sábado, 3 de mayo de 2014

Walking Disaster, capitulo quince

CAPITULO QUINCE
Mañana
Dos semanas. Era lo único que me quedaba, ya sea, para disfrutar de nuestro tiempo
restante juntos, o de alguna manera demostrar a Rochi que podría ser lo que ella necesitaba.
Aposte por ser encantador; sin impedimentos y sin reparar en gastos. Fuimos a los bolos,
citas para cenas, citas para almorzar, y al cine. También pasamos tanto tiempo en el
apartamento como fue posible: alquilamos películas, ordenábamos comida, cualquier cosa
para estar a solas con ella. No tuvimos ni una sola pelea.
Adam llamó un par de veces. A pesar de que hice un buen espectáculo, no estaba contento
con lo poco que duraban las peleas. El dinero era dinero, pero yo no quería desperdiciar
tiempo estando lejos de Pajarita.
Ella estaba más feliz de lo que jamás la había visto, y por primera vez, me sentí como un ser
humano normal y completo, en vez de un hombre destruido y enojado.
Por la noche nos acostábamos y acurrucábamos como una pareja casada. Cuanto más se
acercaba su última noche, más conflictivo se volvía permanecer optimista y fingir que no
estaba desesperado por mantener nuestras vidas de la manera que eran.
La noche antes de su última noche, Rochi ha optado por cenar en el Pizza Shack. Las migas en
el suelo rojo, el olor a grasa y especias en el aire, menos el desagradable equipo de fútbol,
fue perfecto.
Perfecto, pero triste. Fue el primer lugar donde habíamos cenamos juntos. Rochi se reía
mucho, pero nunca se abría. Nunca mencionaba nuestro tiempo juntos. Seguía en esa
burbuja. Seguía inalcanzable. Que mis esfuerzos fueran ser ignorados era a veces
exasperante, pero ser paciente y mantenerla feliz eran las únicas maneras que tenía de
alguna posibilidad de éxito.
Se durmió bastante rápido esa noche. Mientras dormía a pocos centímetros de distancia, yo
la observaba, tratando de grabar con fuego su imagen en mi memoria. La forma en que sus
pestañas caían sobre su piel, la forma en que su cabello mojado se sentía contra mi brazo, el
frutal olor a limpio que emanaba de su cuerpo con loción, el ruido apenas audible que su
nariz hacia cuando exhalaba. Ella estaba tan serena, y había llegado a ser tan cómodo dormir
en mi cama.
Las paredes que nos rodeaban estaban cubiertas con fotografías del tiempo de Rochi en el
apartamento. Estaba oscuro, pero cada uno de ellas se había aferrado a mi memoria. Ahora
que por fin se sentía como en casa, ella estaba por irse.
La mañana del último día de Rochi, me sentí como si hubiera sido tragado entero por el dolor,
sabiendo que la llevaríamos devuelta al edificio Morgan mañana por la mañana. Pajarita
estaría alrededor, tal vez nos visitara de vez en cuando, probablemente con Lali, pero
ella estará con Pablo. Yo estaba a punto de perderla.
El sillón crujió un poco mientras me mecía hacia atrás y adelante, esperando que se
despertara. El apartamento estaba en tranquilo. Demasiado tranquilo. El silencio pesaba
sobre mí.
La puerta de Peter rechinó mientras la abría y cerraba, y los pies descalzos de mi primo
golpearon contra el suelo. Su pelo estaba pegado en algunos lugares, con los ojos
entrecerrados. Se dirigió a hacia el sillón del amor y me miró un rato por debajo de la
capucha de su sudadera.
Quizás hacia frio. Yo no lo note.
— ¿Gas? Vas a volver a verla
— Lo sé
— Por la expresión en tu rostro, no creo que lo hagas
— No va a ser lo mismo, Pit. Vamos a vivir vidas diferentes. Crecer aparte. Ella va a estar
con Pablo
—No sabes eso. Ella va a caer en la cuenta
— Entonces alguien más como Pablo
Peter suspiró y puso una pierna en el sofá, sosteniéndola arriba por el tobillo.
