sábado, 25 de febrero de 2012

Amigos Desconocidos 50

Capítulo 50


La idea de que Rocio lo acompañase empezaba a no parecerle tan bueno idea a Gaston. Si su miedo era lidiar con una mujer sin corazón que lo manejaba a su antojo, no era una buena idea llevar a una que era mucho peor.

Sentado en la terraza de una cafetería juntos a Victorio y Candela, observaba como Rochi sonreía a un hombre, al que se había apresurado a ir a saludar, dejándolo solo. Y celoso, muy celoso. 

El tipo era alto, treinta y pocos, atractivo, y demasiado interesado en lo que Rocio le contaba, para su gusto. Los fulminó con la mirada a ambos, esperando que algo les pasase. No paso nada. Pero se escuchó una sonora carcajada junto a él. El responsable de dicha burla, Victorio, le colocó la mano en el hombro y negó con la cabeza, diciendo sin palabras "no cambiarás".

Candela intentó desviar su atención preguntándole por el viaje que harían al día siguiente. Minutos más tarde Rochi se les unió. La llegada de la rubia provocó un incómodo silencio. Gaston miraba su taza de café mientras que la pareja lo miraba a él.

- No conozco a ese tipo ¿Es alguien del trabajo? -preguntó Cande, antes de que lo hiciese Gaston de forma menos sutil.
- Es mi jefe en la empresa. Y el dueño del departamento donde vivo -explicó Rochi sorbiendo un poco de su capuchino despreocupadamente- Es una suerte verlo. Le pagué el primer mes en metálico pero no me ha dado un número de cuenta a la que enviar el resto -comentó sin dar importancia- Pero su secretaria se va a ocupar de todo. No se si lo descuenten de mi sueldo o hagan un tramite... No sé. El caso es que está solucionado.
- ¿Su jefe? -susurró Gas irritado- ¡Como no! -dijo en un suspiro apenas audible. 
- Me alegro -dijo educadamente Victorio, ignorando los celos de su amigo- He pensado -continuó tras una leve pausa- que podríamos ir al cine.
- ¿Otra vez? -protestaron el resto al unísono.
- ¿Qué le has visto a la taquillera que tantas ganas tienes de volver a verla? -se burló su novia.
- ¡Can, que cruel! La tipa es vieja, fea y gorda. A él el que le gusta es el niño de las palomitas -se mofo Rochi entre carcajadas.
- Sí, cariño -le apoyó Gaston cubriéndola los hombros con un brazo- Es muy sospechoso que vaya tan a menudo por palomitas, agua, golosinas,... ¿Qué te traes con ese chico? -le preguntó a Vico con mirada burlona. Olvidándose de lo ocurrido unos minutos antes y disfrutando del contacto de ella.
- ¿Es que vosotros no tenéis otro entretenimiento que no sea reíros de mi? -los acusó Victorio ceñudo. Los tres se miraron entre si y después a él.
- ¡No! -contestaron estallando en carcajadas.
- ¡Muy graciosos, muy graciosos!

Finalmente cedieron y fueron al cine, por segunda vez esa semana. Como ya se había vuelto costumbre discutieron por elegir la película. Como siempre, las chicas ganaron, tras dejar fuera de juego a los chicos con sus sensuales caricias y coqueteos. Ellos se dejaron vencer con una sonrisa indefensa, mezclada con diversión. 

Durante la película las chicas no dejaron de comentarla, mientras ellos las mandaban a callar -sin éxito- una y otra vez. Se empacharon de dulces, se rieron y discutieron lo que cada uno pensó del argumentó. Como era habitual Gaston le llevaba la contraria en todo a Rocio porque le gustaba verla irritada. Y esa vez lo consiguió con bastante facilidad.

Vico y Cande se reían mientras Gas huía de Rochi. Ella lo perseguía con toda la intención de arrancarle la lengua cuando lo pillase. Como niños pequeños corrieron durante minutos hasta que se cansaron y él se dejó ganar. Pero ella solo le dio un suave golpe en el brazo y le dio la espalda con dignidad.

Antes de que Rocio llegase hasta sus amigos, Gaston la rodeó con sus brazos, abrazándola por detrás inmovilizándola de la parte superior. En esa posición caminaron el resto del recorrido, mientras el le mordía suavemente la dulce curva entre el cuello y el hombro.

- ¡Que bonito! -exclamó Victorio burlón.

En ese mismo instante Gaston la soltó y miró a su amigo con pura furia. Aunque eran conscientes de que la pareja de novios estaba más que informada de lo que había entre ellos, siempre fingían que solo eran amigos. Como siempre había hecho ante todo el mundo, negaba tener nada más con ella. Y aunque esta vez si había mucho más, no lo reconocería en público. Jugaban, reían y hasta coqueteaban, pero no daban muestras de ser algo diferente a los amigos de siempre.

Obviamente Victorio y Candela ignoraban sus intentos por disimular. Ambos hablaban del "trato" que habían hecho, pese a que ellos no lo deseasen. Pero procuraban que no hubiese nadie más presente.

