Las
lágrimas caían por sus mejillas mojando el dorado, cabello de ella, que se
expandía entre sus brazos como una cascada dorada que comenzaba a quedarse sin
color.
El
dolor era aplastante, el sufrimiento insoportable. El sentimiento de pérdida no
lo dejaba respirar y amenazaba con ahogar todas sus esperanzas.
Como
podría vivir sin ella??
La
respuesta era sencilla… No podía!!
-
No me abandones Rocío, no me dejes,
por favor no me dejes. – Las lágrimas no cesaban y ella seguía inmóvil y fría
- Te amo maldita sea, no te alejes de
mí, no me dejes sin ti.
Acarició
con las manos temblorosas las suaves mejillas de ella. La abrazó más fuerte
para contener el calor que aún mantenía.
Y algo en sus manos llamó su
atención.
Ella
tenía unas fotos, sus fotos, las pruebas que necesitaba y tanto había buscado.
Se había acabado. Pero ya de nada le servían.
Un
llanto desgarrador brotó de sus labios y hundió la cabeza en el pecho de ella,
allí donde debía latir su corazón.
“Mi
amada Rocío, vuelve a mi” “Por favor, quédate conmigo”
Gastón
se estremeció mientras un sollozo lo recorría de pies a cabeza.
Diablos,
se sentía perdido y vacío como si ahí donde debería estar su corazón ya no
quedara nada.
Ella
se había llevado todo.
Como
sobrevives cuando un amor así muere?? Pero su amor no había muerto, ella lo había
hecho y se había llevado todo.
Rayos!!
Como dolía, dolía saber que estaba en un mundo sin ella. Dolía demasiado para
seguir respirando, el intentó seguirlo haciendo pero dolía demasiado.
-
Es como morir – pensó - estar sin
ella era morir.
Él
la abrazó un poco más fuerte, sin querer dejarla ir y se preguntó porque el
destino le había hecho esto.
Porque
los había unido regalándoles el amor más hermoso para luego destruirlos. Ellos
eran almas gemelas en vidas equivocadas.
Eran
amores en desencuentro.
Gastón
cerró los ojos y la imaginó sonriendo, la imaginó viva, imaginó como su
delicada mano acariciaría su mejilla y secaría sus lágrimas. Imaginó, deseando que se volviera real y casi
pudo sentirlo.
Una
mano acariciando su cabello, y él rogó con todas sus fuerzas que él sueño nunca
acabara, él deseo que la ilusión durara por
siempre.
-
Mi amor – su voz era tan dulce como
en sus recuerdos. – Gastu mírame.
Él
se negó a hacerlo, él no quería despertar y encontrarla sin vida en sus brazos,
él quería vivir en la fantasía de imaginarla real aunque sea solo un segundo más.
-
Mi vida, Gastu, despierta.
Gastón
cerró apretó los ojos más fuerte y tras un suspiro obedeció sabiendo que era
una locura, sabiendo que eso solo le haría daño. Gastón abrió los ojos para
encontrarse con unos hechizantes ojos color miel que lo dejaron sin habla.
Ella
no dijo nada, solo sonrió tal y como él había imaginado que lo haría.
-
Ro?? – su voz era un susurró ronco
por las lágrimas.
Ella
sonrió aún más iluminándole el alma y dándole la bienvenida a todo lo que creía
perdido. – pero cómo??
Ella
se encogió de hombros.
-
No iras a creer que iba a dejarte
para que otra se llevara lo que es mío. Cierto?? – el bufó y más lagrimas
rodaron por sus mejillas, ella los beso secándolas - Estoy bien, no te preocupes por mí mi amor.
No voy a dejarte.
Gastón
la contempló como si mirara a un ángel, como si ella no fuera real y estuviera
a punto de evaporarse.
Sus
cabellos dorados que ahora parecían bailar, brillantes y suaves, su piel blanca
y tersa, sus labios rojos y sensuales, y
sus ojos, dorados como un mar de miel, hechizantes y dulces. Nunca había estado
más hermosa. Un segundo después la beso.
Fue
el beso más dulce, tierno, cargado de pasión y amor que dos personas se hayan
dado nunca. Se transmitían felicidad, esperanza y miedo.
Dos
almas gemelas que se encuentran para no dejarse ir.
Ella
se separó de él y lo miro a los ojos.
-
Te amo – dijo con los ojos llenos
de lágrimas - te amo y confió en ti, y
jamás voy a dejarte.
-
Te amo – susurró el – más de lo que
nunca he amado a nadie, y jamás voy a darte razones para desconfiar de mí, y
jamás voy a dejar que me dejes.
Dos
amantes volvieron a besarse, dos corazones volvieron a juntarse prometiendo
amor eterno.
Gastón
lo sintió primero. El olor, inundando el aire, el sonido crujiente.
Se
separó de golpe y estudió el ambiente,
luego la miro, el miedo en su mirada le dijo que ella también lo había notado.
Poniéndose
de pie ambos corrieron hacia la puerta y la abrieron de un tirón.
Mierda!!
Humo!!
Gastón
tomó la mano de Rocío y la arrastro corriendo escalera abajo, con los ojos
llorosos y las gargantas apretadas.
Las
llamas crujientes se escuchaban por todos lados y el calor chocaba contra sus
cuerpos dejándolos sin aire.
