viernes, 28 de marzo de 2014

Walking Disaster, capitulo 7

CAPITULO SIETE
VIENDO ROJO
Antes de que alcanzáramos la barra, Lali tiro de su mejor amiga hacia la pista de baile.
Los stilettos rosas chicle de Rochi brillaban entre las luces y yo sonreí cuando ella carcajeo por
los salvajes movimientos de baile de Lali. Mis viajaron por su vestido negro,
deteniéndose en sus caderas. Sabia moverse, le concedía eso. Un pensamiento sexual salto
en mi mente, y debí mirar a otro lado.
El Red Door estaba bastante concurrido. Algunas caras nuevas, pero la mayoría familiares.
Cualquier nuevo que entrara era como carne fresca para aquellos como nosotros que no
teníamos imaginación mas que para aparecer en el bar cada fin de semana. Especialmente
chicas que lucían como Rochi y Lali.
Ordené una cerveza, me tome la mitad y luego volví mi atención a la pista de baile. Mirar no
era voluntario, especialmente sabiendo que probablemente tenía la misma expresión en mi
rostro que los otros cretinos que las miraban.
La canción terminó y Rochi arrastró a Lali a la barra. Jadeaban, sonreían y lo
necesariamente transpiradas como para verse sexy.
— Va a ser así toda la noche, lali. Solo ignóralas— dijo Peter.
La cara de Lali ardía de disgusto, mirando por sobre mis hombros. Podía imaginar quien
estaba allí. No seria Eugenia. Ella no era de las que esperaba bajo las alas.
— Parece que Las Vegas vomito una bandada de buitres— se burló Lali.
Eché un vistazo por sobre mi hombro y tres de las hermanas de fraternidad de Mery estaban
paradas hombro con hombro. Otra de ella se puso a mi lado con una brillante sonrisa. Todas
sonreían cuando hacia contacto visual pero yo rápidamente me volteaba, tomándome la otra
mitad de mi cerveza. Sea cual sea la razón, que las chicas actuaran así a mi alrededor ponía a
Lali de muy mal humor. Sin embargo, no podía no concordar con su referencia a los
buitres.
Encendí un cigarro, y ordene dos cervezas más. La rubia a mi lado, Brooke, sonrió y se mordió
el labio. Hice una pausa, inseguro de si ella iba a llorar o a abrazarme. No fue hasta que Cami
abrió y me pasó las botellas que supe porque Brooke tenía esa ridícula mirada en su cara. Ella
tomó la cerveza y empezaba a darle un sorbo cuando se la saque antes de que pudiera, y se
la pase a Rochi.
— Uh… no es para ti
Brooke se fue pisando fuerte hacia sus amigas. Rochi, en cambio, parecía completamente
contenta, tomando tragos de tamaño humano.
— Como si fuera a comprarle una cerveza a cualquier chica en el bar—dije. Pensé que eso
añadiría más a la diversión de Rochi pero, en cambio, ella sostuvo su cerveza con una
expresión amarga en rostro.
— Eres diferente— dije con una media sonrisa.
Ella chocó su botella con la mía, claramente irritada.
— Por ser la única chica con la que un chico sin reglas no se acostaría — ella tomó un sorbo,
pero yo le saque la botella de la botella.
— ¿Hablas en serio?— cuando ella no respondió, me acerqué mas para un efecto completo—
Primero que nada… yo si tengo reglas. Nunca he estado con una mujer fea. Jamás. Segundo,
todo lo que quiero es dormir contigo. Pensé en arrojarte a mi sofá de cincuenta formas
diferentes, pero no lo he hecho porque ya no te veo de esa manera. No es que no me sienta
atraído por ti, solo que creo que mereces algo mejor que eso
Una sonrisa presumida se dibujo en rostro.
— Crees que soy demasiado buena para ti
Increíble. Ella realmente no lo entendía.
— No puedo en ningún hombre que conozca que sea el mejor para ti
El engreimiento se desvaneció y fue remplazado por una conmovedora y sincera sonrisa.
— Gracias, Gas—dijo ella, dejando su botella vacía en el mostrador. Ella se movía con tanta
seguridad… no sé… todo lo que hacia era sexy.
Me puse de pie y agarré su mano.
— Vamos— la empuje hacia a la pista de baile.
— He tomado demasiado. Me voy a caer
Ahora en la pista de baile, la tome por las caderas y la atraje hacia mi cuerpo, dejando cero
espacio entre nosotros.
