martes, 1 de abril de 2014

Walking Disaster, capitulo 8

CAPITULO OCHO
OZ
Rochi se durmió antes que yo. Su respiración se ralentizó y su cuerpo se relajo contra el mio.
Ella era cálida, y su nariz hacia el mas bajo y el mas dulce sonido cuando inhalaba. Su cuerpo
en mis brazos se sentía demasiado bien. Era algo a lo que podía acostumbrarme fácilmente.
Aun aterrado por como me ponía, no podía moverme.
Conociendo a Rochi, ella se despertaría y recordaría su postura dura y me gritaría por permitir
que pasara o peor asegurarse que nunca vuelva a pasar.
Yo no era lo suficientemente estúpido para tener esperanzas o lo suficientemente fuerte
para evitar sentirme como me sentía. Con todas las luces encendidas. No era tan rudo,
después de todo. No cuando se trataba de Rochi.
Mi respiración se acompasó y mi cuerpo se soltó contra mi colchón, pero luché contra el
cansancio que poco a poco fue superándome. No quería cerrar mis ojos y perderme aunque
sea un segundo de lo que se sentía tener a Rochi tan cerca.
Ella se movió, yo me congelé. Sus dedos presionaban mi piel y luego se acomodó mas contra
mi y volvió a relajarse. Besé su cabello, y apoyé mi mejilla contra su frente.
Cerrando mis ojos solo un momento, respire hondo.
Abrí mis ojos de nuevo, y era de mañana. Mierda. Sabía que no debería haberlo hecho.
Rochi estaba meneando alrededor, tratando de salir de abajo mio. Mis piernas estaban
encima de las de ella, mi brazo todavía la sostenía.
— Detente, pajarita. Estoy durmiendo— dije, acercándola más.
Ella sacó sus piernas una por una de abajo mio, y sentó en al cama y suspiró.
Deslice mi mano por la cama, alcanzando las puntas de sus pequeños y delicados dedos. Me
estaba dando la espalda y no se volteaba.
— ¿Qué va mal, pajarita?
— Voy por un vaso de agua, ¿Quieres algo?
Negué con la cabeza y cerré mis ojos. Ella iba a pretender que nada paso o estaba enojada.
Ninguna de las dos opciones era buena. Rochi salió y yo repose ahí por un rato, tratando de
encontrar la motivación para moverme. Las resacas apestaban y mi cabeza palpitaba. Podía
escuchar la voz grave y apagada de Peter así que decidí sacar mi culo de la cama.
Mis pies descalzos resonaban en el piso de madera al ir hacia la cocina. Rochi seguía son mi
camiseta y mis boxers, vertiendo jarabe de chocolate en una taza humeante de avena.
— Eso es asqueroso, pajarita— murmuré tratando de disipar la niebla de mis ojos.
— Buenos días a ti también
— Escuché que se acerca tu cumpleaños. La ultima parada de tus años como adolescente
Ella puso una cara, atrapada con la guarda baja.
— Si… no soy una persona de festejar. Creo que lali va a llevarme a cenar o algo— ella
sonrió— Puedes venir si quieres
Me encogí de hombros, pretendiendo que su sonrisa no me llegaba. Ella me quería ahí.
— Muy bien. ¿Es en una semana?
— Si ¿Cuándo es tu cumpleaños?
— No es si no hasta Abril. Primero de Abril— dije, poniendo leche sobre mi cereal.
— Mientes
Tome un bocado, desprevenido por su sorpresa.
— No, es verdad
— ¿Tú cumpleaños es el día de los tontos?
Me reí. La expresión en su cara era impagable.
— ¡Si! Vas a llegar tarde. Yo mejor me visto.
— Iré con lali
Ese pequeño rechazo fue mucho más difícil de oír de lo que debería. Ella había estado
andando por el campus conmigo, ¿y de pronto iba a andar con Lali? Me hacia preguntar
si era por lo que había pasado la noche anterior. Ella probablemente estaba tomando
distancia de mi otra vez, y era no era menos que decepcionante.
— Como quieras— dije, dándole la espalda para que no pudiera ver la pena en mis ojos.
Las chicas agarraron sus mochilas apuradas. Lali dejo el estacionamiento como recién
hubiesen robado un banco.
