domingo, 9 de febrero de 2014

Walking Disaster, capitulo 3

CAPITULO 3
Caballero Blanco
Peter estaba en la puerta como un idiota enfermo de amor, saludando a Lali cuando
ella se retiró de la playa de estacionamiento. Cerró la puerta y se desplomó en el sillón con la
sonrisa más ridícula en su rostro.
— Eres tonto— le dije.
— ¿Yo? Tú deberías haberte visto. Rochi no podía salir de allí lo suficientemente rápido.
Fruncí el ceño. Rochi no parecía con prisa para mí, pero ahora que Peter lo mencionaba,
me acordé de que había estado bastante callada cuando llegamos.
— ¿Eso crees?
Peter rió, se extendió en la silla y tiro del reposapiés hacia arriba.
— Ella te odia. Ríndete
— Ella no me odia. Acerté con la cita para cenar.
Las cejas de Peter se dispararon.
— ¿Una cita, Gaston? ¿Qué estás haciendo? Porque si esto es sólo un juego para ti y jodes esto
para mí, voy a matarte mientras duermes.
Me quedé en el sofá y cogí el mando a distancia.
—No sé lo que estoy haciendo, pero yo no voy a hacer “eso”.
Peter pereció confundido. Pero no iba a dejarle ver que estaba tan desconcertado como él.
— No estoy bromeando— dijo, con los ojos fijos en la pantalla del televisor— Voy a sofocarte
mientras duermas.
— Te he oído— le espeté. Todo el revoltijo de sentimientos me estaba molestando, y encima
tenia a Pepe Le Pew allí amenazándome de muerte. Peter con un enamoramiento era
pesado. Peter enamorado era casi intolerable.
— ¿Recuerdas a Anya?
— No es así— dijo Peter, exasperado —Es diferente con lali. Ella es la elegida
— ¿Y sabes eso después de un par de meses? — le pregunté, dudoso.
—Lo supe en cuanto la vi
Sacudí mi cabeza. Lo odiaba cuando era así. Unicornios y mariposas volando desde su culo y
corazones flotando en el aire. Él siempre terminaba con el corazón roto, y luego yo era quien
tenia que asegurarme de que no bebiera hasta la muerte durante seis meses. Sin embargo a
Lali parecía gustarle, también.
Lo que sea. Ninguna mujer podía hacerme daño y convertirme en un baboso borracho por su
partida. Si no se queda alrededor, entonces no valían la pena, de todos modos..
Peter se levantó y se estiró, y luego se encaminó hacia su habitación.
— Estás lleno de mierda peter
— ¿Cómo lo sabes?—preguntó.
Estaba en lo cierto. Nunca había estado enamorado, pero no me podía imaginar que me
cambiara tanto.
Decidí retirarme, también. Me desnudé y me recosté en el colchón en una rabieta. Al
segundo en que mi cabeza toca la almohada, pensé en Rochi. Nuestra conversación
reproducida textualmente en mi mente. Algunas veces mostró un destello de interés. Ella no
me aborrece completamente, y eso ayudaba a relajarme. No estaba exactamente
disculpándome por mi reputación, pero ella no esperaba lo contrario. Las mujeres no me
ponen nervioso. Rochi me hizo sentir distraído y concentrado al mismo tiempo. Agitado y
relajado. Enojado y medio mareado. Nunca me había sentido tan en desacuerdo conmigo
mismo. Algo sobre esa sensación me hizo querer estar cerca de ella una vez más.
Después de dos horas de mirar el techo, preguntándome si volvería a verla al día siguiente,
decidí levantarme y buscar la botella de Jack Daniel que guardaba en la cocina.
Los vidrios estaban limpios en el lavavajillas, así que saque uno y lo llené hasta el borde.
Después de tragármelo, me serví otro. Tragué hacia atrás, dejé el vaso en el fregadero, y di la
vuelta. Peter estaba de pie en su puerta con una mueca en el rostro.
—Y así comienza.
— El día que apareciste en nuestro árbol genealógico, quise cortarlo.
Peter rio una vez y cerró la puerta.
Caminé hasta mi habitación, enojado por no poder discutirle.
La clase de la mañana tardo una eternidad, y yo estaba disgustado conmigo mismo, porque
todo lo que quería era salir corriendo a la cafetería. Sin siquiera saber si Rochi estaría allí.
Sin embargo, allí estaba.
Brasil estaba sentado directamente frente a ella, charlando con Peter. Una sonrisa
apareció en mi cara, y luego suspiré, aliviado y resignado al hecho de que era un tonto.
La señora del almuerzo me llenó la bandeja con Dios sabe qué, y luego me acerqué a la mesa,
parándome directamente frente a Rochi.
