Capítulo 28
::Rochi::
apenas puedo esperar
para almorzar con Gaston está tarde. Me
estoy muriendo de
hambre… pero más por él, que por los
emparedados que
prometió. No he visto su auto en el
estacionamiento cuando
llegué esta mañana. Me imagino que es porque
está tratando de darme
el espacio que pedí.
Me siento medio
emocionada y medio asustada de que vayamos a
tener esta charla.
Estoy incluso esperanzada que quizás él tenga razón.
Que podemos ser amigos
después de que todo esto haya terminado. A
pesar de mi flechazo
secreto por él, por supuesto. Pero no necesita saber
sobre eso. Incluso
cuando —si— nos volvemos amigos de verdad.
Corrí al baño después
de mi turno para aplicarme un poco de
maquillaje entonces no
me veré pálida cuando aparezca. Ahora, como un
vanidoso bicho raro no
me puedo detener de tratar de decidir si debería
usar mi cabello
sujeto, o suelto, o hacia atrás por el resto del día.
Por él.
Mi corazón se acelera
porque me he imaginado su rostro. Miro en el
espejo cuando el rojo
calienta mis mejillas. Había estado tan feliz de que
haya aceptado hablar
con él. Le frunzo el ceño a mi reflejo y deshago la
décima coleta. La
sacudo toda y concluyo en llevar el pelo suelto con un
pequeño clip sujetando
las capas delanteras. En caso de que esté tentada
de arreglarme incluso
más, corro fuera, llegando a nuestra diminuta
oficina exactamente a
las 12:00 p.m.
Luego como una idiota,
me siento allí, mirando la parte trasera del
monitor de la
computadora de Gaston, y tomando una pequeña inhalación
de emoción cada vez
que escucho el sonido de pasos en el pasillo.
Después de una que ha
pasado media hora entera y aún sin señal de
Gaston, rompo mis
propias reglas y le envío un mensaje de texto:
¿VAA—OQ?
Espero sesenta
segundos e intento de nuevo: Eso quiere decir:
¿Vas A Aparecer— O Qué? ¿Dónde Stas?
Mi estómago está
gruñendo. Sentarse en esta silla de oficina se está
volviendo peligroso.
Mantenerme despierta, me dirijo a Google y escribo
al azar: ¿Dónde
DEMONIOS está Gaston Dalmau?
Golpeo la tecla Enter,
disfrutando el satisfactorio ―clic‖ que el
teclado hace. Mientras
los resultados se cargan, tomo mi iPhone y checo la
batería. Está verde. Gaston
simplemente no está respondiendo. Supongo que
me está dando una
dosis de mi propia medicina por ignorar sus mensajes
toda la semana.
Sé que lo merezco.
Pero rayos, la tierra de ―No Mensajes de
Respuesta‖ es un lugar
realmente cruel y solitario. Girándome hacia mi
monitor, estoy
sorprendida por los resultados de la búsqueda.
¡Hay cientos de
páginas con Gaston!
Uno parece ser un
problema pasado del periódico de nuestra escuela
secundaria. De hecho
tiene el título: ¿Dónde está Gaston Dalmau? Raro. Y
¡WTF!
Cliqueo el vínculo y
miro fijamente a la foto en el artículo. El niño en
la toma es tan flaco y
oculto en la marcha que pudo haber sido cualquiera.
Pero, debido a las
fotografías que he visto en la casa de Abue, sé que debe
ser Gaston. El
enclenque, él de primer año, de todos modos. Bajo la foto se
lee: Estrella de
extremo de línea roja, Gaston Dalmau, elige club de línea sobre
el equipo universitario
de hielo dejando a nuestro equipo en la estacada.
Antes de que pueda
ahondar en el artículo, alguien entra en la
habitación.
—Finalmente —digo,
sacando mi cabeza de detrás del monitor. No
es él. ¿Es Lali?—.
¿Qué estás haciendo aquí?
—Este lugar es un
laberinto. Me tomó siglos encontrarte. —Se
detiene con una
sonrisa y mira alrededor de nuestra diminuta oficina—.
Así que, ¿aquí es
donde ocurrió la magia? —Lali se deja caer en la silla
de Gaston y da media
vuelta—. Lindo, y acogedor. No hay duda por qué
ustedes dos se
hicieron tan cercanos, tan rápido.
