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¿Y si no es para siempre?
Brenda se había quedado dormida después de la comida. Su cabeza reposaba sobre el regazo de Maria y su cuerpo estaba cubierto con una delgada cobija que Nico le había prestado. Se le veía dormida tan a gusto que la rubia empezaba a tener sueño pero a diferencia de Brenda ella no se sentía tan cómoda estando en la casa de un chico, más exactamente de “él” chico.
Desde que ella había salido de la ducha, cuando lo vio en la habitación, su piel se había teñido de un rojo intenso y durante la comida de la tarde su piel no había abandonado ese color, incluso Brenda había hecho varias bromas para recordarle que estaba tan roja como una cereza, una cereza sexy, había dicho la castaña.
Maria no sabía si Nico la había notado y simplemente había decidido guardarse sus comentarios o ni siquiera la había volteado a ver, le apostaba más a la segunda opción ya que durante toda la tarde apenas le había dirigido la mirada. Maria sabía que estaba actuando como una tonta, Nico tenía novia y era más que obvio que jamás se fijaría en una chica como ella, una chica que parecía artificial…
Sacudió su cabeza y siguió viendo a la rubia que dormía tan plácidamente sobre sus piernas. Brenda llevaba el cabello suelto y lacio hasta la cintura, era de un rubio natural envidiable, Maria lo acarició suavemente para no despertarla. Siguió observándola detenidamente, primero su rostro que tenía unas facciones tan finas y proporcionadas como las de su hermana mayor, sus ojos eran rodeados por unas tupidas y rizadas pestañas negras que cualquier modelo mataría por tener, sus ojos eran grandes, de un tamaño perfecto, su nariz fina sin ninguna imperfección, sus labios lo suficientemente gruesos sin llegar a verse exagerados, su piel era suave, ella lo sabía porque en algún momento le había acariciado una mejilla, y no tenía ni una gota de maquillaje.
Sí hacía comparaciones entre ellas era más que seguro que Brenda era mucho más hermosa que ella y ni se diga nada de la hermana mayor, Rocio era casi perfecta. Maria sonrió, estaba segura de que Rocio en algún momento de su adolescencia había sido una chica muy normal, alguien que pasaba desapercibida, pero ahora a sus 21 años era más hermosa que una modelo y tenía a dos hombres completamente enamorados de ella.
Suspiró y siguió acariciando el sedoso cabello de Brenda esperando con y sin ánimos al mismo tiempo que la tormenta de nieve terminara.
Nico daba vueltas como un lunático en su habitación, no entendía por qué tenía la cabeza revuelta, tan confundido. Había visto a Maria saliendo del baño de esa misma habitación y podía jurar que había sentido un nudo en el estomago al verla salir con el cabello rubio mojado por el baño y su rostro sin ni una pisca de maquillaje, vestido con ropas de él… alejó por milésima vez en el día aquellos pensamientos ¿Por qué la había dejado entrar en su habitación? ¿Por cortesía?
La única mujer que antes había entrado a su habitación había sido a la primera mujer que en su vida amó.
Rocio.
Sólo ella había logrado entrar y sin embargo ahora ya habían entrado dos chicas después de ella, las cuales por cierto lo tenían confundido.
Sacudió su cabeza y trató de alejar cualquier tipo de pensamiento que tenía respecto a las dos muchachas y bajó de nuevo a la sala en donde estaban esperando a que pasara la tormenta.
—¿Aun sigue dormida? —preguntó Nico en voz baja entrando a la sala.
Maria rápidamente volvió la cabeza al lugar en donde había escuchado esa voz y al ver a Nico le asintió tratando de formar una sonrisa.
—Es increíble que duerma con tanta facilidad en casa ajena —dijo el muchacho acercándose al sillón.
—Creo que debe resultarle fácil ya que en su casa debe de ser difícil conciliar el sueño con tantas personas —dijo la rubia intentando no sonar tan nerviosa como se sentía.
Nico le sonrió y sin decirle ninguna palabra más se sentó al lado de Maria, ya que era el único lugar que sobraba en el sillón y también porque de ese lado estaba la mesita de madera en donde reposaba el control remoto de la televisión. Sí, sus excusas eran muy validas.
—¿Quieres ver algo en lo que pasa la tormenta? —preguntó el muchacho mostrándose confiado.
Ella se encogió de hombros y mordió su mejilla interna para no dejar escapar aquella sonrisa que se había querido formar en su rostro al sentirse tan cerca del cuerpo de Nico…
***
Rocio reaccionó sobresaltándose y se giró hacia donde se encontraba su novio sentado viendo el noticiero.
—¿Tú tomaste esas fotografías? —le preguntó a Gastón señalando la pared detrás de ella.
El modelo le asintió y se puso de pie para caminar hasta ella.
—Son magnificas —dijo la rubia volviéndose a voltear para admirar las fotografías.
La pared estaba llena hacia lo largo de 10 fotografías en blanco y negro con marcos plateados. Cada foto tenía diferentes paisajes, pero sin duda el que más había atraído la atención de ella era la fotografía ladeada de “El puente de los suspiros” en Venecia, al igual que las demás estaba en blanco y negro pero se lograba ver que estaba ligeramente ladeada la toma, como si al momento de tomarla se hubiera ladeado la góndola desde la que se tomó la fotografía.
—¿Te gusta? —le preguntó Gastón rozando sus labios cerca de su oído. Rocio sonrió al momento en que sintió los brazos de su novio rodeándola desde atrás—. ¿Sabes cuál es la historia de ese puente?
—Sólo sé que aunque el nombre se escucha lindo no tiene nada que ver con el romance —contestó.
—Ese puente es la entrada hacia unos calabozos, dicen que el nombre se debe a que los prisioneros suspiraban porque ahí era la última vez en donde veían la luz del sol, el cielo y el mar —le explicó sin dejar de abrazarla—. Cuando estuve por allá visité Venecia y dimos una vuelta justo por ese lugar, ahí tomé la fotografía.
—Me encanta —apoyó su cabeza en el pecho de Gastón y preguntó—: ¿Te estabas cayendo de la góndola?
Él rió en su oído.
—¿Tanto se nota?
—La verdad es que se ve ladeada la fotografía y tal vez yo no sea una experta en fotos pero Brenda lo es y siempre realiza tomas hermosas —de repente recordó cuando su hermana menor llegaba con un nuevo paquete de fotografías recién impresas y reunía a toda la familia en la sala para poder mostrárselas. Estaba segura de que si Brenda pudiese viajar a ese tipo de lugares tomaría las mejores fotografías.
—Creo que Brenda y yo competiremos algún día en el mundo de la fotografía —dijo Gastón analizando la foto de “El puente de los suspiros”—. Cuando deje de ser modelo.
Rocio se tensó el escuchar esas palabras.
—¿Qué? —quería voltearse pero los brazos de él aun la sujetaban fuertemente.
—Renunciaré a ser modelo…
—¿Cuándo? ¿Por qué?
Como pudo se liberó de los brazos de Gastón para poder verlo de frente y darse cuenta de que no le estaba jugando una broma.
—Quiero terminar de estudiar la universidad sin tener que estar viajando a diferentes lugares por culpa de mi trabajo y tener que estudiar y presentar exámenes por medio de la computadora. El trabajo de modelo no será para siempre así que quiero terminar la universidad en algo que verdaderamente me apasiona —le acarició la mejilla tiernamente y se inclinó ligeramente para depositarle un beso en su frente—. Además que quiero estar contigo. Para siempre.
La besó y ella se dejó llevar por ese beso que la hacía sentir tan querida.
—¿Y si lo de nosotros no es para siempre? —se atrevió a preguntar.
—¿Y si lo es? —le preguntó—. No quiero perderme esta nueva oportunidad, Rocio. No sabes cuánto me afectó estar lejos de ti estos años y cuando volví y me dijiste que tenías novio creí que era mi fin. Te amo hoy y en el futuro también.
Los ojos de Rocio se llenaron de lágrimas y se lanzó a los labios de Gastón en un deseado beso.
Ahora lo entendía. Lo amaba y también para siempre.
***
Brenda parecía estar demasiado cansada ya que no se había despertado en ningún momento. Maria se había quedado dormida a la mitad de la película, su cabeza reposaba en el hombro de Nico, y cuando él sintió la cabeza de la rubia sobre él empezó a sentirse adormilado y no pasaron ni quince minutos cuando cayó dormido siguiendo a las dos chicas.
Podrían haber seguido dormidos en el sillón de no haber sido porque se escuchó el golpe de algo chocando contra la pared por fuera.
Los tres se despertaron sobresaltados al escuchar ese feo golpe. Sin darse tiempo de espabilarse, Nico se levantó del sillón y casi corrió hacia la ventana, levantó la cortina para ver qué era lo que había pasado. Una señal de transito se había desprendido y había chocado contra la casa de Nico. La tormenta aun no paraba después de casi cinco horas y el piso se veía cubierto por una gruesa capa de nieve.
—Las cosas se ven mal allá a fuera —dijo el muchacho dejando caer la cortina de nuevo en su lugar.
—¿Aun no ha parado la tormenta? —preguntó Brenda tallándose los ojos. Ya estaba sentada en el sillón pero aun así su hombro derecho estaba recargado sobre Maria quien se veía avergonzada de haberse quedado dormida.
—No, aun sigue y creo que aunque termine tendríamos que esperar unas horas más en lo que limpian los caminos.
—Ammm —Brenda se estiró y Maria tuvo que pegar su espalda completamente al respaldo del sillón para evitar ser golpeada por el brazo de la rubia—. Nico necesito una computadora ¿Tienes una?
—Sí tengo una pero necesito saber para qué la quieres.
—Para limpiar la reputación de mi hermana y de Gastón —la rubia se le quedó viendo sin comprender nada. Ese día había estado tan fuera de sí que no había consultado las noticias.
—Bien, espera, traeré mi laptop —el muchacho desapareció.
—¿Qué ha pasado con Gastón y Rocio? —preguntó Maria.
—Nada, sólo que ayer ambos se divirtieron en un antro, ese que está cerca de la universidad, y mientras bailaban cachondos y se besaban fueron fotografiados por un paparazzi novato. Ahora más de 50 fotos, que por cierto son muy malas tomas, están regadas por todo el ciberespacio —los ojos de la muchacha se abrieron como platos—. Así que esta mañana fui a tomar unas fotos de aquellos integrantes de uno de los grupos que se está hospedando aquí y planeo amortiguar la atención de Rocio y Gastón con esa pareja.
—Del enorme grupo asiático ¿no? —preguntó Maria.
—Sí, ya tenía días espiándolos para tomar unas buenas fotos de ellos y venderlas a un alto precio pero ahora gracias a aquel par de enamorados no tendré tiempo de hacer negocio —se quedó—. Pero en fin. Todo sea por mi hermana.
Maria analizó toda la información y tuvo un par de preguntas.
—¿Qué quieres decir con que estabas observándolos hace tiempo? —preguntó.
—Digamos que me encanta fotografiar a famosos y vender sus fotos a las revistas y programas por una considerable cantidad de dinero. Los de tu “mundo” me dicen paparazzi —dijo la rubia con una delicada sonrisa en el rostro.
—¿Paparazzi?
—Sip.
—No me has tomado fotos a mí ¿verdad?
Brenda sonrió juguetonamente.
—Define “tomar” —el rostro de la muchacha se tornó sorprendido pero por alguna razón sonrió—. Te he tomado un par de fotos pero no he hecho negocio con ellas, eres demasiado buena y me agradas así que de mi parte no habrá fotos —se encogió de hombros—. Pero te advierto. Ten cuidado, ese novato que fotografió a Gastón y a mi hermana está detrás de cualquier famoso que le pueda dar dinero. Ya han pasado varios de esos por esta ciudad, sólo toman a lo tonto y luego se marchan.
—¿Cómo sabes que es novato?
—Sus fotos no son nada buenas, salen borrosas, no sabe buscar el ángulo perfecto, no sabe absolutamente nada. Aunque ayer sí que logró tomar fotos llamativas, no son buenas, pero son demasiado llamativas.
—Vaya —Maria observó el lugar en donde desapareció Nico y volvió su atención a Brenda—. ¿Y cómo se lo ha tomado Nico? No debe ser lindo que su novia salga en más de 50 fotos con otro chico.
Brenda observó el rostro inocente de la muchacha frente a ella y se debatió internamente en contarle las cosas respecto a Nico y Rocio. Estaba consciente de que Maria estaba enamorada de Nico así que…
—Mi hermana y Nico terminaron —esperó unos segundos para ver la reacción de ella pero no notó nada fuera de lo normal, sólo el lindo rubor que se le formada en su rostro blanco y ahora sin ninguna gota de maquillaje—. Él está libre —señaló con la mirada hacia el lugar en donde Nico estaba volviendo con una computadora portátil.
—Tengo mi portátil —anunció Nico mientras llegaba al sillón—. Por favor no lo hagas explotar.
—Sólo lo chamuscaré un poco —dijo Brenda levantándose del sillón para ir por su cámara que estaba sobre la mesita de centro.
—Bien, me prepararé un café ¿Quieren uno? —Maria negó nerviosamente.
—Yo quiero uno, por favor —dijo Brenda sin despegar su mirada de su cámara.
—¿Segura que no quieres uno, Maria?
—Sí, gracias.
Nico le sonrió y ambos se vieron por unos instantes fijamente antes de que un flash los encandilara. Los dos voltearon a verla y Brenda se encogió de hombros con la cámara cubriéndole el rostro y sólo dejando ver sus ojos.
—Necesitaba una fotografía para mi clase, el titulo es “Una pareja de bobos viéndose como enamorados” —el rostro de Maria se tiñó de rojo y Nico apretó los labios.

ayy amo a brenda!! seguila
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