CAPITULO
SIETE
VIENDO ROJO
Antes de que alcanzáramos la barra,
Lali tiro de su mejor amiga hacia la pista de baile.
Los stilettos rosas chicle de Rochi
brillaban entre las luces y yo sonreí cuando ella carcajeo por
los salvajes movimientos de baile de
Lali. Mis viajaron por su vestido negro,
deteniéndose en sus caderas. Sabia
moverse, le concedía eso. Un pensamiento sexual salto
en mi mente, y debí mirar a otro
lado.
El Red Door estaba bastante
concurrido. Algunas caras nuevas, pero la mayoría familiares.
Cualquier nuevo que entrara era como
carne fresca para aquellos como nosotros que no
teníamos imaginación mas que para
aparecer en el bar cada fin de semana. Especialmente
chicas que lucían como Rochi y Lali.
Ordené una cerveza, me tome la mitad
y luego volví mi atención a la pista de baile. Mirar no
era voluntario, especialmente
sabiendo que probablemente tenía la misma expresión en mi
rostro que los otros cretinos que las
miraban.
La canción terminó y Rochi arrastró a
Lali a la barra. Jadeaban, sonreían y lo
necesariamente transpiradas como para
verse sexy.
— Va a ser así toda la noche, lali.
Solo ignóralas— dijo Peter.
La cara de Lali ardía de disgusto,
mirando por sobre mis hombros. Podía imaginar quien
estaba allí. No seria Eugenia. Ella
no era de las que esperaba bajo las alas.
— Parece que Las Vegas vomito una
bandada de buitres— se burló Lali.
Eché un vistazo por sobre mi hombro y
tres de las hermanas de fraternidad de Mery estaban
paradas hombro con hombro. Otra de
ella se puso a mi lado con una brillante sonrisa. Todas
sonreían cuando hacia contacto visual
pero yo rápidamente me volteaba, tomándome la otra
mitad de mi cerveza. Sea cual sea la
razón, que las chicas actuaran así a mi alrededor ponía a
Lali de muy mal humor. Sin embargo,
no podía no concordar con su referencia a los
buitres.
Encendí un cigarro, y ordene dos
cervezas más. La rubia a mi lado, Brooke, sonrió y se mordió
el labio. Hice una pausa, inseguro de
si ella iba a llorar o a abrazarme. No fue hasta que Cami
abrió y me pasó las botellas que supe
porque Brooke tenía esa ridícula mirada en su cara. Ella
tomó la cerveza y empezaba a darle un
sorbo cuando se la saque antes de que pudiera, y se
la pase a Rochi.
— Uh… no es para ti
Brooke se fue pisando fuerte hacia
sus amigas. Rochi, en cambio, parecía completamente
contenta, tomando tragos de tamaño
humano.
— Como si fuera a comprarle una
cerveza a cualquier chica en el bar—dije. Pensé que eso
añadiría más a la diversión de Rochi
pero, en cambio, ella sostuvo su cerveza con una
expresión amarga en rostro.
— Eres diferente— dije con una media
sonrisa.
Ella chocó su botella con la mía,
claramente irritada.
— Por ser la única chica con la que
un chico sin reglas no se acostaría — ella tomó un sorbo,
pero yo le saque la botella de la
botella.
— ¿Hablas en serio?— cuando ella no
respondió, me acerqué mas para un efecto completo—
Primero que nada… yo si tengo reglas.
Nunca he estado con una mujer fea. Jamás. Segundo,
todo lo que quiero es dormir contigo.
Pensé en arrojarte a mi sofá de cincuenta formas
diferentes, pero no lo he hecho
porque ya no te veo de esa manera. No es que no me sienta
atraído por ti, solo que creo que
mereces algo mejor que eso
Una sonrisa presumida se dibujo en
rostro.
— Crees que soy demasiado buena para
ti
Increíble. Ella realmente no lo
entendía.
