia por eso puedo besarlo —Aleli curvó su labio inferior hacia afuera y cruzó los brazos sobre
su pecho—. Aunque... —a Rocio rápidamente se le vino una idea a la mente—, probablemente
Gastón te puede besar “amistosamente”.

Ella era la hermana mayor y se supone que debía alejar a su pequeña hermana de 10 años
de ese tipo de pensamientos pero lo único que lograba era aumentarle los ánimos con ese tipo de
comentarios.

—Quiero besar a Gastón amistosamente —dijo Aleli de nuevo emocionada.

—Pero será un beso pequeño —le advirtió Rocio.

—¡Sí! —gritó animada la pequeña mientras que ambos gemelos negaban observando las
travesuras de su hermana mayor.

***

—¿Quieres que bese a tu hermana de 10 años? —preguntó Gastón incrédulo.

Rocio solo sonrió y asintió.
Gastón había llegado un par de minutos antes de la hora acordada a casa de Rocio por lo que
cuando ella había bajado a recibirlo su cabello aun estaba húmedo y estaba humedeciendo la
blusa amarilla que la chica llevaba puesta.

—Es una niña —dijo Gastón alejando su mirada de la blusa con escote de Rocio, a pesar de
no tener realmente mucho busto esa blusa sí que la hacía lucir tan ardiente y él definitivamente
no se la imaginó nunca de esa manera.

—No seas ridículo, no te dejaré besar a mi hermanita de esa extraña forma en la que me
besas —Rocio parecía tan normal después de cada beso pero Gastón cada vez se sentía más
extraño—. Solo dale un beso en la mejilla y dile que es una manera tierna en que besas a las
chicas.

A ella si la besaba de manera tierna. Gastón sacudió su cabeza y nuevamente conectó su
mirada con la de Rocio.

—Solo un beso de mentira, ¿verdad?

—Un pequeño beso de mentira.
Por alguna razón no se podía resistir a la petición de la chica de blusa color pollito.

—Bien —dijo dándose por vencido.

Rocio lo tomó de la mano y ambos entraron a su casa. Brandon y Brenda se encontraban
limpiando la mesa mientras que Stefano limpiaba con una toallita el rostro de Monito y Aleli solo
estaba echada en el sillón viendo televisión.
Cuando Gastón entró a la sala Aleli se levantó como resorte del sillón.

—Hola, niños —saludó Gastón y todos clavaron sus ojos en las manos unidas de Rocio y él,
incluso él también hizo lo mismo pero aun así no separó sus manos.

—Aleli —dijo Rocio sonriendo—. Gastón te dará un beso amistoso pero con la condición de
que subas tus calificaciones en la escuela.
Gastón comprendió mientras Rocio le explicaba a su hermanita emocionada la condición.

—Debes prometerlo —dijo Gastón colocando su mano sobre el hombro de Rocio—. Si no
prometes eso no podré besarte.
Le pequeña asintió energéticamente y con ese brillo en los ojos que Gastón solía ver en todas
sus seguidoras.

—Lo prometo.

—Bien —Gastón le guiñó un ojo a Rocio y se inclinó hasta la altura de Aleli—. Cierra los
ojos.

Aleli cerró los ojos y Gastón sostuvo su pequeño rostro con una mano para después
depositarle un tierno beso en la mejilla, la pequeña pegó un gritito de emoción al sentir los labios
del modelo sobre su mejilla y cuando Gastón se incorporó la pequeña abrió sus ojos y saltó para
abrazar al chico.

—Prometo que mejoraré mis calificaciones —le dijo aun rodeándolo con los brazos.

Gastón volteó hacia el rostro sonriente de Rocio y nuevamente le guiñó el ojo.

***

Era la primera vez que Rocio iba en el asiento de enfrente del auto de Gastón y era también
la primera vez que él era el conductor del auto, siempre ambos iban en la parte trasera y un
chofer de Gastón se encargaba de llevarlos al colegio y de regreso, pero ahora que el chofer no iba
ellos se sentían más juntos lo cual sacó una sonrisa en el rostro de Rocio.

—Por cierto, muchas gracias por ayudarme con Aleli —la sonrisa dibujada en el rostro de
Rocio no se borraba.

—De nada, es lo menos que puedo hacer por ti —él quería voltear hacia ella pero debía ver
el camino para su mala suerte. ¿Por qué rayos había decidido darle el día libre al chofer? A sí
porque quería pasar más tiempo a solas con Rocio aunque ni siquiera entendiera el motivo de
ese sentimiento.

—Vamos no digas que es lo menos que puedes hacer por mí, me has ayudado mucho...

—No más de lo que tú lo estás haciendo —la interrumpió—. No sé qué es lo que quieres
que pueda recompensar todo lo que estás haciendo por mí, mi mentira.
Rocio se encogió de hombros y observó el camino.

—Cosas —dijo y el auto quedó en un profundo silencio cómodo.

Apenas habían bajado del auto y Rocio nuevamente ya quería regresar de solo ver el
enorme letrero lujoso de la tienda en donde Gastón había estacionado, de hecho él la tuvo que
sostener de la mano para que ella no regresara al auto.

—Es solo una tienda —dijo Gastón atrayendo a la rubia más cerca de él.

—¿Bromeas? Seguramente el vestido más barato de esa tienda cuesta lo que pago por mi
matricula en el colegio y déjame decirte que es mucho lo que pago —Gastón logró acercarla hacia
él y tuvo la oportunidad rodearla con un brazo.

