CAPITULO 3
Caballero Blanco
Peter estaba en la puerta como un idiota enfermo de amor,
saludando a Lali cuando
ella se retiró de la playa de estacionamiento. Cerró la
puerta y se desplomó en el sillón con la
sonrisa más ridícula en su rostro.
— Eres tonto— le dije.
— ¿Yo? Tú deberías haberte visto. Rochi no podía salir de
allí lo suficientemente rápido.
Fruncí el ceño. Rochi no parecía con prisa para mí, pero
ahora que Peter lo mencionaba,
me acordé de que había estado bastante callada cuando
llegamos.
— ¿Eso crees?
Peter rió, se extendió en la silla y tiro del reposapiés
hacia arriba.
— Ella te odia. Ríndete
— Ella no me odia. Acerté con la cita para cenar.
Las cejas de Peter se dispararon.
— ¿Una cita, Gaston? ¿Qué estás haciendo? Porque si esto
es sólo un juego para ti y jodes esto
para mí, voy a matarte mientras duermes.
Me quedé en el sofá y cogí el mando a distancia.
—No sé lo que estoy haciendo, pero yo no voy a hacer
“eso”.
Peter pereció confundido. Pero no iba a dejarle ver que
estaba tan desconcertado como él.
— No estoy bromeando— dijo, con los ojos fijos en la
pantalla del televisor— Voy a sofocarte
mientras duermas.
— Te he oído— le espeté. Todo el revoltijo de sentimientos
me estaba molestando, y encima
tenia a Pepe Le Pew allí amenazándome de muerte. Peter con
un enamoramiento era
pesado. Peter enamorado era casi intolerable.
— ¿Recuerdas a Anya?
— No es así— dijo Peter, exasperado —Es diferente con lali.
Ella es la elegida
— ¿Y sabes eso después de un par de meses? — le pregunté,
dudoso.
—Lo supe en cuanto la vi
Sacudí mi cabeza. Lo odiaba cuando era así. Unicornios y
mariposas volando desde su culo y
corazones flotando en el aire. Él siempre terminaba con el
corazón roto, y luego yo era quien
tenia que asegurarme de que no bebiera hasta la muerte
durante seis meses. Sin embargo a
Lali parecía gustarle, también.
Lo que sea. Ninguna mujer podía hacerme daño y convertirme
en un baboso borracho por su
partida. Si no se queda alrededor, entonces no valían la
pena, de todos modos..
Peter se levantó y se estiró, y luego se encaminó hacia su
habitación.
— Estás lleno de mierda peter
— ¿Cómo lo sabes?—preguntó.
Estaba en lo cierto. Nunca había estado enamorado, pero no
me podía imaginar que me
cambiara tanto.
Decidí retirarme, también. Me desnudé y me recosté en el
colchón en una rabieta. Al
segundo en que mi cabeza toca la almohada, pensé en Rochi.
Nuestra conversación
reproducida textualmente en mi mente. Algunas veces mostró
un destello de interés. Ella no
me aborrece completamente, y eso ayudaba a relajarme. No
estaba exactamente
disculpándome por mi reputación, pero ella no esperaba lo
contrario. Las mujeres no me
ponen nervioso. Rochi me hizo sentir distraído y
concentrado al mismo tiempo. Agitado y
relajado. Enojado y medio mareado. Nunca me había sentido
tan en desacuerdo conmigo
mismo. Algo sobre esa sensación me hizo querer estar cerca
de ella una vez más.
Después de dos horas de mirar el techo, preguntándome si
volvería a verla al día siguiente,
decidí levantarme y buscar la botella de Jack Daniel que
guardaba en la cocina.
Los vidrios estaban limpios en el lavavajillas, así que
saque uno y lo llené hasta el borde.
Después de tragármelo, me serví otro. Tragué hacia atrás,
dejé el vaso en el fregadero, y di la
vuelta. Peter estaba de pie en su puerta con una mueca en
el rostro.
—Y así comienza.
— El día que apareciste en nuestro árbol genealógico,
quise cortarlo.
Peter rio una vez y cerró la puerta.
Caminé hasta mi habitación, enojado por no poder
discutirle.
La clase de la mañana tardo una eternidad, y yo estaba
disgustado conmigo mismo, porque
todo lo que quería era salir corriendo a la cafetería. Sin
siquiera saber si Rochi estaría allí.
Sin embargo, allí estaba.
Brasil estaba sentado directamente frente a ella,
charlando con Peter. Una sonrisa
apareció en mi cara, y luego suspiré, aliviado y resignado
al hecho de que era un tonto.
La señora del almuerzo me llenó la bandeja con Dios sabe
qué, y luego me acerqué a la mesa,
parándome directamente frente a Rochi.
