sábado, 10 de mayo de 2014

Juguemos a Casarnos... capitulo 16 (Último Capitulo)



Se que tarde en subirlos, pero bueno mucho problema socne l lindo liceo y los estudio.
Pero acá les dejo el final
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¿Entrenamiento para papá? 

Rocio había estado los últimos cinco minutos con su teléfono celular pegado al oído, cuando volteó hacia Gastón y a la pequeña Mía, su rostro lucía preocupado, mordía su labio inferior como si intentase contener el temblor de este. Su novio la vio asentir antes de que cortara la llamada y le diera la espalda.

—Mía pasará la noche aquí —dijo con la voz entrecortada.

Gastón entendió que estaba llorando y se levantó del sillón para ir a abrazar por la espalda a su novia.

—¿Qué pasó? —preguntó aunque estaba seguro de saber lo que había pasado.

Rocio se estremeció y tardó unos segundos en contestar, su rostro estaba inclinado para que él no la viera, limpió sus lágrimas y se giró hacia su novio para poder hundir su rostro en su pecho.

—La mamá de Candela falleció —dijo en un hilo de voz y se dejó mimar por las caricias de consuelo que le ofrecía Gastón. Si ella se sentía triste no podía imaginar cómo debía estar pasándola su amiga y se sentía aun más triste al pensar en que su sobrina no conocería a ninguno de sus abuelos por su parte materna.

Cuando se calmó un poco y limpió todas sus lágrimas se acercó al portabebés en donde descansaba Mía plácidamente y le acarició el pequeño rostro.

—Eres una hermosura —le susurró.

Gastón la observó y se inclinó junto a ella para observar a la bebé.

—Necesito ir por leche a la casa de mi hermano —anunció Rocio mientras se ponía la bufanda amarilla—. Mía debe tomar una leche especial que sólo venden en farmacias y a un alto precio —tomó a la pequeña en sus brazos y le depositó un tierno beso en su frente.

—Espera, espera —dijo el muchacho apartando su vista del televisor cuando vio que su novia dejaba a Mía en su regazo, inmediatamente la sostuvo con ambos brazos de una manera frágil, como si temiese que se fuese a romper—. ¿Estás diciendo que yo debo hacerme cargo de ella en lo que vuelves?

La rubia asintió.

—No. No. Te amo, pero no puedes dejarme con una niña… bebé —dijo horrorizado ante lo cual Rocio rodó los ojos—. Ni siquiera sé cómo debo sostenerla sin lastimarla.

—Así como lo estás haciendo es perfecto —dijo la muchacha levantando el pulgar. Se colgó el bolso sobre un hombro y caminó hasta la puerta.

—¿En serio piensas dejármela? —preguntó el modelo.

—Tardaré como máximo una hora, amor. No creo que no puedas cuidarla. La llevaría conmigo pero está haciendo un terrible frío afuera y no estoy dispuesta a exponerla a semejante clima.

—Pero… per…

—Considéralo como un entrenamiento para cuando seas padre —le guiñó un ojo y desapareció por la puerta principal.

Gastón se quedó con la boca abierta y la pequeña Mía en brazos.

Esperó pacientemente cada minuto durante de los pasados 7 minutos, estaba como una estatua no se había movido ni un centímetro desde que Rocio se había marchado, la bebé ya se había quedado dormida de nuevo y temía despertarla y que llorara. Sin embargo quería ir al baño.

Después de debatirse un par de minutos, la recostó en el portabebés con la mayor delicadeza posible para evitar despertarla y caminó lentamente hacia atrás sin despegar la vista de la pequeña.

—No te despiertes —susurró y su ida al baño fue la más rápida que jamás había hecho.

Cuando regresó Mía aun seguía dormida y suspiró lleno de alivio, jamás en su vida había tenido que cuidar a un bebé, no había tenido nunca hermanos y sus tíos no dejaban que se acercara a sus primos cuando eran bebés.

¿Cómo Rocio podía ser tan irresponsable dejándolo solo con una bebé?

Los minutos pasaron y Gastón se empezaba a preocupar por su novia, llevaba más de media hora fuera y no le había llamado, tal vez estaba exagerando, la presión de que Mía se despertara llorando y pidiendo comida lo hacía pensar dramáticamente.

La puerta se abrió de golpe y una miniatura pelirroja entró a la casa.

—¡Brenda! —gritó la chica fuertemente.

Gastón casi la ahorcaba, había estado intentando hacer el menor ruido posible al respirar y llegaba esa chiquilla desconocida gritando. La mirada de la pelirroja se encontró con la de Gastón y luego vio a la bebé, cubrió su boca para después pedir disculpas en silencio.

El modelo notó que la muchacha no era tan chiquilla después de todo, seguro tenía más de 15 años aunque su estatura parecía ser la de una niña de 10 años.

—¿Y tú eres? —preguntó Gastón en un susurró acercándose a ella.

—Mejor dicho ¿Quién eres tú? —preguntó en un susurro la pelirroja.

—¿No me conoces? —preguntó extrañado.

—¿Debería? —preguntó levantando una ceja.

—¿Buscas a Brenda?

—¿Qué te hace pensar eso? ¿Qué llegué gritando su nombre? —cada palabra en la voz de esa chica parecía un burla—. Como sea, creo que no está aquí.

Suspiró y en lugar de marcharse de la casa entró dirigiéndose a la cocina, el muchacho no lograba comprender que rayos hacía esa chica ahí. Cuando la pelirroja salió de la cocina tenía en su mano una botella de Dr.Pepper y una muy bonita sonrisa en el rostro, sin duda era bonita, pensó Gastón.

