Capitulo 70
Me alejé en mi coche del
edificio en el que Gastón vivía con la intención de ir
directamente a River Oaks y enfrentarme a Pedro. Estaba más alterada
de lo que lo había estado nunca desde la muerte de mi madre. En el
exterior, parecía insospechadamente calmada, pero mi mente y mi
corazón constituían un auténtico caos. «No puede ser verdad»,
pensaba una y otra vez. No quería que fuera verdad.
Si Pedro era el padre de
Aleli... Rememoré todas las veces que pasamos hambre, las
dificultades, las ocasiones en las que ella me preguntó por qué no
tenía un padre cuando todas sus amigas lo tenían. Yo le enseñé
una fotografía de mi padre, le conté que también era el de ella y
que la quería mucho aunque vivía en el cielo. Recordé los
cumpleaños y las vacaciones, las ocasiones en las que Aleli había
caído enferma y todas las cosas que no había tenido. Si Pedro era
el padre de Aleli, a mí no me debía nada, pero a ella le debía
muchísimas cosas.
Antes de darme cuenta,
estaba frente a la verja de entrada de 1800 Main. Quería ver a
Ramiro, aunque ni siquiera sabía si estaría en su piso.
El dedo me temblaba cuando
pulsé el botón numero dieciocho del ascensor. En parte por miedo,
pero, sobre todo, por rabia.
Me dirigí a la puerta del
piso de Ramiro con pasos largos y decididos y la golpeé con tanta
fuerza que me dolieron los nudillos. Como no obtuve ninguna
respuesta, levanté el puño para llamar otra vez, pero la puerta se
abrió y casi me caí hacia delante.
Ramiro apareció en el
umbral, con aspecto sereno y aplomado, como siempre.
—Valeria...
—Pronunció la última sílaba con cierto tono inquisitivo. Su viva
mirada recorrió mi cuerpo y se detuvo en mi cara encendida. Ramiro
me cogió del brazo para que entrara en su piso. Yo me solté de un
tirón y crucé el umbral—. ¿Qué ocurre, cariño?
En aquellos momentos,
detesté la calidez de su voz y la necesidad apremiante que sentí,
incluso entonces, de hundirme entre sus brazos.
—No pretendas
simular que estás preocupado por mí —declaré con rabia mientras
tiraba el bolso al suelo—. ¡No puedo creer lo que has hecho cuando
yo sólo he sido honesta contigo!
La expresión de Ramiro se
enfrió considerablemente.
—Me ayudaría que
me contaras de qué estás hablando —declaró en tono
conciliatorio.
—Sabes
perfectamente por qué estoy enfadada. Has contratado a alguien para
que me siga. ¡Me has estado espiando! Y no entiendo por qué, pues
yo no he hecho nada para merecer que me trates así.
—Tranquilízate.
—¡No quiero
tranquilizarme, quiero saber por qué demonios has hecho algo así!
—Si pensabas
cumplir tu promesa no debería importarte que alguien te vigilara
—indicó él.
—Entonces,
¿admites que contrataste a alguien para que me siguiera? ¡Oh, Dios
mío, lo has hecho, lo veo en tu cara! ¡Maldito seas, no me he
acostado con él! Deberías haber confiado en mí.
—Siempre he creído
en el viejo dicho: «Confía, pero comprueba.»
—Ese dicho puede
resultar muy válido en el mundo de los negocios, pero no en una
relación —declaré con voz asesina—. Quiero que pongas fin a
esta situación ahora mismo. No quiero que me sigas nunca más.
¡Deshazte de él!
—Está bien. Está
bien.
Sorprendida por el hecho
de que hubiera accedido con tanta facilidad, le lancé una mirada
cautelosa.
Ramiro me miró de un modo
extraño y me di cuenta de que yo estaba temblando de una forma
visible. Mi rabia había desaparecido y una gran desesperación la
había reemplazado. No entendía cómo me encontraba en medio de un
tira y afloja entre dos hombres despiadados.
Por no mencionar a
Pedro. Estaba cansada de todo aquello. Estaba cansada de todo y, en
especial, de la avalancha de preguntas sin contestar. No sabía
adonde ir ni qué hacer.
—Valeria —declaró
Ramiro con prudencia—, ya sé que no te has acostado con él.
Confío en ti. ¡Maldita sea, lo siento! No puedo echarme a un lado y
esperar cuando quiero algo, a alguien, tanto como te quiero a ti. No
puedo dejarte ir sin luchar.
—¿Todo se reduce
a ganar? ¿Esto es una especie de competición para ti?
—No, no se trata
de una competición. Te quiero. Quiero cosas que no estoy seguro de
que estés preparada para oír todavía. Y, más que nada, quiero
abrazarte hasta que dejes de temblar. —Su voz se volvió grave—.
Deja que te abrace, Valeria.
Yo permanecí inmóvil
mientras me preguntaba si podía confiar en él y deseé poder pensar
con claridad. Lo miré con fijeza y percibí en sus ojos frustración
y necesidad.