—Estás sentado en mi silla, Brasil
— Oh, ¿Es una de tus chicas, Gaston?— Rochi sacudió la
cabeza.
—Por supuesto que no.
Esperé, y luego Brasil accedió, teniendo su bandeja hacia
una silla vacía en el extremo de la
larga mesa.
— ¿Qué pasa, Pajarita?—le pregunté, esperando a que
arrojara su veneno en mi dirección.
Para mi gran sorpresa, no mostró signos de rabia.
— ¿Qué es eso?—ella se quedó mirando mi bandeja.
Bajé la vista hacia el brebaje humeante. Ella estaba
intentando iniciar una conversación. Otra
buena señal.
—Las señoras de la cafetería me asustan. Yo no voy a
criticar sus habilidades en la cocina.
Rochi me vio hurgar con mi tenedor buscando algo
comestible y, a continuación, pareció
distraerse con los murmullos a nuestro alrededor. Por
supuesto, era nuevo para mis
compañeros el verme hacer un alboroto por sentarme frente
a alguien. Yo todavía no estaba
seguro de por qué lo había hecho.
—Ugh. . . el examen de biología es después del almuerzo— Lali
se quejó.
— ¿Estudiaste?— preguntó Rochi.
La nariz de Lali se arrugó.
— Dios, no. Pasé la noche intentando tranquilizar a mi
novio que no vas a acostarte con
Gaston.
Peter inmediatamente encogió ante la mención dela
conversación de la noche anterior.
Los jugadores de fútbol sentados en el extremo de nuestra
mesa se calmaron para escuchar
nuestra conversación, y Rochi se hundió en su asiento,
lanzando una mirada a Lali.
Ella estaba avergonzada. Por alguna razón, se sintió
mortificado por toda la atención.
Lali ignoró a Rochi y le dio un codazo a Peter, pero el
ceño fruncido de Peter no se
desvaneció.
—Jesús, peter. Lo tienes tan mal, ¿eh? —lancé un paquete
de salsa de tomate hacia él,
tratando de aligerarle su estado de ánimo. Los estudiantes
de los alrededores volvieron su
atención a Peter y Lali, esperando algo de qué hablar.
Peter no respondió, pero los ojos grises de Rochi se
giraron hacia mí mientras sus labios
dibujaban una pequeña sonrisa. Estaba de buena racha hoy.
No me podía odiar aunque lo
intentara. No sé por qué estaba tan preocupado. No era
como que yo quería salir con ella ni
nada. Ella más bien era como un perfecto experimento
platónico. Era básicamente una
buena chica aunque un poco enojona, y no me necesitaba
para joderle su plan de estudios de
cinco años. Si ella tenía uno.
Lali frotó la espalda de Peter.
— Va a estar bien. Solo le va tomar un poco de tiempo
darse cuenta que Rochi es resistente a
sus encantos
— No he tratado de seducirla— le dije. Justo cuando
comenzaba a avanzar, Lali
intentaba hundir mi barco. —Ella es mi amiga.
Rochi miró a Peter.
—Te lo dije. No tienes nada de qué preocuparte.
Peter se encontró con los ojos de Rochi, y luego su
expresión se suavizó. Crisis evitada.
Rochi salvó el día.
Esperé un minuto, tratando de pensar en algo que decir.
Quería preguntarle Rochi si vendría
después, pero sería tonto tras el comentario de Lali. Una
brillante idea me vino a la
cabeza, y yo no lo dude.
— ¿Estudiaste?
Rochi frunció el ceño.
— Ninguna cantidad de estudio me va a ayudar con biología.
Es algo que no me entra en la
cabeza
Me puse de pie, haciendo un gesto hacia la puerta.
— Vamos.
— ¿Qué?
— Vamos por tus apuntes. Voy a ayudarte a estudiar.
— Gaston. No.
— Mueve el trasero, Pajarita. Vas a hacer esa prueba, y la
harás bien.
Los tres segundos siguientes podrían haber sido los más
largos de mi vida. Rochi finalmente
se levantó. Pasó a Lali y tiró de su cabello.
— Nos vemos en clase, lali—ella sonrió.
—Te guardaré un asiento. Voy a necesitar toda la ayuda que
pueda conseguir.
Sostuve la puerta para ella cuando salimos de la
cafetería, pero ella no parecía darse cuenta.
Una vez más, me encontré completamente decepcionado.
Metiendo las manos en los bolsillos, seguí el ritmo de
ella durante el corto
y luego observé mientras ella se enredaba con la llave de
su puerta.
Rochi finalmente abrió la puerta, y luego se echó el libro
de biología y se dirigió a la cama. Se
sentó y cruzó las piernas y caí sobre el colchón,
observando lo rígido e incómodo que era. No
es de extrañar que todas las chicas de esta escuela
estuvieran siempre de mal humor. No
podían conseguir una buena noche de descanso en estos
colchones malditos. Jesús.