—Ni siquiera. Hemos
estado abajo en las bodegas de carga. Ahí es
donde nos mantienen
encerrados la mayoría del tiempo. ¿Qué estás
haciendo aquí?
—Gaston me envió. El
chico era un trágico manojo de nervios. Estaba
literalmente
enloqueciendo y luego enloqueciendo de nuevo.
—Y eso quiere decir,
¿qué? ¿Dónde está? ¿Qué pasó?
—Su Abue tuvo algo así
como un episodio esta mañana. Calambres
musculares severos y
temblores. Suficiente para hacer que ambos
pensaran que estaba
muriendo —teniendo un derrame, un paro cardíaco o
algo peor. Gaston la
llevó al hospital. Ha estado ahí desde entonces.
Salto de mi asiento,
los ojos ya buscando mi bolsa. —¿Qué hospital?
¿Está bien? Pobre Gaston,
debe estar enloqueciendo. Debería ir a ayudar.
—Aguanta el fuego,
mujer. Ese es el por qué estoy aquí. Ella está
bien. Él está bien.
Después de una serie de pruebas, se dieron cuenta de
que era simplemente
raro problema de vitaminas. La van a dar de alta esta
noche después de que
le pongan una especie de goteo. Potasio, creo que
dijo Gaston. Estará
bien como la lluvia para mañana, pero sabes cómo son los
hospitales. Les va a
llevar una eternidad.
—¿Por qué no me llamó
él mismo? —Me pregunté si había
cambiado de opinión y
enviado a Lali aquí como una pantalla de
humo. Pero Gaston no
mentiría sobre su abuela —acerca de nada. No era su
estilo.
—El hospital es un
hoyo negro. Cero servicio. Las enfermeras se
apiadaron de él y le
dejaron tener una llamada telefónica, tipo cárcel.
—¿Entonces decidió
llamarte a ti sobre mí? —Desvié la mirada.
Lali se rió. —Hiss
hiss, celosa. Fue bien pensado. Me llamó a mí
porque estoy
desempleada, y duermo hasta tarde. Una cosa segura. Eres
mucho más difícil de
rastrear. Rogó, en serio, me rogó que lo encontrara
en el hospital para
recoger algo para ti. He sido ordenada a entregarte a
mano esto. —Me entrega
un sobre grande blanco mientras rueda en la
silla de escritorio de
Gaston a mi lado—. Esto debe ser una cosa en serio
blanda. Me ordenó no
abrirlo tantas veces que mis dedos aún están
cosquilleando para
romper mi palabra. Otros cinco minutos en mi bolso y
no habría sido capaz
de resistir.
Sonrío y tomo el
sobre, tratando de actuar tranquila como si no me
importara lo que hay
adentro.
Mi nombre está escrito
sobre el frente en la letra garabateada de
Gaston.
—Gracias. Te extrañé
la semana pasada —improviso, tratando de
apartar su atención
del sobre.
—Lo mismo digo. —Lali
sonríe y apunta al sobre—. Gaston dijo
que ustedes dos tenían
una cita. No quería que pensaras que te había
dejado plantada. Dijo
que si pensabas eso, entonces nunca le hablarías de
nuevo. Sospeché que
ustedes dos estaban en alguna clase de pelea, pero
cuatro días de no
hablarse suena como una ruptura para mí. ¿Lo hicieron?
¿Lo estás haciendo? ¿Qué
está pasando? Abre el sobre.
Giré el sobre y tragué
un aliento. La parte trasera había sido sellada
por alguna extraña
cinta médica. Gaston había escrito: ―Lo que sea que
hagas, no abras esto
en frente de Lali‖.
La miré y Lali arqueó
una ceja, aguantándose una risa. —Lo sé,
¡¿cierto?! Pienso que
escribió eso para torturarme y tentarme. Debí recibir
una maldita medalla
por no abrirlo, ¿verdad? ¿Quién le hace eso a la
persona más curiosa en
la Tierra? Es tan idiota. —Se ríe—. Probablemente
sea un asqueroso poema
de amor. Gaston sabe que si veo alguna tontería
romántica me voy a
burlar de él de por vida. Y lo haré. Es mi deber jurado
burlarme de él. Lo ha
sido desde que tenemos cinco. Pero está bien. Bien.
