CAPÍTULO DOS
Estallido
— ¿Qué estás haciendo?— preguntó Peter. Estaba en el medio
de la habitación con un par
de zapatillas de deporte en una mano y un par de ropa
interior sucia en la otra.
— ¿Uh, la limpieza?—le pregunté, metiendo vasos en el
lavavajillas.
— Ya lo veo. Pero. . . ¿por qué?
Sonreí, mi espalda se dirigió a Peter. Él iba a patearme
el culo.
— Estoy esperando una invitada
— ¿Y?
— La pajarita
— ¿Eh?
·
— Rochi, peter
. Invité a Rochi
— Amigo, no. ¡No! No jodas esto para mí, hombre. Por
favor, no lo hagas.
Me volví, cruzando los brazos sobre el pecho.
·
—Lo intenté, peter
. Lo hice. Pero, no lo sé—me encogí de hombros. —Hay algo
en ella. No lo
puedo evitar.
La mandíbula de Peter se tensó y luego se marchó a su
habitación, estampando la puerta
tras de sí.
Terminé de cargar el lavavajillas y, a continuación, me
dirigí al sofá para asegurarme de que
no había dejado ninguna envoltura de condón vacía. Eso
nunca era fácil de explicar.
El hecho de que yo me había tirado a una buena parte de
hermosas alumnas de la escuela no
era un secreto, pero no veía una razón para recordárselos
cuando llegaban a mi
apartamento. Se trataba de una simple presentación.
Con Pajarita, en cambio, haría falta mucho más que una
publicidad engañosa para tirármela
en mi sofá. En este punto, la estrategia era que la
llevara de un paso a la vez. Si me concentro
en el resultado final, el proceso podría ser fácilmente
jodido. Ella se daba cuenta de las cosas.
Estaba más lejos de la inocencia que yo, años luz más que
yo. Esta operación no era más que
precaria.
Yo estaba en mi dormitorio sacando la ropa sucia cuando oí
que se abría la puerta principal.
Peter usualmente esperaba a escuchar el auto de Lali
estacionando para poder
recibirla en la puerta.
Pollerudo.
Murmuraban, y después el cierre de la puerta de Peter fue
mi señal. Entré en la sala, y allí
estaba sentada: con anteojos, el pelo todo amontonado en
la parte superior de su cabeza, y
lo que podrían ser pijamas. No me habría sorprendido si lo
hubiera tomado de su ropa sucia.
Era tan difícil no reventar en carcajadas. Ni una sola vez
había tenido a una mujer en mi
apartamento vestida así. Mi puerta había visto faldas de
mezclilla, vestidos, incluso un
vestidos transparentes de tubo sobre un bikini. Un puñado
de veces, cubiertas de maquillaje
y loción de brillos. Nunca pijamas.
Su aspecto inmediatamente me explicó por qué había
accedido así de fácil a venir. Ella iba a
tratar de darme asco para que la dejara en paz. Si ella no
luciera tan sexy así, podría haber
funcionado, pero a pesar de sus esfuerzos por lucir mal su
piel era impecable, y la falta de
maquillaje y los marcos de sus anteojos hacían resaltar el
color de sus ojos todavía más.
—Ya era hora de que aparecieras—dije, cayendo sobre el
sofá.
Al principio parecía orgullosa de su idea, pero mientras
hablábamos y yo permanecía
inmutable, era evidente que se dio cuenta de que su plan
había fracasado. Cuanto menos ella
sonreía, más tenia yo que contenerme para sonreír de oreja
a oreja. Era tan divertida, que
yo no podía superarlo.
Peter y Lali se unieron a nosotros diez minutos más tarde.
Rochi estaba nerviosa, y yo
estaba malditamente cerca de un mareo. Nuestra
conversación fue de su duda sobre que yo
pudiera escribir un trabajo sencillo hasta su curiosidad
por mi inclinación por la lucha. Me
gustaba hablar con ella acerca de cosas normales. Era
preferible eso a la incómoda tarea de
pedirle que se fuera luego de que me la tirara. Ella no me
entendía, y yo como que quería
que lo hiciera, incluso aunque parezca que la molesto.
— ¿Qué eres, el Karate Kid? ¿Dónde aprendiste a luchar?
Peter y Lali parecían avergonzarse de Rochi. No sabia
porque si yo estaba seguro
como el infierno de que no me importaba. El hecho de que
yo no hablara mucho de mi
infancia no significaba que estuviera avergonzado por
ello.
