lunes, 21 de julio de 2014

Mi Nombre es Valery Cap 70



Capitulo 70



Me alejé en mi coche del edificio en el que Gastón vivía con la intención de ir directamente a River Oaks y enfrentarme a Pedro. Estaba más alterada de lo que lo había estado nunca desde la muerte de mi madre. En el exterior, parecía insospechadamente calmada, pero mi mente y mi corazón constituían un auténtico caos. «No puede ser verdad», pensaba una y otra vez. No quería que fuera verdad.
Si Pedro era el padre de Aleli... Rememoré todas las veces que pasamos hambre, las dificultades, las ocasiones en las que ella me preguntó por qué no tenía un padre cuando todas sus amigas lo tenían. Yo le enseñé una fotografía de mi padre, le conté que también era el de ella y que la quería mucho aunque vivía en el cielo. Recordé los cumpleaños y las vacaciones, las ocasiones en las que Aleli había caído enferma y todas las cosas que no había tenido. Si Pedro era el padre de Aleli, a mí no me debía nada, pero a ella le debía muchísimas cosas.

Antes de darme cuenta, estaba frente a la verja de entrada de 1800 Main. Quería ver a Ramiro, aunque ni siquiera sabía si estaría en su piso.

El dedo me temblaba cuando pulsé el botón numero dieciocho del ascensor. En parte por miedo, pero, sobre todo, por rabia.

Me dirigí a la puerta del piso de Ramiro con pasos largos y decididos y la golpeé con tanta fuerza que me dolieron los nudillos. Como no obtuve ninguna respuesta, levanté el puño para llamar otra vez, pero la puerta se abrió y casi me caí hacia delante.

Ramiro apareció en el umbral, con aspecto sereno y aplomado, como siempre.

Valeria... —Pronunció la última sílaba con cierto tono inquisitivo. Su viva mirada recorrió mi cuerpo y se detuvo en mi cara encendida. Ramiro me cogió del brazo para que entrara en su piso. Yo me solté de un tirón y crucé el umbral—. ¿Qué ocurre, cariño?

En aquellos momentos, detesté la calidez de su voz y la necesidad apremiante que sentí, incluso entonces, de hundirme entre sus brazos.

No pretendas simular que estás preocupado por mí —declaré con rabia mientras tiraba el bolso al suelo—. ¡No puedo creer lo que has hecho cuando yo sólo he sido honesta contigo!

La expresión de Ramiro se enfrió considerablemente.

Me ayudaría que me contaras de qué estás hablando —declaró en tono conciliatorio.
Sabes perfectamente por qué estoy enfadada. Has contratado a alguien para que me siga. ¡Me has estado espiando! Y no entiendo por qué, pues yo no he hecho nada para merecer que me trates así.
Tranquilízate.
¡No quiero tranquilizarme, quiero saber por qué demonios has hecho algo así!
Si pensabas cumplir tu promesa no debería importarte que alguien te vigilara —indicó él.
Entonces, ¿admites que contrataste a alguien para que me siguiera? ¡Oh, Dios mío, lo has hecho, lo veo en tu cara! ¡Maldito seas, no me he acostado con él! Deberías haber confiado en mí.
Siempre he creído en el viejo dicho: «Confía, pero comprueba.»
Ese dicho puede resultar muy válido en el mundo de los negocios, pero no en una relación —declaré con voz asesina—. Quiero que pongas fin a esta situación ahora mismo. No quiero que me sigas nunca más. ¡Deshazte de él!
Está bien. Está bien.

Sorprendida por el hecho de que hubiera accedido con tanta facilidad, le lancé una mirada cautelosa.

Ramiro me miró de un modo extraño y me di cuenta de que yo estaba temblando de una forma visible. Mi rabia había desaparecido y una gran desesperación la había reemplazado. No entendía cómo me encontraba en medio de un tira y afloja entre dos hombres despiadados. 

Por no mencionar a Pedro. Estaba cansada de todo aquello. Estaba cansada de todo y, en especial, de la avalancha de preguntas sin contestar. No sabía adonde ir ni qué hacer.

Valeria —declaró Ramiro con prudencia—, ya sé que no te has acostado con él. Confío en ti. ¡Maldita sea, lo siento! No puedo echarme a un lado y esperar cuando quiero algo, a alguien, tanto como te quiero a ti. No puedo dejarte ir sin luchar.
¿Todo se reduce a ganar? ¿Esto es una especie de competición para ti?
No, no se trata de una competición. Te quiero. Quiero cosas que no estoy seguro de que estés preparada para oír todavía. Y, más que nada, quiero abrazarte hasta que dejes de temblar. —Su voz se volvió grave—. Deja que te abrace, Valeria.