Peter salió de su habitación, poniéndose una camiseta por la cabeza, sus cejas se
presionaron.
— ¿Ya se han ido?
— Sip— dije como si nada, raspando mi tazón de cereal y dejando las sobras de avena Rochi
en el fregadero. Apenas lo había tocado.
— Pero ¿qué demonios? lali ni siquiera se despidió
— Sabias que se tenía que ir a clases. Deja de ser tan llorón
Peter apunto a su pecho.
— ¿Yo un llorón? ¿Te acuerdas de la noche anterior?
— Cállate
— Eso es lo que pensaba— el sentó en el sofá y se puso sus zapatillas— ¿Le preguntaste a
Rochi sobre su cumpleaños?
— No dijo mucho, excepto que no era de festejar
— Entonces, ¿Qué vamos a hacer?
— Hacerle una fiesta— Peter asintió, esperando a queme explique— Pensaba
sorprenderla. Invitar algunos de nuestros amigos a venir y decirle a Lali que la saque por
un tiempo
Peter se puso su gorra blanca de beisbol tan sobre sus cejas que no podía verle los ojos.
— Ella puede manejar eso. ¿Algo más?
— ¿Cómo te sientes respecto a los cachorros?
Él se rio una vez.
— No es mi cumpleaños, amigo
Camine alrededor dela mesa de desayuno y apoye mi cadera sobre un taburete.
— Lo sé, pero ella vive en un dormitorio escolar. No puede tener un cachorro
— ¿Lo mantendrías aquí? ¿En serio? ¿Que vamos a hacer nosotros con un perro?
— Encontré un Terrier online. Es perfecto
— ¿Un qué?
—Es la misma clase de perro que tiene Dorothy en el Mago de Oz
Peter quedo en blanco.
— El Mago de Oz
— ¿Qué? Me gustaba el espantapájaros cuando era chico, así que cierra la maldita boca
— Va a cagar por todos lados, Gaston. Ladrará y gimoteara… no lo sé
— Igual que Lali… salvo la parte de cagar
Él no estaba entusiasmado.
— Lo sacaré a pasear y limpiaré todo después. Lo mantendré en mi habitación. Tu no sabrás
que esta aquí
— No puedes impedirle que ladre
— Piénsalo. Tienes que admitir que eso la traerá aquí
Peter sonrió.
— Así que de eso se trataba. ¿Estas tratando de ganarte a Rochi?
— Detente
Su sonrisa se amplió.
— Puedes tener ese maldito perro…
Reí. Si. Victoria.
—… si admites tus sentimientos hacia Rochi
Maldición. Derrotado
— ¡Vamos, hombre!
— Admítelo— dijo Peter, cruzándose de brazos. Qué aparato. Él en verdad me iba a hacer
decirlo.
Miré al suelo y a cualquier otro lado menos a la cara de suficiencia de Peter. Peleé con eso
por unos momentos, pero el cachorro era una maldita brillante idea. Rochi se volveria loca
(de una buena manea, por una vez), y yo podría mantenerlo en el apartamento. Ella querrá
estar aquí todos los días.
— Me gusta— dije entre dientes.
Peter sostuvo su mano en su oreja
— ¿Qué? No pude escucharte bien
— ¡Eres un imbécil! ¿Eso lo has oído?
— Dilo— él se cruzó de brazos.
— Ella me gusta ¿Esta bien?
— No mejoro
— Tengo sentimientos por ella. Me importa. Mucho. No puedo soportarlo cuando ella no
esta cerca mio. ¿Contento?
— Por ahora— dijo él, tomó su mochila del piso y colgó una correa de su hombro, y luego
recogió su celular y las llaves. — Te veo en el almuerzo, pollerudo.
— Come mierda— gruñí.
Peter siempre fue el idiota enamorado actuando como un tonto. Él nunca iba a dejarme en
paz.
Solo me tomó un par de minutos vestirme, pero toda esa charla me había retrasado. Me
coloqué mi chaqueta de cuero y me pues mi gorra de beisbol hacia atrás. Mi única clase ese
día era Química II, así que llevar mi mochila no era necesario. Pediría prestado un lápiz si
llegaba a haber preguntas.
