viernes, 1 de noviembre de 2013

Juguemos a Ser Novios... capitulo 11

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¿Cómo saber si eres buen besador? 

Ya pasaba de la media noche y la fiesta no parecía estar cerca del final lo cual molestaba a Gastón. Algo molesto de las fiestas es que los reporteros siempre querían entrevistas para sus revistas de chismes y esa noche Rocio, Gastón y el morocho imitación pirata de Ken habían dado algo interesante de que hablar. 
Después de casi una hora de dar explicaciones a cada uno de los reporteros Gastón logró salir de la ola de flashes para reunirse junto a Rocio detrás del salón. 

—Hola extraño —dijo Rocio observando a Gastón ir hacia ella. 

—Lamento la tardanza —se disculpó. 

Él le extendió una mano a la chica para ayudarla a levantarse de la silla en donde se encontraba sentada esperándolo. 

—Te has quitado los tacones —le dijo viendo que ahora estaba unos centímetros más baja y con su mano izquierda sosteniendo los tacones. 

—Sí, me he cansado y creo que ya no volveremos a la fiesta ¿o sí? —él negó mientras empezaban a ponerse en marcha hacia la puerta trasera del salón. 
Caminaron en silencio por el largo pasillo y al llegar a la puerta Gastón sostuvo en sus brazos a Rocio que por poco grita de la sorpresa. 

—Vas descalza y el camino de ahí afuera es de piedra —le explicó al ver sus ojos llenos de confusión. 

Aun sorprendida y con los pelos de punta permaneció en silencio mientras él la sostenía entre sus brazos y caminaban hacia afuera del salón. Afuera ya había empezado a refrescar el viento y la piel de los brazos de Rocio se erizó al sentir el viento rozarla, quería calentarse los brazos pero en una mano sostenía sus zapatillas y con la otra mano se aferraba al cuello de Gastón para no caerse aunque ella estaba segura de que él no la dejaría caer. 
Gastón caminó con ella durante un par de minutos hasta llegar a las puertas de una casa del triple de tamaño de la casa del modelo, cuando llegaron él dejó a Rocio con sus pies descalzos en el suelo y abrió la puerta. El interior de la mansión era tan hermoso que la chica sintió que se quedaba sin aire al observar el tamaño del lugar, en tan solo la sala principal cabía toda la casa de sus padres y probablemente sobraría lugar. 

—¿Acaso estamos en algún hotel? —preguntó Rocio entrando cuidadosamente a la casa, hasta sentía que sus pies descalzos dañarían el suelo de madera del lugar si pisaba normalmente.
 
—No, es la casa de mis padres, aunque por las mañanas si tenemos servicio a la habitación así que no dudes en pedir algo —dijo Gastón cerrando la puerta tras él. 

—Esto es increíble, no entiendo cómo es que mientras tus padres tiene una casa de este tamaño hay niños pobres durmiendo en cajas de cartón, el solo hecho de estar aquí de pie me hace sentir mal. 

—Bien, si te hace sentir mejor mis padres donan una generosa cantidad de dinero para crear más casa hogares para niños que viven en esas circunstancias —le informó deteniéndose detrás de ella. 

—Sí, un poco —volteó a ver a Gastón y se encogió de hombros—. ¿En donde dormiré? 

—Ven —le tomó la mano y empezó a conducirla hacia las grandes escaleras que estaban frente a la gigantesca sala de estar—. Las habitaciones están en el segundo nivel y ahí fue donde pusieron tu mochila con tus pertenencias. 

—Bien —dijo Rocio siguiéndolo. 

Sus pies se sentían más fríos debido al contacto con el suelo mientras subían las escaleras, al llegar al segundo piso parecía ser una nueva casa, la decoración era de un tono más claro, con lámparas blancas colgando sobre el pasillo, en medio del gigantesco pasillo había sillas de espera y en las paredes habían dos puertas blancas con adornos extravagantes de cada lado. 
La mano de Gastón nunca soltó la de Rocio hasta que llegaron al final del “pasillo” y solo lo hizo porque debía abrir la puerta de la habitación. Cuando abrió la puerta una gigantesca habitación quedó a la vista de los cansados ojos de la chica, en su mayoría estaba desocupada pero la cama enorme en el centro de la habitación y los pocos muebles que había la dejaron sin habla. 

—Aquí están tus pertenencias —le informó Gastón deslizando su mano por la espalda de Rocio para animarla a entrar a la habitación—. Si necesitas algo llámame, hay un teléfono al lado de tu cama y también estoy en la habitación de al lado. 

—Esto se parece a la habitación de Mia Thermopolis —dijo Rocio ignorando las palabras anteriores del chico. 
—¿Rocio? —la llamó Gastón y ella pareció reaccionar—. ¿Estás bien? 
La chica asintió al mismo tiempo en que pestañeaba intentando aclarar su vista. 

—Sí, solo… —suspiró y volvió completamente a la realidad—. ¿Puedo darme una ducha? 

—Adelante, siéntete como en casa… 

—Créeme que eso será imposible —le interrumpió la chica. 

—Entonces solo inténtalo —dijo Gastón y le dio un beso en la mejilla para dejarla de pie a un par de pasos de la puerta de la habitación. 

La puerta se cerró detrás de ella, la habitación era iluminada por una tenue luz y al momento en que dio un par de pasos más adentro la luz aumentó su iluminación haciendo que Rocio volteara a ambos lados del lugar para verificar que estaba sola. Caminó hacia la cama en donde encontró su mochila café tan fuera de lugar sobre las colchas beige. Tomó su mochila y sacó un cambio de ropa interior, su pijama, crema corporal, un cepillo para el cabello, uno para lavar sus dientes y crema dental, con eso entre sus brazos se dirigió hacia una de las puertas que imaginó era el baño. Al entrar al lugar correcto su mandíbula casi pega al suelo al ver el lujoso baño. ¿Por qué las personas con dinero se preocupaban de que sus baños lucieran como una sala de cine? 
Ella acomodó su ropa sobre una mesa de cristal que estaba afuera del cuarto de regadera que también tenía puertas de cristal con el dibujo de una cascada. Sobre uno de los tubos de la 
regadera había un par de toallas blancas que se permitió tocar para comprobar si eran tan suaves como se veían. 

Después de escanear el baño se decidió por entrar a la regadera no sin antes quitarse la joyería y colocarla sobre una repisa al lado del lavabo, después de eso caminó hasta la puerta del cuarto de la regadera y vio que el agua no era de manera manual como en su baño, ahí había una tabla digital en donde te ofrecía la temperatura ideal para el agua, aunque te daba la opción de aumentar la temperatura o disminuirla. Decidió dejar todo como estaba y después de quitarse el vestido y su ropa interior entró a la ducha en donde el agua empezó a cubrirle en todo su cuerpo, se sintió tan regalada con la lluvia artificial que se perdió durante varios minutos hasta que recordó que estaba gastando mucha agua. Enjabonó todo su cuerpo con el jabón líquido con olor a durazno y luego eliminó el jabón con la deliciosa agua. 

Minutos más tarde salió de la ducha con una de las toallas envolviendo su cuerpo. Se aplicó crema corporal, vistió rápidamente con su pijama y se detuvo frente al espejo para desenredar su cabello, su cepillo para el cabello lucia tan fuera de lugar y desde luego que luciría así al ser de color amarillo, su color favorito, terminó con su cabello y siguió con sus dientes, su cepillo dental también era del mismo color y mientras veía su reflejo en el espejo algo en su pecho golpeó fuertemente, la realidad. 
Terminó y salió del baño. Dejó sus pertenencias sobre la cama y observó el teléfono debatiéndose en llamara a Gastón o dejar las cosas como estaban. No lo llamó, porque en su casa cuando alguien quería hablar con alguien siempre iban hasta donde se encontraba, tocaban la puerta y hablaban. Ella hizo eso mismo. Salió de la habitación y caminó hasta la habitación de al lado, tocó la puerta y después de unos segundos Gastón abrió la puerta, su cabello estaba húmedo al igual que el de Rocio. Estaba sin camisa y con un pantalón de pijama puesto, cualquier chica que lo hubiese visto así se habría desmayado frente a él pero ella ni siquiera lo notó. 

—No nos conocemos —dijo observándolo. 

—¿Qué? —preguntó Gastón completamente confundido. 

—No nos conocemos realmente —Rocio se auto invitó a entrar al cuarto del muchacho y caminó hasta su cama para sentarse mientras él la observaba aun más confundido—. Ni siquiera sabes mi segundo nombre —le dijo. 

Gastón se quedó serio y recibió una bofetada por parte de la realidad, era verdad, ellos no se conocían casi nada. Dejó la puerta entre abierta y caminó hasta su cama para sentarse al lado de Rocio. 

—Tienes razón, no nos conocemos —con una de sus manos acarició la mejilla de Rocio y ella se encogió de hombros—. ¿Qué te parece si usamos esta noche para hacernos preguntas y conocernos mejor? 

—Eso está bien —dijo sonriendo. 

Gastón se colocó una camisa de pijama y tomó la mano de Rocio para después salir de su habitación. El chico asomó su cabeza por la puerta entre abierta y cuando verificó que no hubiera nadie por el pasillo ambos salieron como si estuvieran escabulléndose de su habitación en media noche para ir a la cocina por un dulce. 
Llegaron a un tercer piso y siguieron caminando hasta llegar a una habitación con puerta corrediza, al entrar Rocio soltó la mano de Gastón. 

—¿Qué sucede? —le preguntó el chico al ver que ella no lo seguía. 

Para ese momento ya nada tenía que sorprender a la chica y sin embargo lo hacía. Es decir, como no sorprenderse cuando había un enorme televisor que abarcaba casi toda la pared, en un lado la habitación había una mini dulcería con todo, máquina de palomitas, una máquina de refrescos de diferentes sabores, otra máquina de frappés y otra de helado de sabores. La parte central del lugar estaba vacía pero en el otro costado de la habitación había un compartimento en donde había puffs y sillones individuales. 

—Jamás dejará de sorprenderme esta casa —musitó Rocio y entró completamente a la habitación. 

Matt le pidió a la chica que esperara mientras él arrastraba dos puffs al centro de la sala, cuando los acomodó en dirección a la pantalla Rocio se sentó. 

—¿Quieres algo de beber? —preguntó Gastón pero ella negó—. ¿Palomitas o algún dulce? 

—Tal vez un dulce —le contestó. 

El muchacho fue hasta la máquina de palomitas y la encendió, tomó unos dulces y los echó sobre una charola junto a una bebida que había tomado, cuando las palomitas estuvieron listas tomó un vaso y lo llenó hasta casi derramarse, por ultimó tomó un frasco de cerezas. Unos minutos después llegó al lado de Rocio. 
No encendieron la pantalla en lugar de eso colocaron sus puffs frente a frente. 
—Estoy seguro que si hubiera planeado esto no habría pasado —dijo Gastón sacándole una sonrisa a la muchacha. 
Ella tomó un dulce largo rojo que parecía una tira de espagueti y después de morder un extremo habló. 

—Las mejores cosas de la vida no se planean, suelen ser espontaneas —le dijo al modelo que tenía un puño de palomitas dentro de su boca—. Estas rompiendo tu dieta —le dijo al ver como devoraba otro puño de palomitas. 

—Tu tuviste la culpa —le guiñó un ojo y ella rodó los ojos. 

—Yo empiezo —dijo rápidamente—. Tu nombre completo, y el verdadero no el artístico. 

Gastón negó con la cabeza y tomó un trago de su bebida para limpiar su boca. 
—No, mi nombre artístico, nadie a excepción de mis padres sabe mi nombre verdadero así que… —Rocio curvó su labio inferior hacia afuera e hizo su cara más tierna, Gastón balbuceó sin lograr decir ninguna palabra y al final suspiró, ella lo había derrotado—. Gastón Eduardo Jr. Dalmau Silva. 

—¿Y el Smith? —preguntó divertida—. ¿Dime en donde queda? 

—Queda en la parte que se escucha atractivo con mi nombre y por eso mi familia utiliza ese apellido, mi mamá es amiga cercana de Will Smith así que… imagina. 

—¡No te creo! —exclamó sorprendida—. Mientes. 

—Claro que no, mis padres conocen a muchas estrellas de Hollywood y Will Smith es solo uno de los pocos que conocen… 
—¡Te odio! —gritó Rocio y dejó sin habla a Gastón—. Yo amo a ese hombre, es el mejor actor que puede existir. 

El chico soltó una carcajada ante el lado “fanático” que había salido de Rocio en ese momento, por lo regular ella era la chica que permanecía apartada del resto cuando se hablaba de famosos… o de cualquier tema en realidad. 

—Tal vez algún día te lo presente —le prometió con la palabra. 

—No, dios, probablemente me moriría si estoy a 10 metros cerca de él y ni siquiera tengo 18 años, quiero vivir un poco más antes de conocerlo. 

—Bien —se aclaró la garganta—. Mi turno. Tu nombre completo. 

—Rocio Elizabeth Igarzabal Martínez —dijo la chica—. Como sabes me encanta que me digan Rocio. 

—Perfecto…¿Por qué ese nombre? —preguntó curioso. 

—Soy fanática del comic de marvel, los X-men y la chica que se transforma en ave fénix se llama Jean Grey, aunque los nombres se escriben diferente su pronunciación el igual, así que técnicamente es por eso.
 
—Eres interesante —le dijo el chico sin poder borrar esa sonrisa de su rostro. 

—¿Cuál es tu color favorito? —preguntó Rocio. 

—El amarillo —contestó el chico y ella se quedó congelada—. ¿Y el tuyo? 

—El… yo… también —dijo finalmente—. Mi color favorito también es el amarillo. 

—¿Bromeas? —dijo asombrado—. Casi todo el mundo odia ese color por ser un color “chillante” y no los entiendo. 

—Igual yo, es decir, siempre que digo mi color favorito se ven como si fuera un extraterrestre. 

—Al menos —empezó Gastón más feliz de lo que creyó ser esa noche—, tenemos algo en común. 

—¿Animal favorito? —preguntó la rubia emocionada por escuchar la respuesta. 

—Cualquier felino —contestó y Rocio levantó su palma extendida para que ambos chocaran sus manos—. En especial el león. 

—Yo también amo a los felinos, pero mi favorito es el gato montés. 

—Asombroso. Y ¿A qué le temes? —preguntó. 

—A perder a mi familia, que uno de ellos enferme y no pueda hacer algo, pero si hablamos de algo menos serio sería a los patos, gallos y todo animal que tenga pico —el soltó una carcajada—, es un trauma difícil de explicar. ¿Y tú? 

—Como tú, no soportaría ver a mi familia en problemas y no poder hacer nada, pero en algo menos serio podría ser… teñir mi cabello de morocho —Rocio soltó una carcajada y tuvo que dejar sus dulces a un lado para no tirarlos sobre la alfombra—. No soporto eso. 

—Correcto, ¿Pasatiempos? 

—Fotografía, más que ser modelo desearía poder tomar fotografía, de hecho quiero estudiar sobre eso en la universidad. 

—Qué lindo. 

—¿Tu pasatiempo? 

—No te rías —dijo Rocio seria y el rostro de Gastón se tornó de la misma manera—. Pero me encanta jugar, siempre jugaba con mis hermanitos y me encanta, puedo jugar desde juegos de mesa, con cochecitos, figuras de acción o salir al patio y saltar la cuerda con mis hermanas o jugar a las atrapadas con todos. Amo hacer eso. 

—Creo que eso es maravilloso. 

Siguieron hablando sobre sus gustos y se dieron cuenta de algo. Tenían más en común de lo que pudieran imaginar. Después de la charla sobre sus gustos salió el tema de los besos. 

—¿Cómo saber si eres buen besador? —preguntó Rocio—. Lali me preguntó eso. 
Gastón se atragantó con su bebida. 

—¿Tu amiga? —ella asintió, tomó una de las cerezas del frasco que Gastón había tomado y le llevó hasta su boca, él no pudo evitar ver la boca de ella mientras comía aquella cereza. Permaneció en silencio y después habló—. Dicen que si en tu boca logras hacer un nudo con el tallo de la cereza eres buena besando. Observa —Gastón tomó una cereza, primero comió el fruto y después introdujo el tallo en su boca, tardó apenas unos segundos para lograr anudar el tallo, lo sacó de su boca y se lo mostró a Rocio. 

—Wow, entonces supongo que sabes besar ¿no? —preguntó la chica. 

—Tú compruébalo —se acercó a ella y la besó. 
Fue un beso distinto a los anteriores, algo menos relajado y más profundo, un beso que hizo que Rocio echara hacia atrás su cabeza y callera con su espalda sobre el puff haciendo a Gastón quedar sobre ella y aunque sintió su peso y la posición no era muy cómoda no dejó de besarlo ni lo apartó de ella, dios, si que era una increíble besador y ella… ella solo se dejaba guiar por los labios del chico. 
Sus labios se separaron un poco más y la lengua de él entró en la boca de ella. Rocio colocó sus manos en los hombros de Gastón y les dio un apretón, se sentía extraña cuando la lengua de él acariciaba su boca y cuando rozaba su lengua. Pero lo extraño se empezaba a volver agradable. 
Sus pulmones se vaciaron y se vieron obligados a separar sus labios. Gastón se sentó de nuevo en su puff mientras respiraba profundamente para recuperar el aire perdido y Rocio se reincorporó en su puff, al igual que él respiraba rápido para poder llenar sus pulmones de aire. 

—¿Qué piensas? —dijo el chico después de un par de minutos. 

—Muy bueno —contestó levantando su pulgar. 

4 comentarios:

  1. QUÉ DULCES.... espero el próximo

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  2. Que lindo gas llevando a ro en brazos

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  3. Que tiernos !! que son.. dios!! LOS AMOO no saben como decearia que esten juntos en la vida real, son tan tiernos, tan rubios, tan hermosos, especiales!! LOS AMODORO!! jej !♥♥♥♥ :D

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