— ¿Qué puedo hacer yo?
— No me he sentido así desde que murió mamá. No sé qué hacer—me ahogué. —Voy a
perderla
Las cejas de Peter se juntaron.
— Así que ya has terminado luchar, ¿eh?
— Lo he intentado todo. No puedo llegar a ella. Tal vez ella no siente lo mismo por mí que yo
por ella
— O tal vez ella sólo esta tratando de no hacerlo. Escuchar. Lali y yo saldremos solos.
Todavía tienes esta noche. Haz algo especial. Compra una botella de vino. Hazle un poco de
pasta. Tú haces malditamente bien la pasta
Un lado de mi boca se contrajo.
— La pasta no va a hacerla cambiar de opinión
Peter sonrió.
— Uno nunca sabe. Tus habilidades para cocinar fueron la razón por la que decidí pasar por
alto que estás jodidamente loco y me mudé a vivir contigo
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Asentí con la cabeza.
— Voy a hacer el intento. Voy a intentar cualquier cosa
— Sólo hazlo memorable, Gas—dijo Peter, encogiéndose de hombros.—Ella podría entrar
en razón
Peter y Lali se ofrecieron a recoger algunas cosas de la tienda para poder cocinar la
cena para Rochi. Peter incluso accedió a pasar por una tienda a recoger una nueva vajilla
para no tener que utilizar la surtida mezcla que teníamos en nuestros cajones. Mi última
noche con Rochi estaba preparada.
Mientras ponía las servilletas esa noche, Rochi dio la vuelta de la esquina en un par de jeans
agujereados y una floja y suelta camisa blanca.
— Se me ha hecho agua la boca. Lo que sea que estas haciendo huele tan bien
Eché el Alfredo y la pasta en su plato hondo, y deslicé el pollo cajún ennegrecido en la parte
superior, y luego arrojé por arriba un poco de tomates picados y cebollas verdes.
— Esto es lo que he estado cocinando— dije, poniendo el plato delante de la silla de Rochi.
Ella se sentó y sus ojos se abrieron y luego me miraron mientras llenaba mi plato.
Lancé una rebanada de pan de ajo en el plato, y ella sonrió.
—Has pensado en todo
— Sí, lo hice—le dije, haciendo saltar el corcho en el vino. El líquido rojo salpicó un poco
mientras lo derramaba en la copa, y ella se rió.
— No hacia falta que hagas todo esto, ya sabes
Mis labios apretados.
— Sí. Lo sé
Rochi tomó un bocado, y luego otro, apenas pausaba para tragar. Un pequeño murmullo
surgió de sus labios.
— Esto es realmente bueno, Gas. Me lo has estado ocultando
— Si te lo hubiera dicho antes, habrías estado esperándolo todas las noches. —la sonrisa
artificial, que había de alguna manera empujado, se desvaneció rápidamente.
—Voy a echarte de menos, también, Gas— dijo, todavía masticando.
— Todavía estás a venir otra vez, ¿verdad?
— Sabes que lo haré. Y tú iras a Morgan, a ayudarme con el estudio, al igual que lo hacías
antes
—Pero no va a ser lo mismo—suspiré. —Vas a estar saliendo con Pablo, nos vamos a poner
ocupados. . . iremos en diferentes direcciones
— No va a cambiar tanto
Me bufé.
— ¿Quién hubiera pensado desde la primera vez que estaríamos sentados aquí? No podrías
haberme dicho hace tres meses atrás que iba a sentirme tan miserable por decirle adiós a
una chica
La cara de Rochi palideció.
— Yo no quiero que seas miserable
— Entonces no te vayas
Rochi tragó, y sus cejas se movían infinitesimalmente.
— No puedo mudarme aquí, Gaston. Eso es una locura
— ¿Quién lo dice? Acabo de tener las dos mejores semanas de mi vida
— Yo también
— Entonces, ¿por qué siento que nunca voy a volver a verte?