Anteojos de sol. Llaves. Teléfono. Billetera. Me metí en mis botas, avente la puerta al irme
baje trotando las escaleras. El viaje en la Harley no fue ni de cerca tan interesante sin Rochi
detrás. Maldición, ella estaba arruinando todo.
En el campus, camine un poco más rápido de lo normal para llegar a tiempo a mi clase. Con
solo un segundo para acomodarme me ubiqué en mi asiento. La Dra. Webber rodó los ojos,
sin sorprenderse por mi puntualidad y probablemente un poco irritada por mi falta de
material. Le guiñe un ojo y hubo un pequeño rastro de sonrisa en sus labios. Movió su cabeza
y retomó la atención en los papeles sobre su escritorio.
No fue necesario un lápiz y una vez que me pude retirar, me fui hacia la cafetería. Peter
estaba esperando por las chicas por el césped, le quité su gorra y, antes de que pueda volver
a tomarla, la arrojé como un frisbee a lo lejos.
— Qué bien, pendejo— dijo él, caminando algunos pasos para recogerla.
— “dalmau”— alguien me llamaba por detrás. Supe por la voz desaliñada y profunda quien
era.
Adam se acercó a Peter y a mí, su expresión era toda profesional.
— Estoy tratando de armar una pelear. Estate listo para una llamada
— Siempre lo estamos— dijo Peter. Él era algo así como mi representante. Se ocupaba de
esparcir la voz y se aseguraba de que estuviera en lugar correcto en el momento correcto.
Adam asintió una vez y luego se fue a su próximo destino, cualquiera que sea. Yo nunca había
estado en clases con el tipo. Ni siquiera estaba seguro que él realmente asistiera a mi
escuela. Mientras me pagara, supongo que ni me importaba.
Peter observo a Adam alejándose y, luego, se aclaró su garganta.
— ¿Así que, lo has escuchado?
— ¿Qué?
— Arreglaron la caldera del edificio Morgan
— ¿Y?
— Lali y Rochi probablemente se irán hoy. Vamos a estar ocupados ayudándolas a
mover sus cosas de vuelta al dormitorio.
Mi rosto se ensombreció. La idea de tener que empacar las cosas de Rochi y tener que
llevarla de nuevo a su dormitorio en Morgan, se sintió como un puñetazo en el rostro.
Especialmente después de la noche anterior, probablemente ella este feliz de irse. Podría no
volver a hablarme otra vez. Mi mente paso por millones de escenarios, pero no podía pensar
en nada para hacer que se quede.
— ¿Estas bien, amigo?— preguntó Peter.
Las chicas parecieron, risueñas y sonrientes. Intenté una sonrisa, pero Rochi estaba
demasiado ocupada sintiéndose avergonzada por lo que sea que Lali se estaba riendo.
— Hola, bebé— dijo Lali, besando a Peter en la boca.
— ¿Qué es tan gracioso?— preguntó Peter.
— Oh, un chico en clase se le quedo mirando a Rochi toda la hora. Fue adorable
— Mientras que solo haya mirado a Rochi—Peter hiso un guiño.
— ¿Quién era?— Pregunté sin pesar.
Rochi cambiaba su peso de un pie al otro, reajustando su mochila en su hombro. Estaba
repleta de libros, el cierra apenas los contenia. Debía ser pesada. La deslicé de su hombro.
— Mare esta imaginando cosas— dijo ella, rodando los ojos.
— ¡Rochi! ¡Maldita gorda mentirosa! Era pablo, y estaba siendo muy obvio. El chico,
prácticamente, estaba babeando
— ¿pablo?— mi cara se retorció.
Peter empujo de la mano a Lali.
— Vámonos a almorzar. ¿Tú disfrutaras de la fina comida de la cafetería esta tarde?
Lali lo besó de nuevo en respuesta y Rochi los siguió por detrás, lo que provocó que yo
hiciera lo mismo. Caminamos en silencio. Ella se iba a enterar lo de la caldera, se mudarían
de nuevo a Morgan, y Pablo la invitaría a salir.