—Tuve un padre con problemas con la bebida y mal
temperamento, y cuatro hermanos
mayores que llevaban el gen del imbécil
—Oh— dijo simplemente. Sus mejillas se pusieron rojas, y
en ese momento, sentí una
punzada en el pecho. No estaba seguro de lo que era, pero
me molestó.
—No te avergüences, pajarita. Papá dejó de beber. Y mis
hermanos maduraron
—No estoy avergonzada— su lenguaje corporal no concordaba
con sus palabras. Luché para
pensar en algo para cambiar de tema, y entonces su sexy y
desaliñada imagen llego a mi
mente. Su vergüenza fue remplazada inmediatamente por la
irritación, algo que era mucho
más cómodo.
Lali propuso ver un poco de televisión. La última cosa que
yo quería hacer era estar en
una habitación con Rochi incapaz de hablar con ella. Me
puse de pie.
— ¿Tienes hambre, Pajarita?
—Yo ya comí
Las cejas de Lali se alzaron
— No, no lo has hecho. Oh. . . em. . . ¡ah, si! Me olvidé.
Comiste una. . . ¿pizza? Antes de irnos
Rochi se sintió avergonzada de nuevo, pero su enojo
rápidamente lo cubrió. Aprender su
patrón emocional no costó mucho tiempo.
Abrí la puerta, tratando de mantener mi voz casual. Nunca
había estado tan ansioso por estar
a solas con una chica, sobre todo para no tener sexo con
ella.
—Vamos. Tienes que tener hambre.
Sus hombros se relajaron un poco.
— ¿A dónde vamos?
— Donde quieras. Podemos alcanzar un lugar de pizza—me
encogí internamente. Eso podría
haber sido demasiado impaciente. Ella miró sus pantalones
de chándal.
—No estoy vestida para eso.
Ella no tenía idea de lo hermosa que estaba. Eso la hizo
aún más atractiva.
— Te ves muy bien. Vamos, estoy muriendo de hambre.
Una vez que estuvo en la parte de atrás de mi Harley, por
fin pude pensar con claridad otra
vez. Mis pensamientos eran por lo general más relajados en
mi motocicleta. Las piernas de
Rochi a mis costados tenían mis caderas en una tenaza,
pero eso fue extrañamente relajante,
también. Casi un alivio.
Esta extraña sensación que sentía a su alrededor me
desorientaba. No me gustaba, pero por
otra parte me recordaba que ella estaba cerca, así que era
tan reconfortante como
inquietante. Decidí juntar mi mierda. Rochi podría ser una
pajarita, pero no era más que una
maldita chica. No hay necesidad de poner en mis boxers en
un montón.
Además, había algo debajo de la fachada de chica buena. Me
odiaba a la vista, ya que había
sufrido por alguien como yo antes. Aunque de ninguna
manera ella era un puta. Ni siquiera
una puta reformada. A esas podría detectarlas una milla de
distancia. Mi cara de juego se
fundió lentamente. Por fin había encontrado a una chica
que era lo suficientemente
interesante para conocer, y una versión de mí ya le había
hecho daño.
A pesar de que nos acabábamos de conocer, el pensamiento
de algún imbécil dañando a
pajarita me enfurecía. El pensamiento que Rochi me
asociara con alguien que podía
lastimarla me ponia aún peor. Aceleré mientras llegábamos
al Pizza Shack. Ese viaje no fue lo
suficiente largo para resolver el puto rompecabezas en mi
mente.
Ni siquiera estaba pensando en mi velocidad, por lo que
cuando Rochi saltó de la moto y
empezó a gritarme, no podía dejar de reír.
— Estaba sobre el límite de velocidad
— Sí, ¡Si hubiéramos estado en la autopista!—deshizo el
rodete salvaje que tenia en la
cabeza, y entonces cepillo su cabello largo con los dedos.
No podía dejar de mirarla mientras ella envolvió y ató de
nuevo. Me imaginaba que así luciría
por la mañana, y luego tuve que pensar en los primeros
diez minutos de Salvando al soldado
Ryan para evitar que mi miembro se endurezca. Sangre. Gritos. Intestinos visibles. Granadas.
Disparos. Más sangre.
Sostuve la puerta abierta.
— No dejaría que nada te sucediera, pajarita
Ella furiosamente se adelantó hacia el restaurante,
haciendo caso omiso de mi gesto. Fue
una maldita lástima, ella era la primera chica a la que
había querido abrirle la puerta. Había
estado esperando ese momento, y ella ni siquiera se dio
cuenta.