—Estás sentado en mi silla, Brasil
— Oh, ¿Es una de tus chicas, Gaston?— Rochi sacudió la cabeza.
—Por supuesto que no.
Esperé, y luego Brasil accedió, teniendo su bandeja hacia una silla vacía en el extremo de la
larga mesa.
— ¿Qué pasa, Pajarita?—le pregunté, esperando a que arrojara su veneno en mi dirección.
Para mi gran sorpresa, no mostró signos de rabia.
— ¿Qué es eso?—ella se quedó mirando mi bandeja.
Bajé la vista hacia el brebaje humeante. Ella estaba intentando iniciar una conversación. Otra
buena señal.
—Las señoras de la cafetería me asustan. Yo no voy a criticar sus habilidades en la cocina.
Rochi me vio hurgar con mi tenedor buscando algo comestible y, a continuación, pareció
distraerse con los murmullos a nuestro alrededor. Por supuesto, era nuevo para mis
compañeros el verme hacer un alboroto por sentarme frente a alguien. Yo todavía no estaba
seguro de por qué lo había hecho.
—Ugh. . . el examen de biología es después del almuerzo— Lali se quejó.
— ¿Estudiaste?— preguntó Rochi.
La nariz de Lali se arrugó.
— Dios, no. Pasé la noche intentando tranquilizar a mi novio que no vas a acostarte con
Gaston.
Peter inmediatamente encogió ante la mención dela conversación de la noche anterior.
Los jugadores de fútbol sentados en el extremo de nuestra mesa se calmaron para escuchar
nuestra conversación, y Rochi se hundió en su asiento, lanzando una mirada a Lali.
Ella estaba avergonzada. Por alguna razón, se sintió mortificado por toda la atención.
Lali ignoró a Rochi y le dio un codazo a Peter, pero el ceño fruncido de Peter no se
desvaneció.
—Jesús, peter. Lo tienes tan mal, ¿eh? —lancé un paquete de salsa de tomate hacia él,
tratando de aligerarle su estado de ánimo. Los estudiantes de los alrededores volvieron su
atención a Peter y Lali, esperando algo de qué hablar.
Peter no respondió, pero los ojos grises de Rochi se giraron hacia mí mientras sus labios
dibujaban una pequeña sonrisa. Estaba de buena racha hoy. No me podía odiar aunque lo
intentara. No sé por qué estaba tan preocupado. No era como que yo quería salir con ella ni
nada. Ella más bien era como un perfecto experimento platónico. Era básicamente una
buena chica aunque un poco enojona, y no me necesitaba para joderle su plan de estudios de
cinco años. Si ella tenía uno.
Lali frotó la espalda de Peter.
— Va a estar bien. Solo le va tomar un poco de tiempo darse cuenta que Rochi es resistente a
sus encantos
— No he tratado de seducirla— le dije. Justo cuando comenzaba a avanzar, Lali
intentaba hundir mi barco. —Ella es mi amiga.
Rochi miró a Peter.
—Te lo dije. No tienes nada de qué preocuparte.
Peter se encontró con los ojos de Rochi, y luego su expresión se suavizó. Crisis evitada.
Rochi salvó el día.
Esperé un minuto, tratando de pensar en algo que decir. Quería preguntarle Rochi si vendría
después, pero sería tonto tras el comentario de Lali. Una brillante idea me vino a la
cabeza, y yo no lo dude.
— ¿Estudiaste?
Rochi frunció el ceño.
— Ninguna cantidad de estudio me va a ayudar con biología. Es algo que no me entra en la
cabeza
Me puse de pie, haciendo un gesto hacia la puerta.
— Vamos.
— ¿Qué?
— Vamos por tus apuntes. Voy a ayudarte a estudiar.
— Gaston. No.
— Mueve el trasero, Pajarita. Vas a hacer esa prueba, y la harás bien.
Los tres segundos siguientes podrían haber sido los más largos de mi vida. Rochi finalmente
se levantó. Pasó a Lali y tiró de su cabello.
— Nos vemos en clase, lali—ella sonrió.
—Te guardaré un asiento. Voy a necesitar toda la ayuda que pueda conseguir.
Sostuve la puerta para ella cuando salimos de la cafetería, pero ella no parecía darse cuenta.
Una vez más, me encontré completamente decepcionado.
Metiendo las manos en los bolsillos, seguí el ritmo de ella durante el corto
y luego observé mientras ella se enredaba con la llave de su puerta.
Rochi finalmente abrió la puerta, y luego se echó el libro de biología y se dirigió a la cama. Se
sentó y cruzó las piernas y caí sobre el colchón, observando lo rígido e incómodo que era. No
es de extrañar que todas las chicas de esta escuela estuvieran siempre de mal humor. No
podían conseguir una buena noche de descanso en estos colchones malditos. Jesús.
