Rochi
no podía parar de sonreír. El dolor que estaba siempre presente,
la memoria que tenía conmigo estaba desapareciendo
lentamente, y aunque estaba triste, sentí que era tiempo. Y
tenía que agradecerle a Gaston por eso. Él me hizo querer sonreír. Él
me hizo sentir que estaba bien sentirme feliz. Me volteé al frente del
espejo. En un momento de pánico le mandé un mensaje a Holly para
que me ayude en que llevar a la fiesta. Ella vino a mi rescate como
deberían hacer todas las chicas cuando otra chica tiene una crisis
de moda, y estaba de nuevo recordando lo mucho que extraño
tener una amiga.
—Se ve grandioso —dijo Holly desde mi cama. Ella había preguntado
si podía venir temprano y alistarse. Aparentemente Gaston invitó al
grupo entero a su fiesta, lo que era un poco grandioso de él.
¿Podía el chico hacer algo malo? No podía coincidir con su
personalidad ahora con los rumores flotando alrededor sobre él. Tuve
un momento de debilidad y navegué en internet en la tienda de
mamá y papá solo para encontrar toneladas de cosas que preferí no
haber sabido. Era obvio que él tenía un pasado, pero no era de mi
incumbencia. Además, su mano estaba sudada cuando me pidió ser
su cita, lo que significaba que él seguía siendo humano, y era todo
mío.
—Gracias, Holly. —Caminé hacia la cama y me senté. Mí vestido
crujió un poco. Era un vestido sin tiras estilo baby doll. Era negro y
plateado con material colgando a través del cuerpo dándole un
aspecto un poco sucio y moderno. Mis tacones eran rojos.
Considerando todo, no era algo que normalmente elegiría para mí
misma, pero Eugenia insistió. Ella lo tenía por la noche solo en caso que no
fuera el talle correcto, y yo necesitaba tenerlo arreglado.
Encajaba perfecto, y me sentía segura en él. Incluso dejé que Holly
hiciera algo de mi maquillaje.
Esperaba que Gaston se sintiera orgulloso de tenerme en sus brazos.
Holly jugaba con el borde de su falda rosa pálido. No estaba
hablando mucho.
—¿Te sientes bien? —pregunté, de repente preocupada cuando
lagrimas brotaban de sus ojos. Se mordió los labios y asintió.
Mechones de su fornido cabello rubio cayeron sobre sus ojos—. Estoy
bien, solo me siento un poco…apagada. Probablemente son los
nervios por la fiesta.
Justo entonces el timbre sonó.
—Vamos. —Agarré su mano.
—¡Tenemos que llegar con el grupo primero!
Casi tropiezo por las escaleras. Ha pasado un tiempo desde que usé
tacones. Papá me echo un vistazo mientras alcanzaba la puerta. Su
boca cayó abierta, el sacudió su cabeza un par de veces y
entonces se alejó aturdido.
—Creo que acabo de dejarlo en shock —le dije a Holly.
Se rio.
—Imagínate lo que le hará a Gaston.
—Ese quizás es el problema de mi papá, él estaba imaginando que
haría Gaston. —El probablemente se iría a quejar con mi mamá más
tarde sobre mi vestido. Pero yo la imagino más abrazándome que
reprendiéndome.
Abrí la puerta y me encontré cara a cara con Vicco.
—¡Hola! —Le di un abrazo. Caramba, si no paraba de sonreír la gente
iba a pensar que estaba en las drogas.
—Este, hola. —Sus ojos se movieron a mi vestido y entonces su sonrisa
se extendió—. Te vez magnifica, Rochi. Gaston va a tener un golpe.
Sentí mis mejillas calentarse de la vergüenza mientras miraba a Vicco.
—Puedo…Este… —Vicco miró lejos de mí a Sally y entonces agarró mi
brazo—. ¿Podemos ir a algún lado y hablar muy rápido?
—Seguro. —Me encogí de hombros—. Holly, ¿puedes conducir a
todos adentro?
—Por supuesto. —Ella saludó mientras yo conducía a Vicco fuera de la
puerta y arriba a mi habitación.
Una vez que estábamos dentro cerré la puerta.
—¿Qué pasa, Vicco?
—No puedo hacer esto. —Vicco se colocó frente a mí.
—¿Hacer qué? —Mi estómago cayó cuando vi sus ojos llenos de
lágrimas.
—Carajo, yo solo no puedo hacerlo más, Rochi. Está matándome.
¡No tienes idea! ¡Pensé que estaba protegiéndote! Eso es todo lo que
he hecho siempre ¡protegerte! Hacer un jodido mártir de él y esperar
para que tú admitas que era yo de quien gustaras, no él. Carajo,
sabía que lo amabas. Yo solo quería que me amaras también. Pero
al final no lo pude hacer. No lo pude hacer. Malditas excusas.
Nunca había escuchado a Vicco maldecir. Ni una vez. ¿Estaba
drogado?
—Vicco, ¿de qué estás hablando?
—Seis años —susurro con voz ronca—. Seis años estuve enamorado
de ti. El último año que pasaste con Pablo fue el más duro. Quiero
decir, él era mi hermano pequeño. No podía exactamente moverme
con su novia, y luego cuando todo pasó, Mis sentimientos solo se
marchitaron. Quiero decir, te amaba, pero ya no eras tú. ¿Sabes lo
que quiero decir? La chica de la que me había enamorado murió
junto con mi hermano. Y era tan jodidamente doloroso estar
alrededor tuyo, porque tu sonrisa se había ido y fue su culpa. Toda su
culpa. Él se tomó su corazón contigo cuando murió y estaba tan
asustado de que nunca lo tuvieras de vuelta.
—¿Por qué estás diciéndome esto ahora? —pregunté, mi voz
temblando por la emoción. No estaba segura de que era. ¿Enojo?
¿Confusión? ¿Dolor?
—Arrepentimiento. Hemos estado hablando sobre arrepentimientos
en grupo. ¿Quieres saber cuál era el mío? —No realmente. No.
Porque puede sacar la sonrisa de mi rostro—. Me arrepentí de no
haberte dicho como me sentía por ti, y además me arrepentí por no
ser el chico que te sacara de eso. Te abandoné, y estoy
avergonzado de hacerlo. Quiero decir, todavía seguía aquí
trabajando y manteniendo un ojo en ti, pero no fue nunca por Pablo.
Quiero decir, te mentí cuando te dije eso. Él nunca me lo pidió. Él
nunca me lo habría pedido incluso si se daba la oportunidad. Cada
día que te veía me sentía peor y peor por seguir guardando cosas de
ti, cosas sobre él, pero entonces me asustaba si te dijera, tú
finalmente hubieras sido empujada muy lejos, y nadie hubiera podido
sacarte de la depresión.
—¡Vicco! —Puse mis manos en puños a mis costados—. ¿Qué quieres
decir con las cosas que no me dijiste?
—No ahora. —Vicco sacó un sobre de su bolsillo y lo colocó en mi
vestidor—. Ni siquiera sé que está bien ya, Rochi. Pero tenía que
sacarlo de mi pecho. Por favor perdóname por haberte mentido.
Perdóname por ser un egoísta, y perdóname por no ser el amigo que
necesitabas.
—Ya estás perdonado. —Las palabras salieron de mi boca sin
esfuerzo y las decía en serio.
No tenía idea que Vicco se sentía de esa forma por mí o qué tipo de
relación había tenido con Pablo.
Siempre había asumido que eran como mejores amigos. Supongo
que esta es toda la información que iba a conseguir de Vicco esta
noche. Él salió de mi habitación y dijo gracias, pero no antes de ver
algunas lágrimas deslizarse por su rostro.
Con manos temblorosas levante el sobre de mi vestidor. No estaba
dirigido a mí, pero había una nota adhesiva que decía Lo siento.