Si quieres abrirlo,
justo en frente de mí, trataré de no vomitar. —Sus ojos
brillan con regocijo y
curiosidad.
Sonrío pero niego con
la cabeza. —Voy a esperar… si no te importa.
—Arrastro mis dedos
sobre el lugar donde ha escrito mi nombre.
Lali se inclina hacia
adelante y mira fijamente a mi
computadora.
—¿Qué estás viendo?
¡Cielos, de ninguna manera! Eso es de primer
año. —Se ríe—. Mira a
ese chico. Había olvidado lo enclenque que era. Ese
casco honestamente
parece como si se hubiera tragado toda su cabeza.
—Sí. Y el equipo de
protección… vaya. —Ambas nos reímos.
—Pero era bueno.
Realmente rápido —dice Lali—. Se suponía
que iba a ser el
boleto al estatal para la universidad. Le llamaban Bala. Era
tan rápido que nadie
podía tocarlo. Sus lanzamientos siempre metían
punto. Aún lo hacen.
Todavía es increíble en el hielo. Pero sólo patina sólo
en el complejo, o para
enseñar a los chicos pequeños. —Se detiene y
examina el artículo—.
Esto es acerca de cuando renunció al equipo. La
clase entera de
séniors le tenían una vista de muerte. El director atrapó a
algunos jugadores
séniors golpeando la mierda fuera de él justo antes de
que renunciara. Lo
empujaron en los casilleros, pulverizaron su cara justo
antes de Halloween.
¿Recuerdas todo eso? La gente habló sobre eso por
semanas.
—Vine después de Navidad
ese año así que debí haberme perdido
eso. —Tragué y cambié
el tema de vuelta a Gaston—. ¿Sabes por qué
renunció?
—Nunca me habló de
ello. Por lo que sé, nunca habló con nadie. Ni
siquiera con Peter.
Era un pequeño tipo enojado y desordenado en esos
días. Peter y yo casi
lo dejamos. Era como salir con el Grim Reaper. Le
pregunté acerca de qué
pasaba lo suficientemente seguido. Pero después
de un rato, sus ojos
dobles desaparecieron. Nos rendimos de tratar
de sacarle la
historia. Se animó para el segundo año.
Se inclina hacia atrás
en su silla y sonríe. —Nuestro equipo de
hockey se las arregló
para mantener el título estatal sin él. Eso es
probablemente lo que
le salvó la vida. Después de que la temporada
terminó, todos se
olvidaron acerca de ello. Excepto el Entrenador
Williams y Gaston, por
supuesto.
—Guau. Me contó que él
y el Entrenador tuvieron una pelea, pero
no sabía acerca del
otro asunto.
—Gaston nunca ha sido
muy bueno compartiendo sus sentimientos.
También odia
cotillear. Es tan chico acerca de mantener el silencio. Él y el
Entrenador Williams
eran realmente cercanos antes de ese año. Como un
rollo. El entrenador
era una especie de figura paterna para Gaston, y luego…
se convirtieron en
enemigos. —Se encoge de hombros—. Ellos estaban de
vuelta otra vez anoche
en el complejo. Debiste haberlos visto. Justo como
en los viejos tiempos.
Gritando, flexionando los bíceps. Mirándose
fijamente el uno al
otro.
—¿En serio? —Sacudí mi
cabeza.
—Así que, hablemos
sobre ti. —Lali sube sus rodillas y gira su
silla—. ¿Qué toma a
una chica de primer año todo un semestre para volver
a la escuela? ¿Estabas
enferma? ¿Sigues enferma? ¿Es por eso que siempre
estás tan cansada? ¿El
por qué Gaston te trata como si estuvieras hecha de
vidrio? ¿Fuiste a
través de quimioterapia o tenías malos riñones o un
trasplante de corazón
o algo así de extremo? —Parpadea, esperando.
Mi estómago se encoge.
Rompo en un sudor frío. Nunca nadie me ha
preguntado esto. Nunca
a nadie pareció importarle. —Yo… uh… um…
bueno… —Juego con el
ratón de la computadora.
