Capítulo 28
Su intención de no pensar en el sexo naufragó en segundos. Gaston se recriminó una y otra vez por haberle confesado a Rochi su deseo por ella y su intención de repetir, cuantas veces le fuese posible, la posesión que la noche anterior y esa misma mañana había hecho de ella. La deseaba más que a nada, pero vio en peligro su amistad en cuanto escuchó salir las palabras de su propia boca. Tuvo que huir antes de que ella le echase en cara semejante insensatez, y decidió dormir en otra habitación. Por otra parte, aunque veía a la vulnerable Rochi que tanto adoraba, no pudo decir que la reconociese escuchando hazaña tras hazaña de sus propios labios. Estaba claro que esa experimentada seductora no era en nada parecida a su amiga ¡Pero eran la misma! Y tendría que aprender a asimilarlo. Pero ¿por qué?. De repente una oleada de ira le inundaba ¡Le había engañado! Durante años había representado un papel delante de él. Había sido comprensivo y había admitido que ella tenía razón, y que era bastante probable -con total seguridad, más bien- que él se cegase por su belleza y el jugar al basket con ella fuese lo último que desease. Pero estaba furioso y no quería ser comprensivo. Ella le había engañado y el único motivo por el que él no la había acusado de mil pecados distintos, era que se sentía muy culpable por estar tan ocupado desnudándola con la mirada. Y su relato le pareció de lo más inocente, ante esa visión.
Horas más tarde, tras meditar todo lo sucedido y ver desde un nuevo prisma a su amiga, Gas decidió hablar con ella. Su belleza le había cegado como ella temía, y no había hecho el uso adecuado de sus replicas. Tenía mucho que echarle en cara y necesitaba muchas más explicaciones.
Decidido a obtener una historia completa, detallada y convincente, caminó hasta la habitación donde dormía Rochi. Al abrir la puerta y entrar por ella, olvidó el objetivo de la visita. Estaba tendida plácidamente, con su respiración regular y pesada ajena a su presencia. La camiseta se le había remangado hasta justo debajo del pecho y sus boxers le quedaban bajos en la cadera. La observó, deleitándose en la deliciosa curva de su espalda desnuda ¡Era preciosa en verdad! Trago el liquidó transparente que se le acumulaba en la boca que comenzaba a derramarse por su labio inferior, por miedo a ahogarse con él. Dudó unos momentos pero su cuerpo reaccionó tomando la iniciativa y se acercó a la cama. Antes de que se pudiese dar cuenta estaba a escasos centímetros de ella. Su mano necesitó tocarla y eso hizo, dibujó con suavidad la columna desnuda. Ella se estremeció por el contacto pero aún dormitaba. Continuó sus caricias recreándose en el maravilloso cuerpo bajo sus manos. Lenta y minuciosamente masajeó cada contorno de esa majestuosa belleza frente a él. No entendía como se había dejado llevar por sus instintos y la había poseído de una forma tan primitiva pudiéndose deleitar con cada caricia.
Rochi sintió que una deliciosa nube de caricias la envolvían y se fue despertando lentamente. Al abrir las mieles de sus ojos Gas obtuvo la respuesta que buscaba. El deseo se apoderó de él y sin pensar en lo que hacía o las consecuencias de sus actos, la comenzó a besar con pasión. La poca ropa voló con facilidad. Rochi estaba adormilada pero respondía a cada caricia con énfasis.Se colocó sobre ella y la penetró de una dura y profunda embestida. Consiguió saborear el momento, quedándose muy quieto dentro de ella, maravillándose de la perfección de la unión de sus cuerpos. Ambos se miraron y vieron el puro deseo en los ojos del otro. Y comenzó una guerra de caricias, besos y embistes que duró horas. Una y otra vez no se cansaban de tenerse el uno al otro.
Rochi comenzó a despertar y sonrió al ver que bajo ella estaba el cuerpo desnudo de Gas. Comenzó a rememorar cada unión, cada caricia, cada gemido,... No quería olvidar nada de lo que había ocurrido entre ellos. Acarició suavemente su duro y bronceado pecho, haciendo pequeños círculos en su corto y rubio vello. Sonrió maravillada ¡Tendría que habérselo dicho antes! Pero probablemente si hubiese sido así no estarían en la actual situación. Pero ¿cómo estaban? ¿Qué se supone que eran? No le dio tiempo a responderse ni hacerse ninguna pregunta más cuando vio la hora en el despertador de la mesilla.
Gas comenzó a despertarse de un sueño maravilloso. Aún con los ojos cerrados supo que no fue un sueño ¡Era real! Aún sentía su olor. Pero no a ella ¿Donde estaba? Abrió los ojos bruscamente y se incorporó con mayor rapidez. La encontró frente a él corriendo por la habitación de un lado a otro ¡Vestida! ¿Para qué? Si él no tenía la menor intención de dejar que la ropa la cubriese más de dos segundos. Pero ella seguía alistándose e incluso, entró al baño para peinarse y adecentarse un poco ¿Quería irse? ¡Iba a irse! se afirmó horrorizado al verla coger su bolso
- ¿Donde vas? -preguntó irritado Gaston.
- ¡Oh!... -se sorprendió e intentó que su corazón volviese a latir al ritmo habitual- Es muy tarde -admitió Rochi señalando el reloj- Tengo que trabajar.
- ¿Trabajar? -preguntó Gas como si esa palabra no estuviese en su diccionario.
- Ya no me da tiempo de cambiarme y ni siquiera me he duchado -suspiró pesadamente- Y aún así ya llego tarde ¡Tengo que irme! -afirmó mientras caminaba hacía la puerta.
- ¡No! -la interceptó saltando de la cama- ¡No puedes irte así! Tenemos que... tenemos que... ahm... -no sabía que decir ¿Tenemos que hablar? ¿Tenemos que encerrarnos en este cuarto y hacer el amor el resto de nuestras vidas? Le gustaba más la segunda opción.
- Ya sé, tenemos que hablar -dijo Rochi comprensiva pero impaciente por irse. Él seguía prefiriendo la otra opción.
- ¡No te vayas! -le rogó él acariciándole los brazos y sintiendo como se estremecía bajo sus firmes manos.
- ¡Gas! -regañó severamente- Tengo que irme. Dúchate, tú que puedes, come algo y si quieres nos vemos luego allí. Pero yo tengo que irme ¡ya!
Analizó la sugerencia y le complació. No quería huir solo tenía prisa para que no la despidieran. Aceptó la marcha jurando que la separación no duraría mucho tiempo. Se apartó de la puerta para dejarla partir y cuando ella hizo lo propio él la paró de nuevo pero esta vez con un dulce y tierno beso.
Se separaron y miraron lenta y cariñosamente a los ojos. Ninguno quería moverse pero el teléfono de Rochi comenzó a sonar y aprovechó el milagro para salir corriendo de allí.
No tenía tiempo de analizar nada de lo sucedido ¡Su puesto de trabajo estaba en juego! Candela le había llamado. Al ir a verla antes de su turno -cosa poco frecuente- para que le explicase qué había pasado -cosa muy frecuente-, se había encontrado con horror que ella no había llegado aún. Preocupada por tal rareza, ya que Rochi siempre llegaba casi una hora antes de la hora que le correspondía, la había llamado. La acción ayudó a su amiga, ya que le pidió que se acercase a su casa, a pocos metros de allí y le prestase uno de sus vestidos. Rochi había pensado en ducharse en el local, en un baño privado que usaban muchas de las bailarinas después de la jornada de trabajo, pero no tenía ropa para cambiarse. Suspiró aliviado cuando al llegar vio a Cande con uno de sus vestidos en la mano. Se aseo rápidamente, mientras que Candela ayudaba en algunas de las tareas que le correspondían a ella. Salió del baño lista y preparada, como un rayo. Y concluyó todos los preparativos en un tiempo récord. Aprovechó para poner el nombre de Gaston en la lista, para que pudiese pasar si finalmente decidía ir.
No pudieron hablar de lo sucedido, pero Candela se imaginaba que habría sido algo realmente bueno, ya que Rochi no solía despistarse o entretenerse con ningún hombre, olvidándose de su trabajo. Además, se la encontraba de vez en cuando sonriendo sola, mordiéndose el labio y ruborizándose como si sus pensamientos fuesen más lascivos de lo permitido. El cretino de Gaston tenía que ser un fiera en la cama, pensó Cande risueña. Nunca había visto así a Rochi, y no era ninguna inexperimentada colegiala. Envidiaba a su amiga, no solo por el largo listín de hombres sabrosos con los que había pasado al menos una noche, sino por sus conocimientos y desvergüenza en ese ámbito. Cande no era ninguna frígida y dudaba de que alguno de sus amantes pudiese decir tal cosa, pero tenía que admitir que su vida sexual era más satisfactoria desde que conoció a Rochi y sus sabios consejos.
Gaston cenó relajadamente. La presión e impaciencia desaparecía cuando no la tenía cerca ¡Era un alivio! Estaba confundido, no sabía que pensar de Rochi. Y no había sido capaz de hacerlo teniéndola cerca. Aprovecharía la soledad para meditar. Él quería a su amiga, pero a la que conocía. Y esa Rochi con la que había pasado todo el día en la cama, era una desconocida. Sin embargo, la deseaba. Y eso le provocaba un dilema ¿Tenía que olvidar todo lo sucedido e intentar salvar su amistad? ¿O seguir dejándose llevar por el deseo y echar a perder su amistad? Si ella hubiese estado delante de él lo habría tenido claro. Estaba seguro de que la tendría secuestrada en su cama aún si ella se hubiese dejado. Pero no estaba y él había recapacitado. Recordó a la niña de enormes mieles y coleta larga que corría junto a él ayudándolo a escapar de su casa cuando se había convertido en un infierno antes de la separación de sus padres. No pudo evitar que se le viniese a la cabeza la imagen de ella llorando, vulnerable y desolada por la muerte de su querida abuela. Rememoró cada juego inocente, sonrisa amistosa y abrazo cariñoso. La necesitaba más en su corazón que en su cama. Podrían superar lo que había pasado. No eran dos novatos que no saben lo que hacían. Ahora lo sabía. Y se burló de si mismo por haberla considerado virgen. Ella estaría en la misma situación que él. Estaba seguro de que ella preferiría su amistad al simple sexo.
Tuvo que admitir a su pesar, minutos más tarde cuando pasaba cerca de un grupo de exuberantes mujeres, que el sexo con Rochi no había sido simple y que ella no era cualquier mujer. Se habían acoplado a la perfección como si se leyesen la mente. Ambos habían padecido la misma hambre y lo intentaban apaciguar con la misma devota pasión. Eran perfectos el uno para el otro, ¡en la cama! enfatizó Gaston. Pero no volverían a ella. La lujuria no se apoderaría más de él. Esa noche concluiría con ese caos que se había engendrado
Fin Capi...
*Mafe*

" La necesitaba más en su corazón que en su cama.''
ResponderEliminar