—Sorpresa. —Gaston puso sus manos sobre mis ojos. Su voz era
inconfundible. A veces lo juro parecía que estaba cantando en vez
de hablar, su voz era tan suave. El paquete cayó de mis manos,
momentáneamente olvidado.
Me giré en sus brazos y lo besé.
—Feliz Cumpleaños.
—¿Dónde está mi regalo? —Sus manos desnudas se movieron arriba
y abajo por mi cuerpo y entonces maldijo—. Carajo, incluso te
abrigaste. ¿Cómo voy a sacarte de toda esa ropa cuando luces tan
perfecta?
Intenté escaparme de sus brazos, pero él se mantuvo firme mientras
continuaba mirándome fijamente desde mis zapatos todo el camino
hasta mi vestido, y finalmente su mirada cayó en mi cabello y luego
a mis labios.
—Dios, estás absolutamente asombrosa.
Encogiéndome de hombros, repliqué:
—Quería verme linda para tu cumpleaños.
Gaston rodó sus ojos.
—Te vez linda incluso cuando roncas.
Risas hacían eco desde abajo. Le di un puñetazo.
—No ronco.
—Me gustaría saber. —Debería haber dicho que ya lo hacía, pero
quería ver si ella me dejaba quedarme de nuevo.
—Alguien tomó sus pastillas para la confianza hoy.
Él se encogió de hombros.
—Por supuesto que lo hice. Ellas estaban ubicadas justo al lado de
mis jodidas pastillas, y ambos sabemos que nunca olvidó esas.
Gaston se rió y me empujó en un abrazo.
—Te extrañé.
—También te extrañé. —Si no dejaba de sonreír, mi rostro iba a estar
permanentemente congelado en esa posición.
—¿Qué es eso? —El ceño de Gaston se frunció mientras miraba al
suelo. Mis ojos lo siguieron.
—Mierda. —Levanté el sobre y lo arrojé a mi vestidor—. Eso es drama.
Algo que no tengo incluso deseo de ver en este día especial.
—¿Estás segura? —Miró detrás de mí y alcanzó el paquete, viéndose
más interesado de lo que debería.
Bloqueé su alcance.
—Estoy segura. Ahora vamos a empezar el grupo así podremos ir a tu
¡fiesta!
Él sonrió y me levantó, girándome por la habitación.
—Bien, me convenciste. Me gustas.
—Me gustas también. —Me mordí el labio mientras me bajaba y
agarraba su mano, e hicimos nuestra bajada por las escaleras.
—¡Festejemos! —anunció Aaron desde la sala de estar. Puse unos
aperitivos juntos y le dije a mis padres que se tenían que quedar en el
estudio así todos podríamos tener privacidad.
Gaston sacudió su cabeza y tomó un asiento junto a Aaron. El resto
de nosotros se reunió alrededor.
—Bueno, así que esta reunión va a ser corta, porque ya saben, es un
día muy especial.
—¿Tuviste un ascenso? —bromeó Connor.
—Espera, ya lo tengo. —Chasqueó los dedos Aaron—. ¿No tienes que
cantar el jingle nunca más?
—Gracioso. —Sonrió Gaston—. Cumpleañero, aquí.
Se apuntó y luego se recostó en la silla y suspiró.
—Arrepentimientos. Hablamos de ellas en nuestra última reunión. Ya
saben, antes de sacar a todos de mi casa. Esta noche… —se aclaró
la garganta—. Quiero hablar sobre el miedo.
De nuevo la habitación estaba en silencio. Incluso yo me estaba
moviendo en mi asiento.
¿Cómo sabia él tanto sobre el dolor? Me sentía como si siempre
quisiera lanzar esas frases, negación, ira, miedo, arrepentimiento…
miré mientras los ojos de Gaston se entornaban por un breve
segundo cuando me miró.
Pronto se echó hacia atrás por la atención y dirigió al grupo.