—Lo siento. Siempre
estoy poniendo mi pie sobre ello. No tienes
que contarme. Soy tan
entrometida. Lo siento. —Se sonroja.
—No. Está bien. Es
algo así como algo grueso. Pero si quieres
escucharlo, yo como
que quiero contarte. —Tomo una profunda
respiración y me
encuentro con la mirada de Lali.
Ella asiente, sus ojos
volviéndose graves.
—Casi fui violada
—trago—. En una fiesta. Casi. Nada pasó. Ellos…
quiero decir los
policías… me encontraron. Sin ropa, medio desmayada,
incluso atada a la
cama. Supuestamente era una gran escena. Pero nada
mayor me pasó… a mí,
eso es.
—Oh, por Dios. ¡¿Qué
quieres decir con que nada pasó?! Guau… Rochi.
Lo siento tanto. —Lali
tiene lágrimas en sus ojos.
—No lo recuerdo. Ni
siquiera recuerdo quién lo hizo. Cómo llegué al
cuarto, a la cama. Mis
padres pensaron que estaba drogada, pero nunca
hicimos la prueba
porque definitivamente admití haber bebido así que… sí.
—Me encojo de
hombros—. Supongo que no recordarlo todo es una
buena cosa. Siempre
estoy cansada debido a que tengo pesadillas sobre
aquella noche así que
intento dormir sólo durante el día. Son como
algunas memorias
fragmentadas que no se van. Pero las pesadillas me
asustan. Mucho. El
término clínico es PTSD Relacionado con Violación.
Mi término: estilo de
vida de perdedora, solitaria aislada.
—¿Y el chico
responsable de todo? ¿Está en la cárcel?
Me encojo de hombros.
—No sé quién es. No pude recordar su
nombre ni su cara. No
hice... No quiero recordarlo. Nada de ello. Solía
querer eso, pero ahora,
deseo que esa noche sólo desapareciera de mi
mente. Nosotros (mis
padres) no presentamos ningún cargo, o lo que sea.
Una ―casi violación‖
es casi imposible de procesar. Estaba tan fuera de eso,
supongo que fui en
parte responsable. Hacer malas decisiones y todas esas
cosas que te dicen que
no hagas. Bueno, las hice todas esa noche.
—Duh. ¡No! Y NO. No
fuiste la responsable. —Estoy sorprendida
que Lali se esté
secando las lágrimas ahora—. Primer año. Éramos tan
tontos, eso es verdad.
Pero vamos. Cualquier tipo de violación nunca es
culpa de la víctima.
Eras joven… probablemente más enclenque que el viejo
Dalmau en ese artículo
de periódico. ¿Qué edad teníamos en primer año?
Éramos como blancos
fáciles en ese entonces.
—Catorce. Y
despistadamente tratando de ser geniales. Notado. —
Recuerdo los Converse
color rosa bebé que hice que mi mamá me
comprara para el
primer día de clases. Los usé en esa fiesta, pensando que
eran tan asombrosos.
Lali asiente. —Catorce
es como la tierra de bebés. Estaba tan
asustada en primer
año... inclusive de ir al almuerzo. No puedo imaginar
cómo te debiste haber
sentido en aquella fiesta. Por lo que pasaste. —
Lali empuja su silla
hacia atrás y viene a abrazarme. La dejo. Se siente
bien.
—¿Quieres saber la
parte triste? —pregunto, cuando se sienta de
nuevo en su silla.
—¿Lo que me has
contado no es la parte triste? —La cara de
Lali está tan
angustiada y enloquecida que tengo que sonreír.
—Aún nunca he sido
besada. Es de la única cosa que estoy segura
acerca de esa noche.
El chico… él… nunca me besó en realidad. El resto, es
un borrón. Voces.
Imágenes. Cosas estúpidas. Como, ahora tengo una
extraña fobia a las algas
de mar. Las odio. Y no tengo idea de por qué.
—Eso es todo un lío.
Pero si me preguntas. El no-besar es la buena
parte, no la parte
mala. Como si quisieras que ese horripilante esté en
tu banco de memoria
del primer beso. Los primeros besos deberían ser
especiales. Perfectos.
