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Gaston
Cuatro días. La observé durante cuatro días. ¿Qué tipo de
acosador me hizo? Es decir, ella tenía la ropa más fea que jamás
había visto.
Era tan pequeña, que prácticamente nadaba en ella, y lo siento,
pero hay una razón por la que los chicos no comprenderán las botas
¡Puf!. No le daban ninguna forma a sus piernas, y no podía
averiguar
si eran bonitas o no tenía tobillos, y luego me molestó que
estuviera
pensando en piernas en primer lugar.
Desde el martes, cuando corrí a la tienda de la competencia y
traté
de encontrar cualquier excusa para hablar con ella, había estado
de
mal humor. No el mal humor que solo te deja cuando caes dormido
en la noche.
No, el tipo de mal humor que me tenía comiendo tantos caramelos
que estaba convencido de que iba a tener diez caries para el final
del año.
Sacudí la cubeta, pero mi corazón no estaba en ella, no es que
alguna vez hubiera estado realmente en ella, pero aun así. Me
sentía
apagado. Claramente, necesitaba otro pasatiempo, o amigos, o
algo así, porque mi comportamiento era casi de una especie de
acosador. Ayer incluso había ido a la tienda de caramelos de sus
padres y preguntado sobre su horario.
Juro que su madre casi se desmaya.
Cuando ella se presentó, casi parecía demasiado ansiosa por poner
a su hija en mis garras, que en realidad debería haber sido mi
primera
pista de que algo estaba mal. Quiero decir, a menos que ellos
vivieran bajo una roca, sabían exactamente de qué iba yo. Estrella
de rock estropeada que casi se mató en un accidente, turbulento
pasado, mujeriego del siglo, bla, bla, bla.
Había puesto mi mejor sonrisa, con cuidado de no dar a su madre un
derrame cerebral, y le pregunté acerca de Rochi.
Todo lo que descubrí fue lo que ya sabía. Trabajaba cada jodido
día,
igual que yo, lo que solo reforzaba la conclusión a la que había
llegado antes.
Era solitaria.
Le pregunté a su mamá sobre sus amigos.
Una vez más, sí, estoy muy consciente de lo espeluznante que
estaba
siendo, pero tenía a Camilo, eso era todo. Estaba desesperado por
algún tipo de compañía, incluso si dicha compañía quería
apuñalarme en el ojo.
Después de no ser convincente en absoluto, descubrí que Rochi
tenía los sábados libres y que no solía salir con amigos.
Yo podría ser su amigo.
Idiota. Tal vez así es como debería empezar la conversación:
Hola, Rochi, te he
estado observando durante los últimos cuatro días.
Tienes una cara
bonita, aunque tu ropa apesta. ¿Quieres pasar el
rato? Ah, y por
cierto, estoy tan aburrido y encadenado por no
poder drogarme, si
dices que no, simplemente podría matarme.
Prometedor.
Claramente, había estado fuera del juego por mucho tiempo. Ni
siquiera podía recordar cómo hablar con una persona normal.
Le di una patada al suelo y miré a través de la calle de nuevo.
El día siguiente era sábado. Mañana iba a perseguir a la primera
chica que había perseguido desde Eugenia.
Y mira lo bien que resultó eso.
La familiar punzada de rechazo me golpeó de lleno en el pecho.
¿Por qué estaba siquiera poniéndome por ahí cuando, literalmente,
no tenía nada que ofrecer más que equipaje?
Infiernos si lo supiera, pero carajo si todavía no quería
intentarlo.

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