—Por favor
—insistió él.
Yo avancé un paso y
Ramiro me abrazó con fuerza.
—¡Esta es mi
chica! —murmuró.
Hundí la cara en su
hombro e inhalé el olor familiar de su piel. Una sensación de
alivio me inundó e intenté acercarme más a él, pues lo necesitaba
más de lo que mis brazos podían abarcar.
Después de un rato,
Ramiro me acompañó al sofá y me masajeó la espalda. Nuestras
piernas se entrelazaron, yo apoyé la cabeza en su hombro y habría
creído que estaba en el cielo si el sofá no hubiera sido tan
incómodo.
—Necesitas cojines
—declaré en voz baja.
—Detesto las
habitaciones abarrotadas de cosas. —Ramiro se movió para mirarme—.
Algo más te preocupa, ¿no? Cuéntamelo y lo solucionaré.
—No puedes.
—Ponme a prueba.
Yo deseaba contarle lo de
Pedro y Aleli, pero, de momento, tenía que mantenerlo en secreto. No
quería que Ramiro lo solucionara por mí y sabía que, si se lo
contaba, lo haría.
Se trataba de una cuestión
entre Pedro y yo, de modo que sacudí la cabeza y me acurruqué más
junto a él.
Ramiro me acarició el
pelo.
—Quédate conmigo
esta noche.
Yo me sentía frágil y
herida. Disfruté de su brazo fuerte y musculoso bajo mi nuca y de la
reconfortante calidez de su cuerpo.
—De acuerdo
—susurré.
Ramiro me observó con
atención, cubrió mi mejilla con su mano en un gesto de infinita
ternura y me besó la punta de la nariz.
—Tengo que irme
antes del amanecer. Debo asistir a una reunión en Dallas y a otra en
Research Triangle, el centro de investigación y desarrollo.
—¿Dónde está?
Ramiro sonrió y acarició
mi mejilla con un dedo.
—En Carolina del
Norte. No estaré de vuelta hasta dentro de un par de días. —Ramiro
siguió mirándome con fijeza y empezó a preguntarme algo, pero se
contuvo, se levantó del sofá con soltura y tiró de mí—. Vamos,
necesitas dormir.
Yo me dirigí con él al
dormitorio, con
una sensación de timidez, me desnudé y me puse la camiseta blanca
que Ramiro me tendía. Me introduje con alivio entre las suaves y
lujosas sábanas. Ramiro apagó la luz y noté que el peso de su
cuerpo hundía el colchón. Yo rodé hacia él, me acurruqué a su
lado y apoyé mi pierna encima de las de él.
Estábamos muy apretados
el uno contra el otro y no pude evitar notar la dureza y el ardor de
su miembro junto a mi muslo.
—Ignóralo
—declaró Ramiro.
Aunque yo estaba muy
cansada, su comentario me hizo sonreír. Deslicé los labios con
suavidad por su garganta y el olor de su piel fue lo único que
necesité para que mi pulso se acelerara presa del erotismo. Los
dedos de mis pies exploraron con delicadeza la superficie cubierta de
vello de su pierna.
—Sería una
lástima desperdiciarlo.
—Estás demasiado
cansada.
—No para uno
rápido.
—Yo no lo hago
rápido.
—No me importa.
Yo me coloqué encima de
él con ardiente determinación y jadeé un poco al sentir la fuerza
flexible de su cuerpo debajo del mío. Se oyó una risita en la
oscuridad y, de repente, Ramiro me hizo rodar y se colocó encima de
mí.
—No te muevas
—susurró—. Yo cuidaré de ti.
Yo le obedecí. Él
deslizó el borde de mi camiseta hacia arriba rozando mis pechos con
ella y me estremecí. El húmedo calor de su boca cubrió mi terso
pezón y yo arqueé las caderas con un gemido suplicante.
Sus labios se desplazaron
por mi pecho en un recorrido lento de besos entreabiertos mientras él
se acuclillaba encima de mí como un gato. Ramiro mordisqueó la piel
de mi clavícula y, cuando encontró los huecos en los que mi pulso
palpitaba, lo calmó con su lengua. Descendió hasta los músculos de
mi abdomen, que temblaron al sentir sus labios, y más abajo, donde
sus besos lentos y suaves se convirtieron en fuego. Yo me retorcí
intentando escapar de aquel placer indecente, pero él me sujetó y
permanecí inmóvil y tensa mientras las sensaciones me inundaban y
sacudían todo mi cuerpo.
Continuara...
*Mafe*
@gastochi_a_mil
Amo la relación de ambos!! Pero le tendría que haber contado lo de pedro y alelo.
ResponderEliminarno me gusta como es ella cuando está con ramiro!! Prefiero a gaston y siento que voy a tener un final feo.
ResponderEliminarme gustaria que se quede con ramiro y gaston conosca a valeria
ResponderEliminares que rameria es de la serie y gastochi de la novela <3