Epílogo
eché un vistazo a mi reloj y me quedé
boquiabierto. Mierda, eran casi las dos y
media.
—, ¡tengo que irme! ¿Esto va a estar
terminado o no? —grité a través de la
otra habitación.
—Sí, jefe. Vete. Va a estar hecho, no
te preocupes. Llámame cuando salgas y le
daré los últimos retoques, ¿vale? ¡Y
buena suerte! —gritó de vuelta.
—De acuerdo. Adiós, y gracias por
hacer esto —dije mientras corría fuera del
edificio y me metía en el coche.
Oh, mierda, ¡por favor no me dejes
llegar tarde!
Me apresuré a la Universidad, presa
del pánico, y corrí tan rápido como pude
alrededor de la parte trasera hasta
el campo. Faltaban diez para las tres ahora y
estaba previsto que comenzara en diez
minutos. Me deslicé entre la gente,
buscándolos. Vi a Matt de inmediato,
estaba de pie en su silla, explorando la
multitud. Señaló cuando me vio y no
pude evitar sonreír.
Comencé a caminar hacia ellos, cuando
un tipo se puso delante de mí.
—¡Guau, eres Gaston! ¿Puedo obtener tu
autógrafo? En serio, guau, soy como
tu mayor fan —dijo entusiasmado, mientras la mujer
con la que estaba buscaba en
su bolso papel y un bolígrafo.
Me eché a reír. Todos ellos eran mis
mayores fans; en serio, escuchaba eso como
cincuenta veces al día.
—Claro. —Sonreí cortésmente, extendiendo la
mano para el bolígrafo.
Escribí mi nombre y le di una palmada
en el hombro. —Tengo que encontrar mi
asiento.
—Sí, por supuesto. ¡Gracias! —cantó, sonriendo violentamente y
mirando con
cariño a mi nombre en el trozo de
papel.
Sabía que nunca me acostumbraría a
esto, gente emocionándose sólo porque
había firmado un trozo de papel.
Quiero decir, sí, sé que juego para uno de los
mejores equipos de América, pero sigo
siendo una persona al final del día. No soy
nadie especial. Soy sólo Gaston, y
tengo la suerte de que me paguen grandes
cantidades de dinero por hacer algo
que me gusta, no mucha gente puede decir
eso.
Me abrí paso entre la multitud y me
senté al final de la fila. Matt se zambulló
inmediatamente en mi regazo.
—Ey, chico. ¿Siendo bueno? —pregunté, haciéndole cosquillas,
consiguiendo que
se riera y retorciese.
—¿Tienes todo listo? —preguntó Nicolas, sonriendo.
Hice una mueca y asentí. —Sí. Dios, tío, estoy tan nervioso. —Mis manos no habían
parado de sudar en todo el día.
Se echó a reír y sacudió la cabeza.
Su novia, Charlotte, se aproximó.
—Vas a estar bien. Cálmate —dijo, rodando los ojos. Charlotte era
increíble, Nicolas y
ella habían estado juntos durante
unos seis meses y él estaba totalmente pillado.
Era su primera novia real, y podía
realmente verlo durar.
Saludé a mis padres, quienes estaban
sonriendo con orgullo, como siempre
charlando con un extraño cualquiera
junto a ellos. Sonreí, mi madre podría
seriamente iniciar una conversación
con un mudo.
—Hola, Gaston —saludó Adriana mientras se apretujaba por el pasillo para
abrazarme.
—Hola, Adriana . ¿Qué tal? —pregunté, abrazándola de vuelta
fuertemente. No la
había visto desde hace casi cuatro
meses, porque había estado viajando con su
nuevo marido, Greg.
—Estoy bien. Greg no podía venir, está
atrapado en Tailandia por algo de
promoción. Está tan molesto por
perdérselo —contestó, frunciendo el ceño.
Sonreí.
—Bueno, asegúrate entonces de hacer un
montón de fotos para él.