Rochi se volvió hacia la página correcta de su libro de texto, y comenzamos trabajar.
Repasamos los puntos clave del capítulo. Era un poco agradable ver como ella me miraba
mientras yo hablaba. Casi como si estuviera colgada de cada palabra, y sorprendida de que
yo supiera leer. Un par de veces me di cuenta por su expresión que no me entendía, así que
volvía sobre eso, y luego sus ojos se aclaraban. Empecé a trabajar duro para la mirada con las
luces encendidas después de eso.
Antes de darme cuenta, ya era hora de que ella fuera a su clase. Suspiré, y luego la golpee
juguetonamente en la cabeza con la guía de estudio.
— Toma esto. Aprende esta guía de estudio hacia atrás y hacia adelante.
— Bueno. . . ya veremos.
—Te acompañaré a tu clase y te hare unas preguntas en el camino—. Esperé un rechazo
cortés, pero ella me ofreció una pequeña sonrisa.
Entramos en la sala, y ella suspiró.
— No te vas a cabrear si suspendo este examen, ¿verdad?
¿Le preocupaba si yo iba a estar enojado con ella? No estaba seguro de lo que debía pensar
al respecto, pero se sentía jodidamente increíble.
— No vas a reprobar, Pajarita. Aunque deberíamos empezar mas temprano para la próxima—
le dije, caminando con ella al edificio de ciencias. Le hice una pregunta tras otra. Respondió a
la mayoría de inmediato, con algunas preguntas titubeo, pero al final acertó en todas.
Llegamos a la puerta de su salón de clases, y pude ver el agradecimiento en su cara. Pero ella
era demasiado orgullosa como para admitirlo.
— Patéale el culo a ese examen— Le dije, sin saber qué más decir.
Parker pasó y me saludo moviendo la cabeza.
— ¡Hola, Gas!
Odiaba a ese imbécil de mierda.
—Parker— le respondí, asintiendo con la cabeza hacia atrás.
Parker era uno de esos tipos que le gustaba seguirme y usar su condición de caballero blanco
para echar un polvo. A él le gustaba referirse a mí como un mujeriego, pero la verdad era que
Parker era igual solo que jugaba un juego más sofisticado. Él no era honesto con de sus
conquistas. Fingía que le importaban y luego las desechaba sin más.
Una noche, en nuestro primer año, lleve a Janet a mi apartamento. Parker estaba
tratando de tener suerte con su amiga. Nos fuimos por caminos separados desde el club, y
después de que me la tire sin pretender una relación posterior, llamó a su amiga toda
cabreada para que venga a buscarla. La amiga estaba todavía con Parker, así que él termino
llevando a Janet a su casa.
Después de eso, Parker tuvo una nueva historia que contar sus conquistas. Con cualquier
chica que yo me tiraba, él iba en busca de mis sobras contando la vez que tuvo que rescatar a
Janet.
Lo toleraba, pero sólo a duras penas.
Los ojos de Parker se posaron en Pajarita y de inmediato se iluminaron.
— Hola, Rochi
Yo no entendía por qué Parker insistía tanto en ver si podía agarrar a las mismas chicas que
yo, él había tenido clase con ella durante varias semanas y recién ahora muestra interés.
Sabiendo que era solo porque la vio hablando conmigo, casi me volvió una furia.
—Hola— dijo Rochi, tomada con la guardia baja. Ella claramente no sabía por qué de pronto
estaba hablando con ella. Su rosto lo demostraba. — ¿Quién es?— Me preguntó.
Me encogí de hombros casualmente, pero quería atravesar la habitación y patearle el trasero
al bobo.
—Parker—dije. Su nombre me dejó un mal sabor de boca. —Es uno de mis hermanos
Sig Tau—. Eso dejó un mal sabor de boca, también. Tenía hermanos, tanto de la fraternidad
como de sangre. Parker se sentía como ninguno. Más como un enemigo que se mantenía lo
suficientemente cerca para mantener un ojo por encima mio.
— ¿Estás en una fraternidad?—preguntó ella, arrugando su pequeña nariz.
— "Sigma Tau”, al igual que peter, pensé que ya lo sabías.
—Bueno. . . no pareces. . . del tipo de fraternidad— dijo, mirando los tatuajes en mis
antebrazos. El hecho de que los ojos de Rochi me estuvieran registrando de inmediato me
puso de buen humor.
— Mi papá es un graduado, y mis hermanos son todos Sig Tau. Es una cosa de familia.
— ¿Y ellos esperan que tú los sigas?—preguntó ella, escéptica.