Yo permanecí inmóvil mientras me preguntaba si podía confiar en él y deseé poder pensar con claridad. Lo miré con fijeza y percibí en sus ojos frustración y necesidad.

Por favor —insistió él.

Yo avancé un paso y Ramiro me abrazó con fuerza.

¡Esta es mi chica! —murmuró.

Hundí la cara en su hombro e inhalé el olor familiar de su piel. Una sensación de alivio me inundó e intenté acercarme más a él, pues lo necesitaba más de lo que mis brazos podían abarcar.
Después de un rato, Ramiro me acompañó al sofá y me masajeó la espalda. Nuestras piernas se entrelazaron, yo apoyé la cabeza en su hombro y habría creído que estaba en el cielo si el sofá no hubiera sido tan incómodo.

Necesitas cojines —declaré en voz baja.
Detesto las habitaciones abarrotadas de cosas. —Ramiro se movió para mirarme—. Algo más te preocupa, ¿no? Cuéntamelo y lo solucionaré.
No puedes.
Ponme a prueba.

Yo deseaba contarle lo de Pedro y Aleli, pero, de momento, tenía que mantenerlo en secreto. No quería que Ramiro lo solucionara por mí y sabía que, si se lo contaba, lo haría.
Se trataba de una cuestión entre Pedro y yo, de modo que sacudí la cabeza y me acurruqué más junto a él.
Ramiro me acarició el pelo.

Quédate conmigo esta noche.

Yo me sentía frágil y herida. Disfruté de su brazo fuerte y musculoso bajo mi nuca y de la reconfortante calidez de su cuerpo.

De acuerdo —susurré.

Ramiro me observó con atención, cubrió mi mejilla con su mano en un gesto de infinita ternura y me besó la punta de la nariz.

Tengo que irme antes del amanecer. Debo asistir a una reunión en Dallas y a otra en Research Triangle, el centro de investigación y desarrollo.

¿Dónde está?

Ramiro sonrió y acarició mi mejilla con un dedo.

En Carolina del Norte. No estaré de vuelta hasta dentro de un par de días. —Ramiro siguió mirándome con fijeza y empezó a preguntarme algo, pero se contuvo, se levantó del sofá con soltura y tiró de mí—. Vamos, necesitas dormir.

Yo me dirigí con él al dormitorio, con una sensación de timidez, me desnudé y me puse la camiseta blanca que Ramiro me tendía. Me introduje con alivio entre las suaves y lujosas sábanas. Ramiro apagó la luz y noté que el peso de su cuerpo hundía el colchón. Yo rodé hacia él, me acurruqué a su lado y apoyé mi pierna encima de las de él.
Estábamos muy apretados el uno contra el otro y no pude evitar notar la dureza y el ardor de su miembro junto a mi muslo.
Ignóralo —declaró Ramiro.

Aunque yo estaba muy cansada, su comentario me hizo sonreír. Deslicé los labios con suavidad por su garganta y el olor de su piel fue lo único que necesité para que mi pulso se acelerara presa del erotismo. Los dedos de mis pies exploraron con delicadeza la superficie cubierta de vello de su pierna.
Sería una lástima desperdiciarlo.
Estás demasiado cansada.
No para uno rápido.
Yo no lo hago rápido.
No me importa.

Yo me coloqué encima de él con ardiente determinación y jadeé un poco al sentir la fuerza flexible de su cuerpo debajo del mío. Se oyó una risita en la oscuridad y, de repente, Ramiro me hizo rodar y se colocó encima de mí.

No te muevas —susurró—. Yo cuidaré de ti.

Yo le obedecí. Él deslizó el borde de mi camiseta hacia arriba rozando mis pechos con ella y me estremecí. El húmedo calor de su boca cubrió mi terso pezón y yo arqueé las caderas con un gemido suplicante.
Sus labios se desplazaron por mi pecho en un recorrido lento de besos entreabiertos mientras él se acuclillaba encima de mí como un gato. Ramiro mordisqueó la piel de mi clavícula y, cuando encontró los huecos en los que mi pulso palpitaba, lo calmó con su lengua. Descendió hasta los músculos de mi abdomen, que temblaron al sentir sus labios, y más abajo, donde sus besos lentos y suaves se convirtieron en fuego. Yo me retorcí intentando escapar de aquel placer indecente, pero él me sujetó y permanecí inmóvil y tensa mientras las sensaciones me inundaban y sacudían todo mi cuerpo.

Continuara...
*Mafe*

@gastochi_a_mil

3 comentarios:

  1. Amo la relación de ambos!! Pero le tendría que haber contado lo de pedro y alelo.

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  2. no me gusta como es ella cuando está con ramiro!! Prefiero a gaston y siento que voy a tener un final feo.

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  3. me gustaria que se quede con ramiro y gaston conosca a valeria
    es que rameria es de la serie y gastochi de la novela <3

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