Rocio se sintió una vez más ofendida. Él se avergonzaba de ella, y seguía apartándola de él como si fuese la peste cada vez que alguien estaba cerca. Pero no era capaz de tener las manos quietas. Ella lo amaba y él adoraba su cuerpo ¿se suponía que debía ser suficiente?

Rochi se arregló el pelo de donde Gaston había apoyado su cabeza e intentó cambiar de tema, como ya se había acostumbrado a hacer, cada vez que Gaston era incapaz de resistirse a no tocarla.

- ¿Vamos a cenar algo? -preguntó agarrándose del brazo de su amiga.
- Dudo que me quepa nada más -protestó Cande frotándose el vientre.
- Eso dices todas las noches -bromeó Victorio a una distancia prudencial.
- ¡Cochino! -le gritó Candela corriendo tras él.
- Me refería a que siempre dices que no te cabe el postre pero te lo comes -intentó arreglarlo su novio con evidente burla.
- Y después dicen que nosotros peleamos como niños -le dijo Rochi a Gas mientras los otros correteaban alrededor de ellos.

Finalmente, como los chicos si tenían hambre, acabaron cenando en un restaurante cercano. Al llegar a los postres una morena se acercó a Gaston cuando este estaba distraído eligiendo el más apetitoso.

- Te recomiendo el de chocolate -dijo la morena desconcertándolo.

Gaston iba a contestar pero estaba demasiado ocupado intentando recordar donde había visto esa cara antes.

- El chocolate es delicioso -continuo la morena coquetamente.

En ese momento Rochi apareció, ignoró a ambos y observó las tartas que se exponían en la vitrina. Colocándose junto a Gaston pero sin siquiera dirigirle una mirada.

Pero este si la miró. Recorrió cada rasgo de su cara mientras ella se relamía observando los postres. Después observó a la morena. Era atractiva y en cualquier otro momento habría intentado acostarse con ella. Pero no podría hacer tal cosa sin pensar en Rochi. Y entonces la recordó. Era la chica que conoció en el bar. Con la que se acostó imaginándose que era su amiga, antes de saber lo sensual y apasionada que era.

El reconocerla no ayudó a que saliesen palabras de su boca ¿Qué podía decirle a una chica que había tratado tan mal? Aunque ella no parecía ofendida. Aún así, la situación no podría denominarse como cómoda.

Como era incapaz de hablar a la morena decidió hablarle a Rocio.

- ¿Qué haces? -preguntó ceñudo mientras seguía maldiciéndose por no poder evitar querer besar esos dulces labios que ella no dejaba de maltratar con mordiscos sensuales, al mirar los postres.
- Elijo un postre -contestó Rochi, en un tono que dejaba claro que la pregunta era una tontería.
- Pero tú siempre te pides la de chocolate y yo elijo otra diferente, y las compartimos -protestó Gaston irritándose.
- ¡Sí! Yo elegiré la de chocolate. Pero como veo que tienes problemas para decidirte, he venido a ayudarte -aclaró ella fulminando a la morena.
- ¿Eres su novia? -preguntó la chica con desdén.
- No, soy el polvo de una noche ¡Espera! ¿Esa no eres tú? -dijo Rocio sardónica. Ella era el polvo de muchas noches. Pero esono se lo iba a decir a esa vampiresa. Aunque tuviese claro que solo era eso para Gaston, ¡un polvo!

La morena se unió al estupor de Gaston y ambos la miraron sin saber qué decir. Unos segundos más tarde, Gaston intentaba decir algo coherente, pero fue imposible. Estaba sorprendido por la reacción de Rocio. Ella solía ser muy sarcástica pero no tan directa ¿Y cómo sabía lo de él con esa chica, si ni él la recordaba?

- Me gusta la de queso -afirmó Rochi, como si no hubiese pasado nada- Pero si quieres otra elígela rápido que no quiero estar aquí hasta el año que viene -le ordenó con calma y miró a la chica- Me presentaría, pero me parece una perdida de tiempo y esfuerzo aprenderme tu nombre cuando tengo claro que no nos volveremos a ver. A Gaston no le gusta repetir. Aunque... siempre hay excepciones ¿verdad, Gas? -exclamó fulminándolo con la mirada, dejándolo inmóvil en el sitio. Después le dio la espalda y caminó hacía la mesa.

Gaston notó como su corazón era pisoteado por un elefante ¿Lo que había visto en sus ojos era dolor? ¿Ella pensaba que solo era un polvo que se repetía diariamente? Bueno, lo era ¿No? Sí, sí lo era ¡No podía ser nada más! Como amiga había perdido su confianza. Como mujer nunca la había tenido ¡Ni la tendría!

Pero esos ojos... ¡Le había hecho daño! Podía verlo en su mirada. En sus preciosos ojos mieles. Él dijo que nunca le haría daño y ahora se lo estaba haciendo. Ella no quería estar con él solo lo hacía para no perderlo. Si seguía aprovechándose, acabaría perdiéndola para siempre. Pero no podía alejarse de ella. Ni tampoco estar cerca y no tocarla. Era un egoísta por atarla a él, pero la necesitaba.

Fin Capi...

*Mafe*


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