martes, 21 de enero de 2014

Juguemos a Casarnos... capitulo 3


Porque los quiero mucho y sus comentarios son tan maravillosos hoy le subó un capitulo nuevo!

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¿Un accidente? 


 Maria escuchó como la puerta de la entrada fue azotada fuertemente, supuso que Gastón había llegado por lo que se levantó de inmediato del sillón de la estancia para correr hacia el pasillo de la entrada.

—¿Cómo te fue? —le preguntó sonriente al modelo apenas vio su silueta.

—Tiene novio —contestó entre dientes, Maria podría jurar que lo vio mordiéndose los labios pero cuando fijó su mirada en él su rostro sólo se veía abatido.

—¿Qué? —incluso ella se sentía en shock al escuchar eso.

—Fui un estúpido —murmuró Gastón al momento en que pasó por su lado para ir a descansar su cuerpo en el sillón de la sala, rápidamente la chica lo siguió pero no se sentó a su lado, ni siquiera se acercó a él, sólo permaneció de pie y en silencio hasta que él nuevamente habló—. ¿Cómo fui capaz de imaginar que ella me esperaría durante tres años? ¿Cómo pude ser tan estúpido?

Maria no sabía que decir, se sentía mal por Gastón, demasiado, estaba lastimado y lo último que quería ver era a él lastimado emocionalmente.

—Pero…

—No hay nada que hacer —dijo rendido.

Nuevamente la muchacha se quedó muda, quería decirle algo para ayudarlo pero las palabras parecían escaparse de su mente antes de siquiera empezar a formarse.

—Puedes luchar por ella —dijo finalmente, suspiró mientras se apoyaba sobre su pierna y apartaba su cabello rubio teñido de su rostro—. No digas que no hay nada que hacer. Sé cuanto la quieres así que entonces demuéstralo…

—Tú no la viste, su sonrisa era hermosa cuando leía un mensaje proveniente de su novio —incluso decir esa última palabra le secaba la boca le provocaba un nudo en la garganta. Suspiró—, nunca la había visto sonreír de esa manera. Vine aquí con la intención de recuperarla, de que esta vez hubiera algo verdadero entre nosotros pero si ella es feliz no debo arruinar eso, no debo arruinar su felicidad.

—Pero, Gastón…

—No pensé que esto pasaría así que me tomó por sorpresa, no pude conducir por el shock durante más de una hora pero ahora puedo pensar con un poco de claridad, la amo y no quiero arruinar su felicidad, no lo haré —finalizó con un nudo en la garganta, lo había pensado en todo el camino, había ensayado esas palabras para que Maria no se preocupara mucho por él, sabía que lo haría pero si era capaz de no romperse frente a ella entonces no sé preocuparía tanto.

La rubia suspiró profundo, negándose a creer o entender las palabras de Gastón, lo único que creía era que él la amaba.

—¿Sólo así? —le preguntó—. ¿La dejarás ir así?

—Sí —le contestó, sin embargo no podía verla a los ojos.

Maria apretó sus manos formando delicados puños y sin decir nada más se marchó de esa casa hecha una furia.
Rocio. Ese nombre fue lo único que permanecía en su cabeza. Debía ir a conocerla en persona.

***

Gastón abrió los ojos después de una horrible pesadilla en donde perdía al amor de su vida. Se giró sobre su cama para reconocer en la habitación en donde se encontraba, era la suya, estaba en su casa ¡mierda! no había sido una pesadilla, fue real.
Con sus ánimos arrastrando por el suelo de su habitación se arrastró hasta la ducha en donde intentó relajarse, después de todo era su primer día de clases en esa universidad, así que debía, por lo menos, fingir que estaba prefecto para tomar clases y conocer a nuevas personas.
Salió de la ducha sintiéndose un poco mejor, ajá, y se vistió rápidamente para salir a la universidad, no era tarde pero aun así salió corriendo, no quiso desayunar así que seguramente pasaría a alguna tienda a comprar un café o algo caliente.
Encendió el auto e inmediatamente la calefacción, hacía un frío que amenazaba con congelarle el corazón, por suerte ahora sí se había puesto un abrigo.

Una vez en la carretera se desvió hasta una pequeña tienda de autoservicio que estaba abierta las 24 horas, después de todo eran las 6:20 de la mañana. Pidió un café caliente y un panecillo de canela que estaba recién hecho y nuevamente entró a la carretera, su atención vagaba por las calles mientras conducía lentamente y daba mordidas al pan. Nada había cambiado desde que se marchó de esa ciudad.
Sin apartar su vista del camino intentó tomar el café pero al no verlo lo golpeó y derramó unas gotas del líquido sobre su mano, apartó su vista del camino para sacudir su mano y buscar que no se hubiera derramado más dentro del auto y cuando volvió su vista al camino frenó inmediatamente al ver a una persona cruzando la carretera sin poner atención.
Frenó y aquella muchacha cayó al suelo, su corazón se detuvo mientras desesperadamente intentaba quitarse en cinturón de seguridad para salir del auto, cuando por fin lo logró corrió hacia la muchacha para reconocerla inmediatamente y provocarle un mini infarto al corazón.