Después de seguir al interior, me dirigí a la cabina de la
esquina que por lo general ocupaba.
El equipo de fútbol estaba sentado en varias mesas
juntadas en el centro de la habitación.
Ellos ya estaban aullando que yo había aparecido con una
cita, apreté los dientes. No quería
que Rochi lo oyera.
Por primera vez, me encontré avergonzado por mi
comportamiento. Pero no duró mucho.
Ver a Rochi sentada en frente toda irritable y molesta, me
animo en seguida.
Rochi se sentó en la mesa, irritable y molesta, me animó
enseguida.
Pedí dos cervezas. La mirada de disgusto en el rostro de Rochi
me tomó por sorpresa. La
camarera fue descaradamente coquetea conmigo, y Rochi no
estaba feliz. Al parecer, podría
enojarla sin siquiera intentarlo.
— ¿Vienes aquí a menudo?—espetó, mirando a la camarera.
Diablos, sí. Estaba celosa. Espera. Tal vez la forma en
que era tratado por las mujeres era un
desvío. Eso no me sorprende, tampoco. Esta chica me hace
dar vueltas la cabeza.
Me incliné sobre la mesa con los codos, negándome a dejar
que ella viera lo que me
provocaba.
— ¿Y cuál es su historia, Pajarita? ¿Odias a los hombres
en general, o sólo me odias a mí?
— Creo que es solo a ti
Me tuve que reír.
— No puedo entenderte. Eres la primera chica que ha estado
disgustada conmigo antes de
tener sexo. No te pones nerviosa cuando me hablas, y no
tratas de llamar mi atención.
— No es ninguna táctica. Simplemente no me agradas
Ouch. Golpe bajo
— No estarías aquí si no te agradara
Mi persistencia dio sus frutos. Su ceño se suavizo, y la
piel alrededor de sus ojos se relajó.
— Yo no he dicho que eres una mala persona. Es sólo que no
me gusta ser una conclusión
inevitable por el solo hecho de tener una vagina.
Fuera lo que fuera que se había apoderado de mí, no pude
contenerlo. Contener mi risa fue
en vano, por lo que me eché a reír. Después de todo ella
no creía que yo era un idiota,
simplemente no le gustaba mi acercamiento. Fácilmente
corregible. Una oleada de alivio me
cubrió y me reí más fuerte de lo que me había reído en
años. Tal vez nunca.
— ¡Oh, Dios mío! ¡Me estás matando! Eso es todo. Tenemos
que ser amigos. No voy a
aceptar un no por respuesta.
—No me importa ser amigos, pero eso no significa que
vallas a tratar de meterte en mis
bragas cada cinco minutos
—No vas a acostarte conmigo. Lo entiendo
Eso era. Ella sonrió, y en ese momento, un nuevo mundo de
posibilidades apareció. Mi
cerebro saltó entre canales con pornografía de Pajarita, y
entonces todo el sistema se
bloqueó y un infomercial sobre la nobleza y no querer
arruinar esta amistad rara que sólo
había empezado apareció en su lugar.
Le devolví la sonrisa.
—Te doy mi palabra. Ni siquiera voy a pensar en tus
bragas. . . a menos que quieras que lo
haga
Apoyó sus pequeños codos en la mesa y se inclinó sobre
ellos. Por supuesto, mis ojos fueron
directamente a sus tetas, y la forma en que ahora se
presionaban contra el borde de la mesa.
— Y eso no va a suceder, así que podamos ser amigos.
Desafío aceptado.
— ¿Cuál es tu historia? —Preguntó Rochi. —¿Siempre has
sido Gaston “perro”
Dalmau, o
es sólo desde que llegaste aquí?
Ella usó dos dedos en cada mano, como comillas cuando dijo
ese espantoso maldito apodo.
Me encogí.
— Adam comenzó a llamarme así después de mi primera pelea—
odiaba ese nombre, pero
se quedó y a todos los demás parecía gustarle, así que
Adam me siguió llamando así.
Después de un silencio incómodo, Rochi finalmente habló.
— ¿Eso es todo? ¿No vas a decirme algo acerca de ti?
A ella no parecía importarle el apodo, o sólo aceptó la
historia de fondo. Nunca sabía cuando
iba a ofenderse y enloquecer, o cuando sería racional y
mantendría la calma. Santo infierno,
yo no podía conseguir bastante de Pajarita.