Rochi se volvió hacia la página correcta de su libro de texto,
y comenzamos trabajar.
Repasamos los puntos clave del capítulo. Era un poco
agradable ver como ella me miraba
mientras yo hablaba. Casi como si estuviera colgada de
cada palabra, y sorprendida de que
yo supiera leer. Un par de veces me di cuenta por su
expresión que no me entendía, así que
volvía sobre eso, y luego sus ojos se aclaraban. Empecé a
trabajar duro para la mirada con las
luces encendidas después de eso.
Antes de darme cuenta, ya era hora de que ella fuera a su
clase. Suspiré, y luego la golpee
juguetonamente en la cabeza con la guía de estudio.
— Toma esto. Aprende esta guía de estudio hacia atrás y
hacia adelante.
— Bueno. . . ya veremos.
—Te acompañaré a tu clase y te hare unas preguntas en el
camino—. Esperé un rechazo
cortés, pero ella me ofreció una pequeña sonrisa.
Entramos en la sala, y ella suspiró.
— No te vas a cabrear si suspendo este examen, ¿verdad?
¿Le preocupaba si yo iba a estar enojado con ella? No
estaba seguro de lo que debía pensar
al respecto, pero se sentía jodidamente increíble.
— No vas a reprobar, Pajarita. Aunque deberíamos empezar
mas temprano para la próxima—
le dije, caminando con ella al edificio de ciencias. Le
hice una pregunta tras otra. Respondió a
la mayoría de inmediato, con algunas preguntas titubeo,
pero al final acertó en todas.
Llegamos a la puerta de su salón de clases, y pude ver el
agradecimiento en su cara. Pero ella
era demasiado orgullosa como para admitirlo.
— Patéale el culo a ese examen— Le dije, sin saber qué más
decir.
Parker pasó y me saludo moviendo la cabeza.
— ¡Hola, Gas!
Odiaba a ese imbécil de mierda.
—Parker— le respondí, asintiendo con la cabeza hacia
atrás.
Parker era uno de esos tipos que le gustaba seguirme y
usar su condición de caballero blanco
para echar un polvo. A él le gustaba referirse a mí como
un mujeriego, pero la verdad era que
Parker era igual solo que jugaba un juego más sofisticado.
Él no era honesto con de sus
conquistas. Fingía que le importaban y luego las desechaba
sin más.
Una noche, en nuestro primer año, lleve a Janet a mi
apartamento. Parker estaba
tratando de tener suerte con su amiga. Nos fuimos por
caminos separados desde el club, y
después de que me la tire sin pretender una relación
posterior, llamó a su amiga toda
cabreada para que venga a buscarla. La amiga estaba
todavía con Parker, así que él termino
llevando a Janet a su casa.
Después de eso, Parker tuvo una nueva historia que contar
sus conquistas. Con cualquier
chica que yo me tiraba, él iba en busca de mis sobras
contando la vez que tuvo que rescatar a
Janet.
Lo toleraba, pero sólo a duras penas.
Los ojos de Parker se posaron en Pajarita y de inmediato
se iluminaron.
— Hola, Rochi
Yo no entendía por qué Parker insistía tanto en ver si
podía agarrar a las mismas chicas que
yo, él había tenido clase con ella durante varias semanas
y recién ahora muestra interés.
Sabiendo que era solo porque la vio hablando conmigo, casi
me volvió una furia.
—Hola— dijo Rochi, tomada con la guardia baja. Ella
claramente no sabía por qué de pronto
estaba hablando con ella. Su rosto lo demostraba. — ¿Quién
es?— Me preguntó.
Me encogí de hombros casualmente, pero quería atravesar la
habitación y patearle el trasero
al bobo.
—Parker—dije. Su nombre me dejó un mal sabor de boca. —Es
uno de mis hermanos
Sig Tau—. Eso dejó un mal sabor de boca, también. Tenía
hermanos, tanto de la fraternidad
como de sangre. Parker se sentía como ninguno. Más como un
enemigo que se mantenía lo
suficientemente cerca para mantener un ojo por encima mio.
— ¿Estás en una fraternidad?—preguntó ella, arrugando su
pequeña nariz.
— "Sigma Tau”, al igual que peter, pensé que ya lo
sabías.
—Bueno. . . no pareces. . . del tipo de fraternidad— dijo,
mirando los tatuajes en mis
antebrazos. El hecho de que los ojos de Rochi me
estuvieran registrando de inmediato me
puso de buen humor.
— Mi papá es un graduado, y mis hermanos son todos Sig
Tau. Es una cosa de familia.
— ¿Y ellos esperan que tú los sigas?—preguntó ella,
escéptica.