Rocio estaba en el suelo, no parecía lastimada pero su rostro era cubierto por su corto cabello y una bufanda amarilla, su respiración estaba agitada y seguramente estaba en shock por el susto.

—¿Rocio? —preguntó Gastón conteniendo el aliento.

Rápidamente levantó su rostro para ver al culpable de su casi atropellamiento.

—Gastón —soltó.

El muchacho sin pensar la envolvió en sus brazos, acercándola a él lo más que le fue posible, ella no hizo ningún movimiento pero el susto ya estaba pasando y esos cálidos brazos estaban ayudando bastante.

—Por favor dime que estás bien —dijo Gastón casi en tono de suplica, si le pasaba algo malo a ella estaba seguro de que moriría.

—Sí —le contestó, escondió su rostro en el pecho del modelo mientras intentaba regular su respiración—. Estoy bien —dijo elevando su voz para que él la escuchara y dejarla de abrazarla tan fuerte—. En serio estoy bien, no me golpeó el auto ni nada, solo me asusté —le explicó pero el parecía no escucharla por lo que se vio obligada a separase un poco de él—. Me estás quebrando la espalda —dijo formando una sonrisa en su rostro.

Un claxon sonó haciéndolos sobresaltar, Gastón levantó la mirada para ver un auto deportivo de color negro, y le hizo una señal de disculpa, tomó a Rocio en sus brazos y rápidamente la metió en el asiento del copiloto de su auto, corrió hasta su lugar y entró al auto para ponerse en marcha.
El joven dentro del auto deportivo sólo negó mientras esperaba que el auto amarillo lustroso frente a él se moviera, al parecer el dueño de ese auto era de esos adolescentes que no prestaba atención y había provocado un accidente. El muchacho le hizo una señal y tomó a una chica en sus brazos, no pudo identificar si la chica estaba inconsciente pero mientras la cargaba para meterla en su auto una tela amarilla se cayó y al parecer no se dieron cuenta ninguno de los dos. En cuestión de segundos el auto amarillo arrancó y se fue rápidamente.

El joven del auto negro salió para levantar aquello que se había caído, cuando se inclinó y tomó el trozo de tela amarillo se le hizo familiar, un frio recorrió su espalda y observó hacia el frente, justo donde al auto amarillo se había marchado a toda velocidad.
Negó rápidamente mientras sus manos temblaban sosteniendo esa bufanda amarilla, sólo para cerciorarse que era una mera coincidencia olió la tela para identificar ese perfume, era el que ella usaba, su novia usaba ese olor a durazno.

¿Rocio se había accidentado?

Entró a toda prisa al auto y arrancó rompiendo los límites de velocidad, necesitaba encontrar ese auto amarillo, ni que fuera tan difícil buscar un auto con semejante color.
Suspiró mientras veía desesperadamente las calles. Él le había avisado a Rocio que pasaría a su casa por ella.

¿Por qué no lo habría esperado?

¿Podría ser sólo una coincidencia?

¿Alguna otra chica que le gustara el amarillo y usara ese mismo perfume?

Entonces detuvo su auto, observó la bufanda en su mano y revisó la orilla de la tela, su novia siempre ponía sus iniciales en prendas como esas. No vio ninguna R, en ninguna parte de la tela. Casi se golpeaba en la cabeza por lo tonto que era. Tomó su celular y marcó el número de su novia, la llamada iba directamente a buzón, se tranquilizó sólo un poco, Rocio siempre se despertaba tarde y al ser un poco más de las 6:20 de la mañana seguramente estaba en la ducha y no había encendido su celular. Intentó creer que eso estaba pasando…

***

—Eso no se ve bien, Rocio —dijo Gastón nervioso mientras veía de reojo las palmas de las manos de la rubia.

—Sólo fue un pequeño raspón —intentó tranquilizarlo.

—Un pequeño raspón que abarca casi todas las palmas de ambas manos —su mandíbula estaba tensa, temía que Rocio le estuviera mintiendo, tal vez sí se había lastimado pero no quería decirle para no preocuparlo, era típico de ella.

—Para que te sientas más seguro de que estoy bien vamos a la enfermería de la universidad —ofreció.

Gastón estuvo de acuerdo.

Permanecieron en silencio en lo que les restaba de camino para llegar a la universidad, era un silencio incómodo, algo que antes no había sucedido entre ellos.
El muchacho estacionó su auto cerca del edificio de artes en el mismo en donde había visto salir a Rocio el día anterior. Suspiró y reposó sus manos sobre el volante. De sus labios salió una pregunta que sorprendió tanto a Rocio como a él mismo.

—¿Cuánto tiempo llevan saliendo? —preguntó.

—En dos semanas cumpliremos 8 meses —contestó la rubia casi aturdida y también sorprendiéndose de contestarle.