Matt saltó de mi regazo y corrió de
vuelta hacia su madre. Le sonreí a Ruby. Ella,
Johnny y Matt seguían viviendoen la
ciudad, pero llegábamos a verlos bastante,
se quedaban con nosotros en
vacaciones y esas cosas. Teníamos habitaciones más
que de sobra, y también volvíamos
allí cada vez que podíamos.
Johnny y Mery no duraron mucho.
Consiguieron quedar durante un año antes de
acabar separándose, aunque seguían
siendo amigos. Mery no se había asentado ni
lo más
mínimo. Sigue siendo
coqueta y está “probando
el terreno”, como a ella le
gusta decir, pero siempre fue una
gran amiga de Rocio por lo que también se
quedaba con nosotros. Sólo tengo que
mantenerla lejos de mis compañeros de
equipo; podría seriamente comérselos
vivos.
Muchas cosas habían sucedido en los
últimos cinco años. el padre
de Nicolas y Rocio, fue arrestado un
año después de que nos marcháramos porque aparentemente había estafado dinero a
sus clientes. Actualmente estaba
cumpliendo seis años en la cárcel por
fraude y malversación de fondos. Nunca
entró en contacto con ninguno de
ellos, y todos seguían teniendo la grabación que
Rocio le hizo admitiendo el abuso,
así que si alguna vez volvía, todos habían
acordado presentar cargos contra él.
De repente, todo el mundo empezó a
aplaudir y mi corazón se disparó a toda
marcha mientras escrutaba la multitud
por ella. La divisé de pie a la izquierda del
escenario, charlando con Samantha,
una de sus amigas. Se veía jodidamente
caliente en su traje de ceremonia de
colores azul y gris. No la había visto durante
todo el día. La había dejado justo
después del desayuno. Pensó que hoy estaba en
la práctica, no lo estaba, estaba
preparándole una sorpresa como regalo de
graduación.
Hoy, Rocio estaba graduándose de la
Universidad con un grado completo en
danza coreográfica. Estaba muy
orgulloso de ella, había trabajado tan
condenadamente duro en los últimos
años en la Universidad y se estaba
graduando con honores. Traté de
escuchar cómo el pequeño hombre daba su
discurso sobre la clase graduada,
mientras ellos seguían caminando y
estrechándole la mano, obteniendo su
certificado. No podía concentrarme; estaba
tan malditamente nervioso que de
hecho me sentía enfermo. No podía quitarle los
ojos de encima, estaba tan hermosa.
Honestamente seguía quitándome el aliento
cada vez que la veía.
Los paparazzi también la querían.
Siempre estaban siguiéndonos, queriendo fotos y
entrevistas. Adoraban nuestra
historia de estar juntos durante cinco años.
Simplemente amaban a Rocio, punto.
Siempre estaba en revistas y periódicos,
pequeñas fotografías comprando con
sus amigas o algo así. Siempre pensaron que
era adorable y la gente venía y pedía
su autógrafo tanto como me lo pedían a mí.
Rocio encontraba toda la cosa esta
divertida y se burlaba hasta la mierda de mí
cuando nos detenían en la calle o
algo.
La gente a menudo me preguntaba cómo
es que me quedé estancado, con la fama
y el dinero, y siempre decía lo
mismo. Nada de eso era importante para mí; la única
cosa importante era mi Ángel. Era la
única cosa que necesitaba. Si todo lo demás
desapareciese mañana, la gran casa,
todos los coches, el dinero, no me importaría.
Mientras todavía pudiese sostenerla
por las noches, seguiría siendo el hombre más
afortunado del mundo.
Escuché al Decano gritar su nombre y
sonreí, aplaudiendo como un loco. Estaba
radiante mientras buscaba entre la
multitud; me vio y agitó su pequeño certificado
hacia mí, con orgullo. La guiñé un
ojo y la vi saltar fuera del escenario felizmente.
Estaba removiéndome en mi asiento
nerviosamente porque casi había acabado, era
casi la hora. Me froté las manos en
los vaqueros, tratando de secarlas.
Honestamente nunca había estado tan
nervioso en toda mi vida.
Después de otros pocos minutos, el
último certificado fue entregado, y la vi
escabulléndose entre la multitud
hacia nosotros. Mientras llegaba a mí, pasó sus
brazos alrededor de mi cuello y me
besó. La levanté de sus pies haciéndola girar en
un pequeño círculo mientras
disfrutaba la sensación de sus labios contra los míos.
Se apartó y rió, estaba tan feliz que
hacía que mi corazón latiese más rápido.
—Enhorabuena —susurré, sonriendo. Me besó de nuevo
y la abracé con más
fuerza. Maldita sea, cinco años y
todavía no podía tener suficiente de ella. Me
aparté del beso, muy consciente de
que su hermanito estaba sentando haciendo
ruidos fuertes de besos y cantando “Rocio y Gaston, sentados en un árbol”.
—Gracias. Estaba preocupada cuando no
te vi, pensé que no podrías llegar. —
Sonrió mientras la ponía de regreso
en sus pies.
Sonreí y le aparté el pelo tras la
oreja.
—No me lo habría perdido por nada en
el mundo —contesté.
Fue abrazada por toda su familia.
Matt, como de costumbre, se aferraba a sus
piernas para que no pudiera moverse.
Adoraba a su hermana mayor, no que lo
culpara, quiero decir, ¿quién no
adoraría a mi Ángel? Habría que estar loco. Me
agaché y lo aparté de ella,
inclinándolo boca abajo en sus piernas, haciéndole reír.
—Así que, ¿qué van a hacer ahora
chicos? ¿Vamos a ir a tomar una copa o algo? —
sugirió Rocio.
¡Oh, mierda!
Todo el mundo me miró. Bien, genial,
añadan más presión, ¡ya estoy malditamente
aterrorizado!
—Um…en
realidad, Ángel,
me preguntaba si podría llevarte a un lugar después.
Tengo algo que mostrarte —respondí, procurando no revelar nada.
Me miró con curiosidad, odiaba las
sorpresas.
—¿Sí? ¿Qué? —preguntó, envolviendo sus brazos a mi
alrededor.
Me incliné y le besé la nariz.
—Vas a tener que esperar y ver —contesté, sonriéndola, sabiendo que
esto
probablemente la estaba matando.
Frunció el ceño y entornó los ojos hacía mí,
haciéndome reír; agarré sus manos
desenredándolas de mi cintura—. ¿Estás lista
para irnos ahora? —pregunté, esperanzado.
Asintió y volvió a mirar a su familia
quienes estaban sonriendo como locos; mi
mamá estaba llorando lágrimas de
felicidad. Bien chicos, ¡bajen el tono! Los miró a
todos un poco confundida, obviamente
preguntándose por qué estaban actuando
así.
—Los veré más tarde entonces. Uno de
ustedes tiene llaves, ¿verdad? —preguntó.
Nicolas le sacudió sus llaves.
—Váyanse. Los veremos más tarde —indicó, asintiendo hacia la salida.
Envolví mi brazo alrededor de su
cintura y caminamos hacia el frente.
—Así que, ¿cómo fue la práctica? —preguntó.
—Um, sí bien —mentí mientras abría la puerta del
coche para ella.
Me besó de nuevo mientras entraba.
Estaba sonriendo, obviamente orgullosa de sí
misma por graduarse. Llamé mientras
me dirigía al asiento del conductor
para decirle que estábamos
marchándonos.
Definitivamente algo estaba pasando.
Le eché un vistazo de nuevo, parecía
nervioso por algo; estaba sentando
muy erguido en su asiento. Este no era el
normal y relajado Gaston que amaba
hasta la muerte. Después de unos veinte
minutos conduciendo y hablando
brevemente sobre el tiempo y mi ceremonia de
graduación, nos detuvimos. Sonrió y
salió.
Bien, ¿dónde demonios estábamos?
Pensé que me llevaría a cenar o algo así. Bajé y
sostuve su mano mientras me conducía
hacia adelante, deteniéndose frente a un
edificio con puertas de cristal. Creo
que solía ser un gimnasio o algo así, pero
parecía como si hubiese sido hecho
recientemente, el exterior había sido pintado
de un bonito color crema y las
ventanas habían sido reemplazadas.
