miércoles, 30 de abril de 2014

Corazones latiendo, capitulo 22

22
Gaston
canté mientras caminaba de regreso a mi casa. No estoy ni un
poco avergonzado de admitirlo. Seguro, recibí algunas miradas
raras, pero no me importaba. Demonios, ellos estaban
obteniendo un concierto gratis en lo que a mí se trataba. Me refiero,
sé que tengo mucho tiempo que no estoy frente a la audiencia, la
esquina del caramelo no cuenta, pero todavía era una estrella de
rock, ¿no?
Hice algunos movimientos de baile mientras saltaba a la puerta de mi
casa y luego grité en voz más alta la última parte de la canción
antes de hacer un giro en un círculo.
La puerta se abrió, revelando a un muy estoico Camilo.
—¿Estás drogado?
—Por la vida. —Asentí y alcé mi mano para chocarla con la de él.
Camilo movió su cabeza y me empujó para pasar junto a mí.
—Voy a correr a la tienda. ¿Crees que puedas mantenerte fuera de
problemas por algunas horas?
Asentí.
—Mi virtud permanecerá intacta, eso lo juro. Si alguna mujer grita y
me arroja su sujetador, prometo mantener mis pantalones puestos. Si
me tocan, gritaré violación.
—No se puede violar a quién está dispuesto… —Sonrió Camilo—. Pero
no estaba hablando sobre mujeres. Estaba hablando, tú sabes…
sobre las cosas que vinieron hoy.
—¿Cosas? —¿Cómo regalos? ¿Comida? ¿Ropa?—. ¿Qué cosas?
La vena en la cabeza de Camilo palpitó.
—¿No lo sabes? ¿No has revisado ninguno de los mensajes en tu
celular?
—No. —Para ser honestos olvidé todo sobre mi celular. Lo busqué en
mi bolsillo trasero y lo saqué—. Mierda. ¿Cómo puedo tener treinta
llamadas perdidas?
—Sí, bueno, si a ti no te importa bajarte de las nubes unos minutos, te
lo explicaré. —Camilo era la mejor seguridad que uno podía pedir, casi
como un ser humano real, si ignorabas el hecho de que lucía como
un enojado Marine.
—Dispara. —Crucé mis brazos.
—Versión corta. —Camilo aclaró su garganta—. Estás por todos lados.
—Hermano, soy famoso, ese tipo de cosas van con el territorio.
—No, me estás mal interpretando, estás por todos lados.
—¿Me podrías explicar? —Mi teléfono vibró de nuevo en mi mano.
Era Nicolas—. Espera. ¿Qué pasó hermano?
—¡Finalmente! —gritó, y después suspiró—. Tengo una bodega tuya.
—¿Puede alguien explicarme lo que está pasando?
—Prende la televisión —gruñó Nicolas. Miré a Camilo. Me siguió al fondo de
la casa. La misma casa que había dejado hace no más de
veinticuatro horas lucía transformada. Cestas llenas de botellas de
champagne estaban por todos lados. Apreté los dientes y sintonicé
el canal de entretenimiento.
—¡La gran noticia de hoy, Gaston Dalmau! Cantante convertido en
una estrella de reality.
—¿Me están haciendo una broma? —dije por teléfono.
Nicolas rio.
—Desearía, hombre, desearía. No, parece que hay motivos
superiores con nosotros estando en nuestro receso.
—No, mierda. —Cerré mis ojos y conté hasta cinco mientras la mujer
en la televisión continuaba hablando.
—Está finalmente confirmado que el nuevo reality show
está trabajando con Gaston. ¿Quién pensaría que el chico podía ser
tan entretenido? Las cámaras lo han estado siguiendo por meses.
Aparentemente, el estudio ha estado planeando hacer un reality
show desde hace tiempo, pero desde que AD2 tomó una pausa por
un descanso emocional, parece como si el grupo fuera a caer. Pero
fuentes cercanas dicen que el show está de regreso.
—No estoy de acuerdo con esto.