—Si Brenda pregunta le dices que me he llevado su última Dr.Pepper —le dijo a Gastón sonriendo—. Eso le enseñará a no esconderse de mí —murmuró para ella misma y sin decir otra cosa salió de la casa cerrando la puerta detrás de ella.

Gastón se quedó desconcertado por la entrada y salida de la pequeña pelirroja. ¿Cómo es que había podido entrar como si se tratase de su propia casa y luego salir como si fuera un angelito? Negó con su cabeza apartando la escena anterior y volvió a prestarle la atención a la pequeña Mía.

¿Cuánto más tardaría Rocio en llegar?

Rocio caminaba apresuradamente por la calle solitaria y oscura, la bolsa de plástico con la lata de leche le lastimaba los dedos y sentía que le cortaba la circulación. Se había retrasado al no querer ir en auto a la casa de su hermano, además que se sentía triste por la muerte de la madre de su mejor amiga. La hizo pensar en su familia y en el tiempo que estarían juntos en el futuro, podían ser aun muchos años o podían ser unos días solamente.

Negó con la cabeza, lo mejor era disfrutar todo el tiempo que pudiera con su familia.
Siguió caminando hasta que sintió que alguien la perseguía, decidió no voltear y seguir caminando un poco más rápido. Sabía defensa personal así que si intentaban hacerle algo atacaría.

Alguien la sujetó del brazo.

—¿Rocio? —al escuchar la voz suspiró llena de alivio.

—Nico, pude haberte matado —le dijo intentando regular si respiración.

El muchacho rió y soltó su brazo.

—No fue mi intención asustarte. Te estaba hablando hace unas cuadras —señaló a su espalda—, pero cuando no contestaste creí que no eras tú. Y después decidí seguirte ya que no hay otra chica que conozca que disfrute tanto de usar el color amarillo.

Rocio bajó la vista a su bufanda y se encogió de hombros restándole importancia, para ella era una prenda linda y se sentía cómoda usándola no le importaba si dañaba la pupila de las demás personas con ese color.

—Cuando decidas seguir a alguien no camines como un psicópata —dijo dedicándole una sonrisa y empezó a caminar de nuevo.

—¿Cómo se supone que camina un psicópata? —preguntó el rubio siguiéndola.

—Justo como lo estabas haciendo tú —rodó los ojos—. Como sea ¿Qué haces aquí?

—Sólo estaba cenando con a… —dejó la frase sin terminar—, una persona.

—Sabes que Gastón es mi novio ¿cierto? —dijo la rubia para que Nico no se abstuviera de hablar de chicas frente a ella. Después de todo habían quedado como amigos.

—Estaba en casa de una amiga —dijo finalmente.

Rocio sonrió y se acercó un poco más a él para poder codearlo juguetonamente.

—¿Cómo se llama? —preguntó curiosa.

Nico consideró decirle de quien se trataba pero prefirió mantener a Mery en el misterio por un tiempo, de igual manera no había nada serio en ellos, solamente habían salido un par de veces y la rubia seguía siendo igual de tímida con él. Sonrió la recordar el rubor natural que siempre tenía cuando estaba junto a él, le hacía feliz ponerla en ese estado.

Rocio lo vio sonreír, era una sonrisa que llegaba hasta sus ojos así que decidió dejarlo en ese estado. Ambos siguieron caminando y lo sentían tan bien, no estaba ese momento incómodo de ex–novios, eran más bien como dos amigos encontrándose después de la escuela.

Llegaron a la casa de Rocio y se despidieron con un beso en la mejilla.

La rubia entró a la casa para encontrarse con una escena que le causó la mayor ternura posible.

Gastón le hacía caritas y sonidos graciosos a Mía.

El modelo notó la presencia de su novia e inmediatamente volteó a verla. Se levantó a recibirla.

—Te extrañé —le dijo a su novia.

—Sólo estuve fuera como media hora.

—Fueron casi 47 minutos —la corrigió—. Mía se portó bien.

La rubia sonrió y besó a su novio, fue un beso corto casi fugaz.

—Te amo —dijo sonriente y caminó hacia la cocina.

Gastón fue por la pequeña y la cargó en sus brazos para ir junto a Rocio a la cocina. Cuando entró la vio buscando en el refrigerador y frunciendo el ceño, después su expresión cambio como si entendiera todo.

—¿Vino Laini? —preguntó cerrando la puerta del refrigerador.

—¿A si se llama? —preguntó el muchacho—. ¿Una pelirroja de tamaño compacto?

—La misma —dijo Rocio sonriendo ante la descripción que había dado Gastón.

—Sí, buscaba a Brenda y se llevó una bebida.

—Esas niñas —dijo Rocio.

Tomó el biberón de Mía y como si fuera una experta lo preparó a una velocidad que dejó a Gastón con la boca abierta, sin duda estaba lista para ser madre, la idea hizo al modelo pensar seriamente.

¿Estaban listos para algo más?

La muchacha tomó a la pequeña en sus brazos y delicadamente le sostuvo el biberón frente a su boquita para que ella sola empezara a tomar lo que necesitara. Gastón se sentía maravillado con la escena, era el momento perfecto, como había imaginado algún día a su familia, claro Mía no era su hija pero Rocio si era la mujer con la que quería estar para siempre.

La abrazó por la espalda y besó su cabello.

FIN.

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