—¿Qué piensas? —preguntó, envolviendo sus brazos a mi
alrededor desde detrás.
¿Pensar sobre qué? ¿Qué me estoy
perdiendo?
—Um, ¿es genial? —Me encogí de hombros, confundida.
Se echó a reír.
—Bien, no tienes ni idea de qué te
estoy hablando, ¿verdad? —bromeó.
—No. Lo siento, chico amante,
¿debería? —pregunté, sonriendo disculpadamente.
—Bueno, ¿ves ese edificio enfrente
tuyo, con las puertas de cristal? —preguntó.
Asentí, todavía un poco desconcertada
con respecto a lo qué se trataba todo
esto—. Es tuyo.
¿Mío? ¿Qué demonios es esto?
Me giré para mirarlo de frente.
—Gaston, no entiendo, cariño. Lo
siento —dije disculpándome. Maldita sea,
estaba
arruinándole sus sorpresa.
Sonrió y pasó los dedos por mi
mejilla suavemente.
—Lo compré para ti. Está
todo hecho en el interior… es un estudio de baile —
explicó.
Oh, condenado Dios, ¡no lo hizo!
Jadeé, mirándole para ver si estaba bromeando.
Me sonrió. No, realmente no estaba
bromeando, hablaba totalmente en serio.
—¡Oh, Dios, Gaston, me estás tomando
el pelo! —chillé mientras me lanzaba hacia él,
envolviendo mis brazos alrededor de
su cuello. Habíamos hablado sobre construir
mi propio estudio pero me convenció
para esperar un año después de mi
graduación, ¡apuesto que era porque
estaba planeando esto! Caray, ¡tengo el novio
perfecto!— ¡Gracias, gracias, gracias! —grité entusiasmadamente.
Me besó suavemente.
—No hay de qué. Vamos, echemos un
vistazo. —Me giró hacia la puerta, sonriendo
felizmente.
Apenas podía contener mi emoción
mientras me entregaba las llaves. Mis manos
temblaban tanto que ni siquiera podía
conseguir introducir la llave en la cerradura,
por lo que tuvo que hacerlo por mí.
Mientras caminábamos por las puertas, ya
estaba llorando. Había un área de
recepción que conducía a dos estudios de danza,
los cuales tenían enormes espejos por
toda una pared y magníficos pisos de
madera, ideales para bailar en ellos.
—¡Oh, Gaston, esto es perfecto! —grité.
Sonrió.
—Hice que alguien viniese y lo
diseñara todo. Pero si hay algo que no te guste,
podemos cambiarlo, ¿de acuerdo? —afirmó, tomando mi mano y empujándome
hacia la puerta—. Vamos a mirar arriba —sugirió, señalando hacia la parte
trasera.
Asentí con la cabeza y salté
entusiasmadamente a su lado. Siempre era tan
malditamente considerado y dulce.
Había sido el mejor novio que nadie podría
pedir durante los últimos cinco años,
mejor de lo que jamás hubiese soñado.
Arriba, había una pequeña sala de
recreo con una mesa de billar y una mesa de
hockey de aire, un bar de zumos y
snacks con mesas. Había incluso vestuarios con
duchas y todo. Me tomó la mano y tiró
de mí hacia la última puerta. Se veía muy
nervioso de nuevo. No estaba
sonriendo ahora.
—¿Estás bien? —pregunté, apretando mi brazo
alrededor de su cintura más
estrechamente. No podía quitar la
sonrisa de mi cara. Lo amaba tanto que era casi
doloroso.
Tragó saliva y asintió, empujando la
puerta. Miré para ver la habitación en
penumbras. Había cientos de pequeñas
velas esparcidas por toda la sala,
haciéndola parpadeante y hermosa, las
velas se reflejaban en la pared de espejos.