—Tampoco yo. No significa que no vaya a pasar, hermano. He
estado en el teléfono con nuestro publicista todo el día.
Aparentemente ha estado trabajando en eso durante largo tiempo.
De alguna manera se filtró en los medios, y ahora, bueno, ahora que
los videos de ti caminando con Rochi se han vuelto
virales, la compañía disquera está salivando.
—¡Ah! Sí, el champagne —gruñí.
—¿Estás bebiendo? —gritó Nicolas a través del teléfono.
—No. Pero hay suficiente alcohol en esta casa para matar un
elefante, eso es seguro. Tendré a Camilo encargándose de eso en un
momento.
—Gaston… —Nicolas sonó preocupado.
—Hermano, puedo manejar la presión, ¿de acuerdo? Tengo los
caramelos, y es posible que haya dormido con Rochi la noche
pasada.
—¿En una cama?
—No, hermano, en el océano. Si, en una cama, no es como si algo
hubiera pasado. Nosotros… —Me encogí de hombros mientras
imaginaba su sonrisa de suficiencia por el teléfono—. Estuvo bien.
—¿Estás seguro que no estás bebiendo?
—No, idiota, no estoy bebiendo.
Nicolas rio.
—Perdón, pero tienes que entender que el día en que elijas dejar el
sexo, ese día estaré usando vestidos.
—Hermano, ve de compras entonces…
Nicolas rio de nuevo y suspiró.
—Hermano, de verdad lo siento mucho por todo esto. Solo sigue
haciendo lo que estás haciendo. Lo resolveremos. ¿De acuerdo?
Hasta entonces, no salgas.
—Atrapado, igual que antes. —Maldije—. No lo haré.
—¿Venimos de nuevo? ¿Atrapado igual que antes?
—Nicolas, amigo, no lo puedo hacer. No puedo solo quedarme en casa
todo el día. De verdad me volveré loco. Comenzaré a tomar malas
decisiones. Es decir, honestamente no me puedo aburrir… no quiero
pensar en lo que puede pasar si lo hago.
Nicolas maldijo a través del teléfono y después hizo silencio por un
momento.
—Bien, solo no hagas nada estúpido en público, y cuando los medios
te pregunten por el show no digas nada. Solo… sé normal.
—Como un pez fuera del agua —gruñí—. Está bien, supongo que las
noticias locales no me estarán transmitiendo en la próxima hora. Les
toma un poco de tiempo conseguir el rumor de su estrella local.
Después de todo aquí solo hay un Starbucks.
—Amigo, si eso te molesta tanto, solo construye uno.
—Ahora esa es una buena idea… ya dijimos lo sexy que me veo en la
cámara. Imagínate con un delantal verde.
—Necesitas caramelos o algo, estás perdiendo tu mente.
—Puf. —Maldije y apagué la televisión—. La historia de mi vida.
—Nos vemos, hermano. Te escribiré o llamaré si resuelvo algo al final.
Solo permanece invisible, no bebas y manejes, no uses drogas, toma
buenas decisiones, guarda tu virtud…
—Jódete. —Colgué riendo.
Me moví y me paré frente a Camilo.
—¿Conoces algún restaurant interesado en unas botellas gratis?
Camilo rio.
—Haré algunas donaciones, ¿puedo?
—Ese es el espíritu. —Me retiré y le di una palmada en la espalda. No
quería ver más televisión. La mayoría de las cosas que las personas
dicen son basura de cualquier manera. Solo no estaba seguro de
cómo iba a hacer para hablar con Rochi y el resto del grupo sobre
esto. Quiero decir, las cosas con las que cada quién está lidiando son
súper privadas. Preferiría morir que tenerlos a ellos pensando que no
pueden confiar en mí, o que yo solo estaba esperando para ponerlos
a ellos en televisión. Después de eso, la gente se vuelve rara cuando
la oportunidad de fama llega. Solo espero que ellos no se vuelvan
locos esta noche durante la reunión como lo hizo la Dra. Murray
cuando entró disparada por mi puerta esa mañana. Amenazando.