A
pocos metros algo pareció desplomarse y ambos brincaron los últimos escalones.
Rocío
corrió hacia la puerta y tiro del pomo, nada.
Un
miedo aplastante la golpeo. Estaba en cerrados.
Diablos!!
Mierda!! Joder!!
Gastón
tiro con todas sus fuerzas del pomo, mientras el sudor corría por su pecho.
-
Las ventanas también están trabadas
– gritó ella sobre el sonido del fuego y su propia tos por el humo.
-
Debe haber una salida – dijo el
luchando con las lágrimas por el calor.
-
La cocina. – dijo ella y corrió en
esa dirección.
El
intentó abrir la ventana y luego escuchó un grito.
-
Rocío?? -
desesperado corrió hacia la cocina y se detuvo en seco en la puerta.
Rocío
estaba allí, pero no estaba sola.
Se
batía incontrolable entre los brazos de Pablo quien la mantenía sujeta contra
su pecho.
-
Pablo, suéltala – gruño Gastón con
los dientes apretados.
-
No – Pablo lo miro con miedo
irracional – tu no lo entiendes, ella es como Mariana – Pablo apretó algo
contra el costado de Roció – ella debería estar muerta.
-
No, ella no es Mariana. Pablo,
suéltala.
El tembló
un poco y apretó más el objeto contra su costado, ella gimió.
-
Rocío no me ama, Mariana si me
amaba y yo la deje morir por su culpa.
-
Tú mataste a Mariana por su dinero.
– Gritó Rocío.
-
Yo mate a Mariana para que podamos
ser felices juntos, con que mierdas crees que hemos vivido tan bien todo este
tiempo?? Siempre fue su dinero. Eres tan culpable como yo. Estas tan llena de
sangre de Mariana como ella.
-
Pablo déjala ir – gruño Gastón
amenazador.
-
Para qué?? Para ver cómo se va
corriendo a tus brazos Maldito infeliz?? No!!!
Ella es mía y nadie me la va a quitar jamás.
-
Jamás fui tuya, y jamás lo seré. –
gritó ella desesperada.
Pablo la
miro un segundo eterno en que las llamas crepitaron y el humo los envolvió, sus
ojos se clavaron en ella y todo rastro de cordura desapareció de su rostro.
Rocío vio
su oportunidad y lo golpeo, como pudo, y con todas sus fuerzas en la boca del
estómago, Pablo se encogió y la empujó hacia adelante.
Gastón
también atacó, tomando a Pablo por el cuello le asentó un puñetazo en la
mejilla y luego una serie de puñetazos a lo largo de la cara y el
estómago.
La rabia,
el miedo y la furia se mesclaban por igual eliminando todo lo demás y dejándolo
solo con el objetivo de terminar con el dolor que Pablo les había infligido.
Terminar con Pablo.
El fuego a su alrededor de hacía
más espeso, el humo era casi insoportable y el calor solo amenazaba con hacerlo
perder su cordura. Sus puños no se detenían, sus rabia no se acababa, su miedo crecía.
Una pequeña
mano suave y cálida tiró de su hombro y lo hizo regresar, la rabia y el dolor
se evaporaron en el momento en que ella lo tocó.
-
Déjalo Gastón – grito ella sobre el
repiqueteo del fuego y las cosas a su alrededor desplomándose. – no lo vale,
tenemos que salir de aquí.
El
empujó a Pablo quien se desplomó en el piso inmóvil, Rocío tomó el arma que se
deslizo por el suelo y ambos corrieron hacia la salida.
El
humo era asfixiante y arrollador, Gaston y Rocio intentaron tapar sus rostros
mientras tosían intentando respirar, el
calor los golpeaba, el aire les faltaba, las salidas a su alrededor estaban
bloqueadas, estaban atrapados.
Gastón
entrecerró los ojos y suspiro de alivio al ver del otro lado de la estancia una
ventana entre abierta, su salida estaba allí, un segundo después se giró cuando
no la sintió a su lado solo para ver a Pablo tirando del tobillo de Rocío.
Mierda!
Pablo
sacó su cuchillo y lo colocó en el costado de la joven. La mirada en sus ojos
demostraba que era capaz de todo para acabar con ambos, luego todo pasó en cámara
lenta.
Rocío
cayó al piso y la pistola que sostenía rebotó a los pies de Gastón. El cuchillo
de Pablo comenzó a clavarse en la piel de ella y Gastón sin dudarlo tomo el
arma junto a él, apuntó a Pablo y disparó.
No
hubo tiempo de pensar, ella se puso en pie y tiró de él. Ambos se abalanzaron hasta
la ventana y salieron corriendo hacia la infinidad de la libertad mientras
todos sus pecados quedaban consumidos por el fuego detrás de ellos.
to be continued...

ahhh me a encantado esta novela no se me a echo nada de pesado super llevadera y siempre con ganas de leer mas no me puedo creer que haya acabado ya no me esperaba este final asi de esta forma a sido increible me a encantado y sientete satisfecha con tu novela porque esta increible
ResponderEliminarme encanto plis no demores en subir el proximoc ap besos
ResponderEliminaraaaaa lindooo. como hace isto conmigo? tanto tiempo sin postar
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