Pablo era un pendejo consentido, pero podía ver a Rochi interesándose en él. Sus
padres eran estúpidamente ricos, él iría a la escuela de medicina, y por fuera parecía un buen
chico. Ella iba a terminar con él. El resto de su vida con él se cruzó por mi mente, y era todo
lo que podía hacer para calmarme. La imagen mental de atar mi temperamento y meterlo en
una caja ayudó.
Rochi se ubicó entre Lali y Vico. Una silla vacía a unos asientos de distancia me pareció
una mejor opción para mí que intentar seguir adelante con una conversación como si no la
acabará de perder. Esto iba a apestar y yo no sabia que hacer. Mucho tiempo fue
desperdiciado jugando este juego. Rochi no tendría la chance ni de llegar a conocerme.
Demonios, incluso si lo hiciera, ella estaría mejor con alguien como Pablo.
— ¿Estas bien, Gaston?—pregunto Rochi
— ¿Yo? Bien, ¿Por qué?—pregunté yo, queriendo deshacerme del pesado sentimiento que
se asentaba en cada musculo de mi rostro.
— Has estado muy callado
Varios jugadores del equipo de Futbol se sentaron en la mesa, riéndose fuertemente. Solo el
sonido de sus voces me daba ganas de darle un puñetazo a la pared. Chris Jenks arrojó una
patata fita a mi plato.
— ¿Qué pasa, Gas? Escuche que te tiraste a Tina Martin. Ella ha estado barriendo tu nombre
por el fango, hoy
— Cállate— dije, manteniendo mis ojos en la comida. Si miraba a su ridícula y maldita
cara, podría haberlo noqueado fuera de su silla.
Miré a Rochi, y por una razón que no podía explica, me volví instantáneamente furioso. Su
expresión era la estocada final. Claro que ella no quería estar cerca mio. Yo era un imbécil
infantil que tenia el control emocional de un niño de tres años. Me levanté bruscamente y
empujé las puertas, sin detenerme hasta que estuve montado en mi moto.
Las manijas de goma del manubrio se rechinaban bajo mis palmas mientras movía mis manos
de atrás hacia adelante. EL motor rugió, y pateé el soporte antes de salir como un demonio
hacia la calle.
Anduve por ahí por una hora, sin sentirme mejor que antes. Las calles me guiaban hacia un
lugar, y aunque me tomo un tiempo rendirme y solo ir, finalmente estacioné en la calle de mi
padre.
Papá salió por la puerta principal y se quedo parado en el porche, dándome un corto saludo
con la mano. Subí los dos escalones del porche de un vez y me detuve donde él estaba. El no
dudó en arrojarme contra suave y redondeado costado, antes de escoltarme al interior.
— Estaba pensando que ya era tiempo de una visita— dijo él con una sonrisa cansada. Sus
parpados cian sobre sus pestañas, y sus ojeras estaban hinchadas, haciendo juego con el
resto de su redondeada cara.
Papá estuvo desprotegido por algunos años después de que mamá murió. Thomas se tomo
mucha mas responsabilidad de lo que un chico de su edad debería, pero nosotros lo
conseguimos, y finalmente salió adelante. Nunca hablaba de ello, pero nunca perdía una
oportunidad hacer las paces con nosotros.
Aunque él estuvo triste y enojado la mayoría del tiempo que estuve con él, no lo consideraría
un mal padre, solo estaba perdido sin su esposa. Ahora sabia como se sentía. Siento por
Pajarita, quizás, una fracción de lo que papá sentía por mamá, y el pensamiento de estar sin
ella me enfermaba.
Se sentó en el sofá e hizo gestos hacia el desgastado sillón reclinable.
— Bueno, Toma asiento, quieres
Me senté, un poco inquieto, mientras trataba de pensar que decir. Él me observó por un rato
antes de suspirar.
— ¿Qué va mal, hijo?
— Hay una chica, papá
— Una chica— él sonrió un poco.
— Ella como que me odia, y yo como que…
— ¿La amas?
— No lo sé. No lo creo. Digo… ¿Cómo lo sabes?
— Cuando estas hablando de ella con tu viejo padre porque no sabes que mas hacer— su
sonrisa creció.
— Recién la conozco. Bueno, hace un mes. No creo que sea amor
— Bueno
— ¿Bueno?