Ella realmente me amenazó. Había pasado un largo tiempo desde
que un adulto ha hecho más que apuntarme con un dedo frente a
mi cara. Le dije que iba a dimitir como líder del grupo, lo que la hizo
ponerse más furiosa.
Aparentemente, no era todo la cosa del reality show lo que la tenía
molesta. Era su preocupación de que toda la atención extra podría
herir al resto del grupo. Después de todo, toda la terapia de grupo
era asesoramiento, lo que legalmente no era asunto de más nadie
sino de esas personas. Dijo que les notificaría a los miembros que ya
no tenían que asistir y negó con la cabeza.
Sentí como que había decepcionado a todo el mundo. De nuevo.
Esta vez sabía que era mi culpa. Si no hubiese estado cerca de
matarme el año pasado, nuestro publicista no estaría tratando de
encontrar alguna manera absurda de salvar mi reputación. Solo me
gustaría que me hubieran dicho que tenían en mente antes de
anunciarlo a los medios.
Después esa noche descubrí cuán emocionados estaban todos con
respecto a que hiciera un reality show.
Holly y Aaron me miraron cuando abrí la puerta. Maldije y pasé mis
manos por mi cabello.
—No es que me quiera defender, pero no es verdad.
—¿Qué cosa no es verdad? —Vicco pasó a través de ellos y me
palmeó el hombro.
—Este idiota está haciendo un reality show aquí.
—Las cámaras lo han estado siguiendo el último mes. Entonces, ese
maravilloso discurso que dijiste el otro día fue solo para la televisión,
Gaston. —Aaron estaba pecho a pecho conmigo. Di un paso atrás y
puse mis manos en el aire.
—De acuerdo, primero que nada, necesitas relajarte. Segundo, ¿has
visto alguna cámara en mi casa? Es decir, en serio. Tercero, ¿te has
dado cuenta de lo jodida que ha estado mi vida? No es como que
quisiera difundir el hecho de que mi hermano dejó a mi novia
embarazada, o que he tenido problemas con las drogas.
—¿Tu hermano? ¿Un hijo? —Holly negó con su cabeza.
Demonios. Olvidé que solo le había contado eso a Rochi, y no fue en
el grupo.
—No es importante. —Los miré a ambos y esperé.
Ellos lentamente negaron con sus cabezas y caminaron hacia la sala.
Exhalé y miré a Vicco.
—¿Tú también estás molesto? —Él movió su cabeza.
—Las chicas aman a las celebridades, ¿por qué estaría molesto?
Me quejé.
—El lanzamiento de bragas no es tan bueno como creen.
—Sí, seguramente eso es una mentira. —Vicco rio y caminó hacia la
sala. Esperé cerca de la puerta. ¿Cómo demonios le iba a explicar
esto a Rochi? Ella había estado trabajando todo el día.
Me mandó un mensaje hace unas horas diciéndome que estaría en
el grupo, pero eran diez minutos pasadas las seis y aún no estaba
aquí. Comencé a desesperarme.
El timbre sonó. Casi me golpeo abriendo la puerta.
Rochi estaba parada ahí, su sonrisa era tan brillante que me
encontré mirándola en silencio por algunos segundos.
—¿Puedo pasar? ¿O vas a estar ahí parado como un idiota toda la
noche? —Puso su mano en sus labios. Tenía unos jeans anchos a la
cadera, un bonito y caliente top rosado y sandalias.
Quería tenerla para mí.
Me acerqué a ella y la atrapé en un abrazo.
—¿Qué tal si nos vamos tu y yo solos... y dejamos a todos aquí?
—¿Qué tipo de líder de grupo eres…? —Escuché una voz detrás de
mí. Me volteé para ver a Vicco meneando su cabeza en reproche—.
Ven Rochi, puedes sentarte a mi lado.
—Sin tocar. —Los miré a ambos y cerré la puerta.
Vicco levantó una ceja como diciendo que no prometía nada.