Sí antes se habían sentido incómodos esas palabras recién intercambiadas lo había hecho aun más incómodo.
“Llevan mucho tiempo, deberían terminar. Deberías estar conmigo. Yo debería hacerte sonreír de esa manera” pensó Gastón pero no lo dijo, permaneció en silencio con sus manos apretando fuerte el volante.

—Gracias —dijo Rocio mientras Gastón limpiaba las palmas de sus manos delicadamente con un algodón y un poco de alcohol, sentía las manos hormigueando pero decidió echarle la culpa al liquido en lugar de aceptar que se sentía así por sentir las manos del modelo sosteniendo tan delicadamente las suyas.

Después de terminar de limpiarle las manos le aplicó un poco de pomada para protegerlas durante el día, por suerte era la única zona afectada, aparentemente, y no había sido muy grave, sólo unos pequeños raspones.
Rocio sintió un poco de frio al momento en que sus manos fueron dejadas sin la calidez de aquellas fuertes y grandes manos.
Se levantó de la silla y se acomodó su abrigo fue en ese momento en el que sintió que algo le hacía falta, su bufanda.

—¿Pasa algo? —le preguntó Gastón notando cómo tocaba su cuello. ¿Y si se había lastimado?

—Me hace falta mi bufanda —contestó observando el piso de la enfermería.

—Tal vez la dejaste en mi auto —dijo Gastón recordando que después del accidente aun la tenía—. Aun tenemos tiempo ¿Quieres que regresemos?

Sólo asintió.

—No está aquí —dijo Rocio cerrando la puerta del auto—. Tal vez se me cayó y no me di cuenta.

—Lamento la perdida de tu bufanda —la rubia sonrió.

—Era un regalo que Lali me había dado —se encogió de hombros.

—Ya veo —ambos guardaron silencio.

La mañana estaba helada y ellos estaban de pie como tontos al lado de un auto que sobresalía fácilmente por su discreto color amarillo.
Los ojos de Gastón se cerraron intentando retener el impulso de abrazarla y besarla… pero gracias a eso una idea tonta y disparatada le llegó. Sí, podría funcionar, podría.

—Rocio —habló atrayendo la atención de la chica—. Te quiero.

El corazón de la rubia cayó a sus pies y su boca se abrió pero no logró pronunciar ni una palabra, ni siquiera podía respirar.

—No tienes que decirme nada, pero es la verdad, te quiero como algo más que una amiga y aunque nos hayamos separado estos años aun te sigo queriendo y sé que dentro, tal vez demasiado dentro de tu corazón tú sientes algo por mí…

—Tengo novio —dijo interrumpiéndolo.

¡Perfecto! Estaba funcionando.

—Lo sé, pero que tengas novio no significa que lo quieras o que lo ames…

—No es de tu incumbencia —estaba empezando a enojarse.

—Lo sé.

—No digas más “lo sé”

—Bien, entonces déjame besarte —Rocio retrocedió un paso de Gastón—. Sí me dejas besarte sólo esta vez no te molesto —ella iba a hablar pero ni siquiera la dejó—. Sí te beso y tu no me tocas eso significa que no sientes ni sentiste nada por mí, pero si me tocas será lo contario.

—Estás loco…

—No, las emociones se dirigen por sí mismas, sólo tienes que aceptar y ya…

—Bien, bésame. No importa —dijo pero en realidad sus manos temblaban.

Gastón asintió y se acercó a ella para inmediatamente romper la distancia con un beso.

La besó tan profundamente como si necesitara de ella para respirar, con una mano la rodeó por la cintura apegándola a su cuerpo, él nunca dijo que no la podría tocar, y con la otra mano sostuvo su cabeza desde su nuca para profundizar el beso.

Rocio se sentía de gelatina, dios, había extrañado esos labios, esos besos tan cálidos y perfectos, no se había dado cuenta de cuánto los había extrañado hasta ese momento. Quería romper el beso lo más pronto posible pero ninguno de los dos parecía tener suficiente, gimió en la boca de Gastón y él sólo siguió besándola. Ella apretó sus manos en puños para no tocarlo, no debía hacerlo. Nuevamente gimió, no podía más, lo quería tocar, necesitaba poder besarlo como antes lo hicieron, cuando aun eran unos niños…


Se quejó y gimió sin poder resistirse y entonces lo tocó.

4 comentarios:

  1. increible me gusta mucho esta novela

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  2. me gusta mucho genial
    aww que lindos
    sigue plisss me muero de la intriga
    bye besos

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  3. Aww! Moriii! Me encanta! :D Yo quiero que Rochi que este celosa! ahq'? jjaajaj Bueno! Gracias por tus hermosos cap. y por subirlos! Esta BUENISIMA esta novela! Es la mejor! :) Espero el proximo cap.
    Ahh y tambien anda preparando la 3 temporada! ah! jajjajjaja Beso!

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  4. aww ame el capitulo en especiial a partir de que le dijo q la queria y la parte del beso awww!! se tienen q decir lo q se sienten ya!! y q rochi deje al novio y vulva con gas pero esta vez en serio!!! seguila AMO ESTA NOVE!!

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