— Cállate y baila
Todas las risitas y la sonrisas abandonaron su cara, su cuerpo empezó a mover contra el mio
al ritmo de la música. No podía mantener mis manos fuera de ella. Cuanto más cerca
estábamos, mas la cerca la necesitaba. Su cabello estaba en mi cara, y a pesar que ya había
bebido lo suficiente como para terminar la noche, todos mis sentidos están alerta. La manera
en que su culo se sentía contra mí, las diferentes direcciones y movimientos que sus caderas
hacían con la música, la manera en que ella se había inclinado sobre mi pecho y apoyaba su
cabeza en mi hombro. Quería meterla en algún rincón oscuro y probar el interior de su boca.
Rochi se dio la vuelta con una maliciosa sonrisa. Sus manos comenzaron en mis hombros, y
luego sus dedos siguieron bajando por mi pecho y mi abdomen. Por poco me vuelvo loco,
deseándola en ese momento y en ese lugar. Me volvió a dar la espalda, y mi corazón latió
aun más fuerte contra mi tórax. Ella estaba más cerca de esa manera. Aferré sus caderas y la
apreté aun más contra mí.
Envolví mis brazos alrededor de su cintura y enterré mi rostro en su cabello. Estaba saturado
con sudor combinando con su perfume. Cualquier pensamiento racional desapareció. La
canción estaba terminando, pero no mostro señales que querer parar.
Rochi se reclino hacia tras, su cabeza sobre mi hombro. Un poco de su pelo quedo a la deriva,
exponiendo la reluciente piel de su cuello. Toda mi fuerza de voluntad se fue al tacho. Apoyé
mis labios en el delicado punto justo detrás de su oreja. No podía detenerme ahí, abrí mi
boca para que mi lengua lamiera la humedad salada de su piel.
Rochi se tensó, y empujo lejos.
— ¿Qué pasa, pajarita?—pregunté. Tuve que reír. Ella lucia como si quisiera pegarme. Pensé
que estábamos pasando un buen momento, y se puso mas enojadas de lo que jamás había
visto.
En ves de perder los estribos ahí mismo se abrió paso por la multitud, regresando a la barra.
La seguí, sabiendo que pronto descubriría qué era exactamente lo que había hecho mal.
Ocupando el lugar vacío a su lado, observé como Rochi le pedí a Cami otra cerveza. Ordene
otra para mí y la mire como ella se tomaba la mitad de un trago. La botella golpeo duro el
mostrador cuando la apoyó.
— ¿Piensas que así cambiaras lo que piensan los demás de nosotros?
Carcajeé. ¿Después de todos esos rebotes y roses contra mi miembro, ella estaba
preocupada por las apariencias?
— Me importa una mierda lo que piensen de nosotros
Ella me lanzó una mirada asesina, y corrió la cara.
— Pajarita— dije, tocando su brazo.
Ella se sacudió enseguida.
— No. Nunca podría ponerme lo suficientemente borracha para dejarte llevarme a eso sofá
Una rabia instantánea me consumió. Nunca la había tratado así. Nunca. Ella me incita, y yo
luego le doy uno o dos besitos en el cuello, ¿y se pone histérica?
Empezaba a hablar pero Eugenia se apareció a mi lado.
— Bueno, pero si es Gaston Dalmau
— Hola Eugenia
Rochi ojeó a Eugenia, bajando la guardia. Eugenia era una profesional en volver las cosas a su
favor.
— Preséntame a tu novia— dijo Eugenia sonriendo.
Ella sabía muy bien que Rochi no era mi novia. Prostitución para principiantes: Si el hombre
en tu mira esta en un cita o con una amiga mujer, fuérzalo a admitir su falta de compromiso.
Crea inseguridad e inestabilidad.
Sabía a donde iba todo esto. Demonios, si Rochi realmente pensaba que yo era un imbécil de
grado criminal, bien podría actuar como uno. Deslicé mi cerveza por el bar, y se cayó por el
borde, resonando en la canasto lleno de basura del final.
— Ella no es mi novia
Deliberadamente ignorando la reacción de Rochi. Tomé a Eugenia de la mano y la guie a la
pista. Como de costumbre la mayoría de los otros bailarines se paraban a mirar.
Usualmente hacíamos un espectáculo, pero yo me estaba sintiendo excepcionalmente
lascivo. El cabello de Eugenia se azotó en mi rostro más de una vez, pero yo estaba ido.
La alcé y ella rodeó mi cintura con sus piernas y luego se estiro hacia atrás extendiendo sus
brazos desde mi cuello. Ella sonreía mientras la bombeaba delante de todo el bar y cuando
la puse sobre sus pies, ella se giró y agachó hacia abajo, tomándose de los tobillos.
El sudor cubrió mi rostro. La falda de Eugenia estaba tan mojada que mis manos se resbalaban
cada vez que trataba de tocarla. Su camisa estaba húmeda, y la mía también. Se acercó para
un beso, su boca descaradamente abierta, pero yo retrocedí, mirando hacia el bar.