— En realidad no. Solo son chicos buenos— dije, moviendo sus papeles. Y se lo entregué— Es
mejor que entres a clase.
Me mostró esa sonrisa perfecta.
—Gracias por ayudarme— Ella me dio un golpecito con su brazo, y yo no podía dejar de
sonreír.
Entró en el salón y se sentó junto a Lali. Parker la estaba mirando, mirando a las chicas
hablar. Fantaseé con tomar una silla y arrojarla a su cabeza, mientras caminaba por el
pasillo. Sin más clases para el día, no había ninguna razón para que me quedara. Un largo
viaje en la Harley ayudaría a mantener fuera ese acercamiento de Parker hacia Rochi lejos de
volverme loco, así que me aseguré de tomar el largo camino a casa para darme más tiempo
para pensar. Algunas alumnas dignas de mi sofá se cruzaron en mi camino, pero la cara de
Rochi fue la única que se apareció por mi mente tantas veces que me empecé a molestar
conmigo mismo.
Yo había sido notoriamente un pedazo de mierda con cada chica con la que había tenido una
conversación privada desde que tenía quince años. Nuestra historia podría haber sido típica:
El chico malo enamora a la chica buena, pero Rochi no era una princesa. Ella estaba
ocultando algo. Tal vez esa fuera nuestra conexión: lo que fuera que ella había dejado atrás.
Entré en el aparcamiento del apartamento y me bajó de la moto. Esto de pensar mejor en la
Harley no se dio. Todo el enredo de mi cabeza no tenía sentido. Solo intentaba justificar el
porqué de mi extraña obsesión hacia Rochi.
De pronto, de muy mal genio, azoté la puerta tras de mí y me tiré en el sofá, y me enoje aún
más cuando no pude encontrar el control remoto.
El Plástico negro cayó a mi lado mientras Peter pasaba a sentarse en el sillón reclinable.
Cogí el mando y apunté a la TV, para encenderla.
— ¿Por qué te llevas el mando a tu dormitorio? Sólo tienes que traerlo de vuelta aquí— le
espetó.
— No lo sé, tío, es un hábito. ¿Cuál es tu problema?
— No lo sé— me quejé, apartando la mirada del televisor. Luego de presionar “silencio”
digo—Rochi Igarzabal.
peter arqueó una ceja.
— ¿Qué pasa con ella?
— Ella se me está metiendo en la piel. Creo que sólo necesito tirarmela y acabar con esto de
una vez.
Peter me miró durante un rato, inseguro.
—No es que no aprecie que no jadas mi vida con tus nuevas restricciones, pero nunca
necesitaste mi permiso antes. . . a menos. . . no me digas que finalmente te importa alguien
—No seas un idiota.
Peter no pudo contener su sonrisa.
—Ella te importa. Supongo que solo necesitabas a una chica que se negara a acotarse contigo
por más de un período de veinticuatro horas.
—Laura me hizo esperar una semana.
— ¿Rochi no te dará ni la hora del día?
— Ella sólo quiere que seamos amigos. Supongo que tengo suerte de que no me trate como
un leproso.
Después de un silencio incómodo, Peter asintió.
—Tienes miedo.
— Miedo ¿a que?—lLe pregunté con una sonrisa dudosa.
— Rechazo. “perro Dalmau” es uno de nosotros, después de todo.
Rodé los ojos.
—peter sabes que odio esa mierda.
Peter sonrió.
—Lo sé. Casi tanto como odias lo que sientes en este momento.
— Lo que dices no me hace sentir mejor.
— Así que te gusta tienes miedo. ¿Y ahora qué?
— Nada. Apesta haber encontrado finalmente a una chica que vale la pena tener y que sea
demasiado buena para mí
Peter trató de contener la risa. Era irritante que estuviera tan divertido sobre mi situación.
Él intento enderezar su sonrisa y luego dijo:
— ¿Por qué no dejas que ella tome esa decisión por sí misma?
— Porque me preocupo por ella lo suficiente como para querer hacerlo yo
Peter se estiró y se puso de pie, con los pies descalzos arrastrándose sobre la alfombra.
— ¿Quieres una cerveza?
— Si. Brindemos por la amistad
— ¿Así que vas a seguir saliendo con ella? ¿Por qué? Eso suena como una tortura para ti.
Pensé en ello durante un minuto. No sonaba como una tortura, por lo menos no tanto como
si tuviera que verla desde lejos.
— No quiero que acabe conmigo. . . o con cualquier otro imbécil.
— ¿Quieres decir con nadie?. Amigo, eso es una locura.
— Dame mi maldita cerveza y cállate.

Peter se encogió de hombros. Peter sabía cuándo callar.

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