—Tengo miedo de los avestruces. Solo pregúntenle a Rochi. Oh sí, y a
los emúes. Pero para ser honesto, me gustaría tener un emú cualquier
día por el sentimiento de agarre y la sensación de miedo con la que
te deja. Después de luchar con algo duro… como la adicción o
perder a alguien a quien amas, de repente te das cuenta que nada
es cierto en la vida. Nada es real. Claramente, tomé el camino del
pensamiento y empecé a empujar la vida lejos y me adormecí. Hoy
quiero que hablemos sobre maneras saludables para lidiar con
nuestros miedos.
—Caramelos —bromeé sin pensar.
Los ojos de Gaston se calentaron.
—Sí, esa es una buena. Como caramelos para mantener las
adicciones a raya. Las adicciones eran mi manera de hacer frente al
miedo y la perdida. ¿Qué más? ¿Alguien?
Holly levantó su mano.
—Evasión.
—Eso no es saludable —interrumpió Vicco viéndose más molesto de lo
que lo había visto en toda la noche. Caramba, ¿qué pasaba con él
esta noche?
—Lo sé —masculló Holly. Lagrimas se derramaban por sus mejillas.
—Entonces ¿por qué sigues haciéndolo? —gritó Vicco—. ¿Por qué
evitas la verdad? ¿Por qué no les dices a todos? ¿Tú crees que esto lo
hace mejor? ¿Crees que esto me hace sentir mejor?
Se puso de pie y la apuntó con su dedo. Connor lo agarró y lo
empujó.
—¡Enfríate, amigo! ¿Cuál es tu problema?
—¡La vida! —gritó Vicco—. Eso y el hecho de que estoy muy cansado
de los secretos. —Sus ojos se cerraron mientras tomaba aire
tembloroso—. ¿No lo estás tú, Holly? ¿No estás cansada de los
secretos?
Nadie dijo nada. Vicco maldijo.
—Lo que sea. Me largo de aquí.
—Vicco, espera. —Holly corrió tras él, dejando solo a Gaston, Connor,
Aaron y yo.
—¿A alguien le importaría explicar? —dijo Gaston elevando sus
manos al aire en derrota.
Aaron sacudió su cabeza.
—No es mi asunto decirlo, hombre. Pero ella ha estado actuando
muy molesta desde nuestra última reunión. —Él le dio un leve
asentimiento a Gaston quien asintió de nuevo. ¿Qué estaba
pasando?
Todos esperamos por diez minutos, pero nadie vino devuelta.
Gaston miró su reloj justo mientras Aaron recibió un mensaje de
texto.
—Ella se está yendo a casa —maldijo Aaron—. Muy bien, supongo
que no estamos festejando. Los veo más tarde chicos. —Él caminó
fuera justo cuando Vicco regresaba.
—Lo siento —balbuceó Vicco. Y eso fue todo. El no ofreció ninguna
explicación.
—Muy bien. —Gaston se levantó abruptamente—. Supongo que
seremos solo nosotros. Fiesta en mi casa.
Alcancé su mano pero ya no me sentía con ganas de festejar. Algo
estaba molestando a Vicco. ¿Tenía algo que ver con el sobre que me
había dado? Mis dedos picaron por ir a agarrarlo y leerlo, pero el
miedo me retenía. ¿Qué si era algo horrible? ¿Qué si arruinaba mi
buen humor? Por primera vez, realmente no quería pensar en el
pasado o sobre Pablo. Apreté la mano de Gaston. Quería estar ahí
para él en su cumpleaños.
—¿Estás bien? —Besó mi mejilla.
—¡Sip! —Ofrecí mi mejor sonrisa—. ¡Es hora de celebrar ser viejo!
Gaston se rio y tiró de mí hacia la puerta principal.
* * *
—Santa mierda. —Nos detuvimos en la casa de Gaston. Nunca lo
había visto siendo tan… ¿famoso?
