Epílogo
—¿Qué te parece tu regalo de aniversario? —le preguntó Rocío a Gastón observándolo expectante.
Llevaba preparando aquel regalo muchos meses y realmente quería que le gustara.
—Sabía que estabas haciendo algo — contestó Gastón emocionado—, pero…
—¿Te gusta, entonces?
—¿Gustarme? Me encanta, Rocío —exclamó Gastón tomándola entre sus brazos y observando los cuadros de su tribu.
Rocío se había despertado pronto aquella mañana y los había distribuido por el salón para darle una sorpresa.
—Yo también tengo un regalo para ti.
—Bueno, yo todavía no he terminado…
—¿Ah, no? ¿Hay más?
—Sí —contestó Rocío mirándose el vientre.
—¿Pero no habíamos dicho que íbamos a esperar?
—Sí —rió Rocío—, pero como la noche de tu cumpleaños no pudiste controlarte…
—Qué maravilla, amor mío. No podría ser más feliz con mis regalos —dijo Gastón besándola emocionado.
—Hablando de regalos, ¿dónde está el mío? —sonrió Rocío.
—Ven —contestó Gastón tomando a su hijo en brazos—. Cierra los ojos y agárrate a mí —le indicó conduciéndola al jardín.
Rocío aspiró al aroma de las rosas, abrió los ojos y vio el precioso jardín que Gastón había mandado hacer para ella. Se trataba de un jardín de inspiración inglesa con unas preciosas rosas de todos los colores.
Entre ellas, una brillaba con luz propia.
—Es una variedad llamada Eternidad —le dijo Gastón—. Te prometo, Rocío, que te voy a querer toda la vida y que mi amor por ti es eterno.
Rocío lo miró entre lágrimas y sonrió.
—El mío por ti también —musitó.

awww me encantoo :)
ResponderEliminar