— No puedo en ningún hombre que
conozca que sea el mejor para ti
El engreimiento se desvaneció y fue
remplazado por una conmovedora y sincera sonrisa.
— Gracias, Gas—dijo ella, dejando su
botella vacía en el mostrador. Ella se movía con tanta
seguridad… no sé… todo lo que hacia
era sexy.
Me puse de pie y agarré su mano.
— Vamos— la empuje hacia a la pista
de baile.
— He tomado demasiado. Me voy a caer
Ahora en la pista de baile, la tome por
las caderas y la atraje hacia mi cuerpo, dejando cero
espacio entre nosotros.
— Cállate y baila
Todas las risitas y la sonrisas
abandonaron su cara, su cuerpo empezó a mover contra el mio
al ritmo de la música. No podía
mantener mis manos fuera de ella. Cuanto más cerca
estábamos, mas la cerca la
necesitaba. Su cabello estaba en mi cara, y a pesar que ya había
bebido lo suficiente como para
terminar la noche, todos mis sentidos están alerta. La manera
en que su culo se sentía contra mí,
las diferentes direcciones y movimientos que sus caderas
hacían con la música, la manera en
que ella se había inclinado sobre mi pecho y apoyaba su
cabeza en mi hombro. Quería meterla
en algún rincón oscuro y probar el interior de su boca.
Rochi se dio la vuelta con una maliciosa
sonrisa. Sus manos comenzaron en mis hombros, y
luego sus dedos siguieron bajando por
mi pecho y mi abdomen. Por poco me vuelvo loco,
deseándola en ese momento y en ese
lugar. Me volvió a dar la espalda, y mi corazón latió
aun más fuerte contra mi tórax. Ella
estaba más cerca de esa manera. Aferré sus caderas y la
apreté aun más contra mí.
Envolví mis brazos alrededor de su
cintura y enterré mi rostro en su cabello. Estaba saturado
con sudor combinando con su perfume.
Cualquier pensamiento racional desapareció. La
canción estaba terminando, pero no
mostro señales que querer parar.
Rochi se reclino hacia tras, su
cabeza sobre mi hombro. Un poco de su pelo quedo a la deriva,
exponiendo la reluciente piel de su
cuello. Toda mi fuerza de voluntad se fue al tacho. Apoyé
mis labios en el delicado punto justo
detrás de su oreja. No podía detenerme ahí, abrí mi
boca para que mi lengua lamiera la
humedad salada de su piel.
Rochi se tensó, y empujo lejos.
— ¿Qué pasa, pajarita?—pregunté. Tuve
que reír. Ella lucia como si quisiera pegarme. Pensé
que estábamos pasando un buen
momento, y se puso mas enojadas de lo que jamás había
visto.
En ves de perder los estribos ahí
mismo se abrió paso por la multitud, regresando a la barra.
La seguí, sabiendo que pronto descubriría
qué era exactamente lo que había hecho mal.
Ocupando el lugar vacío a su lado,
observé como Rochi le pedí a Cami otra cerveza. Ordene
otra para mí y la mire como ella se
tomaba la mitad de un trago. La botella golpeo duro el
mostrador cuando la apoyó.
— ¿Piensas que así cambiaras lo que
piensan los demás de nosotros?
Carcajeé. ¿Después de todos esos
rebotes y roses contra mi miembro, ella estaba
preocupada por las apariencias?
— Me importa una mierda lo que
piensen de nosotros
Ella me lanzó una mirada asesina, y
corrió la cara.
— Pajarita— dije, tocando su brazo.
Ella se sacudió enseguida.
— No. Nunca podría ponerme lo
suficientemente borracha para dejarte llevarme a eso sofá
Una rabia instantánea me consumió.
Nunca la había tratado así. Nunca. Ella me incita, y yo
luego le doy uno o dos besitos en el
cuello, ¿y se pone histérica?
Empezaba a hablar pero Eugenia se
apareció a mi lado.
— Bueno, pero si es Gaston Dalmau
— Hola Eugenia
Rochi ojeó a Eugenia, bajando la
guardia. Eugenia era una profesional en volver las cosas a su
favor.
— Preséntame a tu novia— dijo Eugenia
sonriendo.
Ella sabía muy bien que Rochi no era
mi novia. Prostitución para principiantes: Si el hombre
en tu mira esta en un cita o con una
amiga mujer, fuérzalo a admitir su falta de compromiso.
Crea inseguridad e inestabilidad.
Sabía a donde iba todo esto.
Demonios, si Rochi realmente pensaba que yo era un imbécil de
grado criminal, bien podría actuar
como uno. Deslicé mi cerveza por el bar, y se cayó por el
borde, resonando en la canasto lleno
de basura del final.
— Ella no es mi novia
Deliberadamente ignorando la reacción
de Rochi. Tomé a Eugenia de la mano y la guie a la
pista. Como de costumbre la mayoría
de los otros bailarines se paraban a mirar.
Usualmente hacíamos un espectáculo,
pero yo me estaba sintiendo excepcionalmente
lascivo. El cabello de Eugenia se
azotó en mi rostro más de una vez, pero yo estaba ido.
La alcé y ella rodeó mi cintura con
sus piernas y luego se estiro hacia atrás extendiendo sus
brazos desde mi cuello. Ella sonreía
mientras la bombeaba delante de todo el bar y cuando
la puse sobre sus pies, ella se giró
y agachó hacia abajo, tomándose de los tobillos.
El sudor cubrió mi rostro. La falda
de Eugenia estaba tan mojada que mis manos se resbalaban
cada vez que trataba de tocarla. Su
camisa estaba húmeda, y la mía también. Se acercó para
un beso, su boca descaradamente
abierta, pero yo retrocedí, mirando hacia el bar.
Ahí fue cuando lo vi. Nicolas Coats.
Rochi se inclinaba cerca de él, sonriendo con esa traviesa,
coqueta, llévame-a-casa sonrisa que
podrá distinguir entre una multitud de miles de mujeres.
Dejando a Eugenia en la pista, me
adentré entre la multitud. Justo cuando alcanzaba a Rochi,
Nicolas se estiró para tocar su
rodilla. Recordando lo que él había conseguido el año pasado,
apreté mi mano en un puño, parándome
entre ellos de espaldas a Nicolas.
— ¿Estas lista, pajarita?
Rochi puso su mano en mi abdomen y me
empujó hacia un costado, sonriendo al instante en
que Nicolas volvió a su vista.
— Estoy hablando, Gaston
Ella alargo su mano, sintiendo lo
mojada que estaba y la secó sobre su falda dramáticamente.
— ¿Si quiera conoces a este tipo?
Ella sonrió incluso más.
— Él es Nicolas.
— Encantado de conocerte— el extendió
su mano.
Yo no podía quitar mis ojos de Rochi
mientras ella miraba a ese enfermo y retorcido maldito
frente a ella. Dejé colgar la mano de
Nicolas, esperando que Rochi recordara que yo estaba
parado allí.
Desdeñosamente, ella agitó su mano en
mi dirección.
— Nicolas, este es Gaston— su voz estaba
decididamente menos entusiasmada con mi
presentación, lo que solo me cabreó
mas.
Miré hacia Nicolas y luego a su mano.
— Gaston Dalmau— mi voz fue tan baja
y amenazadora como podía manejar.
Los ojos de Nicolas se abrieron e
incómodamente retiro su mano.
— ¿Gaston Dalmau?
Estiré mi brazo por detrás de Rochi
para alcanzar la barra.
— Si ¿Qué hay con eso?
— Te vi pelear con Shawn Smith el año
pasado, hombre. ¡Pensé que iba a presenciar la
muerte de alguien!
Mi ojos se contrajeron y mis dientes
se apretaban.
— ¿Quieres verlo de nuevo?
Nicolas se rio al momento, sus ojos
iban y venían entre nosotros. Cuando se dio cuenta que no
estaba bromeando, le sonrió incomodo
a Rochi y luego se fue.
— ¿Esta Lista ahora?— espeté.
— Eres un completo imbécil, sabes
— Me han llamado peor— le tendí una
mano y aceptó, permitiéndome ayudarla a bajar del
taburete. No podía estar tan enojada.
Con un bajo susurró, le hice señas a
Peter, quien vio mi expresión e inmediatamente supo
que era hora de irnos. Use mi hombro
para abrirnos paso entra la multitud, golpeando sin
pena a algunos inocentes transeúntes
hasta que Peter pudo unirse y se hizo cargo por mi.
Una vez afuera agarré la mano de
Rochi pero ella la sacudió de un tirón. Me di la vuelta y le
grite en la cara.
— ¡Debería besarte y acabar con todo
esto! ¡Estas siendo ridícula! Besé tu cuello, ¿Y qué?
Rochi retrocedió, y cuando eso no
dejo el suficiente espacio, me empujó. Sin importar lo
enfadado que estaba, ella no me tenía
miedo. Era algo excitante.
— Yo no soy tu puta, Gaston
Sacudí mi cabeza, atónito. Si había
algo más que yo pudiera hacer para evitar que pensara
eso, yo no sabia que era. Ella fue
especial para desde el segundo en que pose mis ojos en
ella, y he tratado de que ella lo
supiera en cada oportunidad que tenia. ¿Qué tenia que hacer
para llegar a ella? ¿Cuánto mas
diferente que a todas tenia que tratarla?
— ¡Yo nunca dije que lo fueras!
¡Estas conmigo las veinticuatro horas del día los sietes días
de la semana, duermes en mi cama,
pero la mitad del tiempo actúas como si no quisieras que
te vean conmigo!
— ¡Yo llegué aquí contigo!
— Nunca te trate con nada más que
respeto, pajarita
— No, me trataste como de tu
propiedad. ¡No tenias derecho a hacer correr a Nicolas de esa
manera!
— ¿Sabes quien es Nicolas?— cuando
ella sacudió su cabeza, me acerque un poco.— Yo sí. Él
fue arrestado el año pasado por
agresión sexual, pero retiraron los cargos
Ella se cruzó de brazos.
— Oh, ¿Entonces tienen algo en común?
Un velo rojo cubrió mis ojos, y por
un segundo, la rabia me desbordó. Respiré
profundamente, queriendo
tranquilizarme.
— ¿Me estas llamando violador?
Rochi lo pensó, y su duda hacia a mi
ira esfumarse. Ella era la única que tenía ese efecto en
mí. Todas las otras veces que me
había puesto así de furioso, había golpeado algo o alguien.
Nunca le he pegado a una mujer, pero
definitivamente hubiera dado un puñetazo al camión
estacionado al lado nuestro.
— ¡No, solo estoy enojada contigo!—
dijo ella, apretando los labios.
— Estuve bebiendo ¿okey? Tu piel
estaba a tres centímetros de mi cara, y eres hermosa y
hueles malditamente genial cuando
sudas. ¡Te besé! ¡Lo siento! ¡Pero ya supéralo!
Mi respuesta la hizo pausar y las
esquinas de labios se alzaron.
— ¿Crees que soy hermosa?
Fruncí el ceño. Qué pregunta
estúpida.
— Eres maravillosa y lo sabes. ¿Por
qué estas sonriendo?
Cuánto más intentaba no sonreír, más
lo hacia.
— Nada, vamos
Me reí una vez y luego sacudí la
cabeza.
— ¿Qué…? ¿Tú…? ¡Oh, eres un grano en
el culo!
Ella sonreía de oreja a oreja por mi
cumplido y por el hecho de que pase de psicótico a
ridículo en menos de cinco minutos.
