martes, 25 de marzo de 2014

Corazones latiendo, capitulo 15

15
Rochi
al siguiente día la tienda estaba desierta, pero era así siempre los
domingos. Una vez que todos salieran de la iglesia estaría
bulliciosa y activa de nuevo. Por ahora, estaba muerta, y yo
estaba irritable. El silencio me daba demasiado tiempo para pensar
en el grupo y en Gaston.
Odiaba con cuanta facilidad dejaba caer mis paredes cuando estoy
cerca de él. Algo en él me hace querer ser vulnerable, y eso era
aterrador. Tomé un poco de los caramelos de muestra y me los puse
en la boca.
Eso me hizo sonreír.
—¿De qué te estás riendo? —Mi papá apareció al cruzar la esquina
con unas cuantas bolsas de caramelos en las manos.
Me encogí de hombros.
—Nada, solo feliz.
El dejó el caramelo en el dispensador, sus ojos me apuntaron
examinándome.
—¿Estás en drogas?
Me reía carcajadas.
—¿En serio papá? ¿He estado tan deprimida que creíste que viviría
así para siempre?
El volteó sus ojos hacia el dispensador.
—He estado preocupado.
Suspirando, caminé hacia él y puse mis manos a su alrededor.
Odiaba esta parte. Donde se suponía que tenía que decirle que
todo estaba bien, y que solo estaba pasando por una fase. He
tenido que repetir esta conversación tantas veces en voz alta en los
años que han pasado, que ya es como una segunda naturaleza
para mí.
Pero hoy era diferente.
Tragué y luché contra las lágrimas calientes mientras contestaba.
—Ha sido muy duro.
—Lo sé, bebé. —Inmediatamente me atrajo entre sus brazos y besó
mi cabello—. Lo siento mucho. Desearía poder quitarte todo el dolor,
hacerte sentir mejor.
Sollocé sobre su camisa.
—No es tu culpa.
—Tampoco es la tuya.
Él no lo sabía. Pero era mi culpa. Si no hubiera distraído a Pablo, él
nunca se hubiese detenido, y si él no se hubiese detenido todavía
estaría vivo. Él estaría jugando fútbol
. Me encogí de hombros en un esfuerzo por sacudir los
recuerdos. No podía hablar acerca de eso ahora, no con él.
—Los turnos están casi por terminar. ¿Te importa si me voy temprano
para ir un rato a la playa? —Le di una palmadita en la espalda a mi
papá y caminé a su alrededor.
—Claro, diviértete y mantén el celular prendido.
—Siempre. —Sonreí, agarré mi bolso, y rápidamente dejé la tienda.
Sentí el aire fresco al salir, finalmente estaba respirando aire
libremente, sin sentir como si me estuviera sofocando. Busqué en mi
bolso una de mis pastillas contra la ansiedad.
Odiaba tener que depender de las pastillas para poder superar cada
día.
Jugué con el frasco de pastillas y decidí que no las tomaría.
Por el contrario, caminé por la acera y escuché las olas. Las personas
caminaban a mí alrededor, algunos agitados, otros tomados de
manos. Sinceramente. tiene que ser el peor lugar en el
mundo para vivir si estás tratando de sanar un corazón roto. Algo
sobre estar en la playa era muy romántico para poder lograrlo.
Mi celular vibró.
Ven.
Era de Gaston.
Después de nuestra "no cita" de la noche pasada, no había
escuchado de él. No pude evitar la sonrisa que se dibujó en mi cara.
Yendo.
Genial
Arrojé el celular en mi bolsillo y comencé a caminar hacia su casa.
Era solo a una milla del centro de la ciudad. Fácilmente se podía
caminar desde el paseo de la playa.
Una vez que su casa se hizo visible, me inundó la paz. Estaba
manteniendo la respiración hasta que llegué a su puerta. Toqué dos
veces y esperé.
La puerta se abrió.
No era Gaston.
—Hola —dijo el chico. Mis ojos se salieron de orbita. ¡Dios mío!
su sonrisa era absolutamente matadora. Sentí como me
sonrojaba, así que desvié la mirada.
—Yo, Este, estoy aquí para ver a Gaston.
—Interesante —dijo el chico caliente mientras cruzaba sus brazos.
Asumí que era el hermano de Gaston, pero no estaba segura.
Nunca lo había visto cerca.
—¿Cómo así? —repliqué.
El chico lanzó su cabeza hacia atrás y rio.
—No luces para nada como pensé que lo harías.