—Sí. Tienes razón. —Me
sentí de repente mareada, ¡pero no de la
mala forma! Como si
estoy feliz. Decir todo en voz alta hacía que los
problemas se vieran…
más pequeños. Eso, o me sentía más grande. Más
fuerte. Cielos.
Parpadeé a Lali. ¿Es
esto lo que el progreso real, vivo era?
Lástima que sea
demasiado tarde para hacer cualquier tipo de mella en el
desastre que he hecho
de mi vida.
—Rochi. No puedo
creer… Todos asumimos que eras alguna especie de
creída, una P
mayúscula… tú sabes… una total…
—¿Perra? Sí, lo sé.
Quería que la gente pensara eso. Era más fácil que
tener que explicarme.
Más fácil que tener que mantener una conversación.
Es difícil conversar
cuando todo lo que alguna vez quiero hacer es dormir.
Me gusta mi
reputación. Me mantiene viva.
—Vaya. ¿Gaston sabe
todo esto?
—No. Bueno… él sabe
que no duermo en la noche. No el por qué. Es
una cosa para decirle
a otra chica. Pero Gaston… —Trago y me encuentro
con su mirada. Después
de toda esta honestidad, no quiero empezar de
nuevo con las
mentiras, pero no tengo elección. No puedo sacar a colación
el hecho de que tengo
un contrato de novio firmado con su amigo más
antiguo. Incluso
genial, como es Lali, eventualmente le diría a
alguien. Y es mi
intención sobrevivir el año sin personas
descubriendo que le
pagué a un chico para que saliera conmigo. Trato de
pasar alrededor de las
mentiras con medias verdades—. Nuestra relación
es complicada. Le
conté que no quería nada físico. Ha respetado eso hasta
ahora, lo cual es
realmente dulce. Pero ahora, creo que las cosas están
cambiando entre
nosotros.
—Aww. Realmente te
gusta, ¿no es así?
Asiento. —Tengo que
decirle que me pasó. Y no quiero. Pienso que
debería romper con él
antes de que él se vuelva muy serio. Antes de que
ambos de nuestros
corazones terminen rotos.
—Después de cómo actuó
hoy, te prometo, Gaston está más allá de lo
serio acerca de ti. No
le importará lo que pasó. Creo que se está
enamorando de ti a lo
grande. Nunca ha estado así de chiflado por
ninguna chica. Jamás.
Mi pecho se contrae.
—No importa. No creo que pueda… tú
sabes… besar y hacer
todas esas otras cosas que son requeridas para el
siguiente nivel. No
funcionará. Estoy como… rota ahora.
—¿Por qué?
—Estoy preocupada de
que tendré alguna clase de recaída o actuar
como loca si él me
toca cuando estoy nerviosa. Y llegar al siguiente nivel,
sé que estaría
realmente nerviosa porque él estaría tocando mis labios con
los suyos, ¿cierto?
Hola. Me pone nerviosa sólo decirlo en voz alta.
—¡Oh! ¡Por! ¡Dios! Sí.
—Se ríe.
Me sonrojo pero
continúo: —Mi terapista dijo que con estrés y
PTSD, cualquier cosa
podría pasarme. Simplemente moriría si enloquezco
o si Gaston… si alguna
vez me mira como… como si estuviera realmente loca.
Puedo soportar ser
llamada una perra por cualquiera; pero no puedo mirar
a Gaston a los ojos si
cree que estoy loca. Creo que preferiría cortar y correr
antes de que lo inevitable
suceda.
—Pero, Rochi, ¡él no
lo haría! ¡No reaccionarías a él así! Te he visto
envuelta en sus brazos
numerosas veces, y te veías completamente feliz
por ello. Nunca
sospeché que tuvieras algún problema. Pienso que
deberías ir a por
ello. Cuéntale. O si eso es demasiado extremo, toma una
oportunidad y bésalo
una vez. Para descubrir. Antes de que decidas
alejarte, tienes que
darle una oportunidad. Y luego (incluso si enloqueces)
habrás tenido tu
primer beso con un chico que realmente te gusta. Así
que… vale la pena de
cualquier manera, ¿no?
Mi corazón se acelera
con el pensamiento de simplemente
plantándole uno a Gaston.