Ahí fue cuando lo vi. Nicolas Coats. Rochi se inclinaba cerca de él, sonriendo con esa traviesa,
coqueta, llévame-a-casa sonrisa que podrá distinguir entre una multitud de miles de mujeres.
Dejando a Eugenia en la pista, me adentré entre la multitud. Justo cuando alcanzaba a Rochi,
Nicolas se estiró para tocar su rodilla. Recordando lo que él había conseguido el año pasado,
apreté mi mano en un puño, parándome entre ellos de espaldas a Nicolas.
— ¿Estas lista, pajarita?
Rochi puso su mano en mi abdomen y me empujó hacia un costado, sonriendo al instante en
que Nicolas volvió a su vista.
— Estoy hablando, Gaston
Ella alargo su mano, sintiendo lo mojada que estaba y la secó sobre su falda dramáticamente.
— ¿Si quiera conoces a este tipo?
Ella sonrió incluso más.
— Él es Nicolas.
— Encantado de conocerte— el extendió su mano.
Yo no podía quitar mis ojos de Rochi mientras ella miraba a ese enfermo y retorcido maldito
frente a ella. Dejé colgar la mano de Nicolas, esperando que Rochi recordara que yo estaba
parado allí.
Desdeñosamente, ella agitó su mano en mi dirección.
— Nicolas, este es Gaston— su voz estaba decididamente menos entusiasmada con mi
presentación, lo que solo me cabreó mas.
Miré hacia Nicolas y luego a su mano.
— Gaston Dalmau— mi voz fue tan baja y amenazadora como podía manejar.
Los ojos de Nicolas se abrieron e incómodamente retiro su mano.
— ¿Gaston Dalmau?
Estiré mi brazo por detrás de Rochi para alcanzar la barra.
— Si ¿Qué hay con eso?
— Te vi pelear con Shawn Smith el año pasado, hombre. ¡Pensé que iba a presenciar la
muerte de alguien!
Mi ojos se contrajeron y mis dientes se apretaban.
— ¿Quieres verlo de nuevo?
Nicolas se rio al momento, sus ojos iban y venían entre nosotros. Cuando se dio cuenta que no
estaba bromeando, le sonrió incomodo a Rochi y luego se fue.
— ¿Esta Lista ahora?— espeté.
— Eres un completo imbécil, sabes
— Me han llamado peor— le tendí una mano y aceptó, permitiéndome ayudarla a bajar del
taburete. No podía estar tan enojada.
Con un bajo susurró, le hice señas a Peter, quien vio mi expresión e inmediatamente supo
que era hora de irnos. Use mi hombro para abrirnos paso entra la multitud, golpeando sin
pena a algunos inocentes transeúntes hasta que Peter pudo unirse y se hizo cargo por mi.
Una vez afuera agarré la mano de Rochi pero ella la sacudió de un tirón. Me di la vuelta y le
grite en la cara.
— ¡Debería besarte y acabar con todo esto! ¡Estas siendo ridícula! Besé tu cuello, ¿Y qué?
Rochi retrocedió, y cuando eso no dejo el suficiente espacio, me empujó. Sin importar lo
enfadado que estaba, ella no me tenía miedo. Era algo excitante.
— Yo no soy tu puta, Gaston
Sacudí mi cabeza, atónito. Si había algo más que yo pudiera hacer para evitar que pensara
eso, yo no sabia que era. Ella fue especial para desde el segundo en que pose mis ojos en
ella, y he tratado de que ella lo supiera en cada oportunidad que tenia. ¿Qué tenia que hacer
para llegar a ella? ¿Cuánto mas diferente que a todas tenia que tratarla?
— ¡Yo nunca dije que lo fueras! ¡Estas conmigo las veinticuatro horas del día los sietes días
de la semana, duermes en mi cama, pero la mitad del tiempo actúas como si no quisieras que
te vean conmigo!
— ¡Yo llegué aquí contigo!
— Nunca te trate con nada más que respeto, pajarita
— No, me trataste como de tu propiedad. ¡No tenias derecho a hacer correr a Nicolas de esa
manera!
— ¿Sabes quien es Nicolas?— cuando ella sacudió su cabeza, me acerque un poco.— Yo sí. Él
fue arrestado el año pasado por agresión sexual, pero retiraron los cargos
Ella se cruzó de brazos.
— Oh, ¿Entonces tienen algo en común?
Un velo rojo cubrió mis ojos, y por un segundo, la rabia me desbordó. Respiré
profundamente, queriendo tranquilizarme.
— ¿Me estas llamando violador?
Rochi lo pensó, y su duda hacia a mi ira esfumarse. Ella era la única que tenía ese efecto en
mí. Todas las otras veces que me había puesto así de furioso, había golpeado algo o alguien.
Nunca le he pegado a una mujer, pero definitivamente hubiera dado un puñetazo al camión
estacionado al lado nuestro.
— ¡No, solo estoy enojada contigo!— dijo ella, apretando los labios.
— Estuve bebiendo ¿okey? Tu piel estaba a tres centímetros de mi cara, y eres hermosa y
hueles malditamente genial cuando sudas. ¡Te besé! ¡Lo siento! ¡Pero ya supéralo!
Mi respuesta la hizo pausar y las esquinas de labios se alzaron.
— ¿Crees que soy hermosa?
Fruncí el ceño. Qué pregunta estúpida.
— Eres maravillosa y lo sabes. ¿Por qué estas sonriendo?
Cuánto más intentaba no sonreír, más lo hacia.
— Nada, vamos
Me reí una vez y luego sacudí la cabeza.
— ¿Qué…? ¿Tú…? ¡Oh, eres un grano en el culo!
Ella sonreía de oreja a oreja por mi cumplido y por el hecho de que pase de psicótico a
ridículo en menos de cinco minutos. Trataba de contenerse y eso me hacia sonreír a mi. Pase
un brazo alrededor de su cuello, deseándole a Dios haber podido besarla.
— Me estas volviendo loco. Lo sabes, ¿No?
El viaje a casa fue tranquilo y cuando finalmente llegamos, Rochi fue derecho al cuarto de
baño, abriendo la ducha. Mi mente estaba demasiado dispersa como para rebuscar entre su
mierda, así que agarré un par de mis boxers y una de mis camisetas. Toque la puerta, pero
ella no contesto, por lo que entre sin mas, la dejé sobre el fregadero y salí. De todas maneras
no estaba seguro qué decirle.
Apareció en mi habitación, tragada por mi ropa y se tiro en la cama, una sonrisa residual
permanecía en su rostro. La observé por un momento, y ella me devolvió la mirada,
claramente preguntándose en que estaba pensando yo. Sus ojos lentamente bajaron hacia
mis labios, y ahí lo supe.
— Buenas noches, pajarita— susurré, dándome la vuelta, maldiciéndome a mi mismo como
nunca antes. Ella estaba muy ebria y yo no iba a sacar provecho de ello. Especialmente, no
después de que ella me haya perdonado por el espectáculo que di con Eugenia
Rochi se removió por varios minutos antes de finalmente tomar un respiro.
— ¿Gas?— ella se reclinó sobre su codo.
— ¿Si?— dije, sin moverme. Tenía miedo de que si la miraba a los ojos, cualquier
pensamiento racional volaría por la ventana.
— Se que estoy ebria, y que nosotros acabamos de meternos en una pelea descomunal sobre
esto, pero…
— No voy a tener sexo contigo, así que deja de pedírmelo
— ¿Qué? ¡No!
Me reí y volteé, mirando su dulce y horrorizada expresión.
— ¿Qué pajarita?
— Esto— dijo ella, recostando su cabeza mi pecho y estirando su brazo sobre mi abdomen,
abrazándome bien cerca.
No era lo que esperada. Para nada. Levanté mi mano la congelé en el lugar, inseguro de qué
diablos hacer.
— Tú estás ebria.
— Lo sé— dijo ella, sin temor.
Sin importar lo molesta que estaría en la mañana, yo no podía decir que no. Relaje una mano
en su espalda, y la otra en su cabello mojado, y luego besé su coronilla.
— Eres la mujer mas complicada que alguna vez conocí
— Es lo menos que puedes hacer después de espantar al único chico que se me acercó en la
noche
— ¿Te refieres a Nicolas el violador? Si, yo te debo una por eso
— Olvídalo— dijo ella comenzando a alejarse.
Mi reacción fue instantánea. Sostuve su bazo sobre mí.
— No, es en serio. Necesitas ser más cuidadosa. Si yo no hubiese estado allí… ni siquiera
quiero pensarlo. ¿Y ahora esperas que yo me disculpe por haberlo espantando?
— No quiero una disculpa. Ni siquiera es por eso
— ¿Entonces por qué es?— pregunté. Nunca rogué por nada en mi vida, pero internamente
estaba rogando porque ella me dijera que me quería. Que yo le importaba. Algo. Estábamos
tan cerca. Solo quedaban unos centímetros para que nuestros labios de tocaran y era un reto
mental no cruzar esos centímetros.
— He bebido, Gaston. Es la única escusa que tengo
— ¿Solo quieres que te sostenga hasta que te duermas?
Ella no contestó
Gire, mirando directo en sus ojos.
— Debería decir que no para probarte un punto— dije, mis cejas presionadas juntas— pero
me odiaría después si digo que no y tú después nunca vuelves a preguntar
Ella felizmente recostó su mejilla en mi pecho. Con mis brazos la abrasé fuertemente.

— No necesitas una escusa, pajarita. Todo lo que tienes que hacer es pedírmelo

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