— ¿Qué quieres saber?
Rochi se encogió de hombros.
— Las cosas comunes. De dónde eres, qué quieres ser cuando
seas grande. . . ese tipo de
cosas.
Yo estaba teniendo que trabajar para mantener la tensión
en mis hombros. Hablar de mí,
sobre todo de mi pasado, estaba fuera de mi zona de
confort. Le di algunas respuestas vagas
y lo dejé así, pero entonces oí a uno de los jugadores de
fútbol haciendo un ruido. No me
habría molestado casi tanto pero temía el momento en que Rochi
se diera cuenta de lo que
se estaban riendo. Bueno, eso era una mentira. Eso me
habría enfadado si estaba allí o no.
Ella seguía queriendo saber sobre mi familia y mi carrera,
y yo estaba tratando de no saltar de
mi asiento y sacar a todos en una estampida de un solo hombre.
Como mi ira comenzó a
hervir, concentrarme en la conversación se hizo más
difícil.
— ¿De qué se ríen?—Preguntó finalmente, haciendo un gesto
hacia la mesa ruidosa. Negué
con la cabeza.
—Dime— insistió.
Mis labios apretados en una fina línea. Si ella se va,
probablemente nunca tendría otra
oportunidad, y esas maricas tendrían algo más de que
reírse.
Ella me miró con expectación.
A la mierda.
—Se están riendo de mí por traerte a cenar, en primer
lugar. No es por lo general. . . lo mío.
— ¿En primer lugar?
Cuando cayó en cuentas, su rostro se congeló. Estaba
mortificada por estar allí conmigo. Hice
una mueca, esperando a que desatara la furia.
Sus hombros cayeron.
— Tenía miedo de que se rieran de ti por ser visto conmigo
vestida así, y crean que iba a
dormir contigo— se quejó.
Espera… ¿Qué?
— ¿Por qué no podría ser visto contigo?
Rochi se sonrojo, y miró a la mesa.
— ¿De qué estábamos hablando?
Suspiré. Ella estaba preocupada por mí. Ella pensó que se
reían de la forma en que vestía. La
Pajarita no era tan maldita, después de todo. Me decidí a
hacer otra pregunta antes de que
pudiera reconsiderarlo.
— ¿Cuál es tu especialidad?
— Oh, eh, educación general, por ahora. Todavía estoy
indecisa, pero me estoy inclinando
hacia la contabilidad.
— Tú no eres local. Debes ser una trasplantada.
—Igual que Lali.
— ¿Cómo terminaste aquí?
— Sólo teníamos que huir
— ¿De qué?
— Mis padres
Ella estuvo corriendo. Tenía la sensación de que el
cárdigan y las perlas que llevaba la noche
que nos conocimos eran una fachada. ¿Pero, para ocultar
que? Ella se molestó bastante
rápido con las preguntas personales, pero antes de que
pudiera cambiar el tema, Kyle del
equipo de futbol, lanzo un eructo sonoro.
Asentí con la cabeza.
— Entonces, ¿por qué aquí?
Rochi espetó algo. Me perdí lo que fuera que sea. Las
risitas y los comentarios del equipo de
fútbol ahogaron sus palabras.
—Amigo, se supone que debes conseguir una bolsa para
perros, no embolsarte al perrito.
Ya no podía aguantar más. No eran sólo eran irrespetuosos
conmigo, si no que le estaban
faltando al respeto a la propia Rochi. Me levanté y di
unos pasos, y empezaron a empujarse
uno al otro por la puerta, tropezando y tropezando entre
una docena de pares de pies.
Los ojos de Rochi penetraron la parte posterior de mi
cabeza, trayéndome de nuevo a mis
sentidos, y me senté de nuevo. Ella levantó una ceja, y de
inmediato mi frustración e ira se
desvanecieron.
— Ibas a decir por qué elegiste esta escuela— le dije.
Pretender que la escena con el equipo
de futbol no sucedió era probablemente la mejor manera de
continuar.
— Es difícil de explicar— dijo, encogiéndose de hombros.
—Supongo que se sentía correcto
Si había una frase para explicar lo que sentía en ese
momento, era esa. Yo no sabía qué
diablos estaba haciendo o por qué, pero algo acerca de
estar sentado frente a ella me daba
una extraña sensación de la calma. Incluso en medio de la
furia.
Sonreí y abrí mi menú.
–Sé a lo que te refieres.

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