¿Era esa la palabra correcta? Luces iluminaban la casa entera,
antorchas bordeaban la acera, y había elegantes piezas de muebles
al frente con mantas, y velas en cada mesa. Era el lugar perfecto
para mirar las olas.
—Nicolas se volvió un poco…loco. —Tragué saliva cuando vi a todos los
fotógrafos afuera.
—Increíble —murmuró Gaston una maldición—. Pensé que Nicolas se
había hecho cargo de los paparazzi.
Mis ojos vieron como a veinte personas, todas con cámaras,
esperando fuera de la casa.
—Sí, aparentemente no.
—¿Puedes hacer esto? —Gaston apagó el auto y alcanzó mi
mano—. Será muy rápido, lo prometo. Sonríe, asiente, y no digas
nada. ¿Bueno? Incluso si dicen que soy un bastardo y llevo al hijo
ilegitimo de Selena Gomez, solo sigue sonriendo.
Estallé en risas.
—Si alguien dice que voy a morir riendo, entonces no te preocupes.
Selena Gomez, ¿ah?
—Uno de los tantos rumores. Créeme. Puedo apostar que Justin
Bieber se estaba preparando para patear mi trasero.
—Eso… —Besé su mejilla—. Lo pagaría para ver.
—Tú y millones de chicas mundialmente. —Guiñó.
—Vamos, cumpleañero, antes de que tu cabeza se haga más
grande para este auto.
En el minuto en el que salimos del auto las cámaras empezaron con
los flashes, casi dejándome ciega con su intensidad. Decir que
estaba asustada hubiera sido una gran subestimación. Quiero decir,
esta gente estaba tan interesada en Gaston, ¡ellos estuvieron
acampando fuera de su casa!
Caminamos de la mano hacia la puerta principal. Una reportera se
abalanzo sobre nosotros.
—¿Es cierto, Gaston? ¿Te estás proponiendo esta noche?
Ahogué una risa. Mientras Gaston respondía.
—Sí, justo después de saber si el bebé es un niño o una niña.
La reportera jadeó y entonces estrechó sus ojos.
—Muy gracioso.
Gaston le dio palmaditas en la espalda.
—Eso pensé. Ahora, Clara, estamos en una primera base de nombre,
quiero decir, compró el café de tus fotógrafos cada sábado.
—¡Gracias, hermano! —gritó alguien.
—No hay problema. —Gaston se volvió a enfocar en Clara mientras
las luces de los flashes seguían.
—¿Crees que puedes tratar de mantener al grupo de volverse locos?
Quiero decir, es mi cumpleaños. —Su sonrisa de infarto casi me tenía
jadeando por aire.
—Maldito seas, Gaston Dalmau, y maldita sea tu sonrisa. —Clara lo
empujó y dio un gran paso atrás.
El resto de alguna manera le siguió el ejemplo haciéndonos más fácil
entrar a la casa.
—¡Estas aquí! —gritó Eugenia lanzándose a los brazos de Gaston. De
repente estaba muy agradecida de saber que ella y Nicolas estaban
enamorados. La chica era maravillosa y estaba en este momento
abrazando al chico que me gustaba como si fuera la mejor cosa
desde que el Starbucks fue inventado.
—Apesta, ¿eh? —dijo Nicolas. Ni siquiera me había dado cuenta de
que él estaba junto a mí.
—¿Qué?
—Su conexión. Solía odiarlo, pero ahora, estoy agradecido. Me
alegra que se amen. Considerando la alternativa.
—¿Cuál es la alternativa? —pregunté, finalmente mirándolo.
Se encogió de hombros.
—Que ellos se odien y traten de matarse cada vez que estemos en la
misma habitación juntos. Eso hubiera sido peor.
—Un punto valido. —Suspirando, me encogí de hombros fuera de mi
chaqueta mientras Eugenia y Gaston hablaban a mil por hora.
—Déjame tomar eso. —Nicolas agarró mi chaqueta y puso su mano en
la parte baja de mi espalda mientras me acompañaba dentro de la
casa.
