viernes, 25 de octubre de 2013

Casi capitulo 31

Capítulo 31
::Gaston::
mientras Rochi duerme paso mí tiempo yendo a través de
varias ideas sobre cómo debo confesar. Mis dedos se han
arrastrado por su largo y rubio cabello y bajado por el
pálido calor de sus mejillas hasta que mi imaginación se ha vuelto loca con
la suavidad de su piel. No puedo quitar mis ojos de la pequeña torcedura
en los bordes de sus labios que la hacen lucir como si estuviera sonriendo
incluso cuando está dormida.
Tengo muchos deseos de besar a esta chica. Estoy borracho de
canela y sol. En ella... sobre las posibilidades de que realmente
funcionaremos juntos. También he decidido seguir mi propio consejo. No
voy a traer nada serio hasta el final del día.
Nosotros, estando juntos o no, está yendo en suspenso durante unas
horas. Cuando ella se aleja y se cierra, asusta a la mierda de mí. Tengo este
día para hacerle ver, no sentir, que estamos bien juntos. Esta ruptura
aparte es la última opción.
Nos detenemos en el estacionamiento de ThunderLand y Peter
lanza su grito de batalla de verano: —¡Cariño... estoy en casa!
Lali se ríe y yo ruedo mis ojos. Rochi se despierta en mis brazos y
sonríe dulcemente, creo que podría morir. Primero, por querer besarla aún
más, y segundo, por saber que hay una terrible posibilidad que se
cerniéndose sobre mí que yo podría nunca tener la oportunidad.
Empujo ese segundo pensamiento a un lado y miro a su boca, y
prometiendo besar a esta chica por lo menos una vez hoy no importa lo
que pase.
—Eso fue rápido. —Sus ojos soñolientos y suaves brillantes de
emoción cuando su mirada es llevada a las montañas.
—¿Estás bien? —le pregunto, recordando la última vez que se
despertó en frente de mí.
Ella hace una mueca.
—Deja de preocuparte por mí como una anciana. No tengo
pesadillas todo el tiempo. Me siento muy bien, en realidad. ¡Vamos!
Salimos de la furgoneta.
—Mi novia es genial por conseguirnos las entradas —grita Peter,
mientras nos dirigimos hacia la puerta.
—No puedo creer que Rochi nunca ha estado aquí —dice Lali
mientras elegimos nuestro camino a través de los autos en el gigante
estacionamiento—. Vas a amar este lugar. La casa de los horrores es
impresionante. Y cuando estamos enfermos de los paseos podemos hacer
los juegos por el paseo marítimo. ¡Peter! No descansaré hasta que estas
chicas sean las orgullosas propietarias de algunos baratos, más-grandes,
horriblemente feos, animales de peluche al azar. El año pasado tuvieron
dragones gigantes. ¿Recuerdas? —le pregunto a Peter.
Él asiente.
—Dos gigantes blandos para las damas. No voy a fallar. —Peter
hace una mueca.
—Voy a ganarle a mi chica su propio horrible animal —agrego.
Lali tiende las entradas al hombre de la puerta. Ella y Peter ya
están tomados de la mano, así que tomo la mano de Rochi también. La
sostengo firme en caso de que ella trate de alejarse. Animado cuando no lo
hace, me detengo justo dentro de la puerta.
—Chicos, ¿a ustedes dos les importa si nos separamos hasta el
almuerzo? Podemos encontrarnos en el Atrio Azul al mediodía. Ya sabes,
¿el de la rueda de la fortuna más grande? —Le disparo un guiño a Rochi—.
Voy a engañar a Rochi para ir a los juegos en pareja. Solos.
Peter me lanza un guiño de complicidad.
—Claro que sí, porque yo tengo mis propios planes. ¿Recuerdas el
pequeño Tren del Planeta Dinosaurio? Más pronto que tarde, ¿eh
Lali? —Él menea las cejas.
Lali se ríe.
—Si no comes un kilo y medio de Alitas Picantes Fuego primero,
como siempre lo haces, estoy dentro.
—Sabes que me encanta lo caliente —bromea él—. Rochi, cuidado
con Dalmau. El Jardín de las Hadas es a donde dirige a las damas en apuros.
—No hay necesidad de darle la beta del juego. ¿Qué está mal
contigo?
Rochi me lanza una mirada divertida.
—¿Dónde está ese paseo?
—No es un paseo en absoluto. Es un sendero natural artificial con
todo tipo de bancos ocultos para besarse —dice Lali y salta sobre la
espalda de Peter—. Ahora vamos, estamos perdiendo el tiempo de viaje.
Peter agarra sus piernas, manteniéndola allí a cuestas.
—Mi mujer mucho más linda. Ligera como pluma. Caliente como el
volcán. —Él la hace girar un par de veces hasta que ella se parte de risa.
—Oh, sexi hombre de las cavernas... ¿sabes dónde puedo encontrar
el área de visualización de dinosaurios más cercana?
—Ugga. Buga. ¡Anotación! No hace falta que me pregunte dos veces.
¡Nos vemos a ustedes dos en el almuerzo! —Él se aleja rápidamente con
Lali a su espalda.
Su repentina salida de alguna manera nos ha paralizado a los dos.
Vemos a la gente entrar en los torniquetes y caminar junto a nosotros.
Parece que no podemos mirarnos el uno al otro, pero por lo menos no ha
soltado mi mano todavía.
—Bueno, guau. Esto es supremamente difícil, ¿eh? —dice Rochi
finalmente.
Trago.
—No decía en serio sobre conseguirte en los paseos por parejas. Sólo
estaba tratando de deshacerme de ellos.
—Oh, ya lo sé. Lo sé. Sí.
—¿A menos que quieras? —Ofrezco con una pequeña sonrisa
burlona. Sólo que no le estoy tomando el pelo.
Eso lo hizo... ella me soltó la mano. Soy un idiota. Me pregunto si
finalmente va a pegarme como me merezco.
En cambio, ella me mira directamente a los ojos sin pestañear y

dice: —Vamos a empezar con algunos paseos primero.

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