sábado, 25 de febrero de 2012

Amigos Desconocidos Cap 49

Capítulo 49


Tras cenar con sus amigos, Gaston notó que Rocio no era una seductora con todos los hombres. Pudo ver como bromeaba y se burlaba como una más entre sus compañeros de trabajo. Salvo en algunos momentos en los que tuvo que interrumpir a alguno un poco más amable de la cuenta, en general, todos la trataban como la loquita traviesa que él conocía.

Le disgustaba ver que todos tenían una confianza que él creía tener en exclusiva. Pero se decía no tener derecho a reclamarle nada. En ese aspecto. Tras dos semanas compartiendo cama y prácticamente los días completos, se acostumbraron a su nueva relación.

Dormía frecuentemente -todas las noche- con ella e iban juntos a clase. Salvo cuando él tenía que trabajar en la empresa de su padre, o ella tenía que preparar la gran fiesta o trabajar en la empresa de publicidad, siempre estaban juntos.

Solo quedaban unos días para Nochebuena y todos estaban reunidos hablando de lo que harían ese día. Rocio notó que Gaston llevaba unos días más serio de lo acostumbrado. Aunque empezaba a ser amable y cariñoso, llevaba unos días muy seco.

- ¿Qué tal si hacemos una gran cena en mi casa? -sugirió Victorio.
- Siempre que yo no cocine, ¡perfecto! -advirtió Candela.
- Por mí, esta bien. Pero... -se interrumpió Rochi para mirar a Gaston que seguía mirando al suelo como si esperase que se abriese la boca del infierno bajo él.
- Gas ¿tú que piensas? -preguntó Victorio al notar la preocupación que tenía su amiga por él.
- No podré -contestó muy serio, como si pensase en algo que lo martilleaba por dentro.

Rochi pudo leer su expresión con total facilidad y miró a sus amigos con un claro ruego, para que se marchasen y los dejasen a solas. Estos lo entendieron y se fueron. Rochi se acurrucó al lado de Gaston, acunando uno de sus fuertes brazos y apoyando la cabeza sobre su hombro. Él la miró con ternura y le besó la frente. El rastro de dolor de su cara desapareció tras una devastadora sonrisa.

- ¿Qué pasa? -se atrevió a preguntar finalmente Rocio. Llevaba días notándolo extraño. Pensó que había sido en vano todos los esfuerzos de recuperar su confianza. Pero ahora sabía que no era con ella con quien estaba enfadado. Su expresión vulnerable cuando se habían quedado solos, le decía que la necesitaba.
- Nada -susurró besándole de nuevo la frente.
- ¿Por qué no podrás venir a cenar ese día? Tu padre siempre se lleva a su mujer a ver a su familia fuera del país -recordó ella extrañada.
- Y lo hará -corroboró él sin ganas de dar más explicaciones.
- ¿Entonces? -insistió ella- ¿Has quedado para cenar con alguien? -conjeturó ella sin asimilar lo que aquello significaba.
- ¡Sí! -respondió Gaston con frialdad.

¡Había quedado con otra! Pasaría la Nochebuena con otra mujer. No es que Rocio esperase ser la novia oficial esa fiestas pero al menos, si esperaba ser la única. Ese era el acuerdo ¿no? ¡Él no podía irse con otra!

Aunque la idea de que pudiese estar con otra, besarla, acariciarla,... ¡le repugnaba! Fue consciente -pese a sus celos cegadores- del poco deseo que mostraba en que esa noche llegase ¿No quería estar con esa chica? ¿Por qué había quedado con ella entonces?

Observó la cara ceñuda y dolida de Gaston. Verdaderamente se encontraba mal. Rocio sintió la necesidad de reconfortarlo y lo abrazó muy fuerte. Ante el gesto, Gaston intentó sonreír sin mucho éxito.

- ¡Ojalá no tuviese que ir! -exclamó con tristeza mientras le acariciaba la mejilla con los nudillos.
- Gas...-dijo Rochi con preocupación- ¿Qué ocurre?
- Mi madre quiere que vaya a conocer a su nueva familia -explicó por fin Gaston, con un rastro de furia contenida- Supongo que quiere hacer el papel de madre ejemplar delante de su nueva victima.