Le di la vuelta como diciendo que rompería cada hueso de sus
dedos incluso si pensaba en eso, y terminé mi recorrido hasta el
salón. Extrañábamos a nuestro último miembro, pero no estábamos
seguros si volvería después de todo el drama de la semana pasada.
Justo en el momento en el que me senté, el timbre sonó de nuevo.
Abrí la puerta y estaba feliz de ver a Connor parado allí con las
manos metidas en sus bolsillos.
—Viniste. —Levanté mi mano. Él asintió, chocó mi mano y entró en la
casa justo cuando un flash salió. Maldije y miré hacia la acera, había
varios paparazzi montando su campamento—. Mierda. —Empujé a
Connor dentro de la sala y lancé la puerta detrás de mí.
Todos vinieron a la sala para ver mi ataque de rabia, incluida Rochi.
—¿Qué pasa? —preguntó.
Gruñí y golpeé con la parte de atrás de mi cabeza la puerta.
—Les juro que no tenía idea, chicos. Lo descubrí esta tarde cuando
vine a casa. Nada se ha entrometido aquí, como dije. Pero en el
minuto en que dejen la casa, sus caras estarán por todas partes.
Haré todo lo posible para sacarlos por la puerta trasera. Supongo
que podemos llamar a los policías y poner capuchas en sus cabezas.
Rochi comenzó a reírse.
—¿En serio? ¿Capuchas en nuestras cabezas? ¿Qué está pasando?
Abrí la boca para hablar, pero no salió nada excepto aire. Comencé
a sudar.
Vicco habló por mí.
—Parece que los medios creen que Gaston estará haciendo un
reality show. Algunas fotos de ustedes se filtraron en los
medios así como la información de que estaban trabajando en un
show, y voila, están encerrados aquí. Eh, ¿dónde están las cotufas?
—Sin palabras, apunté a la cocina y puse mi cabeza entre las manos
y gruñí.
—Chicos, de verdad tienen que creerme. No lo sabía.
Rochi se encogió de hombros.
—Gaston, está bien. Solo vamos a comenzar con la sesión y después
podemos pensar cómo sacar a todos de aquí.
Ella lo hizo sonar fácil. Como si yo pudiera chasquear mis dedos y
todas las pesadillas desaparecerían. Suspiré y asentí.
Instantáneamente sentí su cálido cuerpo contra el mío y sus labios se
presionaron suavemente en mi mejilla. Extrañaba todo sobre ella, la
forma en que olía, la forma en que sus labios se sentían contra mi
piel.
Infiernos, movería cielo y tierra por esta chica, ella tenía que saber lo
que sentía, lo que haría por ella.
—Gracias —dije mientras se alejaba.
Ella se encogió de hombros y se sonrojó. Demonios, era caliente
cuando se sonrojaba.
—¿Por qué?
—Por hacerme sentir mejor.
—Es lo mínimo que puedo hacer.
—¿Y qué es lo máximo? —La acerqué contra mi cuerpo y
lentamente caminé hacia atrás hasta que estuvimos contra la pared
y lejos de la mirada del resto del grupo.
—¿Lo qué...? —tartamudeó.
—Lo máximo. —La acerqué y olí su cabello, luego pase mi nariz por
su mandíbula, mientras mis labios subían hacia su boca.
Rochi cerró los ojos y luego echó su cabeza hacia atrás. Besé su
cuello expuesto. Suspiró. Mis dedos se metieron en su camisa y
comenzaron a deslizarla.
Alguien aclaró su garganta.
Ella me empujó.
Quería matar a quién fuera que nos hubiese interrumpido. Me volteé
lentamente y me encontré cara a cara con Camilo. Sip, perdería una
pelea contra él.
Él levantó una ceja y se paró entre nosotros cruzando los brazos. ¿Por
qué de repente me sentía como si me hubiesen capturado haciendo
algo malo? Dije una maldición y pasé alrededor de él, atrapando la
mano de Rochi en el momento.