Alrededor de veinte extraños estaban esparcidos, descansando en
los sillones y sentados afuera en el piso. Unos pocos estaban en el
jacuzzi. Considerando todo, se veía como una fiesta normal. Si,
normal, si las fiestas normales tuvieran asistentes que parecían
sacados de Gossip Girl.
—Eh… —dije en voz alta.
—Eh, está bien. La mayoría de estas personas tienen que estar aquí
con el fin de ganar algún tipo de publicidad para nuevos discos o
programa que este saliendo este otoño, así que la mayor parte…
——¿Así que no hay amigos?
—Cinco, cinco que contaría como amigos.
Qué triste. Agarré su mano y la apreté.
—Hablando de amigos —murmuré en voz baja justo cuando un
chico caminó hacia nosotros.
—Dime que ella va a estar en el programa. —Carajo, el chico se veía
como Robert Pattinson.
Él incluso tenía el acento británico.
—Indecisa —respondió Nicolas por mí—. Rochi, conoce a Jaymeson.
—Oh, la estrella de acción que tenía que dominar el acento
americano para todas sus películas. Es un placer. —Tendí mi mano,
pero él no la tomo. En cambio se me quedo mirando de cerca por al
menos dos minutos. ¿Debería bajar mi mano? ¿Qué diablos se
suponía que debía hacer?
Finalmente tomó mi mano y me empujó cerca así que estaba a
centímetros de su rostro.
—Tú no le perteneces a Nicolas. Ya conocí a Eugenia. Ella es sincera como
tú. Por favor, te lo suplico. Dime que no estás tomada.
—Por el cumpleañero —dijo Gaston detrás de mí—. Quítale las
manos de encima, Jaymeson.
—¿Qué es lo que tiene que hacer un chico estos días? ¿Ocultarse
y esperar a que una chica caliente camine por ahí? —Jamie
liberó mi mano y maldijo—. Les juro chicos que ustedes son unos
bastardos suertudos.
—Lo sabemos —dijo Gaston apretando mis hombros.
Me recosté contra él. Me hacía sentir protegida y deseada. Me
pregunto porque Nicolas había hecho una fiesta con perfectos extraños
cuando todo lo que probablemente quería hacer era pasarlo con
nosotros.
—La fiesta con amigos comienza en cinco —dijo Gaston en mi oído.
—¿Fiesta de amigos? —repetí.
—Sip. —Guiñó Nicolas.
—¡Vamos a volar este puesto de paletas! —dijo Eugenia caminando
hacia nosotros con sus dedos apuntando como armas al aire.
—Discúlpenla. —Nicolas empujó a Eugenia a sus brazos y besándola fuerte
en la boca—. Ella ha tenido dos lattes, y acabo de atraparla
tomando directo un trago de espresso.
—¿Por qué, Eugenia, por qué? —Gaston tiró sus manos al aire.
—Tú vigilas a Eugenia esta noche. Es mi cumpleaños, así que cuando
quiera pasar el rato a las 4 a.m., es tu trabajo, amigo. —Apuntó a
Nicolas quien estaba ahora teniendo un infierno de tiempo
manteniendo a Eugenia de pie.
—Mi trabajo y mi maldición. —Sonrió Nicolas en mi dirección. Sentí a mi
rostro calentarse. Caramba, ¿cómo no? El chico era hermoso y
famoso y… era extraño. Él me ponía más nerviosa que Gaston.
Con Gaston las cosas se sentían maravillosas y cómodas.
—¡La fiesta ya está aquí! —anunció Connor y Vicco desde la puerta.
Sorprendentemente, Aaron y Holly los seguían detrás. ¿Quizás todo
estaba bien, después de todo?
—Fiesta de amigos. Es hora. —Aplaudió Eugenia—. ¡Bien, todo el mundo,
Jaymeson incluido, pueden seguirme!

seguilaaa.. no te demores plis que salga todo bien en el cumple de gas..
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