—No. Ya como que enloquecí en él una vez por
accidente. La mirada
en su rostro después de ello casi me mata. Es el por
qué me acobardé.
Prefiero medicina preventiva a una cirugía de corazón
abierto pública. ¡De
ninguna manera voy a ir y tratar de besar a ese chico!
Lali sacude su cabeza.
—Estás enamorada. Una cirugía de
corazón abierto, así
es cómo se siente para todo el mundo. Y si estás en el
escenario donde ambos
aún están inseguros y no comprometidos, es
aterrador. También
duele como el infierno estés cuerda o no.
—Entonces, no creo que
pueda manejar el amor. Se siente sólo
horrible.
Se ríe. —Por la mirada
en el rostro de Gaston hace una hora, él
tampoco lo estaba
pasando muy bien. Él y tú tienen círculos oscuros bajo
los ojos que combinan.
Ustedes dos lo tienen tan mal, que es hilarante. —
Se ríe de nuevo.
—Gracias. Apestas.
Pero no va a ir más lejos que esto. No de mí.
Quiere que seamos
amigos a largo término, y supongo que puedo
considerar tratar eso.
Pero tengo que hacerle entender que amigos, SÓLO
amigos, tiene que ser
mi exposición máxima a él. A cualquier chico.
Lali sonríe y se
inclina hacia atrás, girando su silla de nuevo
mientras mira el
techo. —Mi mamá dice que todos tienen secretos (como
demonios personales)
contra los que tienen que pelear. Sólo tienes que
superarlos. Sé que
puedes. Si tú tratas. Pero es tú decisión si decides ir a la
guerra o no.
—Pffft. Lo que sea.
¿Qué si yo soy mi propio demonio personal?
¿Cómo lucho contra mi
misma? Es imposible.
—Le preguntaré a mi
mamá y te diré. Lo que me recuerda, se supone
que tengo que
recogerla. Me prestó su auto. —Lali se levanta para
irse—. Aún sigues
dentro para mañana a ThunderLand, ¿verdad? Yo nos
llevaré. Puntación
total. Es una minivan. ¡Gran espacio para actualizarse
en el sueño!
Sonrió. Contenta que
sepa que probablemente tendré que tomarle la
palabra en esa oferta.
—Estoy dentro… si Gaston aún quiere que vaya. Si
Abue está bien, todo
eso. Sería un momento perfecto para hablar con
Gaston.
Sacude su cabeza. —No
rompas el corazón de mi chico. No
podemos ser amigas si
haces eso.
—No lo haré. Lo voy a
dejar tranquilamente. Sólo necesito que se
calle y me escuche.
Lali rueda sus ojos.
—Bla, bla, bla. Estás tan lejos por él, que
nunca vas a bajar de
nuevo a la Tierra. Estoy esperando que cualquier
tontería que haya
puesto en ese sobre arregle las cosas, así ustedes dos
pueden recomponerse y
empezar a besarse de una vez. —Guiña el ojo y
hace una cara—. Voy
tarde… si no me voy ahora, Peter tendrá que
llevarnos a
ThunderLand porque mi mamá revocará mis privilegios del
auto. Y ninguno de
nosotros quiere estar en esa situación. —Se inclina y
me mira a los ojos—.
¿Vas a estar bien? ¿Podrías venir conmigo…?
Sonrío. —No. Estoy
bien. Pienso que iré a casa y tomaré una siesta
así puedo estar fresca
para mañana. Gracias por escuchar.
Lali asiente. —Un día,
te escupiré mi propia tragedia, la
historia de
padres-se-divorciaron en tu cabeza. Aunque al lado de la tuya,
mi historia ni
siquiera es triste. Fue genial que me tuvieras confianza.
Tu
secreto-demonio-mono-guerra está seguro conmigo. Nunca lo diré. ¿Te
recojo a las 8:00
a.m.?
Dejo salir una larga
respiración, aliviada que ni siquiera tuve que
pedirle que no dijera.
—Estaré lista.
Lali se detiene en la
puerta mirándose perdida. —Señálame
donde está la salida.
Me río y apunto a la
derecha. —Al final del pasillo da dos vueltas a
la izquierda. Sigue
los letreros de salida hasta la escalera.

No hay comentarios:
Publicar un comentario