— Tomaré tu palabra— dijo él sin prejuicios.
— Solo que… No creo que yo sea bueno para ella—. Papá se inclinó hacia adelante, y tocó
con un par de dedos sus labios. Yo proseguí. —Creo que ella fue lastimada por alguien antes.
Por alguien como yo.
— Como tú
— Si— asentí y suspiré. La última cosa que quería hacer era admitirle a mi papá en qué
andaba.
La puerta principal se azotó contra la pared.
— Mira quien decide venir a casa— dijo Trentos con una mueca rara. Él cargaba dos bolsas
de papel contra su pecho.
— Hola, Trent— dije, parándome. Lo seguí hasta la cocina, y lo ayude con las compras de
papá.
Nos tomamos turnos para levantar una ceja y observarnos el uno al otro. Trenton siempre
había sido el mas duro conmigo, al punto de patearme el trasero cuando estábamos en
desacuerdo, pero, también, yo era mas cercano a él que a mis otros hermanos.
—Te perdiste el Red la otra noche. Cami te manda saludos— dijo.
— Estaba ocupado
— ¿Con la chica con la que Cami te vio la otra noche?
— Si— respondí. Saqué una botella vacía del refrigerador y una rara gelatina y las tiré a la
basura, antes de retornar al la sala principal.
Trenton rebotó un par de veces cuando se arrojó en el sofá, palmeando sus rodillas.
— ¿En qué te has metido, perdedor?
— Nada— dije, mirando a papá.
Trenton miro a nuestro padre, y luego a mí.
— ¿Interrumpo algo?
— No— dije, sacudiendo la cabeza.
— No, hijo. ¿Cómo te fue en el trabajo?— papá sacudió su mano.
— Espantoso. Deje el cheque de la renta en tu vestidor, esta mañana. ¿Lo has visto?
Papá asiento con una pequeña sonrisa.
— ¿Te quedas a cenas?
— Nop— dije, parándome— Creo que volveré a casa.
— Desearía que te quedaras, hijo
— No puedo. Pero, gracias. Lo aprecio, papá— mi boca se contrajo por un costado.
— Aprecias ¿Qué?— preguntó Trenton. Su cabeza iba de lado a lado como si estuviera viendo
un partido de tenis. — ¿Qué me perdí?
—Ella es una pajarita. Definitivamente una pajarita— miré hacia mi padre.
— ¿Oh?— dijo papá, sus ojos ensanchándose un poco.
— ¿La misma chica?
— Si, pero me porte como un imbécil con ella, mas temprano. Ella me hace más loco.
— ¡Hermanito!— la sonrisa de Trenton empezó tímida, pero lentamente se amplió todo el
ancho de su cara.
— Detente— me quejé.
Papá le dio un manotazo a Trento en la nuca.
— ¿Qué?— lloró Trent— ¿Qué dije?
Papá me acompaño hacia la puerta, palmeándome en la espalda.
— Te las arreglaras. No lo dudo. Ella debe significar algo. No creo nunca haberte visto así
— Gracias, papá— envolví en mis brazos su gran figura tanto como pude, y luego fui hasta la
Harley.
El viaje de regreso al apartamento se sintió como una eternidad. Sólo un toque de aire
caliente del verano aun perduraba, inusual para la época del año, pero bienvenido. El cielo de
la noche cubrió la oscuridad a mí alrededor, haciendo el temor aún peor. Vi el coche de
Lali estacionado en su lugar habitual y me puse inmediatamente nervioso. Cada paso
sentía como un pie más cerca del corredor de la muerte.
Antes de llegar a la puerta, ésta se abrió de golpe, y Lali se quedó con una mirada en
blanco en su cara.
— ¿Ella está aquí?— Lali asintió.
—Ella está durmiendo en tu habitación— dijo en voz baja.
Pasé delante de ella y me senté en el sofá. Peter estaba en el asiento del amor, y Lali
se dejó caer a mi lado.
— Ella está bien— dijo Lali. Su voz era dulce y tranquilizadora.
— No debí haberle hablado de esa manera— le dije. —Un minuto la estoy empujando lo más
lejos que puedo para molestarla, y al siguiente me aterra que ella se iluminé y me corté de su
vida
—Dale un poco de crédito. Ella sabe exactamente lo que está haciendo. Tú no es su primer
rodeo
— Exactamente. Ella se merece algo mejor. Yo lo sé, y al mismo tiempo no puedo alejarme.