Trataba de contenerse y eso me hacia sonreír a mi. Pase
un brazo alrededor de su cuello,
deseándole a Dios haber podido besarla.
— Me estas volviendo loco. Lo sabes,
¿No?
El viaje a casa fue tranquilo y
cuando finalmente llegamos, Rochi fue derecho al cuarto de
baño, abriendo la ducha. Mi mente
estaba demasiado dispersa como para rebuscar entre su
mierda, así que agarré un par de mis
boxers y una de mis camisetas. Toque la puerta, pero
ella no contesto, por lo que entre
sin mas, la dejé sobre el fregadero y salí. De todas maneras
no estaba seguro qué decirle.
Apareció en mi habitación, tragada
por mi ropa y se tiro en la cama, una sonrisa residual
permanecía en su rostro. La observé
por un momento, y ella me devolvió la mirada,
claramente preguntándose en que
estaba pensando yo. Sus ojos lentamente bajaron hacia
mis labios, y ahí lo supe.
— Buenas noches, pajarita— susurré,
dándome la vuelta, maldiciéndome a mi mismo como
nunca antes. Ella estaba muy ebria y
yo no iba a sacar provecho de ello. Especialmente, no
después de que ella me haya perdonado
por el espectáculo que di con Eugenia
Rochi se removió por varios minutos
antes de finalmente tomar un respiro.
— ¿Gas?— ella se reclinó sobre su
codo.
— ¿Si?— dije, sin moverme. Tenía
miedo de que si la miraba a los ojos, cualquier
pensamiento racional volaría por la
ventana.
— Se que estoy ebria, y que nosotros
acabamos de meternos en una pelea descomunal sobre
esto, pero…
— No voy a tener sexo contigo, así
que deja de pedírmelo
— ¿Qué? ¡No!
Me reí y volteé, mirando su dulce y
horrorizada expresión.
— ¿Qué pajarita?
— Esto— dijo ella, recostando su
cabeza mi pecho y estirando su brazo sobre mi abdomen,
abrazándome bien cerca.
No era lo que esperada. Para nada.
Levanté mi mano la congelé en el lugar, inseguro de qué
diablos hacer.
— Tú estás ebria.
— Lo sé— dijo ella, sin temor.
Sin importar lo molesta que estaría
en la mañana, yo no podía decir que no. Relaje una mano
en su espalda, y la otra en su
cabello mojado, y luego besé su coronilla.
— Eres la mujer mas complicada que
alguna vez conocí
— Es lo menos que puedes hacer
después de espantar al único chico que se me acercó en la
noche
— ¿Te refieres a Nicolas el violador?
Si, yo te debo una por eso
— Olvídalo— dijo ella comenzando a
alejarse.
Mi reacción fue instantánea. Sostuve
su bazo sobre mí.
— No, es en serio. Necesitas ser más
cuidadosa. Si yo no hubiese estado allí… ni siquiera
quiero pensarlo. ¿Y ahora esperas que
yo me disculpe por haberlo espantando?
— No quiero una disculpa. Ni siquiera
es por eso
— ¿Entonces por qué es?— pregunté.
Nunca rogué por nada en mi vida, pero internamente
estaba rogando porque ella me dijera
que me quería. Que yo le importaba. Algo. Estábamos
tan cerca. Solo quedaban unos
centímetros para que nuestros labios de tocaran y era un reto
mental no cruzar esos centímetros.
— He bebido, Gaston. Es la única
escusa que tengo
— ¿Solo quieres que te sostenga hasta
que te duermas?
Ella no contestó
Gire, mirando directo en sus ojos.
— Debería decir que no para probarte
un punto— dije, mis cejas presionadas juntas— pero
me odiaría después si digo que no y
tú después nunca vuelves a preguntar
Ella felizmente recostó su mejilla en
mi pecho. Con mis brazos la abrasé fuertemente.
— No necesitas una escusa, pajarita.
Todo lo que tienes que hacer es pedírmelo

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