Ambos se quedaron en silencio, de pie fuera de la tienda, la mirada de Rocio conectó con
la de él y después solamente porque él quiso la besó, fue un beso rápido como si estuvieran en el
colegio y quisieran demostrarles a todos que eran novios pero no dejaba de ser un beso, un beso
que no había tenido un motivo exacto para ser iniciado.

—Hay que entrar —dijo Gastón sin soltarla.

Ambos entraron a la tienda tan juntos como les era posible poder caminar.

***

Rocio estaba dentro de probador con un hermoso vestido verde que se amoldaba
perfectamente a su cuerpo haciéndola lucir curvas que en su vida llegó a imaginar que tendría, el
vestido era largo y apenas con aquellas zapatillas de tacón alto le quedaría perfectamente, en el
busto era un entrecruce de telas del mismo color pero de forma un poco arrugada y subía en un
solo tirante por su hombro izquierdo en una hilera flores pequeñas.
Se observó en el espejo y sintió que el vestido aunque era hermoso no le quedaba a ella,
probablemente ella se vería bien con algo mucho más sencillo.
Respiró profundo antes de quitarle es seguro a la puerta del probador y salir lentamente.
Cuando salió, Gastón estaba de espaldas a ella, sus brazos estaban cruzados sobre su pecho y
su postura era firme. Se sintió avergonzada de mostrarse ante él en ese vestido pero después de
todo en la fiesta cientos de personas la verían con cualquier vestido que escogiese.
Tímidamente se aclaró la garganta para llamar la atención de Gastón, la cual logró captar
rápidamente.
Cuando el modelo volteó hacia ella por poco y se caía de espaldas. Se veía hermosa y
provocaba ganas de devorarla con aquel rostro tímido que mostraba, sus ojos esperando las
palabas que Gastón no podía soltar y sus manos entrelazadas que debían estar de esa manera para
que no se notara lo nerviosa que estaba.

—Magnifico —dijo la mujer rubia de excesivo labial rojo que había aparecido de la nada.
Él apartó la mirada de Rocio y ella solo se estremeció al escuchar la voz de la mujer.

—Te queda perfecto, probablemente ese vestido fue hecho especialmente para ti. Tengo
unas zapatillas que quedarían perfectas con ese vestido.

La mujer salió corriendo dejándolos a ellos dos solos.
Caminó hasta el espejo de cuerpo completo que estaba frente a ella y nuevamente se
observó. Podría ser que el vestido realmente se le viera bien, tal vez se había sido diseñado para
ella pero...

—Te ves hermosa —logró pronunciar Gastón.
Rocio no separó su mirada del espejo en donde podía ver perfectamente a Gastón
acercándose por detrás de ella.

—Es... el vestido probablemente es mucho para mí, no creo que se vea tan bien...

—Créeme, te luce hermoso —se detuvo detrás de ella y colocó sus manos en los hombros
desnudos de ella.
Ambos observaron sus reflejos en el espejo y se veían bien, juntos, realmente bien, y ahora
con el vestido ella casi podría hacerse pasar como una de ellos.

—Gracias —suspiró cuando los pulgares de Gastón empezaron a moverse de manera circular
sobre sus hombros pero trató de concentrarse en el vestido—. Creo que las flores del hombro no
lucen —luchó por lograr pronunciar.

—Si recogemos tu cabello —dijo deslizando sus manos de los hombros de Rocio pasando
por su cuello y hasta llegar a su cabeza para lograr tomar su cabello en una coleta con sus manos.
Ambos observaron el reflejo, era cierto de esa manera lucía mejor el adorno del hombro y
también dejaba ver el largo cuello de Rocio haciéndola lucir casi como una modelo—, así. Te
ves aun más hermosa.

—Aquí están las zapatillas de tacón —dijo la rubia casi gritando.
Le entregó la caja a Rocio y cuando abrió la caja Gastón rápidamente protestó ya que estaba
detrás de ella nuevamente sosteniéndola de los hombros.

—No, no quiero que use esas cosas —dijo observando el tacón de más de 10 centímetros
de aquellas zapatillas negras de terciopelo o gamuza—. Estoy seguro que tienen algo más
cómodo para sus pies.
La mujer levantó una ceja observando a la pareja de jóvenes y asintió para marcharse en
busca de algo más cómodo para la chica.

—No tienes que hacer todo esto —dijo Rocio volteando hacia Gastón—. Puedo usar esos si
quieres por una noche.

—Sí, sí tengo que y no es lo que yo quiera, es lo que a ti te guste. Después de mañana
enviaré ese vestido a la tintorería y te lo quedarás —ella ya había abierto su boca para protestar
pero él la silencio colocando un dedo sobre sus labios—. Y no quiero escuchar ninguna protesta.

—Estás haciendo mucho por mí —dijo Rocio.
Gastón deslizó sus manos hasta la cintura de ella y la acercó a él.

—Solo trato de hacer lo que tú estás haciendo por mí.

—¿Así que se trata de eso?

—Ya ni siquiera sé de qué se trata...

Y la besó, nuevamente no tenía porque hacerlo pero simplemente había querido hacerlo. En
algún momento la mujer rubia los llamó pero ellos estaban en su mundo por lo que ni se
molestaron en escucharla. La mujer dejó la caja sobre una de las sillas rojas del lugar y los dejó

ahí rodeados de espejos y besándose.

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