Rochi
no lo merezco. Estaba sentada allí llorando a moco tendido
sobre un chico que acababa de decirle que todavía lo amaba,
y él me trataba como si fuera su princesa. Me trataba como si
no estuviera rota. Y lo estaba. Tan increíble, irrevocablemente rota.
Su boca hizo cosas locas a la mía cuando incliné mi cabeza hacia
atrás y besó mi cuello. Pablo nunca me besaba mucho mi cuello. En
verdad me gustaba. Me gustaba como sus labios quemaron un
camino posesivo cerca de mi barbilla, como sus ojos se entrecerraron
cuando me miraba. Sería imposible para mi cansarme de la forma en
que hacía a mi cuerpo doler, la forma que hacia cada parte de mi
cuerpo se sintiera más sensible.
Y de nuevo estoy recordando, cuando retrocedió y besé la cima de
mi cabeza, no lo merezco. Él estaba lo suficiente destrozado sin
agregarme al desastre. Nos destruiríamos el uno al otro. ¿Cómo
hacían dos personas sanar juntas cuando ni siquiera podían sanarse
mutuamente?
—Deberíamos hablar —dije, para que mi boca dejara de moverse,
para no arrojar mis brazos alrededor de su cuello y decirle que lo
amaba. Quiero decir, no estaba segura si amor era la palabra
correcta, pero cuando pensaba en estar lejos de él, la oscuridad
parecía cerrarse a mí alrededor. Necesitaba mi sol. Lo necesitaba.
Pero era como mantener un juguete brillante que sabes que no te
pertenece. Tienes que regresarlo, así puede disfrutarlo alguien más
merecedor. No merezco dos chicos maravillosos en el lapso de dos
años. Desde luego no merecía una rica estrella de rock que escribía
canciones sobre mí.
—Estamos hablando. —Me empujó en su costado, y continuamos
caminando.
—Sobre nosotros —dije rápido, como arrancando una venda.
Apenas teníamos un kilómetro, antes de que tuviéramos que estar de
regreso donde iba hacia mi casa.
Sentí su brazo tensarse alrededor de mis hombros.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir… —Mierda. No sé cómo hacer esto—. Tal vez solo no
es el momento correcto, ¿sabes?
Se detuvo y me empujó para un caliente y alucinante beso. Sus
labios se presionaron contra los míos; el calor de su boca hizo a mis
rodillas debilitarse. Carajo. Necesitaba conseguir alejarme de él antes
de hacer las cosas peores. Di un paso atrás y suspiré.
—Mira, solo creo que necesitamos más tiempo para trabajar en mis
asuntos. No es por ti.
Los ojos de Gaston se abrieron y luego se cerraron por dos dolorosos
segundos en los que casi retiré lo que acababa de decir. Cuando los
abrió de nuevo, vi un Gaston diferente, uno que nunca había visto
antes.
Seguí hablando.
—Soy yo. Como dije, tengo un montón de cosas que con las que aún
estoy tratando, y estoy arrastrándote hacia abajo, y bueno, solo no
quiero involucrarme con alguien más. Así que ¿podemos como pasar
el rato algunas veces y no ser nada más? —Ahí, lo dije. Podía
alejarme sin sentirme culpable. No necesitaba ser arreglada.
No cuando vi la misma mirada en sus ojos que veía cada día en el
espejo.
Sus ojos se oscurecieron. Retrocedí otro paso. Negó con su cabeza
firmemente.
—No.
—¿No? —Guau! ¿A dónde se fue el relajado Gaston?
Esto chico parecía más intenso, mas como su hermano. ¿Hicieron
alguna cosa de cambio de mente de la cual no estaba enterada?
Mierda. Es como decirle a un cachorro perdido que se fuera a su
casa, pero en su lugar te seguía hasta tu caverna. ¿Por qué estaba
haciendo esto tan difícil? Necesitaba dejarlo ir. Si él no se iba, yo
rompería, y si termino nunca tendría ninguna esperanza de estar
completa de nuevo.