— En realidad no. Solo son chicos buenos— dije, moviendo
sus papeles. Y se lo entregué— Es
mejor que entres a clase.
Me mostró esa sonrisa perfecta.
—Gracias por ayudarme— Ella me dio un golpecito con su
brazo, y yo no podía dejar de
sonreír.
Entró en el salón y se sentó junto a Lali. Parker la
estaba mirando, mirando a las chicas
hablar. Fantaseé con tomar una silla y arrojarla a su
cabeza, mientras caminaba por el
pasillo. Sin más clases para el día, no había ninguna
razón para que me quedara. Un largo
viaje en la Harley ayudaría a mantener fuera ese
acercamiento de Parker hacia Rochi lejos de
volverme loco, así que me aseguré de tomar el largo camino
a casa para darme más tiempo
para pensar. Algunas alumnas dignas de mi sofá se cruzaron
en mi camino, pero la cara de
Rochi fue la única que se apareció por mi mente tantas
veces que me empecé a molestar
conmigo mismo.
Yo había sido notoriamente un pedazo de mierda con cada
chica con la que había tenido una
conversación privada desde que tenía quince años. Nuestra
historia podría haber sido típica:
El chico malo enamora a la chica buena, pero Rochi no era
una princesa. Ella estaba
ocultando algo. Tal vez esa fuera nuestra conexión: lo que
fuera que ella había dejado atrás.
Entré en el aparcamiento del apartamento y me bajó de la
moto. Esto de pensar mejor en la
Harley no se dio. Todo el enredo de mi cabeza no tenía
sentido. Solo intentaba justificar el
porqué de mi extraña obsesión hacia Rochi.
De pronto, de muy mal genio, azoté la puerta tras de mí y
me tiré en el sofá, y me enoje aún
más cuando no pude encontrar el control remoto.
El Plástico negro cayó a mi lado mientras Peter pasaba a
sentarse en el sillón reclinable.
Cogí el mando y apunté a la TV, para encenderla.
— ¿Por qué te llevas el mando a tu dormitorio? Sólo tienes
que traerlo de vuelta aquí— le
espetó.
— No lo sé, tío, es un hábito. ¿Cuál es tu problema?
— No lo sé— me quejé, apartando la mirada del televisor.
Luego de presionar “silencio”
digo—Rochi Igarzabal.
peter arqueó una ceja.
— ¿Qué pasa con ella?
— Ella se me está metiendo en la piel. Creo que sólo
necesito tirarmela y acabar con esto de
una vez.
Peter me miró durante un rato, inseguro.
—No es que no aprecie que no jadas mi vida con tus nuevas
restricciones, pero nunca
necesitaste mi permiso antes. . . a menos. . . no me digas
que finalmente te importa alguien
—No seas un idiota.
Peter no pudo contener su sonrisa.
—Ella te importa. Supongo que solo necesitabas a una chica
que se negara a acotarse contigo
por más de un período de veinticuatro horas.
—Laura me hizo esperar una semana.
— ¿Rochi no te dará ni la hora del día?
— Ella sólo quiere que seamos amigos. Supongo que tengo
suerte de que no me trate como
un leproso.
Después de un silencio incómodo, Peter asintió.
—Tienes miedo.
— Miedo ¿a que?—lLe pregunté con una sonrisa dudosa.
— Rechazo. “perro Dalmau” es uno de nosotros, después de
todo.
Rodé los ojos.
—peter sabes que odio esa mierda.
Peter sonrió.
—Lo sé. Casi tanto como odias lo que sientes en este
momento.
— Lo que dices no me hace sentir mejor.
— Así que te gusta tienes miedo. ¿Y ahora qué?
— Nada. Apesta haber encontrado finalmente a una chica que
vale la pena tener y que sea
demasiado buena para mí
Peter trató de contener la risa. Era irritante que
estuviera tan divertido sobre mi situación.
Él intento enderezar su sonrisa y luego dijo:
— ¿Por qué no dejas que ella tome esa decisión por sí
misma?
— Porque me preocupo por ella lo suficiente como para
querer hacerlo yo
Peter se estiró y se puso de pie, con los pies descalzos
arrastrándose sobre la alfombra.
— ¿Quieres una cerveza?
— Si. Brindemos por la amistad
— ¿Así que vas a seguir saliendo con ella? ¿Por qué? Eso
suena como una tortura para ti.
Pensé en ello durante un minuto. No sonaba como una
tortura, por lo menos no tanto como
si tuviera que verla desde lejos.
— No quiero que acabe conmigo. . . o con cualquier otro
imbécil.
— ¿Quieres decir con nadie?. Amigo, eso es una locura.
— Dame mi maldita cerveza y cállate.
Peter se encogió de hombros. Peter sabía cuándo callar.

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