Camilo nos siguió hasta la sala, irritándome completamente. Mi cuerpo
estaba caliente y helado al mismo tiempo. Solo quería estar con
Rochi, no liderar con el estúpido grupo o tener que preocuparme
por los paparazzi afuera.
—Miren… —Tomé una respiración profunda y me senté. Todos
estaban tomando un refresco y comiendo cotufas—. No tenía idea
sobre todo este tema del reality show. Solo para que quede claro.
Podemos seguir reuniéndonos, pero pienso que sería inteligente
reunirnos en la casa de cualquier otro considerando las
circunstancias.
—Podemos reunirnos en la mía. —Rochi levantó la mirada y
pestañeó.
Hombre, la amo.
¿Qué demonios?
Sentí mi boca abrirse ante la revelación. No. Ni en broma.
De ninguna manera acabo de decir eso en mi cabeza. Pasé mis
dedos por mi cabello y aclaré mi garganta.
—Este, de acuerdo. Gracias, Rochi. Es muy bueno de tu parte. —
Respira profundo, Gaston, respira profundo—. Entonces hoy quiero
que hablemos acerca del arrepentimiento.
La Dra. Murray me recordó en la última sesión que era importante
para las personas decir en voz alta las cosas de las que se
arrepienten no haber dicho a la persona que perdieron. Me había
tomado tres meses pasar por el proceso de escribirle una carta a mi
ex novia. Vociferé por días y comí más caramelo del que quisiera
admitir.
—¿A qué te refieres? —preguntó Aaron, agarrando un pedazo de
papel y un bolígrafo.
Odiaba abrirme, pero parecía que el único modo de hacerlos
entender era usarme como ejemplo. Maravilloso.
Esperaba no llorar como una niña.
—Perdí a mi papá cuando era pequeño. Tenía cáncer. Pero nosotros
sabíamos que estaba enfermo. Debo admitir que apesta estar
alrededor de personas enfermas. Creo que estoy traumatizado por
estar en hospitales tanto tiempo, pero el punto es que sabíamos que
se estaba acercando. Sabíamos que era una enfermedad terminal.
Por lo tanto, mi hermano y yo tuvimos la oportunidad de decir adiós,
nosotros tuvimos la oportunidad de no tener arrepentimientos con él.
—Exhalé un aire lento y continué—: Lo que quiero decir es que aún
me arrepiento que él no haya estado para vernos a mi hermano y a
mí crecer, pero eso estaba fuera de mi control. Mi papá no me fue
robado. No me desperté un día para descubrir que ya no estaba en
mi vida. Cuando pasas por el proceso en que una persona es
desprendida de tu vida de repente, sientes que una parte de tu alma
falta. Miras hacia atrás y te preguntas qué pudiste haber dicho o
hecho. ¿Sabían ellos cómo te sentías? ¿Estaban conscientes de que
te preocupabas por ellos? Esos son el tipo de arrepentimientos de los
que estoy hablando. Sé que suena como un montón de psicología
barata, pero la Dra. Murray me enseñó estas cosas y sé que
realmente me ayudaron.
—¿Eso te ayudó? —Aron me señaló con su mirada. Me moví en mi
asiento.
Holly lo golpeó en el brazo y asintió.
—Me gusta. Vamos, Aaron. Vamos a sentarnos en la esquina y a
decidir que vamos a escribir.
Pronto todos se dispersaron en la habitación. Todos, menos Rochi.
—¿Estás bien? —La toqué en la pierna con mi bolígrafo. Quería
sostenerla, pero ella de repente lucía como que la última cosa que
quisiera era que alguien la tocara.
—No sé si puedo hacer eso —suspiró bajo su aliento.
Me encogí de hombros.
—Solo trata. Iré por allá. —Señalé un punto en la cocina—. Lejos, así
puedes tener privacidad. ¿Sí? Solo escribe lo que está en tu corazón.
Ella asintió y caminé sintiéndome como una basura. Odiaba a ese
bastardo, y me odiaba por odiarlo. La odiaba a ella por amarlo, pero
sobre todo odiaba la conexión que sabía que ellos aún compartían.

1 comentario: