Capitulo 66
Como reza el dicho
vaquero, no se puede montar con vehemencia un caballo y dejarlo, sin
más, mientras todavía está sudoroso. Esto también se aplica a las
mujeres, sobre todo a las que hace tiempo que no practican el sexo y
necesitan tiempo para volver a habituarse a el. No sé cuántas veces
Ramiro hizo el amor conmigo aquella noche. Cuando me desperté, por
la mañana, me dolían músculos que ni siquiera sabía que tenía y
tenía agujetas en las extremidades. Ramiro se mostró muy
considerado y me trajo un café a la cama.
—No intentes
parecer arrepentido —declaré, y me incliné hacia delante mientras
él colocaba una almohada extra en mi espalda—. Resulta obvio que
no es una expresión natural en ti.
—No me siento
arrepentido, sino agradecido.
Vestido con una camiseta
negra y unos tejanos, Ramiro se sentó en el borde de la cama.
Yo tiré de la sábana, me
tapé los pechos y bebí con cuidado un sorbo del humeante café
.
—Pues deberías
estarlo, sobre todo después de lo que has hecho.
Los dos nos miramos y
sostuvimos nuestras miradas. Ramiro apoyó la mano sobre mi rodilla y
su calor traspasó el tejido fino de la sábana.
—¿Estás bien?
—preguntó con dulzura.
¡Maldición!, tenía la
infalible habilidad de desarmarme mostrando preocupación justo
cuando yo esperaba que se mostrara autoritario y arrogante. Los
nervios de mi estómago se encogieron hasta parecer una cama
elástica. Todo era tan bueno con él que me pregunté si podría
renunciar a él por el hombre a quien siempre había amado.
Quería decirle que me
encontraba bien, pero, en cambio, le dije la verdad.
—Tengo miedo de
cometer el error más grande de mi vida, pero todavía no sé cuál
sería el error.
—Quieres decir
quién sería el error.- Yo sonreí.
—Ya sé que te
enfadarás si lo veo, pero...
—No, no me
enfadaré. Yo quiero que lo veas.
Mis dedos apretaron la
taza caliente de café.
—¿Ah, sí?
—Es evidente que
no obtendré lo que quiero de ti hasta que esta situación se haya
resuelto. Tienes que descubrir en qué ha cambiado. Tienes que
averiguar si tus antiguos sentimientos todavía siguen vivos.
—Así es.
Pensé que era muy
evolucionado por su parte mostrarse tan comprensivo
.
—Eso me parece
bien —continuó Ramiro—. Siempre que no te acuestes con él.
Evolucionado, pero de
Tejas.
Yo le lancé una mirada
burlona.
—¿Eso significa
que no te importa lo que sienta por él siempre que sea
contigo con quien practique el sexo?
—Eso significa
—respondió él con calma— que, de momento, me quedo con el sexo
y que ya me esforzaré en conseguir el resto más adelante.
Por lo que pude averiguar,
a Pedro la noche no le fue mejor que a mí. Vivían y él acabaron
peleándose. Según Pedro, ella era del tipo celoso y no era culpa de
él si algunas mujeres se habían mostrado amistosas con él.
—¿Y cómo fue
usted de amistosas con ellas? —le pregunté.
Pedro frunció el
entrecejo y cambió varias veces de canal con el mando a distancia
del televisor.
—Digamos que no
importa dónde se me despierte el apetito siempre que venga a cenar a
casa.
—¡Santo cielo,
espero que no le dijera eso a Vivian!
Se produjo un silencio.
Yo cogí la bandeja del
desayuno.
—No me extraña
que no se quedara ayer por la noche. —Era la hora de su ducha y ya
podía tomarla solo—. Si tiene algún problema para ducharse o
vestirse, llámeme a través del walkie-talkie y le diré al
jardinero que suba a ayudarle.
Empecé a retirarme.
—Valeria.
—¿Sí?
—No me gusta
entrometerme en los asuntos ajenos... —Pedro sonrió al ver la
mirada que le lancé—, pero ¿hay algo de lo que quieras hablar
conmigo? ¿Algo nuevo que haya sucedido en tu vida?
—Nada en absoluto.
Lo mismo de siempre.
—Has iniciado algo
con mi hijo...
—No pienso hablar
de mi vida amorosa con usted.
—¿Por qué no? Ya lo habías
hecho antes.
—Pero entonces no
era mi jefe y mi vida amorosa no incluía a su hijo.
—Está bien, pues
no hablaremos de mi hijo —contestó con ecuanimidad—. Hablemos de
un viejo conocido tuyo que ha establecido un pequeño negocio de
recuperación de explotaciones desechadas de petróleo.
La bandeja casi se me cayó
al suelo.
—¿Sabía que
Gastón estaba en la fiesta?
—No hasta que
alguien nos presentó. En cuanto oí su nombre, supe de quién se
trataba.
Pedro me miró de una
forma comprensiva y sentí deseos de echarme a llorar, pero en lugar
de llorar dejé la bandeja en una mesa y me dirigí a una silla que
había cerca de su cama.
—¿Qué ha
ocurrido, guapa? —oí que me preguntaba.
Yo me senté y clavé la
mirada en el suelo.
—Sólo hablamos
unos minutos. Volveré a verlo mañana. —Se produjo una larga
pausa—. Ramiro no está precisamente entusiasmado con la situación.
Pedro se rió con
sequedad.
—Me imagino que
no.
Yo dirigí la vista hacia
él y no pude resistir preguntarle:
—¿Qué impresión
le produjo Gastón?
—Tiene mucho a su
favor. Es listo, tiene buenos modales... Le dará un buen mordisco al
mundo antes de retirarse. ¿Lo has invitado a venir aquí?
—¡Cielos, no!
Seguro que iremos a algún otro lugar para charlar.
—Podéis quedaros
aquí, si tú quieres. Ésta también es tu casa.
—Gracias, pero...
Negué con la cabeza.
—¿Te arrepientes
de haber iniciado una relación con Ramiro?
Su pregunta me desató la
lengua.
—No —respondí
de inmediato mientras parpadeaba con fuerza—. No tengo nada de qué
arrepentirme, es sólo que... Siempre supuse que terminaría
casándome con Gastón. Él era todo lo que yo quería y con quien
soñaba, pero, ¡maldición!, ¿por que ha tenido que aparecer justo
cuando creía que había superado lo que sentía por él?
—Lo que sentimos
por ciertas personas no se supera nunca —declaró Pedro.
Yo lo miré con mis ojos
empañados en lágrimas.
—¿Se refiere a
Ava?
—La echaré de
menos el resto de mi vida, pero no, no me refiero a Ava.
—¿Entonces a su
primera esposa?
—No. Me refiero a
otra persona.
Me sequé los ojos con la
manga. Me dio la impresión de que Pedro quería contarme algo, pero,
en aquellos momentos, ya había recibido todas las revelaciones que
podía soportar, de modo que me puse de pie y carraspeé.
—Tengo que
prepararle el desayuno a Aleli.
Me volví para salir de la
habitación.
—Valeria.
—¿Sí?
Pedro parecía estar
reflexionando intensamente en algo y tenía el ceño fruncido.
—Hablaré contigo
sobre esto en otro momento. No como el padre de Ramiro, ni como tu
jefe, sino como tu viejo amigo.
—Gracias —contesté
con gravedad—. Algo me dice que necesitaré a mi viejo amigo.
Continuara...
*Mafe*
@gastochi_a_mil

me encanta esta novela!!!!!
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