viernes, 19 de septiembre de 2014

No Te Tengo Miedo... capitulo 25



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El toque de timbre indicó que todos los estudiantes debían abandonar la institución, mi única conversación en el día había sido con aquel chico del corredor.. cuando me informó, —escasamente— lo que ocurría con los chicos.
Tomé mis libros y me dirigí al casillero para guardarlos.
—Rochi —Oí a mis espaldas, lo ignoré, no quería hablar con él— ¡Joder Rocio te estoy hablando! —Exclamó furioso.
—¡¿Qué demonios quieres?! —Cuestioné a gritos— ¡No quiero hablar con ninguno de vosotros!.
—Creeme que nosotros tampoco queremos hablar contigo luego de lo que dijiste a nuestras espaldas. —¿De qué hablaba?.
—¿Qué mier*da dije ahora?
—Claro, haste la tonta. —Musitó con fastidio— Sabes muy bien lo que dijiste Igarzabal.
—¡Joder tíos! —Se unió una tercera voz— ¡Estáis formando un escándalo! —Gritó, reconocería aquella voz dulce donde fuera, pero ahora, se encontraba cargada de odio— Gastón vámonos. Los chicos nos esperan fuera.
—No iré a ningún lugar sin que antes me diga al rostro aquellas horribles e hirientes palabras que musitó a nuestras espaldas.
—Escucha Ga.. Dalmau.—Mordí mi lengua para que su nombre no se fugara de mis labios— No tengo ni la menor idea de que hablas y Euge, ¿Qué diablos sucedió contigo?.
—Cosas que no deberían de importarte.. después de todo, ¿Qué importamos nosotros?, somos una carga. —Rió irónica, ¿Qué?, no, ellos no eran una carga para mí.. es más, amaba poseerlos a mi lado, pero ahora estaba cabreada, aún, por lo de Gastón—Gastón rápido, quedarme en el mismísimo lugar donde se encuentra una “traidora” a la que odio, no es muy cómodo
—Ustedes no son.. —Alto, ¿Dijo “traidora a la que odio”?
—Llegaremos tarde. —Completó Euge tomando de la camisa a Gastón.

Me quedé allí observando como ambos se retiraban y a los otros estudiantes dejar el lugar, dejándome sola. Lágrimas resbalaron por mis mejillas, había logrado contenerlas, pero ahora ¿Cómo?, Euge me había dicho que ella y los chicos eran una carga para mí.. cosa que no es verdad, solo lo había dicho una vez, en receso, hace unos días cuando estaba enfadada con todos —Aunque aún era así, pero no como antes—, ¿Lo habría oído?. Además.. ¿Traidora?, jamás los traicionaría, nunca.
Sequé mis lágrimas deseando que esto jamás hubiese ocurrido, deseando que Gastón nunca hubiera aparecido en mi vida.. así todo sería como antes, exceptuando a Pablo, habría terminado con él de una u otra manera. Ahora Euge me odiaba y mi vida diaria, cada vez se parecía más a aquella historia que le leí a Phoebe, solo que sus amigos fallecían en vez de enfadarse con Kendall.. pero ella se quedaba sola, sin nadie, hasta el momento donde uno de sus difuntos amigos, Christopher, se le acerca para musitarle las más bonitas frases que pueden existir, llenas de hermosos recuerdos.

—¿Qué tal estás hoy Rocio? —Sonrió Ángela.
—Horrible. —Contesté seca.
—¿Qué ocurrió?
—Un extraño cambio, eso ocurre. Mis dos mejores amigas ahora me odian y el chico al que.. amo, debe de odiarme también junto con su bolita de amigos. —Pausé— Además, ahora todos son temidos por los demás. —Suspiré— No asisto una semana completa a clases y me pierdo de todo, ahora están con la idea de que son una carga para mí, cosa que es totalmente falsa.
—Lo siento.. —Se disculpó.
—Descuida, yo al principio no les hablé, supongo que algo de culpa debo poseer.
—Recuerda que, aunque hace pocos días nos conocemos, puedes confiar en mí —Sonrió.
—Gracias Ángela. —Devolví el gesto, pero con un ánimo menor— Iré por unas bebidas a la máquina, ¿Quieres algo?
—No gracias. —Sonrió— Supongo que deberé cubrirte.
—¡Exacto! ¡Gracias! —Exclamé.