No sé por qué — dije con un suspiro, frotándome las sienes. —No tiene sentido. Nada de
esto tiene sentido
—Rochi lo entiende,Gas. No te rindas — dijo Peter.
Lali dio un codazo a mi brazo.
—Ya van a ir al Fiesta de citas. ¿Qué hay de malo en invitarla a salir?
— No quiero una cita con ella, yo sólo quiero estar cerca de ella. Ella es. . . diferente. — fue
una mentira. Lali lo sabia, y yo lo sabía. La verdad era que si, realmente me preocupaba
por ella, la dejaría en paz.
— ¿Cómo es diferente?—preguntó Lali, sonando irritada.
— Ella no se mete con mi mierda, es refrescante. Tú misma lo dijiste, lali. No soy su tipo. Es
solo que… no pega con nosotros— .Incluso si lo fuera, no debería ser.
— Estás más cerca de su tipo de lo que te imaginas— dijo Lali.
Mire a Lali a los ojos. Ella estaba completamente seria. Lali era como una hermana
para Rochi, y protectora como una mamá osa. Nunca alentaría nada el uno al otro que podría
ser hiriente. Por primera vez, me sentí un atisbo de esperanza.
Las tablas de madera crujieron en la sala, y todos nos congelamos. La puerta de mi habitación
se cerró, y luego se oyeron los pasos de Rochi en el pasillo.
— Hola, Rochi— dijo que Lali, con una sonrisa. — ¿Cómo estuvo tu siesta?
— Estuve ausente por cinco horas. Eso esta más cerca de un coma que de una siesta.
Su mascara de pestañas estaba esparcida por debajo de sus ojos, y su pelo estaba
enmarañado contra su cabeza. Era impresionante. Ella me sonrió y me puse de pie, tomé su
mano y la llevé directamente a la habitación. Rochi parecía confundida y aprensiva,
poniéndome aún más desesperado por hacer las paces.
— Lo siento mucho, Pajarita. Fui un imbécil contigo antes.
—Yo no sabía que estabas enojado conmigo. — Sus hombros cayeron.
— No estaba enojado contigo. Sólo tengo la mala costumbre de arremeter contra los que me
importan. Es una pobre escusa de mierda. Lo sé, pero lo siento— dije, envolviéndola en mis
brazos.
— ¿Por qué estabas enojado?—preguntó ella, reposando su mejilla en mi pecho. Maldita sea,
eso se sentía tan bien. Si yo no era un idiota, le habría explicado que sabia que las calderas
se habían arreglado, y que el pensamiento de ella yéndose de aquí y que pasará más tiempo
con Pablo me asustaba como la mierda de mí, pero yo no podía hacerlo. No quería arruinar
el momento.
— No es importante. Lo único que me preocupa eres tú
Ella me miró y sonrió.
—Puedo manejar sus rabietas.
Recorrí su rostro con la mirada durante unos momentos antes de que una pequeña sonrisa
apareciera en mis labios.
— Yo no sé por qué estas conmigo, y tampoco sé que haría si no lo hicieras
Sus ojos se posaron lentamente desde mis ojos a los labios, y se quedó sin respiración. Cada
pelo en mi piel se erizó, y no estaba seguro de si estaba respirando o no. Me acerqué menos
de un centímetro, a la espera de ver si ella protestaba, pero entonces mi maldito teléfono
sonó. Los dos saltamos.
— Sí— le dije con impaciencia.
— Dalmau. Brady estará en Jefferson en noventa
— ¿Hoffman? Jesús. . . Está bien. Esa será una puesta fácil. ¿Jefferson?
— Jefferson— dijo Adam. — ¿Estas dentro?— miré a Rochi y guiñé un ojo. —Vamos a estar
allí—colgué, metí el teléfono en el bolsillo, y agarré la mano de Rochi. —Ven conmigo
La llevé a la sala de estar.
— Era Adam— le dije a Peter. — Brady Hoffman estará en Jefferson

en noventa minutos

1 comentario: