miércoles, 18 de junio de 2014

Mi Nombre es Valery Cap 66





Capitulo 66

Como reza el dicho vaquero, no se puede montar con vehemencia un caballo y dejarlo, sin más, mientras todavía está sudoroso. Esto también se aplica a las mujeres, sobre todo a las que hace tiempo que no practican el sexo y necesitan tiempo para volver a habituarse a el. No sé cuántas veces Ramiro hizo el amor conmigo aquella noche. Cuando me desperté, por la mañana, me dolían músculos que ni siquiera sabía que tenía y tenía agujetas en las extremidades. Ramiro se mostró muy considerado y me trajo un café a la cama.

No intentes parecer arrepentido —declaré, y me incliné hacia delante mientras él colocaba una almohada extra en mi espalda—. Resulta obvio que no es una expresión natural en ti.
No me siento arrepentido, sino agradecido.

Vestido con una camiseta negra y unos tejanos, Ramiro se sentó en el borde de la cama.
Yo tiré de la sábana, me tapé los pechos y bebí con cuidado un sorbo del humeante café
.
Pues deberías estarlo, sobre todo después de lo que has hecho.

Los dos nos miramos y sostuvimos nuestras miradas. Ramiro apoyó la mano sobre mi rodilla y su calor traspasó el tejido fino de la sábana.

¿Estás bien? —preguntó con dulzura.

¡Maldición!, tenía la infalible habilidad de desarmarme mostrando preocupación justo cuando yo esperaba que se mostrara autoritario y arrogante. Los nervios de mi estómago se encogieron hasta parecer una cama elástica. Todo era tan bueno con él que me pregunté si podría renunciar a él por el hombre a quien siempre había amado.

Quería decirle que me encontraba bien, pero, en cambio, le dije la verdad.

Tengo miedo de cometer el error más grande de mi vida, pero todavía no sé cuál sería el error.
Quieres decir quién sería el error.- Yo sonreí.
Ya sé que te enfadarás si lo veo, pero...
No, no me enfadaré. Yo quiero que lo veas.

Mis dedos apretaron la taza caliente de café.

¿Ah, sí?
Es evidente que no obtendré lo que quiero de ti hasta que esta situación se haya resuelto. Tienes que descubrir en qué ha cambiado. Tienes que averiguar si tus antiguos sentimientos todavía siguen vivos.
Así es.

Pensé que era muy evolucionado por su parte mostrarse tan comprensivo
.
Eso me parece bien —continuó Ramiro—. Siempre que no te acuestes con él.

Evolucionado, pero de Tejas.

Yo le lancé una mirada burlona.

¿Eso significa que no te importa lo que sienta por él siempre que sea contigo con quien practique el sexo?
Eso significa —respondió él con calma— que, de momento, me quedo con el sexo y que ya me esforzaré en conseguir el resto más adelante.



Por lo que pude averiguar, a Pedro la noche no le fue mejor que a mí. Vivían y él acabaron peleándose. Según Pedro, ella era del tipo celoso y no era culpa de él si algunas mujeres se habían mostrado amistosas con él.

¿Y cómo fue usted de amistosas con ellas? —le pregunté.

Pedro frunció el entrecejo y cambió varias veces de canal con el mando a distancia del televisor.

Digamos que no importa dónde se me despierte el apetito siempre que venga a cenar a casa.
¡Santo cielo, espero que no le dijera eso a Vivian!

Se produjo un silencio.
Yo cogí la bandeja del desayuno.

No me extraña que no se quedara ayer por la noche. —Era la hora de su ducha y ya podía tomarla solo—. Si tiene algún problema para ducharse o vestirse, llámeme a través del walkie-talkie y le diré al jardinero que suba a ayudarle.
Empecé a retirarme.
Valeria.
¿Sí?
No me gusta entrometerme en los asuntos ajenos... —Pedro sonrió al ver la mirada que le lancé—, pero ¿hay algo de lo que quieras hablar conmigo? ¿Algo nuevo que haya sucedido en tu vida?
Nada en absoluto. Lo mismo de siempre.
Has iniciado algo con mi hijo...
No pienso hablar de mi vida amorosa con usted.
—¿Por qué no? Ya lo habías hecho antes.
Pero entonces no era mi jefe y mi vida amorosa no incluía a su hijo.
Está bien, pues no hablaremos de mi hijo —contestó con ecuanimidad—. Hablemos de un viejo conocido tuyo que ha establecido un pequeño negocio de recuperación de explotaciones desechadas de petróleo.

La bandeja casi se me cayó al suelo.

¿Sabía que Gastón estaba en la fiesta?
No hasta que alguien nos presentó. En cuanto oí su nombre, supe de quién se trataba.

Pedro me miró de una forma comprensiva y sentí deseos de echarme a llorar, pero en lugar de llorar dejé la bandeja en una mesa y me dirigí a una silla que había cerca de su cama.

¿Qué ha ocurrido, guapa? —oí que me preguntaba.

Yo me senté y clavé la mirada en el suelo.

Sólo hablamos unos minutos. Volveré a verlo mañana. —Se produjo una larga pausa—. Ramiro no está precisamente entusiasmado con la situación.

Pedro se rió con sequedad.

Me imagino que no.

Yo dirigí la vista hacia él y no pude resistir preguntarle:

¿Qué impresión le produjo Gastón?
Tiene mucho a su favor. Es listo, tiene buenos modales... Le dará un buen mordisco al mundo antes de retirarse. ¿Lo has invitado a venir aquí?
¡Cielos, no! Seguro que iremos a algún otro lugar para charlar.
Podéis quedaros aquí, si tú quieres. Ésta también es tu casa.
Gracias, pero...

Negué con la cabeza.

¿Te arrepientes de haber iniciado una relación con Ramiro?

Su pregunta me desató la lengua.

No —respondí de inmediato mientras parpadeaba con fuerza—. No tengo nada de qué arrepentirme, es sólo que... Siempre supuse que terminaría casándome con Gastón. Él era todo lo que yo quería y con quien soñaba, pero, ¡maldición!, ¿por que ha tenido que aparecer justo cuando creía que había superado lo que sentía por él?
Lo que sentimos por ciertas personas no se supera nunca —declaró Pedro.

Yo lo miré con mis ojos empañados en lágrimas.

¿Se refiere a Ava?
La echaré de menos el resto de mi vida, pero no, no me refiero a Ava.
¿Entonces a su primera esposa?
No. Me refiero a otra persona.

Me sequé los ojos con la manga. Me dio la impresión de que Pedro quería contarme algo, pero, en aquellos momentos, ya había recibido todas las revelaciones que podía soportar, de modo que me puse de pie y carraspeé.

Tengo que prepararle el desayuno a Aleli.
Me volví para salir de la habitación.

Valeria.
¿Sí?

Pedro parecía estar reflexionando intensamente en algo y tenía el ceño fruncido.

Hablaré contigo sobre esto en otro momento. No como el padre de Ramiro, ni como tu jefe, sino como tu viejo amigo.
Gracias —contesté con gravedad—. Algo me dice que necesitaré a mi viejo amigo.

Continuara...

*Mafe*
@gastochi_a_mil

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