Capítulo 30
::Rochi::
, ¿quién está
conduciendo, exactamente?
Mi mamá está
inspirada. Ella había estado
arrancado las hojas
muertas de las plantas de
interior e inventando conversaciones
al azar de modo que pudiera rondar
la entrada principal
mientras espero que la pandilla me recoja.
—Lali. Lali. Es una
buena amiga. Está manejando
la nueva minivan Honda
de su mamá. Tiene bolsas de aire por todos lados.
Estaremos perfectamente
a salvo.
—¿Y a qué hora
pretendes estar en casa?
—El lugar cierra a las
8 p.m., y son aproximadamente dos horas de
viaje. No me voy a
pasar de mi toque de queda de las 11 p.m. Lo prometo.
Además tengo que
despertarme temprano para ayudar con la barbacoa,
¿cierto? —Agrego eso
para mantenerla enfocada en la idea de que ella iba a
conseguir lo que
quería… mañana.
—Y
—Sí. Oh, no puedo
esperar para conocer a tu novio. Simplemente no
puedo. Desearía que lo
hubieses invitado esta mañana.
—Eso habría arruinado
la sorpresa —bromeé.
Kika vaga por ahí de
camino a la cocina. Ha escuchado mi última
línea para mamá. Ella
resopla, una vez, en voz muy alta, y sigue caminando
mientras me lanza su
mirada más mordaz.
Mamá niega con la
cabeza y susurra: —Creo que tu hermana está un
poco celosa. Ella ha
estado actuando muy parecido a una adolescente
hosca durante dos
días.
—¡Escuché eso! —grita
Kika—. ¡USTEDES DOS APESTAN! Si
quieres decir algo
sobre mí, entonces dímelo en la cara. —Kika cierra de
golpe uno de los
armarios.
Mamá me lanza una
mirada de complicidad.
—¿Ves?
Hago una mueca y rompo
la mirada de mamá. Gracias a Dios, una
minivan negra muy
brillante se detiene en la entrada. Salgo disparada
hacia la puerta.
—Esa es… oh, genial
—refunfuño. Lali ha pasado todo el
camino de la entrada
hasta nuestro porche. Le había escrito un mensaje de
texto diciéndole
específicamente que estacionara en la calle.
Adolescentes… es
cierto… nunca escuchamos. Ni siquiera entre nosotros.
—¿Qué pasa? —Mamá me
ha seguido hacia afuera en la puerta. Por
supuesto que lo ha
hecho.
—Yo… nada. Espero que Lali
sepa cómo retroceder sin golpear
tus flores. Eso es
todo —disimulo.
Peter está sentado al
frente saludándome como un niño de
siete años demasiado
emocionado.
—¡Vamos, Igarzabal!
ThunderLand abre en exactamente cincuenta y
ocho minutos. Montamos
el Paseo Súper Splash primero. —Sonrío y
saludo en respuesta
como si me estuviera muriendo de amor.
—¿Ese es él? —murmura
mamá, sonriéndole a Peter—.
Parece muy lindo.
Respondo sólo la mitad
de la pregunta.
—Peter es más lindo
que lindo. Es su especialidad. ¡Adiós, mamá!
—Me lanzo escaleras
abajo, sabiendo que trataría de seguirme. Salto a
través de la puerta
lateral de la van en una de las butacas, pero la puerta
sigue haciendo una
cosa de apertura automática electrónica cuando la
halo para cerrarla.
¿WTF?
—¡Conduce ya! Antes de
que mi mamá bloquee la entrada —siseo,
sin importarme que la
estúpida puerta siga abierta.
—Le dije que no se
estacionara —dice Gaston, sonando tan estresado
como me siento yo. Le
disparo una mirada. Él está repantingado en el
tercer asiento trasero
parecido a un banco. Tengo cuidado de no dejar que
mi mirada se prolongue
en su intensa mirada. Lali pulsa un botón en
el frente y la puerta
se desliza cerrada.
—¡Nos vemos mañana, Peter!
—Mi mamá está saludando en el
frente de la van como
una idiota.
Peter, gracias a Dios,
sólo sigue saludando en respuesta.
—¿Qué quiere decir
ella con que nos vemos mañana?
—¡Un cuerno si lo sé!
Ella está confundiendo constantemente los
días —disimulo.
Lali da marcha atrás
con cuidado a la minivan hacia la calle.
—Rochi, no te abroches
el cinturón ahí. Siéntate aquí atrás conmigo
—grita Gaston.
—Dios. Tan sometido.
Cambia para allá… tus abrazables nalgas. Me
gusta poner plano mi
asiento así no tengo que ver la falta de habilidades
de conducción de Lali
en la autopista. —Peter reclina su asiento,
casi aplastándome.
Cuando no me muevo, él mira hacia atrás con una
mirada inquisitiva.
Incapaz de inventar una razón para no moverme,
serpenteo hacia atrás
al banco lejano y me acomodo al lado de Gaston.
Peter saca su iPod y
lo acopla en el enchufe que conecta con el
reproductor.
—¿Alguna petición allá
atrás?
Trato de abrocharme el
cinturón de seguridad, pero Gaston está
inclinado hacia adelante,
aparentemente examinando mi rostro.
—Pon algo tranquilo.
Relajante. Si Rochi está cansada, va a necesitar
una siesta. —Él
levanta mi mano y abrocha mi cinturón en su lugar.
—Yo no estoy cansada.
—Alejo mi mano para ajustar mi correa.
—Puedo decir por tu
rostro que no dormiste anoche. No lo niegues.
—Tengo que darte las
gracias a ti por eso.
—¡Ja! Debe haber sido
esa carta de amooooor —empieza a hablar
Lali desde el asiento
del conductor—. Y qué hay de tu rostro Gaston
Dalmau. ¡Puedo decir
que tú tampoco dormiste mucho!
Le doy una furiosa
mirada evaluativa a Gaston. Él se ve cansado.
—Es difícil dormir
cuando tu novia no te responde el mensaje de
texto —dice en voz
baja.
Yo susurro: —No voy a
ser tu…
—Shhh. No empieces.
Mi mano se mueve a mi bolsillo.
—¡Espera! Lali,
¿puedes volver? Olvidé mi teléfono. —Un poco
presa del pánico, me
imagino dónde había dejado el teléfono. Había tenido
la intención de
conectarlo al cargador de la cocina durante el desayuno,
pero luego se me
olvidó. Con un poco de suerte está camuflado entre el
desorden y las
revistas sobre la mesa de cartas y nadie lo va a detectar. Si
lo hacen, mamá y Kika
no será capaces de resistirse a meterse con él.
—¡Ni hablar! No
regresaremos. Puedes usar uno de los nuestros si lo
necesitas —insiste Lali.
—Tipa. Probablemente
sea lo mejor. El año pasado dejé caer mi
teléfono en el Río
Lazy. El maldito se lo chupó —dice Peter.
—Amigo, ella no es una
tipa —refunfuñó Gaston.
—¡Vaya! Alguien está
de mal humor allá atrás. —Lali le hace
una mueca a Gaston por
el espejo retrovisor. Y continúa: —Así es como van a
ser las cosas.
Cualquiera que esté cansado es mejor que recupere el sueño.
No voy a tener gente
cagándome después del almuerzo. Sólo tenemos a
ThunderLand una vez en
verano. Así que ustedes dos llorones,
acurrúquense y duerman
una siesta. Ustedes saben que quieren hacerlo.
La melodía del álbum
de Pink Floyd ―El Lado Oscuro de la
Luna‖ llena la van.
—¿Qué tal esto para
suavizar? —grita Peter.
—Me encanta ese álbum.
—La voz de Lali se ha desvanecido,
ahora al frente—.
Súbele el volumen, ¿quieres?
—Apuesto que no adoras
este álbum tanto como yo te adoro a… T. I.
—Peter le sube el
botón de volumen hasta que ya no puedo escuchar su
conversación.
Gaston arquea una
ceja.
—Me vendría bien un
poco de ojo cerrado, pero... si quieres que me
quede despierto, y
vele por ti…
—Dios. No te atrevas a
usar esa voz conmigo. No es justo.
—¿Qué?
—¡Sabes cómo suenas
cuando hablas así todo tranquilo! Todo bajo,
sexi y tipo estrella
de rock, un perfecto lavado de cerebro. Lo haces a
propósito para meterte
con mi cabeza.
Él se ríe.
—Sabes que eres la
única que alguna vez ha soltado semejantes
ridiculeces. Pero me
alegra que te guste mi voz. —Pone su brazo a mi
alrededor. Mi espalda
está recta. No sé si puedo aguantar el que me toque
como si fuese normal.
Pero tampoco sé si puedo aguantar que no lo haga—
. ¿No leíste ninguno
de mis mensajes anoche? ¿Ninguno? —pregunta,
mirando profundamente
en mis ojos.
—Lo juro. Apagué el
teléfono. Luego la batería se agotó porque, sí,
dormí algo y olvidé
lidiar con eso. Así que lo conecté en la cocina durante
el desayuno.
—¿Y? —Él levanta una
ceja.
—Y porque no quería
hablar contigo… o leer nada más escrito por ti.
Esa carta fue lo
suficientemente difícil de manejar para mí.
—No estás haciendo
esto muy fácil para mí. ¿Quieres leer lo que dije
en mi teléfono?
¿Ahora? —Ofrece él, tendiéndome su teléfono—. ¿O me
vas a hacer que te
repita todo?
—No importa lo que me
escribiste por mensajes de texto, no voy a
ceder. Estamos en un callejón
sin salida. También te traje de regreso tu
cheque —digo. Pero mi
resolución se está debilitando y soy incapaz de
resistirme a
recostarme contra su brazo demasiado cómodo.
Él suspira, luciendo
frustrado.
—Conserva el cheque.
Por hoy. Simplemente intentemos pasar un
rato juntos sin el
dinero colgando entre los dos. Seremos sólo nosotros.
Dos personas, en una
cita, en un parque de diversiones. Un paso a la vez.
Aunque leíste toda la
carta. ¿Cada palabra de ella?
—Sí. Cada palabra
errónea. —Me pregunto si él puede saber con
sólo mirarme que la
leí tres mil novecientas noventa veces.
—Y lo haces, ¿no?
¿Amarme aunque sea un poco? Porque lo diré otra
vez. Justo ahora, en
tu cara. La verdad es que yo te amo, Rochi Igarzabal. Lo
gritaré si eso ayuda a
mi caso. Pero tengo que expresar por lo menos ese
punto antes de que
transcurra un minuto más.
Mi rostro se pone
caliente cuando él continúa: —Responde. Por
favor. Es importante.
Poniendo todo a un lado. ¿Qué hay en tu corazón…
qué sientes por mí?
Encuentro su mirada.
—He estado enamorada
de ti desde la primera vez que me hablaste
de tu dormitorio de
Star Wars. Y ahora te amo tanto que me aterra. ¿Está
bien?
—¡Sí! Estoy tan feliz
justo ahora…
—No. No lo estés. Eso
me hace sentir terrible, y no cambia nada. No
voy a salir contigo.
No puedo. No puedo, y no lo haré.
—¿Pero saldrás conmigo
hoy?
—Sí. Pero lo de hoy
está en el contrato. Sólo es parte del trato.
—Eso es lo
suficientemente bueno para mí.
—Hablo en serio.
Cuando el día acabe… nosotros terminamos. Tiene
que ser de esa forma.
—Aparto la mirada del dolor a punto de estallar en
sus ojos pero suavizo
mi voz—. Esto es demasiado para mí. Sin importar lo
mucho que lo desee, e
incluso si hay sentimientos reales entre nosotros
dos, no puedo desear
esto. Sí, me he enamorado de ti este verano, pero
necesito desenamorarme
y tú también.
—¿Por qué?
—Nos hemos enamorado
de algo que no existe.
—Rochi… ¿eso es lo que
en realidad crees?
El sonido de su
respiración entrecortada hace pedazos el resto de mi
resolución.
—No. No sé lo que
quiero decir. Simplemente pasemos por este día,
y ya veremos —digo.
Él aprieta su agarre
en mis hombros y me aferro a él, absorbiendo su
calor.
—Gracias —dice, y de
nuevo su voz envía escalofríos por mi
columna.

buenisimo espero el próximo ;)
ResponderEliminarQuiero un beso :)
ResponderEliminar