martes, 22 de octubre de 2013

Lazos capitulo 28

Capitulo

—Empieza por el principio Rochi y dime todo.
No había forma en que le dijera todo. Miré hacia afuera a la carretera cómo la
camioneta de Gaston se alejaba. El silencio era ensordecedor mientras Pablo
esperaba que hablara.
—Este verano, Gaston y yo reavivamos nuestra amistad. Éramos cercanos una vez,
sabes eso. —Hice una pausa y respiré hondo—. Él me entiende. Sabe cuando estoy
llena de basura y sabe que no soy perfecta a pesar de que me esfuerzo mucho para
serlo. Con Gaston puedo dejarme llevar y no preocuparme de perder su amistad.
—Así que, esto es una cosa de amigos, porque por la forma en la que estaba
acariciándote la boca y comiéndote con los ojos me resulta un poco difícil de creer.
—Todo lo que puede ser alguna vez con Gaston es amistad. Él lo sabe. Gaston es
afectuoso. Toca un montón de labios de chicas.
Pablo levantó las cejas como si pensara que lo que estaba diciendo era absurdo.
—No sé si estamos hablando del mismo tipo, pero Gaston, mi primo Gaston, no mira
nostálgicamente a nadie en la forma en la que lo acabo de sorprender mirándote.
Eres demasiado ingenua para verlo, pero confía en mí bebé, él te desea y voy a
patear su trasero.
Está bien, eso no era lo que había estado esperando. Culparme a mí, no a Gaston.
Necesitaba redirigir esa ira suya.
—Has malinterpretado lo que viste. Él estaba tratando de hablarme acerca de lo
que he decidido hacer hoy. Él cree que tú y yo se supone que estemos juntos por
siempre. No lo creo. Somos jóvenes y necesito espacio. No estoy lista para hablar
de casarme contigo algún día. Eso me asusta. Hay tanta vida ahí fuera para
disfrutar en primer lugar. Gaston cree que estoy cometiendo un error porque piensa
que eres lo mejor que me ha sucedido. Lo que viste fue a tu primo tratando de
convencerme de que no rompa contigo.
La mirada de incredulidad y conmoción que se apoderó del rostro de Pablo era
un poco insultante. ¿Por qué era tan difícil de creer que rompiera con él?
—¿Tú, tú estas... rompiendo conmigo? —Negó con la cabeza y dio un paso atrás.
Su cara se había puesto pálida, como si le hubiera dicho que nunca volvería a jugar
al fútbol. Esto no era el fin del mundo.
—Actúo contigo. No soy la chica buena que crees que soy. Te encanta esta Rocio
falsa. He estado tratando de ser digna de ti durante tanto tiempo que estoy
agotada. No me gusta devolver los estúpidos carritos hasta el lugar de devolución
en el estacionamiento y no me gusta sentirme como si tuviera que ser la buena
samaritana para todos con los que me cruzo. A veces sólo quiero correr y
preocuparme por mí. Soy egoísta e intratable y sólo una gran farsante. Esta chica
que amas y con la que quieres casarte no existe.
Era como si un peso se acabara de deslizar fuera de mis hombros. El aire se
precipitó dentro de mis pulmones y por primera vez en tres años respiré hondo.
—Eso es una locura —dijo Pablo sacudiendo la cabeza.
Estaba tan cerca de la libertad ahora, podía probarlo. Parada aquí y escuchándolo
tratando de convencerme de que no sabía de lo que estaba hablando me molestó.
Pero podía controlar esto ahora. La verdadera Rocio tenía un respaldo.
—No, es verdad. Quiero ir al estacionamiento y besarnos tan duro que mi
sujetador se pierda debajo del asiento del coche. Quiero lanzarle un pájaro a Eugenia
cuando me mire en los pasillos de la escuela. Y quiero usar mi bikini rojo y
disfrutar del hecho de que los chicos me estén mirando. No soy quien crees que
soy. Nunca lo fui y nunca lo seré.
Cerré el espacio entre nosotros, me puse de puntillas y dejé un beso en su mejilla.
El olor familiar de su colonia causó que mi pecho se apretara con la emoción. Lo
echaría de menos, pero no lo suficiente como para ser otra persona para tenerlo.
Me vio de manera diferente ahora. Pude notarlo en su expresión. La emoción
agitándose en sus ojos cuando finalmente vio quién soy en realidad fue
agridulce. Me di la vuelta y corrí hacia mi Jetta. Sin otra mirada atrás me fui. Por
primera vez dejé la iglesia antes de que terminara.
Candela estaba sentada en los escalones de la entrada del dormitorio antiguo de
ladrillo de tres pisos en el que había sido colocada este año, cuando entré en el
estacionamiento. Desde aquí pude verla mordisqueándose la uña del pulgar.
Candela sólo mutilaba su uña del pulgar cuando estaba nerviosa. Había sido
imprecisa en mi razón para venir cuando la había llamado, una vez que decidí
donde iba a ir. Me abalancé en un lugar vacío del estacionamiento. Decirle a
alguien todo se había convertido en algo esencial en mi viaje hasta aquí. Necesitaba
liberar esto de mi pecho. Un golpecito en la ventana me sorprendió y miré para
encontrar a Candela aún mordiéndose la uña del pulgar y frunciendo el ceño.
Forzando una sonrisa me abrió la puerta y dio un paso atrás para que pudiera
salir.
—Juro que creo que me crecieron canas esperando que llegaras —dijo alcanzando
mi brazo y tirando de mí en un abrazo—. No puedo creer que estés aquí y no
puedo creer que hayas dejado la iglesia más temprano sin decirle a nadie dónde
ibas.
Me aparté y me encontré con su mirada:
—No te dije eso.
Rodó sus ojos grandes y enganchó su brazo con el mío en dirección al
dormitorio.
—Cariño al momento que fue evidente que no regresarías al servicio, recibí un
texto de mi tía Linda y Kayla, a continuación Agustin lo publicó en su muro de
Facebook.
Gemí y apoyé la cabeza sobre su hombro.
Candela me dio una palmadita en el brazo y me llevó a sentarme en un banco
apartado colocado a la sombra de un árbol de roble. Sentándose dio unos
golpecitos en el espacio vacío a su lado.
—Ven y siéntate. El suspenso me está matando. Nunca has sido causa de chismes.
Esto tiene que ser bueno.
Me moví sobre el asiento de madera y estudié las manos en mi regazo. Admitir
esto era una cosa. En realidad, mirar a Candela a la cara mientras comparto todos
mis errores con ella era otra. Habíamos sido amigas durante tres años y ni una sola
vez había mencionado ni siquiera una atracción leve hacia Gaston.
—Sabes que Gaston y yo éramos cercanos de niños—decidí empezar por ahí. Parecía
el mejor lugar.
—¡Oh buen Dios! ¿Quieres decir que esto tiene algo que ver con GASTON? ¿Gaston
Dalmau?
Me encogí y asentí sin levantar la vista hacia ella.
—Sí, tiene todo que ver con Gaston —susurré.
La mano de Candela cubrió la mía y tomé algo de consuelo de su gesto.
—Este verano, Gaston y yo comenzamos a pasar tiempo juntos. Tú estabas con Vicco
o trabajando y Pablo se había ido. Pensé que sería bueno reavivar la amistad que
Gaston y yo compartimos alguna vez.
Candela apretó mis manos y continué explicándole la forma en que había jugado
billar en el bar donde trabajaba su madre, fuimos a nadar en el lago, vimos una
película en mi casa y luego me detuve sabiendo que lo que le diría a continuación
iba a ser difícil de comprender para ella. Después de todo, yo era la chica buena.
—Esa noche, en la parte trasera de su camioneta, Gaston y yo... nosotros... —Tragué
saliva y cerré los ojos—, tuvimos sexo.
Candela dejo ir mis manos y deslizó su brazo alrededor de mis hombros en su lugar.
—Wow. —Fue su única respuesta.
—Lo sé. No fue la única vez tampoco y... y aunque sé que no volverá a suceder...
Creo que... Creo que lo amo. Tal vez siempre lo he hecho. No, sé que siempre lo
hice. Cuando estoy con Gaston siento cosas que nunca he sentido con Pablo. Puedo
ser yo. No hay que fingir. Gaston conoce mis peores defectos.
—El corazón quiere lo que el corazón quiere. No podemos evitar eso —dijo Candela.
Suspiré y finalmente, alcé mis ojos, nuestras miradas se encontraron. Las lágrimas
no derramadas nublaban mi visión.
—Pero he arruinado su vida. Todo lo que él tenía era a Pablo. No te equivoques,
yo fui detrás de Gaston. Puedo mirar atrás y verlo ahora. Todo esto es culpa mía.
Nunca debí haberme interpuesto entre ellos —sollocé y hundí mi cabeza en su
hombro.
—Gaston podría haber dicho que no. Sabía que estaba destruyendo su relación con
Pablo cada momento que pasó contigo. No asumas toda la culpa por esto.