Había globos rojos y rosas flotando a
lo largo de cada centímetro del techo y
algunos atados a los respaldos de las
sillas. Había ramos de rosas rojas por todas
partes, pétalos rojos y rosas
esparcidos por todo el suelo de madera. Era hermoso.
Lo miré, sorprendida; él sonrió y me
introdujo en la habitación, cerrando la puerta
detrás de mí. Mientras me llevaba
hasta el centro de la habitación podía sentir a mi
corazón tratando de estallar fuera de
mi pecho. Toda esta situación era tan
romántica que hizo que mi estómago
aleteara y se me pusiera la piel de gallina.
Me besó suavemente antes de
arrodillarse en una pierna frente a mí. Sentí mis ojos
llenándose de lágrimas y resistí el
impulso de gritar sí antes de que me lo pidiera.
Sacó una pequeña caja negra de
anillos, levantando la tapa para revelar un
precioso anillo de diamantes que
debía haberle costado una fortuna.
—Ángel, te he amado desde la primera
vez que puse mis ojos en ti. Sólo has sido
tú. Siempre serás tú. ¿Quieres casarte conmigo? —preguntó, luciendo realmente
nervioso. ¿De verdad creía que diría
que no?
Tragué saliva ruidosamente. Dios,
¿podía incluso hablar?
—Sí —susurré. Esbozó una sonrisa de infarto
y sacó el anillo de la caja, tomando mi
mano y deslizándolo en mi dedo, dónde
encajaba perfectamente.
Se levantó y me agarró, besándome
ferozmente. Sonreí feliz contra sus labios y se
apartó para poner su frente en la
mía.
—Te amo tanto —susurró.
—Yo también te amo. —Esas palabras nunca me habían
parecido tanto. Tres
pequeñas palabras, ¿cómo podrían
posiblemente cubrir todo lo que sentía por este
increíble chico?
—¿Puedo tener el primer baile de su
estudio, futura Sra. dalmau? —preguntó, con
los ojos bailando de emoción.
Sonreí, ¡oh, Dios, amaba el sonido de
ese nombre!
—Por supuesto, futuro marido —contesté. Mi corazón estaba latiendo
demasiado
rápido. Gaston aún tenía el poder de
encender mi cuerpo en fuego con una de sus
sonrisas, incluso después de todo
este tiempo.
Sacó un pequeño mando de su bolsillo
y pulsó algunos botones, haciendo sonar la
música. Jadeé mientras la canción
empezaba. Era nuestra canción. Amazed, por
Boyz II Men, comenzó y me atrajo más
cerca, envolviendo sus brazos a mí
alrededor con fuerza.
¿Podría este chico ser más perfecto?
No podía quitar mis ojos de él mientras
bailábamos. Me abrazó fuertemente,
una mano subiendo hasta mi cuello, sus
dedos enredándose en mi pelo. Mi
respiración salía en pequeños jadeos mientras
absorbía cada centímetro de su
hermoso rostro, la cara de mi prometido. Me
apreté a mí misma más cerca,
sintiendo su increíble cuerpo presionado
fuertemente contra el mío.
Todo en este momento era hermoso y no
quería que terminara nunca.
—Gaston, ¿podrías conseguir ser más
romántico? —Respiré, frotando mi mano sobre
su pecho suavemente mientras nos
balanceábamos lentamente con la canción.
Sonrió.
—Trataré. Pregúntame de nuevo en
cincuenta años —susurró e inclinó su cabeza y
me besó suavemente, robándome el
aliento y haciendo que mi corazón chocara
contra mi pecho.
Sin duda, nadie había sido nunca más
feliz que yo en este momento. Tenía una
familia perfecta, un nuevo estudio de
danza que había sido mi sueño desde
pequeña, y el hombre de mis sueños me
había pedido ser su esposa. La vida no
podría ser mejor que esto;
sinceramente me sentía como la chica más afortunada
del mundo.
Fin

Me ha encantado la historia, te importaría decirme el título original :)
ResponderEliminarame esta novela y la seguire amando!!!.. es todo muy tierno!! quisiera un novio como gaston! jajajaja...
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