jueves, 5 de junio de 2014

Corazones latiendo, capitulo 29

29
Rochi
tú sonríes, yo sonrío —Pablo cantó en mi oído. Su voz no era
la mejor, pero me hizo reír.
—¡Alto! —Presioné mis manos contra su pecho—. ¡Bien, estoy
sonriendo!
—Bien. —Trajo mi mano a sus labios y me besó mis nudillos.
—Sabes que odio cuando estás triste.
Rodé los ojos.
—Bebé, te tengo a ti. Siempre que te tenga, sonreiré. Lo prometo.
—Nop. —Él negó con la cabeza—. No es suficiente. Necesito que me
prometas que sonreirás aunque me haya ido.
—¿Al igual que cuando estés en la universidad? —le pregunté,
confundida.
—Sí, o cuando sea viejo y gris y me muera antes que tú, porque soy
un bastardo así de egoísta.
Me reí ante eso.
—Bueno, sonreiré sin importar nada.
Él suspiró y dejó caer mi mano.
—A veces me siento culpable por tenerte conmigo, Rochi. Las cosas
que he hecho... no lo sé. Solo siento este lío gigante cuando estoy
cerca de ti y toda tu bondad.
—Puedo ser mala —espeté.
—Guau, tranquila asesina. —Pablo levantó las manos—. Sabes lo que
quiero decir. Nunca pierdas tu sonrisa y nunca pierdas tu inocencia,
¿de acuerdo? Confía en mí, no vale la pena.
La canción siguió tocando, pero entré en pánico. No era el mismo
pánico que había tenido antes.
Era algo más que no podía señalar con el dedo. Los recuerdos de
Pablo habían estado regresando con toda su fuerza, y por alguna
razón recordaba las cosas de manera diferente. Como si cada vez
que estuvimos juntos era casi como si me estuviera advirtiendo, o si
de alguna manera hubiera sabido que había una fecha de
caducidad en nuestro tiempo juntos.
Necesitaba aire. Una vez afuera, fui capaz de respirar y luego, de
repente, sentí paz. No tenía nada que ver con el aire cálido de la
noche o la brisa salada, y tenía todo que ver con el hombre que salió
tras de mí.
Gaston Dalmau.
Lo necesitaba más de lo que necesitaba el aire fresco. Necesitaba su
toque, su beso. Todo en él me hacía sentir entera de nuevo.
Estar con él era saludable. No era como si lo necesitara para vivir un
día a día normal en la vida.
No, él solo hacía que todo lo demás sea más fácil. Si tuviera que
escalar el Monte Everest, tenía la sensación de que Gaston asentiría
con la cabeza y diría: ¿Dónde me inscribo?
Necesitaba su actitud positiva. Pero más que nada, necesitaba su
apoyo, su amor.
—Te elijo a ti. —Las palabras salieron de mi boca antes de que
pudiera detenerlas. Y la expresión de su cara era algo que no creo
que olvidaré alguna vez—. Vamos a cortar el pastel. —Le di un
codazo mientras entrábamos de nuevo a la fiesta. El resto de los
amigos seguían jugando el Kinect, pero Nicolas y Eugenia estaban
ocupados cortando el pastel.
Vicco se tambaleó a mi lado. Tomé su brazo y retrocedí cuando el olor
del whisky me golpeó con toda su fuerza. La única razón por la que
siquiera sabía que era whisky fue porque había recogido a Pablo una
noche después de una fiesta de ebrios. Había llorado a lágrima viva
y dijo que lo sentía.
Creo que se sintió mal de que estuviera ebrio.
—Lo siento. —Vicco estiró la mano por mi brazo y casi se perdió. Puse
mi mano en la suya y lo llevé hasta el sofá.
—¿Qué estás haciendo?
—¡He terminado! —gritó.
En ese momento, Holly corrió hacia él con Aaron a su lado.
—Vamos a llevarte a casa, Vicco.
Él negó con la cabeza y sacó un frasco de su bolsillo, casi perdiendo
su propia boca mientras tomaba un sorbo. Pronto sentí la mano de
Gaston en mi espalda.
—Amigo, sin alcohol.
Vicco se echó a reír.
Pronto Nicolas lo tenía en el aire y presionado contra la pared.
Sagrados músculos. Mis ojos se abrieron mientras Nicolas lo estrellaba
contra la pared.
—Vete antes de que llame a la policía.
—Ella no se merece tu mierda —escupió Vicco —. Debes saber eso en
este momento, Rochi. Él va a arruinarlo un día de estos. Al igual que
Pablo.
Nicolas lo dejó caer, él cayó de rodillas. Todo pasó en cámara lenta
cuando vi las características de la nube de rabia asesina de Gaston.
Él se lanzó a Vicco, pero Aaron se lo impidió.
—¡Hijo de perra! —Gaston se sacudió contra los brazos de Aarón—.
¡Fuera de mi casa ahora mismo!
—Está enojado porque sabe. —Vicco se levantó del piso—. ¿No es así,
Holly? Todo el mundo sabe el bastardo que era mi hermano.
—¡Basta! —grité—. ¡Alto! —Nadie esperaba que me lanzara sobre un
chico, pero no pude evitarlo.
Empecé a golpear su pecho con mis puños.
—¡Retráctate! ¡Retráctate!
Pronto sentí los brazos de Gaston alrededor de mí, levantándome de
Vicco.
Había asestado unos buenos golpes, pero también pude haberme
metido en una pelea con una pared. Mis nudillos estaban
ensangrentados.
—Shh —Gaston trató de calmarme.
—¡Él era perfecto! —grité, dirigiendo mi rabia hacia Vicco—. ¡Era un
quarterback de campo estrella! ¡Era un buen hijo! ¡Una persona
maravillosa!
Gaston apretó su agarre en mí.
—¡Él te engañó! —Vicco gritó, haciendo que la habitación entera
cayera en silencio—. Tu perfecto novio te engañó mientras eran
novios. ¡Él embarazó a Holly! La próxima vez consigue tus datos
correctos. Estoy fuera. —Vicco se puso en pie.
Connor lo siguió, con los ojos abiertos por la sorpresa.
Holly se desplomó contra Aaron, pequeños sollozos escaparon de su
boca.
—Yo debería haberte dicho. Gaston dijo que tenía que decírtelo,
pero…
—Mierda. —Escuché a Gaston detrás de mí. Él soltó su agarre sobre
mis brazos.
Las lágrimas amenazaban con rodar por mi cara.
—¿Q-qué? ¿Qué quieres decir con que Gaston te dijo?
Holly se secó los ojos y se atragantó con las palabras.
—Se enteró la noche que escribimos nuestros arrepentimientos
porque este era el mío, Rochi. Mi arrepentimiento fue nunca decirle
a Pablo y nunca decirte a ti. No quería arruinar lo que ustedes tenían
y…
—¿Cuándo? —La interrumpí, mi cuerpo poco a poco empezó a
ponerse entumecido mientras trataba de concentrarme en mi
respiración—. ¿Cuándo sucedió?
—El final del verano después del campamento de fútbol.
Fue un viernes por la noche...
No necesitaba saber nada más. Sabía qué noche fue porque era la
misma noche que lo recogí de la fiesta. La misma noche que lo vi
ebrio, y fue la misma noche en que me dijo que me amaba por
primera vez.
Comencé a ver los puntos y entonces la total oscuridad me
consumió.
Esta vez no me importaba si alguna vez despertaba.

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