Undí mis manos en los bolsillos del blanco delantal de enfermería buscando algo de dinero, y gracias al cielo encontré cinco dólares. Los inserté en la máquina y esta me dio lo que quería, una lata de Pepsi.
Estuve a punto de abrirla, cuando me encontré con una puerta semi abierta que enseñaba a una ansiana, completamente sola y con una fotografía a su lado.
—Creo que tengo visitas —Rió levemente.
—Oh, ¡Lo siento!, no fue mi intención espiar..
—No te preocupes querida —Sonrió— Anda, entra.
—No quiero molestar..
—No lo harás —Dijo comprensiva.
—Permiso.. —Musité al entrar.
—Díos mío.. —Articuló la ansiana— tu físico se asemeja mucho al mío a los dieciocho. —Esbozó una linda sonrisa.
—¿Sí? —Sonreí.
—Sí.. —Asintió con la cabeza—Hay días en que es bueno estar con la compañía de alguien. Hace unos cuantos meses, mi marido falleció y ahora.. es mi turno.. —Dijo reposando su cabeza en la almohada.
—No diga eso.. la vida es bella. —Vaya, que mentiras digo.
—Lo sé y ya la viví, ahora mi Gastón espera por mí en los cielos.. —Sonrió liberando una lágrima. La miré atónita.
—¿Ga.. Gastón? —Cuestioné sorprendida.
—Mi marido, Gastón Peter White, alguien a quien amé y aún amo con todo mi corazón.. —Cerró los ojos— ¿Cuál es tu nombre princesa? —Cuestionó sonriendo y con la mirada fija en mí.
—Rocio, Rocio Igarzabal. —Contesté aún sorprendida por el asemejo de nombres— ¿Y el suyo?.. —Pregunté temerosa.
—Charlotte White. Adopté el apellido de mi Gastón al unirnos en santo matrimonio.
—Así veo —Sonreí con ternura, pero cada vez que nombraba el nombre “Gastón”, mi cuerpo comenzaba a temblar— Y.. ¿Cómo se conocieron? —Pregunté.
—Han transcurrido muchos años desde lo sucedido.. —Suspiró— pero lo recuerdo como si hubiese ocurrido hace unos minutos.. —Sonrió— El era un “chico malo” y todos le temían a excepción de mí, yo siempre me había sentido atraída hacia él, su cabello rubio desordenado le daban el toque del chico perfecto.. la primera vez que le hablé fue a gritos, pues, yo creía que le odiaba con todo el alma. —Rió y mis ojos se abrieron a no poder más, la historia.. era muy parecida a la mía— Luego de unos meses comenzamos a llevar una relación de amigos, hasta que me enteré de que mi mejor amiga, Isabella, sentía algo por él.. lo cual, solo causó problemas que llevaron a más problemas —Suspiró. Okay esto da miedo, es exactamente igual a mi vida.— pero luego todo se solucionó y una tarde de Noviembre, bajo un árbol de flores de cerezo, él me confesó algo que cambiaría mi vida para siempre..
—Srta. Rocio le buscan en recepción. —¡Maldición! ¡Charolette estaba por decirme la mejor parte!— Un..
—Rochi. —Vi como él se adentraba a la habitación, no podía moverme, estaba en “shock”, ¿Cómo había logrado localizarme? ¿Por qué se encuentra aquí? ¿Por qué ahora?.

Carraspearon.

—Lo siento Charlotte —Me disculpé— el idiota de mi lado siempre llega en momentos inadecuados.
—Necesitamos hablar. —Dijo frío.
—No tengo nada que hablar contigo. —Respondí de la misma forma.
—No estoy de bromas Rocio. —Su voz cambió a un tono más duro.
—Adiós Charlotte. —Suspiré con fastidio.
—Cuídate. —Y con una sonrisa tomó la fotografía de su mesón para observarla.

Cerré la puerta a mis espaldas y él comenzó a hablar.
—Dímelo en la cara. —Exigió.
—¿El qué? —Pregunté.
—Que soy un maldito criminal sin sentimientos, que solo estás conmigo porque te causo lástima por mi madre muerta. —Soltó y comenzó a derramar unas cuantas lágrimas.
—¿S..Silvia.. murió?.. —Cuestioné incrédula, ella fue tan buena persona conmigo..
—Hace días —Mordió su labio inferior—, vamos Rocio, dímelo, ¡Dímelo! —Elevó la voz.
—¿Quién diablos te informó todo eso?.
—Candela.
—¿Le crees a esa maldita zo*rra?
—Tenía una grabación.
—¡¿Qué clase de persona editó mis palabras?! —Grité furiosa y con ambos ojos cristalizados— Jamás en la vida diría algo como eso, por más enfadada que esté contigo Gastón.
—No creo que algo como eso sea posible. Jamás creí que llamarías a Lali una zo*rra de primera, a Agus, mi amigo que si quiera a entablado una larga conversación contigo, le has llamado criminal sin vida al igual que a Nico, y a Euge.. dijiste que solo fuiste su amiga por la gran fortuna que poseen sus padres.
—¡Gastón! —Exclamé derramando lágrimas que cada vez se hacían más potentes— ¿Realmente le creerás a ella?.. por favor.. créeme, nunca diría algo como eso, amo a Silvia tanto a ti como a los chicos. —Dije entre sollozos— Y si también estás enfadado por no hablarles, es porque.. porque.. ¡Joder Gastón! ¡Estaba celosa!, verte con Candela me hacía llorar cada noche y día, y aún más aquel día que te encontré..

No dije más, él me rodeó con sus brazos y susurró a mi oído un tierno “Siempre supe que no eras tú, tan solo quería oírlo de tus propios labios”. Yo lloré en su pecho, mientras que, con un hilo de voz le devolvía el susurro, “Te quiero y nunca, jamás en la vida..quiero perderos”..

1 comentario:

  1. hay seguilaaaa.. me encanto este capitulo.. ya quiero que esten juntos seguilaaa *-*

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