Ella me miró por un momento, pero no respondió. En cambio, Rochi se puso de pie y caminó
alrededor de la barra de desayuno, sentándose en mi regazo. Todo en mí quería mirarla a los
ojos, pero yo tenía miedo de que si lo hacía, fuera a tratar de besarla, y nuestra noche estaría
arruinada.
Ella me abrazó, su suave mejilla presionando contra la mía.
—Vas a darte cuenta del grano en el culo que soy, y entonces te olvidaras de que me
extrañas— me susurró al oído.
Froté la mano en círculos entre sus omóplatos, tratando de ahogar la tristeza.
— ¿Me lo prometes?
Rochi miró hacia mis ojos, tocando cada lado de mi cara con las manos. Ella acarició mi
mandíbula con su pulgar. Pensamientos de rogarle para que se quedara cruzaron mi mente,
pero ella no me escucharía. No desde el otro lado de su burbuja.
Rochi cerró los ojos y se inclinó. Sabía que quería besar la comisura de mi boca, pero yo me
moví para que nuestros labios se encontraran. Era mi última oportunidad. Tuve que darle un
beso de despedida.
Se quedó inmóvil por un momento, pero luego su cuerpo se relajó y dejó que sus labios
permanecieran en los míos.
Rochi finalmente se apartó, jugando con una sonrisa.
— Tengo un gran día mañana. Voy a limpiar la cocina, y luego me voy a ir a la cama
— Yo te ayudo
Nos ocupamos de los platos juntos en silencio, con Toto dormido en nuestros pies. Sequé el
último plato y lo puse en el bastidor y, a continuación, me acerqué a su lado para llevarla por
el pasillo. Cada paso era una agonía.
Rochi empujó hacia abajo sus pantalones vaqueros, y luego levantó la camisa sobre su
cabeza. Agarrando una de mis camisetas del armario, dejó que el desgastado algodón gris se
deslizara sobre su cabeza. Me desnudé hasta mis boxers como lo había hecho decenas de
veces con ella en la habitación, pero esta vez la solemnidad se cernía sobre la habitación.
Nos subimos a la cama, y apagó la lámpara. Inmediatamente envolví mis brazos alrededor de
ella y suspiré y ella recostó su rostro en mi cuello.
Los árboles fuera de mi ventana creaban una sombra sobre las paredes. Traté de
concentrarme en sus formas y la forma en que el viento ligero cambiaba la forma de su
silueta contra los diferentes ángulos de la pared. Cualquier cosa para mantener mi mente
fuera de los números en el reloj, o lo cerca que estábamos a la mañana.
La mañana. Mi vida iba a cambiar para peor en tan sólo unas horas. Jesucristo. No podía
soportarlo. Cerré los ojos con fuerza, tratando de bloquear esa línea de pensamiento.
— ¿Gas? ¿Estás bien?
Me tomó un tiempo para formar las palabras.
— Nunca he estado menos bien en mi vida
Ella presionó su frente contra mi cuello de nuevo, y me apretó con más fuerza.
— Esto es una tontería—dijo. —Vamos a vernos todos los días
— Sabes que eso no es cierto
Su cabeza se inclinó un poquito hacia arriba. No estaba seguro de si ella estaba mirándome, o
preparándose para decir algo. Esperé en la oscuridad, en el silencio, sintiendo que el mundo
se iba a estrellar mí alrededor en cualquier momento.
Sin previo aviso, Rochi frunció los labios y tocó con ellos mi cuello. Su boca se abrió mientras
disfrutaba mi piel, y la cálida humedad de su boca se detuvieron en ese lugar.
Bajé la vista hacia ella, tomado completamente por sorpresa. Una chispa familiar quemaba
detrás de la ventana de sus ojos. Inseguro de cómo sucedió, finalmente había llegado hasta
ella. Rochi finalmente se dio cuenta de mis sentimientos por ella, y la luz de repente se había
encendido.
Me incliné hacia abajo, presionando mis labios contra los suyos, suave y lento. Cuanto más
tiempo nuestras bocas se fusionaban juntas, más abrumado me volví por la realidad de lo
que estaba sucediendo.
Rochi me atrajo hacia ella. Cada movimiento que hacía era aún más la afirmación de su
respuesta. Ella sentía lo mismo. Yo le importaba. Ella me quería. Quería correr alrededor de
la cuadra gritando en celebración, y, al mismo tiempo, no quería mover la boca de la de ella.
SU boca se abrió, y moví mi lengua en su interior, saboreando y explorando suavemente.
—Te deseo— dijo ella.
Sus palabras me atravesaron, y comprendí lo que quería decir. Una parte de mí quería
arrancar cada pieza de tela entre nosotros, la otra encendió todas las luces y sirenas.
Finalmente estábamos en la misma página. No hay necesidad de apurarse.
Me aparté un poco, pero Rochi sólo se volvió mas decidida. Me retiré todo el camino hasta
sentarme en mis rodillas, pero Rochi me siguió.
Agarré sus hombros para mantenerla a raya.
— Espera un segundo—le susurré, respirando con dificultad. —No tienes que hacer esto,
Pajarita. Esto no es el motivo de esta noche
A pesar de que yo quería hacer lo correcto, la intensidad inesperada de Rochi, junto con el
hecho de que yo no había tenido sexo en un largo período de tiempo, que estaba seguro de
que era mi récord de todos los tiempos, mi miembro estaba orgullosamente de pie contra
mis boxers.
Rochi se inclinó de nuevo, y esta vez dejé que se acercara lo suficiente para tocar sus labios
con los míos. Ella levantó la vista hacia mí, seria y decidida.
— No me hagas rogar— susurró contra mi boca.
No importa lo noble que intentaba de ser, esas palabras saliendo de su boca me destruyeron.
Agarré la parte posterior de su cabeza y sellé mis labios contra los suyos.
Los dedos de Rochi corrieron a lo largo de mi espalda y se quedaron en el elástico de mis
boxers, antes de parecer contemplar su próximo movimiento. Seis semanas de tensión sexual
acumulada me abrumaron, y nos estrellamos contra el colchón. Mis dedos se enredaron en
su cabello mientras me colocaba entre sus rodillas abiertas. Así como nuestras bocas se
encontraban de nuevo, ella deslizó la mano por el frente de mis boxers. Cuando sus suaves
dedos tocaron mi piel desnuda, un gemido bajo hizo erupción. Fue la mejor maldita
sensación de que pudiera imaginar.
La vieja camiseta gris que Rochi llevaba fue la primera cosa en irse. Afortunadamente, la luna
llena iluminaba la habitación lo justo para poder apreciar sus pechos desnudos durante unos
pocos segundos antes de que yo impaciente pasara al resto de ella. Mi mano agarró sus
bragas, y luego las deslizó por sus piernas. Probé su boca mientras seguía de la línea interior
de su pierna, y viaje a lo largo de su muslo. Mis dedos se deslizaron entre la suave y húmeda
piel de Rochi, y ella dejó escapar un largo suspiro entrecortado. Antes de ir más lejos, una
conversación que habíamos tenido no mucho tiempo antes se reproducía en mi mente. Rochi
era virgen. Si esto era lo que realmente quería, tenia que ser gentil. Lo último que quería era
hacerle daño.
Sus rodillas se arqueaban y temblaban con cada movimiento de mi mano. Lamí y chupé
diferentes puntos de su cuello mientras esperaba a que ella tome una decisión. Sus caderas
se movían de lado a lado, y las sacudía de adelante y hacia atrás, me recordaba a la forma en
que bailó contra mí en el Red. Se mordió el labio inferior, clavándome los dedos en la espalda
al mismo tiempo.
Me coloqué encima de ella. Mis boxers estaban todavía en su lugar, pero yo podía sentir su
piel desnuda contra mí. Ella estaba tan jodidamente caliente, contenerme fue lo más difícil
que me había obligado hacer. Menos de un centímetro y podría haber empujado a través de
mis boxers y estado dentro de ella.
— Pajarita—dije, jadeando. —No tiene que ser esta noche. Voy a esperar hasta que estés
lista
Rochi buscó el cajón de la mesita de noche, abriéndolo. Plástico crujió en su mano, y luego
abrió el paquete con los dientes. Esa fue una luz verde si alguna vez había visto una.
Mi mano dejó su espalda, y me saqué mis boxers, pateándolos violentamente. Toda la
paciencia que había tenido era había ido. Lo único que podía pensar era estar dentro de ella.
Me puse el látex, y luego bajé mis caderas entre sus muslos, tocando las partes más sensibles
de mi piel contra las suyas.
— Mírame, Pajarita—suspiré.
Sus grandes y redondos, ojos miraron hacia mí. Era tan surrealista. Esto era lo que yo
había soñado desde la primera vez que ella me rodó los ojos, y finalmente estaba pasando.
Eché la cabeza y, a continuación, me incliné para besarla tiernamente. Me adelanté y tensé,
empujándome adentro tan suavemente como pude. Cuando me retiré un poco, miré a los
ojos de Rochi. Sus rodillas se mantenían mis caderas como una tenaza, y se mordía el labio
inferior más fuerte que antes, pero sus dedos estaban presionando en mi espalda,
empujándome más cerca. Cuando me mecí de nuevo hacia ella, apretó los ojos con fuerza.
La besé, suavemente, pacientemente.
— Mírame— susurré.
Ella balbuceaba, y gemía y lloriqueaba. Con cada ruido que hacia, se volvía más difícil de
controlar mis movimientos. El cuerpo de Rochi finalmente se relajó, permitiéndome
moverme contra ella en un movimiento más rítmico. Cuanto más rápido me movía, menos
control sentía. Toqué todas las partes de su piel, y lamí y besé su cuello, mejillas y labios.
Ella me empujaba a su interior una y otra vez, y en cada vez yo presionaba más profundo en
su interior.
— Te he deseado durante tanto tiempo, Rochi. Eres todo lo que quiero —susurré contra su
boca.
Agarré su muslo con una mano y lo apoyé mi codo. Nuestros estómagos se deslizaban
fácilmente una contra el otro cuando las gotas de sudor comenzaron a formarse en nuestra
piel. Pensé en voltearla, o ponerla encima mio, pero decidí que prefería sacrificar la
creatividad para poder mirarla a los ojos, y permanecer tan cerca de ella como podía.
Justo cuando pensé que podría hacer que dure toda la noche, Rochi gimió.
—Gaston
Su sonido respirando mi nombre me desarmó y me puso sobre el borde. Tuve que ir más
rápido, presionar más hasta que cada músculo de mi cuerpo se tensó. Jadeé y me sacudí un
par de veces antes de finalmente colapsar.
Respiré por la nariz contra su cuello. Olía a sudor, su loción. . . y yo. Era jodidamente
fantástico.
— Ese fue un gran primer beso— dijo con una expresión de satisfacción cansada.
Recorrí su rostro y sonreí.
— Tú último primer beso
Rochi parpadeó, y luego caí sobre el colchón a su lado, rebuscando a través de su cintura
desnuda. De repente la mañana era algo que esperaba con impaciencia. Sería nuestro primer
día juntos, y en lugar de empacar en una miseria mal disimulada, podríamos dormir, pasar
una cantidad ridícula de la mañana en la cama y, a continuación, simplemente disfrutar del
día con una pareja. Eso sonaba bastante cerca al cielo para mí.
Hace tres meses, nadie podría haberme convencido de que me sentiría de esta manera.
Ahora, no había nada que quisiera más.
Un gran y relajante suspiro movió mi pecho arriba y abajo, lentamente, mientras me

quedaba dormido al lado de la segunda mujer que yo más había amado.

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