miércoles, 9 de octubre de 2013

Lazos capitulo veinticinco

Capitulo

Lali estaba acostada en el borde de mi cama, hojeando mi álbum de fotos de las
últimas vacaciones de verano cuando finalmente llegué a casa. Cerré la puerta de
mi cuarto un poco más fuerte de lo necesario para esconder mi frustración porque
ella había estado revisando mis cosas de nuevo. Levantó su cabeza rápidamente,
sorprendida. Bien, espero haberla asustado y que eso sirva para que deje de
examinar mis cosas.
—Oh. Eh… Rochi al fin estás en casa —contestó cortésmente.
Esta chica no era real. Era como si hablara siempre con voz suave y nunca mostrara
ninguna emoción. Era como si mi tía hubiera dado a luz a un maldito
robot. Estaba de mal humor y verla entrometerse en mi espacio personal no lo
mejoró.
—Espero que no te moleste que haya sacado tu álbum de fotos. Nuestras mamás
han estado hablando en susurros y me aburrí. Estoy realmente feliz de que ahora
estés aquí.
Había una sonrisa genuina en su rostro, haciéndome sentir un poco culpable por
haberme ofendido con ella. Me refiero a que su papá era un imbécil y su mamá no
estaba tratando de reconfortarla. En cambio estaba haciendo que todos en la casa
revivieran la experiencia una y otra vez. La compasión por lo que debía estar
pasando le ganó a mi mal humor y me senté a su lado.
—Lamento haberte dejado aquí con ellos por tanto tiempo. Estuve con Pablo más
de lo que pretendía. —No era exactamente verdad pero eso era todo lo que ella
necesitaba saber.
Una sonrisa soñadora iluminó su cara y ella volvió su mirada al álbum en su
regazo. Lo miré y lo vi abierto en una foto de Pablo en la playa. Su pecho
bronceado estaba brillando con agua y tenía esa sonrisa tonta en su rostro que
siempre me recordaba cuando éramos niños.
—Eres tan afortunada, Rochi. Pablo tiene que ser el chico más hermoso en el
mundo. Me recuerdo deseando poder cambiar de lugar contigo cuando éramos
niñas porque tú jugabas con él y su primo todo el tiempo. Incluso entonces él era
tan caballero y apuesto.
¿Caballero y apuesto? ¿Quién usa esas palabras para describir chicos? Mi mamá,
tal vez. Sacudí mi cabeza y me dejé caer en la cama.
—Él no es perfecto —repliqué, sobresaltándome a mí misma. Por primera vez en
mi vida admití que Pablo tiene defectos.
Lali giró su cabeza para mirarme. Sus cejas se levantaron
cuestionándome.
—Nadie es perfecto, Lali.
Pareció pensarlo un momento y luego volvió a estudiar mi álbum de fotos.
—Supongo que es verdad. Antes solía pensar que mi papá era perfecto —dijo
lentamente.
Mi corazón se retorció un poco por el dolor en su voz. No sabía si quería hablar de
ello u olvidarlo. Desde que su mamá habla de eso todo el tiempo supongo que ella
querría olvidarlo.
—Su otro primo, ¿cuál es su nombre? ¿Bill o Ben?
—Gaston —dije curiosa sobre qué iba a decir.
—Es verdad. Ugh, recuerdo la vez que Gaston me esposó a la valla de tela metálica
donde el papá de Pablo tenía sus perros de caza. Estaba aterrorizada de estar tan
cerca de la entrada. Me recuerdo pensando que esos perros que gruñían iban a, de
alguna manera, morder mi mano a través de la valla.
Me reí entre dientes recordando y Lali se giró alrededor de la cama y me frunció
el ceño.
—No es gracioso. Sabes que tengo este miedo tonto de los perros. Y ese chico malo
me hizo cantar 'Soy una tetera pequeña' con todos mis pulmones una y otra vez.
Cada vez me decía que cantara más alto si quería que me liberara. Y cuando más
alto cantaba, más se enfurecían los perros. Era horrible. —Se detuvo y una suave
sonrisa cubrió sus labios borrando el ceño anterior—. Después Pablo se presentó
y le reprochó a Gaston y me desesposó. Finalmente apareciste de la nada en ese
momento y pusiste una excusa de que necesitabas la ayuda de Gaston para algo.
Ustedes dos se echaron a correr con sus risas tontas. Pablo se limitó a sacudir la
cabeza mientras observaba como se marchaban y se disculpó por su primo. Él era
tan dulce.
Había olvidado esa aventura. Teníamos tantas que era imposible recordarlas todas.
Pero escuchar a Lali contándola me hizo reír un montón. Yo había estado
escondida detrás de un viejo roble a pocos metros de distancia. Gaston me dijo que
me quedara fuera de vista en caso de que Pablo se presentara. Me había tenido
que meter el puño en la boca para evitar reírme a carcajadas al oír el sonido de
Lali cantando en voz alta y fuera de tono.
—Estaba segura de que ustedes dos terminarían juntos. Todavía estás riéndote de
mi tormento siete años después. Ustedes dos eran malvados.
Levanté mis hombros y le sonreí a Lali.
—Si recuerdo correctamente, tú me dijiste que era tan olorosa y apestosa como un
viejo pescado y que ningún chico querría casarse conmigo porque apestaba y mi
cabello estaba siempre grasoso como un perro sarnoso.
Lali se ruborizó y cubrió su boca. Obviamente había olvidado esa parte.
—¿Lo hice, no? —contestó, luciendo avergonzada.
Asentí con la cabeza y reí de nuevo ante la expresión en su cara.
—Sip, lo hiciste. A Gaston no le gustó mucho, entonces decidió que haría algo para
que pagaras por decirme algo así. Esa es la razón por la que te esposó y te hizo
cantar.
Lali me dio una sonrisa cómplice.
—¿Tú estabas escondida detrás de un árbol y viniste corriendo cuando Pablo
apareció, no? Todo el tiempo que estuve siendo torturada estuviste escuchándome.
Me recosté y puse las manos detrás de la cabeza.
—Sip, lo oí todo.
Una almohada me golpeó la cabeza, asustándome y alcancé la que estaba a mi lado
para golpear a mi prima que se reía tontamente. ¿Quién sabía que Lali podía ser
tonta?
—¿Chicas? —La voz de mi mamá nos interrumpió y sostuvimos las almohadas en
el aire listas para golpearnos la una a la otra.
Mamá dudó antes de entrar. Ella había echado su pelo hacia atrás en una
cola de caballo y su cara estaba limpia de maquillaje. Podía ver la tensión y
preocupación en sus ojos. Este lío con mi tía la agotaba emocionalmente.
—Sí mamá —contestó Lali inmediatamente dejando caer su almohada como si
hubiera estado haciendo algo terriblemente malo. Mamá nos miró a las dos. Una
sonrisa brotó de sus labios cuando se hizo evidente que nos estábamos divirtiendo,
no peleando.
—Lamento interrumpir la lucha de almohadas —dijo—, pero necesito hablar a
solas con Rocio por unos momentos, si no te molesta Lali.
Lali inmediatamente asintió y salió apresuradamente hacia la puerta.
—Gracias —dijo mamá cuando ella pasó y Lali murmuró algo manteniendo su
cabeza baja.
Se me ocurrió que Lali pensó que me estaba metiendo en problemas y quise reír.
La chica estaba paranoica.
Tiré la almohada que tenía en la mano de nuevo en la cama y me senté en la gran
silla púrpura que había a mi lado.
—¿Qué pasa? —pregunté.
Mamá se sentó en el borde de mi cama casi como estaba Lali. Con la espalda
derecha y las manos en su regazo. Nunca me había dado cuenta cuan diferente era
de mi mamá.
—Necesito que me hagas un favor. Realmente es un favor para Lali. Mañana en la
noche tu tío vendrá aquí para hablar de algunas cosas con tu tía
mientras tu padre y yo mediamos. Todos creemos que será mejor si Lali no está
aquí para presenciar lo que se dice. Estoy segura de que será fuerte y emocional.
Ella ya ha pasado por mucho. No veo ninguna razón para exponerla a este drama.
Tu padre y yo queremos protegerla y si pudieras salir con ella mañana en la noche
sería perfecto. No la he forzado contigo desde que la escuela empezó de nuevo y
estuviste lejos de Pablo casi todo el verano pero ahora necesito tu ayuda.
Estaba de acuerdo en que de ninguna manera Lali podía estar aquí con los gritos
que seguramente saldrían mañana en la reunión. Sin embargo, había planeado ir a
la fiesta en el campo con Pablo. Tal vez llevar a Lali no sería tan malo. Tendría
más posibilidades de mirar a escondidas a Gaston con Lali alrededor. Podría
distanciarme de Pablo usando mi necesidad de hacer que se sienta cómoda como
excusa.
—Seguro, no hay problema. La mantendré fuera hasta tarde.
Lali volvió a mi cuarto al menos una hora más tarde. La soledad había sido
agradable. Había chequeado mis correos y respondido uno de Candela. Después me
acosté en mi cama y escuché mis canciones favoritas. Cuando Lali entró
silenciosamente a mi cuarto ya estaba en piyama y mechones de su cabello mojado
enmarcaban su pálida cara. Siempre envidié su bonito pelo
Caminó hasta mí y sacó los
auriculares de mis oídos.
—Hey —dijo caminando hacia el colchón doble que había en el piso al lado de la
cama.
—Hey —le respondí queriendo saber qué había puesto esa expresión triste en su
rostro.
Conociendo a mi tía, ella le contó a Lali que su papá vendría mañana en la noche.
La mujer era tonta como una caja de piedras. Cómo su sangre está relacionada con
la de mi madre, no tengo la menor idea.
—¿Estás bien? —le pregunté cuando retiró el edredón sobre su colchón y se deslizó
bajo las cubiertas. Se encogió de hombros y luego giró la cabeza para mirar
detenidamente encima de en mí.
—Sé que él va a venir —asentí. Como imaginaba. —Gracias por llevarme afuera.
No creo estar lista para verlo.
De una manera podía entenderla. No traicionaría sólo a su mamá, se traicionaría a
ella también. Yo estaría furiosa con mi papá por hacer algo así. Pero eso no me
haría dejar de quererlo y extrañarlo. Lali no vio a su papá por una semana.
Seguramente lo extraña, aunque sea un poco.
—¿Alguna vez estarás lista para verlo? —le dije, preguntándome si debí mantener
la boca cerrada.

No respondió inmediatamente y empecé a pensar que no lo haría.
—Algún día, todavía no —susurró contra el edredón que tocaba su barbilla. Me
acosté sobre mi almohada y miré al techo. Mis padres podrían volverme loca con
su necesidad de que sea perfecta pero al menos nunca me habían hecho pasar por

el dolor que Lali debía estar experimentando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario