viernes, 8 de noviembre de 2013

Mi Nombre Es Liberty Cap 49





Capitulo 49



La mujer era alta y guapa. Pedro me había contado que Ramiro salía con una modelo y no tuve ninguna duda de que aquella mujer era la modelo.

—Hola —saludé yo con una sonrisa forzada mientras ella me miraba de arriba abajo—. Me llamo Valeria Gutierrez y soy... una amiga de Pedro.

Ella me miró con desdén y ni siquiera se molestó en presentarse.

Jack intervino de inmediato.
—¿De dónde eres, Valeria?
—Yo... —Lancé una mirada rápida a Aleli, quien examinaba el panel de los botones de la silla de ruedas de Pedro—. No pulses ninguna de esas teclas, Aleli.

—No pensaba hacerlo —protestó mi hermana—, sólo estoy mirando.
Yo volví mi atención a Jack.
—Vivimos en Houston, cerca de la peluquería.
—¿Qué peluquería? —preguntó Jack con una sonrisa afable.
—Salón One, que es donde yo trabajo. —Se produjo un silencio corto pero incómodo, como si a nadie se le ocurriera nada que decir o preguntar acerca de mi trabajo en la peluquería y sentí el impulso de llenar el vacío con mis palabras—. Antes vivíamos en Welcome.
—Creo que he oído hablar de Welcome —comentó Jack—, aunque no recuerdo qué he oído decir o dónde.
—Es sólo una ciudad pequeña como tantas otras. Hay una cosa de cada —declaré yo.
—¿Qué quieres decir?
Yo me encogí de hombros.
—Hay una zapatería, un restaurante mexicano, una tintorería...

Volví a dirigirme a Ramiro.
—¿Trabajas con tu padre, no?
Intenté recordar lo que Pedro me había contado, que Ramiro participaba en la empresa familiar de inversiones y que, al mismo tiempo, había fundado su propia empresa, la cual se dedicaba al desarrollo de tecnologías alternativas para la producción de energía.

—Por lo visto tendré que viajar en su lugar durante un tiempo —contestó él—. Tenía programado dar una conferencia en Tokio la semana que viene, pero tendré que ir yo —declaró con frialdad y cortesía y sin el menor atisbo de una sonrisa en los labios.
—Cuando das una conferencia en lugar de Pedro, ¿dices exactamente lo que él habría dicho? —pregunté yo.
—No sostenemos siempre las mismas opiniones.
—Eso significa que no.
—Eso significa que no —corroboró él en voz baja.
Ramiro me miró con fijeza y yo experimenté en el estómago una sensación leve y agradable que me sorprendió. De repente, me sonrojé.
—¿Te gusta viajar? —le pregunté.
—La verdad es que ya estoy cansado de hacerlo. ¿Y a ti?
—No lo sé, nunca he salido del estado.
A mí no me parecía que fuera un comentario tan extraño, pero los tres me miraron como si tuviera dos cabezas.
—¿Pedro no te ha llevado a ningún lugar? —preguntó la mujer del sofá mientras jugueteaba con un mechón de su cabello—. ¿No quiere que te vean con él?

—Ramiro es un hombre hogareño —me explicó Jack—, pero al resto de los Ordoñez nos encanta conocer mundo.
—Sin embargo, a Ramiro le gusta París —comentó la mujer mientras lanzaba a Ramiro una mirada de complicidad—. Allí es donde nos conocimos. Yo estaba posando para la portada de Vogue.
Yo intenté parecer impresionada.
—Lo siento, pero no he oído tu nombre.
—Dawnelle.
—Dawnelle... —repetí mientras esperaba que me dijera el apellido.
—Sólo Dawnelle.
—La acaban de elegir para una campaña nacional muy importante —me explicó Jack—, para el lanzamiento de un perfume nuevo de una famosa compañía de cosméticos.
—No es un perfume, sino una fragancia —le corrigió Dawnelle—. Y se llama Provocación.
—Estoy convencida de que lo harás de maravilla —comenté yo.

Después de tomar unas bebidas cenamos en un comedor de forma ovalada. Sólo experimenté un momento de preocupación cuando llegaron los segundos platos y no pude identificar de qué se trataba. Mi hermana no era maniática respecto a la comida, pero tampoco podía decirse que tuviera un paladar aventurero.
—¿Qué es esto? —me susurró Aleli mientras contemplaba con recelo el surtido de lonchas y bolas que había en su plato.
—Es carne —respondí con la boca de medio lado.
—¿Qué tipo de carne? —insistió ella mientras pinchaba una de las bolas de carne con las púas del tenedor.
—No lo sé, sólo cómetela.
Pero Pedro ya se había dado cuenta de la expresión ceñuda de Aleli.
—¿Qué ocurre? —preguntó él.
Aleli señaló el plato con el tenedor.
—No voy a comer algo que no sé lo que es.
Pedro, Julia y Jack rompieron a reír mientras Ramiro nos observaba de una forma inexpresiva. Dawnelle, mientras tanto, le estaba explicando al ama de llaves que quería que se llevaran su plato de vuelta a la cocina y pesaran su comida con meticulosidad. No quería más de setenta y cinco gramos de carne.
—Esa es una buena norma —le contestó Pedro a Aleli y le dijo que acercara su plato al de él—. Se trata de una parrillada de carne. Mira, estas tiras pequeñas son de venado. Esto de aquí es alce, las albóndigas son de ciervo y la salchicha es de pavo salvaje. —Pedro me lanzó una mirada y añadió—: Nada de emú. —Y me guiñó un ojo.
—Es como comerse un episodio entero de Mundo salvaje —comenté yo divertida ante la visión de Pedro intentando convencer a una niña de ocho años para que hiciera algo que no deseaba.
—A mí no me gusta el alce —declaró Aleli.
—No puedes estar segura hasta que lo hayas probado. Vamos, toma un bocado.
Aleli, obediente, comió un poco de aquella carne y también vegetales y patatas asadas. Después nos pasaron unos cestos con panecillos y rebanadas de pan de maíz y, para mi consternación, Aleli se puso a hurgar en uno de los cestos.
—Cariño, no hagas eso —susurré yo—. Coge el trozo de arriba.
—Quiero el pan normal —se quejó ella.
Yo lancé a Pedro una mirada de disculpa.
—Lo siento, yo normalmente preparo el pan de maíz en una sartén.
—¡Vaya! —Pedro sonrió en dirección a Jack—. Así es como lo preparaba tu madre, ¿no?
—Sí —respondió Jack con una sonrisa nostálgica—. Yo solía trocearlo y echarlo en un vaso de leche cuando todavía estaba caliente. ¡Aquello era comer bien!
—Valeria hace el mejor pan de maíz del mundo —declaró Aleli con entusiasmo—. Tienes que pedirle que te lo prepare alguna vez, tío Pedro.

Por el rabillo del ojo vi que Ramiro se ponía tenso al oír la palabra «tío».

—Así lo haré —contestó Pedro mientras me miraba con una sonrisa cariñosa.

Después de cenar, Pedro quiso enseñarnos la mansión.Pedro desplegó su encanto en toda su extensión. En varias ocasiones, el pícaro sinvergüenza me lanzó una mirada significativa, como cuando Aleli corrió hasta el piano y pulsó unas cuantas teclas o cuando se emocionó al ver la piscina exterior. «Ella podría disfrutar de esto en todo momento —me decía sin palabras—. Sólo depende de ti.» Y se reía cuando yo lo miraba con el entrecejo fruncido.

En cualquier caso, su opinión respecto a la reacción de Aleli había quedado confirmada. Yo también me di cuenta de otra cosa, de algo que me sorprendió y de lo que quizás él no era del todo consciente: la forma en que se relacionaban, lo cómodos que estaban el uno con el otro. Mi hermana no había tenido un padre ni un abuelo y él no había dedicado mucho tiempo a sus hijos cuando eran jóvenes. Pedro me había confesado en una ocasión que se arrepentía de no haber pasado más tiempo con ellos, aunque, debido a su forma de ser, no podría haber actuado de otra manera. Sin embargo, ahora había llegado a donde quería y, al mirar atrás, veía los momentos que se había perdido
.
A mí me preocupaba el bienestar de ambos... Tenía mucho en lo que pensar.

Cuando ya estábamos completamente maravilladas y Pedro empezaba a sentirse cansado, nos reunimos con los demás. Yo percibí el tono gris del rostro de Pedro y consulté mi reloj.
—Es la hora de tomar el Vicodin —le susurré—. Subiré a su habitación y se lo traeré.

Él asintió con la cabeza mientras apretaba la mandíbula para contener el dolor que se aproximaba. 

—Te acompañaré —declaró Ramiro mientras se levantaba de su asiento—. Quizá no recuerdes el camino.
Aunque el tono de su voz era amable, sus palabras pusieron fin a la sensación de bienestar que me había producido el paseo con Pedro.
—Gracias —contesté con recelo—, pero lo encontraré yo sola.
Él no se rindió.
—Te acompañaré un trozo. Resulta fácil perderse en esta casa.
—Gracias, eres muy amable.

Camino de la puerta, me di cuenta de la que se me venía encima. Ramiro quería decirme alguna cosa y, sin duda, no sería nada agradable. Cuando llegamos al pie de las escaleras y ya estábamos fuera del alcance del oído de los demás, Ramiro se detuvo y me hizo girarme hacia él. El contacto de su mano me heló la sangre.
—Mira —declaró con voz cortante—, no me importa en absoluto si te estás tirando al viejo. Eso no es de mi incumbencia.
—Tienes razón —respondí yo.
—Pero pongo el límite en el hecho de que pretendas trasladarte a esta casa.
—No es tu casa.
—Pedro la construyó para mi madre. Esta casa es donde se reúne la familia y donde pasamos las vacaciones. —Ramiro me miró con desprecio—. Te estás moviendo en terreno peligroso. Si vuelves a poner un pie en esta casa, yo mismo me encargaré de echarte de una patada, ¿comprendes lo que te digo?

Yo lo comprendía, pero no me amedrenté en lo más mínimo. Hacía tiempo que había aprendido a no huir de los pit bulls.

Mi rostro pasó del rubor a la palidez absoluta y la sangre pareció quemar la superficie interior de mis venas. Él no sabía nada de mí. Aquel estúpido arrogante no sabía nada acerca de las elecciones que yo había realizado, de las cosas a las que había renunciado y de las salidas fáciles que podía haber tomado pero que no tomé. ¡No las tomé! Y él era tan imbécil que, si de repente estallara en llamas, ni siquiera me habría molestado en escupirle.

—Tu padre necesita la medicación —declaré con rostro inexpresivo.

Él entornó los ojos y yo intenté sostenerle la mirada, pero no pude, pues debido a los sucesos del día tenía las emociones demasiado a flor de piel, de modo que fijé la vista en un punto distante, al otro lado de la habitación y me concentré en no sentir nada ni demostrar nada. Después de un rato largo e insoportable, oí que decía:

—Será mejor que ésta sea la última vez que te vea por aquí.
—Vete al infierno —respondí yo, y subí las escaleras con paso comedido, aunque mis sentidos me empujaban a correr como una liebre.


PD: Creian que Ramiro iba a hacer un Angel??? 
Por ahora va ser todo un demonio

Continuara...


*Mafe*

1 comentario:

  1. Pero estoy segura de que vale lo va a hacer cambiar de opinión

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