—Este... —Traté de pensar algo para decir, pero mi mente estaba
completamente en blanco. ¿Se estaba burlando de mí?
Sonrió de nuevo.
Para este momento ya estaba furiosa.
—Mira... —Apoyé mi mano en la pantalla de la puerta y dije—. No sé
quién demonios eres, pero estoy aquí para ver a mi amigo. Ahora
quita esa ridícula sonrisa de tu cara y déjame entrar. Por otro lado, le
voy a decir a Camilo que me pegaste.
Su sonrisa se ensanchó. El abrió la puerta revelando a Gaston.
—Ella pasó hermano, con honores. —Asintió en mi dirección y me
extendió su mano—. Nicolas
—Tu hermano es un idiota —dije esto mirando a Gaston, quien lucía
como si estuviera listo para besarme hasta perder el sentido y
arrebatar mi camisa. ¿Qué hice? ¿Cómo pasé?
—No podría estar más de acuerdo —dijo Gaston, sus ojos brillaban
con orgullo—. Entra, quiero que conozcas a alguien más.
Pasé a Nicolas casi rozándolo, estaba tratando de evitar que entrara a
la casa, y agarré la mano de Gaston.
—¡Eugenia! —gritó.
Mi cuerpo se estremeció cuando lo hizo por segunda vez.
—¡Hola!
—¡Hola! —La hija de la Dra. Murray estaba de repente en frente de
mí. Honestamente, era como ver una de esas novelas juveniles.
Todos los “actores” en este cuarto eran para morirse de bellos. De
repente tuve la urgencia de quemar todo mi closet y de hacerme un
cambio de imagen. Su largo y dorado cabello tenía encantadores
reflejos color miel.
Sus ojos tenían un poco de maquillaje, y su sonrisa era
absurdamente brillante.
—Hola —dije, acercándome a Gaston por protección.
La única experiencia que tuve con amigas chicas fue cuando
pertenecía a la escuadra de porristas. Y todas me abandonaron
cuando Pablo estuvo fuera de la imagen, y me patearon fuera de la
escuadra por perder algunas prácticas. No fue mucho después de
eso que deje la escuela en mi último año por la mitad y comencé
con las clases on-line.
Ella tocó su cabeza.
—Nicolas tenía razón, sabes. Eres muchísimo más bonita de lo que pude
haber imaginado.
—¿Gracias? —ofrecí mirando entre ella y Gaston.
Nicolas caminó a mí alrededor y agarró a Eugenia en un abrazo, besando la
coronilla de su cabeza.
—Entonces… —comenzó—. ¿Eres la chica sobre la que mi hermano
ha estado escribiendo canciones?
—¿Qué? —chilló mi voz. Miré a Gaston. Una sonrisa culpable
apareció en su cara, y luego miré a Nicolas quien parecía extasiado
por haber tirado a su hermano debajo del autobús.
—Está bien, Edward-wannabe —explica.
Nicolas se rio.
—Gaston, creo que tu novia acaba de insultarme.
—Yo no soy su…
—Ella es buena haciendo sentir a los hombres pequeños. —Gaston
rio.
Eugenia aplaudió.
—Entonces ella es perfecta para ti.
Está bien. Estaban todos drogados. O algo. Incluso completaban las
frases uno de otros. ¿En qué tipo de casa acababa de entrar? No
ayudaba el hecho de que sentía que acababa de entrar a
Crepúsculo. Me refiero, ¿Quién luce tan bien de cerca? Nicolas era
hermoso. Eugenia era como quiero arrancar tus ojos de la cara, pero eres
demasiado bella, y ahí estaba Gaston. Perfecto Gaston.
Él aclaró su garganta.
Eugenia golpeó a Nicolas.
—Nosotros, uh, nosotros nos estamos yendo. Solo volamos por el día,
para agarrar el resto de mis cosas para la universidad, y yo como
que le rogué a Gaston para conocerte.
—Oh. —No sabía qué hacer con eso—. Bueno podemos, Este,
podemos hacer algo juntos si quieren. —Los miré.
La cara de Gaston se llenó de shock. Abrió su boca para hablar,
pero Eugenia comenzó a agitar sus puños en el aire.
—No. —Gaston cruzó sus brazos—. No la dejaré con ustedes chicos.
No ahora, posiblemente nunca.
—¿Por qué? —preguntamos todos al unísono, acorralando
totalmente a Gaston.
—¿Te avergüenzas de mí? —bromeé.