El tono severo en la voz de Candela sólo me provocó llorar más fuerte. Gaston
necesitaba a Pablo. Él podría no darse cuenta, pero lo hacía. De alguna manera
tenía que hacer lo correcto.
—¿Cómo puedo solucionar esto? ¿Cómo puedo ayudar a Gaston a recuperar a
Pablo de vuelta?
—No puedes solucionar este problema por ellos. Gaston sabía lo que estaba haciendo
Rochi. Te eligió sobre Pablo. Ahora que has dejado ir a Pablo, ¿vas a elegir a
Gaston?
Me sequé las lágrimas de mis mejillas y la miré.
—Elegir a Gaston hará que todos lo odien. Todos lo verán como el tipo que
alejó a la chica de Pablo. No puedo hacerle eso.
Candela se encogió de hombros.
—No creo que Gaston se preocupe por los demás. Lo hizo evidente, cuando decidió
andar a escondidas con la chica de su primo, que era lo que quería hacer. Tiene que
amarte Rochi. Nunca en esta vida habría pensado que Gaston haría nada que dañara a
Pablo. Lo ama. Así que eso sólo puede significar que te ama más. —Se agachó y
me dio unas palmaditas en el hombro—. La cuestión aquí es ¿Lo amas con la
misma intensidad? ¿Estás dispuesta a darles la espalda a tu familia y a la gente del

pueblo con el fin de tenerlo?

2 comentarios:

  1. QUIERO GASTOCH!!!!!!! Igual me dio pena Pablo pero quiero que Ro sea feliz, volve a escribir pronto. Beso

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  2. Me gusto lo que dice candela!!! espero que rocio decida de una vez por todas estar con gaston. Me encanta esta novela ♥

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