Hice una decisión rápida, seguí caminando y me rehusé a
voltearme…
Lo sentí detrás de mí. Al final me detuve una vez estábamos en el
medio de la cuidad.
—¿Qué? —espeté.
—No. —Gaston sacudió su cabeza lentamente—. No te dejaré sola.
No te abandonar. Estoy seguro como el infierno no voy a escucharte,
y puedes saber muy bien que voy a luchar por ti.
Creo que mi corazón solo desfalleció. Parpadeé unas cuantas veces
para ver si comenzaría a reírse o romperse o cualquier humor
enfermo en que se encontrara. En su lugar, muy educadamente me
acompaño el resto del camino a mi casa, dijo buenas noches, y me
dejó en mi puerta.
¿Que acababa de pasar? Caminé a mi habitación y azoté la puerta
detrás de mí. Estaba muy segura de lo acaba de decirme, como en,
No. No voy a permitir que te autodestruyas y me empujes lejos. ¿Que
chico hace eso? Quiero decir, su discurso es sexy. Era el tipo de cosa
que veías en televisión o leías en libros. El príncipe persigue a la
princesa y viven felices para siempre.
Tonto Gaston. Él, de todas las personas, debería saber que el Felices
Para Siempre no existía. Me puso triste. Quería ser una parte de su
vida. Quería tantas cosas, pero no podía ver un mundo donde
ambos pudiéramos existir sin terminar lastimados, y terminé con ser
lastimada.
***
Gaston
Caminé a casa molesto. Golpeé la puerta y corrí escaleras arriba,
tomando dos escalones a la vez. Sabía que Nicolas y Eugenia
probablemente acababan de salir de la película. Marqué el número
de Nicolas y esperé.
—¿Cómo te fue?
—Mierda —respondí y arroje la estúpida camiseta a
través de la habitación.
—¿Qué pasó? —Sabía que estaba caminando, porque escuché la
alarma del auto apagarse y luego las puertas desbloqueadas.
—Me dijo que necesitaba un tiempo lejos. Eso era demasiado, lo
sabes, la basura de no-eres-tu-soy-yo.
—Lo siento, hombre.
Rodé mis ojos.
—No lo hagas.
—Estoy confundido. ¿No estás molesto?
—Estoy más que molesto, e incluso se lo dije también. Como le dije
que no.
Nicolas estaba en silencio, y luego dijo:
—Amigo, ¿cuándo te creció un par de bolas?
—Anoche cuando dormía, idiota. Ahora escucha, como que me
enojé con ella y fui todo bárbaro protector he-man. —Todavía no
podía creer que le levanté la voz y me rehúse a rendirme.
—¿Golpeaste tu pecho y rugiste?
Reí.
—Tentador, pero no.
—Entonces estás bien.
—¿Eso es todo? —Maldije—. ¿No hay palabras de sabiduría del
mayor, más feliz, hermano no adicto a la droga?
Nicolas aclaró su garganta.
—Amala.
—¿Cómo amas a una persona que ni siquiera se ama a si misma ni
ve como su comportamiento es autodestructivo? —Guau.
Y de repente el enorme rayo de luz explotó en mi cabeza. Así que
era sobre todo eso de terapia. ¿Cómo puedes dejar a los otros entrar
cuando ni siquiera puedes mirarte en el espejo? La respuesta es, no
puedes. Pero con la esperanza por mostrarles que son amados,
comenzaron a ver la verdad.
—¿Todavía estás allí hombre? —preguntó Nicolas.
—Sí, este, me voy. —Presione fin y lo arrojé sobre un camisa y
puse mi teléfono en mi bolsillo.
Tenía a una chica que besar.

no me la dejes ahi!!! seguilaa rapido y subi de vecinos porfaa
ResponderEliminarte pido por favor que subas rapido, es una agonía esperar tanto!!!
ResponderEliminarMORIIIII PRONTO SUBI OTRO CAP no puede esperar despues de leer esto hfhgbbfbdgd ♥ soy @Claudiarivero_
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