Nicolas sonrió.
—Más bien como que está preocupado de que podamos contarte
todos sus secretos, y te des cuenta de cuan idiota es y le patees el
trasero.
—Gracias, hombre —agradeció Gaston—. Pero había pensado que
Rochi y yo podíamos…
—¿Hacerlo? —Esto vino de Eugenia.
—No —gruñó Gaston—. Salir en una cita real. De hecho no hemos
tenido ninguna de esas aun, y estoy tratando de convencerla de
que valgo la pena al menos para una cena y una película.
—Él lo vale —confirmó Nicolas.
—Sí, porque ella va a tomar ciegamente tu palabra. La de un
hombre que, no más de cinco minutos atrás, llamó idiota.
Maravilloso. —Gaston maldijo y paso los dedos por su cabello—.
Perdónde verdad no dejes que te presionen. Ellos no tienen
que quedarse. De hecho, deben irse. ¿No tienen un vuelo que tomar
en seis horas, chicos?
—Siete —respondió Eugenia.
Toqué el brazo de Gaston. Estaba temblando. Raro. El parecía
totalmente en control.
Subconscientemente, me pregunté si él estaba molesto, pero el
parecía más alerta que cualquier cosa.
—Aquí. —Le di tres pedacitos de caramelo y sonrió.
Su cara se relajó.
—¿Cómo sabias?
—¿Tal vez es lo mío por estar en la patrulla del caramelo? —Oh mi
Dios, eso sonó tan poco convincente. Quería correr fuera de la casa
justo ahora, pero todo el mundo se estaba riendo de mí como si yo
hubiese acabado con el hambre mundial dándole caramelo a
Gaston.
—Ella se preocupa —dijo Nicolas.
—Me gusta —añadió Eugenia.
Gaston rodó sus ojos y se metió un pedazo de caramelo en la boca.
—Qué clase de sabor es este, sabe cómo a…
Me moví nerviosa. Era un nuevo sabor. Uno que mis padres habían
hecho especialmente para él. No creí que para él fuera una gran
cosa, o que lo descubriera delante de su hermano y de Eugenia, pero
bueno. No había retroceso ahora. Además, ya me avergoncé como
treinta veces antes.
—Es, Este, caramelo de  Dalmau.
El cuarto se volvió silencioso.
Oh mierda, ¿Qué hice?
Sin ningún tipo de advertencia Gaston me agarró entre sus brazos y
me beso firmemente en los labios. Él sabía cómo a azúcar y whiskey.
Como calor y pasión. Absorbí su lengua. De verdad no podía evitarlo.
Me soltó y besó mi mejilla.
—Eso fue muy dulce de tu parte. Nicolas solía comprarme los que tenían
sabor a alcohol para ayudarme a superar mi adicción.
—Oh. —Sentí como me ruborizaba—. No fue nada. Yo solo pensé…
—dije dudosamente.
—Tú pensaste —dijo Eugenia—. Sobre él. Yo digo que eres una cuidadora.
¿Ahora podemos por favor ir a cenar y ver una película?
—Espera, yo nunca dije que si —argumentó Gaston.
—Tu tampoco dijiste que no realmente. —Puntualicé y después me
callé la boca cuando Eugenia comenzó a reír.
—La chica tiene un punto. —Ella cruzó su brazo con el mío y señaló
con su cabeza a Nicolas—. Ve a ponerte el disfraz.
—¿Disfraces? —repetí mientras Gaston se tropezaba con la escalera
y maldecía. Eugenia soltó mi brazo y me miró.
—Es como una larga historia, pero usualmente cuando los chicos
salen durante el día, hay mucha gente alrededor a la que no le
importa tanto. Pero por alguna razón cuando ellos van a restaurantes
consiguen acosarlos. Es un poco aterrador si no estás acostumbrada
a eso. Por eso vine con un plan brillante.
De verdad me gustaba Eugenia. Su entusiasmo era contagioso.
Honestamente, desearía que ella fuera el tipo de chica que puedes
odiar fácilmente. Entonces podría olvidar el hecho de que ella y
Gaston salieron brevemente. Pero era fantástica. Y no había tenido
una amiga en un mucho tiempo, lo que significaba que su calor era
como comida para una persona hambrienta.
Ella estrechó sus manos juntas.
—Los hice vestir a ambos con gorras, hacia atrás, así ellos lucen
como si todavía estuvieran en la secundaria. Se ponen algunas
sudaderas del equipo de Futbol de la secundaria de
y se quitan los skinny jeans.
Me reí.
—Sí, los skinny jeans son un gran indicador. Perdón por decirlo.
Eugenia volteo sus ojos.
—¿Cierto? Me refiero, a que hombre realmente les
quedan tan bien. Es básicamente como ponerse un anunció que
diga “Estrella de Rock en camino”
Me reí a carcajadas y asentí.
—No ayuda que Gaston sea tan guapo.
Vale. Me sentí sonrojar mientras Eugenia me sonreía cálidamente.
—Lo es, y parece que totalmente le gustas.
Dudé.
—Mira, amo todas estas cosas que has hecho, pero en serio, eres
hermosa, y no sé, tal vez suene raro, pero yo veo esta fuerza interior
en ti. —Se veía pensativa—. Excelente, ahora sueno como mi mamá.
Tragué y mordí mi labio inferior.
—No te preocupes. Estas a kilómetros de sonar como la Dra. Murray.
—No estaba lista para decirle a Eugenia que veía a su mama
regularmente—. Además, no soy así de fuerte.
Eugenia se quedó callada. Miré alrededor para ver que estaba
haciendo, pero estaba mirándome, como si yo fuera un tipo de alíen
o algo. Ella movió su cabeza hacia atrás y miro hacia la escalera,
luego de regreso a mí.
—Cualquier chica que pueda manejar a Gaston por más de cinco
minutos es fuerte, Rochi. Créeme, tú tienes lo tuyo, no muchas chicas
pueden.
—¿Pudiste tú? —Bueno, realmente alguien cálleme. Pónganme cinta
adhesiva en la boca y sáquenme de aquí.
Eugenia rio.
—No, honestamente, estuve terrible con Gaston. Fue como mezclar
agua con aceite. Créeme, cualquier chica querría que funcionara
cuando un chico caliente viene tras ella, pero con Gaston nunca es
fácil. Lo amo, no me mal intérpretes. Espero que eso no te haga sentir
incomoda, pero él es como un hermano para mí.
—Estoy bastante segura de que mis sentimientos no tienen nada que
ver con el territorio familiar. —Me reí mientras escuche a Nicolas gritarle
a Gaston y a Gaston maldecir de regreso a Nicolas—. A mí, Este, de
verdad me gusta.
Eugenia no tuvo tiempo de responder ya que los dos chicos bajaban por
la escalera luciendo como jugadores de fútbol americano de
secundaria.
Mi corazón se encogió.
No había manera de que Gaston pudiera saberlo. Me refiero,
¿Cómo podría? Pero la visión en frente de mi era muy familiar. Me
transporto de regreso al tiempo que quería olvidar pero al que aún
me aferraba. Estaba tan rota por mis recuerdos con Pablo.
Gaston se veía muy caliente. Me refiero, ridículamente caliente con
esa sudadera.
Decía Secundaria, y le quedaba mejor de lo que un
sweater debería quedarle a cualquier persona, marcando sus
músculos a través de la camisa. Su gorra estaba al revés, pero su
rubio cabello sobresalía de ella, como si no quisiera ser escondido,
muy parecido a Gaston.
Siempre en el foco de luz, siempre bromeando alrededor. El hombre
era como un rayo de luz. Lo que apestaba un poco, cuando tú
querías vivir tu vida en un oscuro hueco de tristeza y soledad.
—¿Estás bien? —Caminó hacia mí y me agarró en un rápido abrazo.
Un débil sí escapó de mis labios mientras el sostenía mi cabeza contra
su pecho. El latido constante de su corazón me ayudó a poner mi
respiración bajo control, y después él besó mi coronilla.
—Me gustas, lo sabes.
De nuevo, él no tenía idea de que Pablo era idéntico en la manera
en que transmitía sus sentimientos. No estaba preparada para
responder. Sabía que mis ojos se estaban aguando, porque los podía
sentir. Pero no quería llorar, no en frente de todo el mundo. Esto se
suponía que debía ser divertido.
Muchas chicas de mi edad me matarían en el lugar por solo pensar
en llorar en este momento.
Tomé una respiración profunda y agarré la mano de Gaston.
—Entonces, ¿dónde vamos a comer?
Gaston vio a Nicolas y luego de regreso a mí.
—En un lugar… especial.
—¿Por qué siento que hay un truco detrás de todo esto? —pregunté
mientras caminábamos fuera de la casa.

—Siempre lo hay —susurró Eugenia cerca de mí—. Acostúmbrate.

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