Rocio sabía que él deseaba ver a su madre más que nada en el mundo. Desde que, con dieciséis años, se fuese de su casa para volver con su padre, no la había vuelto a ver. Era comprensible que estuviese resentido. Pero no engañaba a nadie diciendo que no deseaba verla.

- Aprovecha el tiempo que estés allá. No lo pierdas en peleas que no te llevarán a ningún sitio -le aconsejo la chica.
- No quiero pasar esa noche rodeado de extraños -confesó Gaston con tristeza.

¿Qué podía decir para reconfortarlo? Ella entendía que sería duro para él. Si ya era difícil enfrentar a su madre después de tanto tiempo, ahora tenía que añadirle a un extraño -con probable familia- a la, ya desagradable, ecuación.

- Dile que prefieres conocerlos en un día menos... especial. Conocerlos poco a poco -sugirió Rochi.
-Ya lo ha pensado. Por eso me hace ir unos días antes. En dos días sale mi avión al infierno -resopló cabizbajo.
- ¡Oh! -fue lo único que se le ocurrió decir a la joven.

Gaston miraba al suelo perdido en sus pensamientos. Algo se le ocurrió, ya que ella pudo ver como todo su cuerpo se removía sobre el asiento nervioso. La miró como si fuese la única cosa que había en esa habitación y apartó la mirada. Era obvio que luchaba contra una idea.

- ¿Puedo ayudarte en algo? -dijo Rochi por cortesía.

Él la miró con los ojos como platos, como si hubiese adivinado sus pensamientos.

- Yo... yo... -comenzó a decir nervioso, retorciéndose los nudillos. Suspiró y sonrió con calma- Solo había pensado que podías acompañarme.

"¡Acompañarlo!". La idea le retumbaba en la cabeza como si fuese una declaración de sentimientos. Pero no lo era. Solo necesitaba a una amiga que estuviese a su lado. No la amaba. Podría llevarse a cualquiera y sería lo mismo para él. Pero no para ella. Ella lo amaba y compartir aquello con él sería especial y probablemente doloroso.

Cada día estaba más enamorada y sufría más. No le ayudaba ver que cada vez él era más posesivo y estaba más pendiente de ella. Aunque pasaban horas haciendo el amor, también había conseguido algunas horas de risas y juegos, que le recordaba a los viejos tiempos.

Pero no era igual. Ella estaba enamorada y él no. Eso lo cambiaba todo. Pero no quería perderlo. Así que seguiría sufriendo en silencio y mendigándole un poco de amor.

- Yo... -iba a decir Rocio cuando él la acalló con un gesto con la mano.
- Tranquila, tranquila. Entiendo que tienes planes o trabajas. O... -se interrumpió con sus pensamientos y frunció el ceño.

Rochi entendió su gesto y soltó una carcajada. Pensaba que saldría con otro. Le alegraba que eso lo disgustase. Pero era obvio que había estado ausente toda la tarde porque había dejado claro que tenía la noche libre. Seguía de vacaciones hasta la fiesta de Año Nuevo y su trabajo en la empresa le permitía tener libre las fiestas.

- Podré ir, si quieres -afirmó ella con una tierna sonrisa.

A él se le iluminó la cara, como a un niño ante un juguete nuevo. Contuvo las ganas de abrazarla y besarla, y solo aprobó la idea.

- Bien -contestó Gaston, cruzándose de brazos para no abalanzarse sobre ella.

Llevaba unos días tan estresado con ese tema, que saber que ella estaría con él lo había aliviado tanto como si le quitasen un piano de cola de encima. No quería ver como su madre manipulaba a un pobre hombre otra vez. No sabía si resistiría una cena con esa farsa de familia. Pero lo que menos le gustaba, era saber que dejaría sola a Rochi. La quería a su lado. Siempre a su lado. Esas semanas juntos le había demostrado que no era capaz de quitarle las manos de encima ni un minuto, mucho menos pasar toda una semana sin verla.

Era absurdo plantearse que podría lograr estar lejos de ella. Necesitaba estrecharla entre sus brazos cuando dormía, despertarse con su fragancia. Escucharla reír hacía que su interior se hinchase de ternura y pasión a la vez. Ella tenía que ir con él. Ella quería ser su amiga, y eso es lo que haría una buena amiga. Y aunque ella no lo quisiese a él, si deseaba complacerlo. Todo iría bien mientras la estuviese a su lado.

Fin Capi...

*Mafe*



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