domingo, 26 de febrero de 2012

Amigos Desconocidos Cap 64

Capitulo 64


Desde la puerta Nicolas veía la escena con expresión sombría. Gaston temio temió que sus palabras hirientes contra su madre, hubiesen convencido al hombre para abandonarla. Sabía que él la amaba pero el miedo y el sentido de culpa se apoderó de él. Si él dejaba a su madre por su culpa nunca se lo perdonaría.

Se levantó como pudo, evitando los efectos del alcohol y la conmoción de todo lo sucedido esa noche. Caminó hacía el hombre e intentó pensar qué decir.

- Nico, yo sé que todo lo que he dicho puede haber afectado un poco a tu visión sobre mi madre -comenzó a decir Gaston, inseguro de cómo continuar- Pero yo estaba muy equivocado sobre ella. Ella es una buena mujer.
- Es la mejor mujer del mundo -afirmó Nicolas sin cambiar su expresión triste.
- Yo sé que la amas -continuó el muchacho defendiendo la idea de que estuviesen juntos- No debe afectarte su pasado.
- El pasado me afecta, muchacho. Más de lo que te puedas imaginar -aseguró el hombre. Gaston pudo ver como una ráfaga de dolor inundaba los ojos de Nicolas.

Gimena se levantó a toda prisa del sofá y abrazó a su futuro marido. Este le devolvió el abrazo y le acarició la mejilla con ternura.

- Si la amas ¿qué importa el resto? -preguntó Gaston algo confundido.

Rochi desde el sofá sintió una punzada de dolor, por el comentario. Cuando hay amor el pasado no importa. Pero en su caso, el pasado había sido un muro insondable. Lo que dejaba aún más claro que él no la amaba.. De repente, se sintió fuera de lugar. Era una conversación privada y ella no era su novia de verdad. Sería mejor que se fuese, pensó Rochi, mientras se levantaba lentamente.

- ¡Siempre la he amado! -afirmó Nicolas, haciendo que Rocio se sentase de nuevo.

Algo iba a pasar, se dijo Rochi. Estaba segura de que las sorpresas no había acabado esa noche. Y rezaba a Dios para que si era lo que ella estaba pensando, Gaston se lo tomase bien. Decidió quedarse. Gaston la necesitaría. Aunque no fuese fuerte podría contenerlo un poco.

Gaston los miraba sin entender nada y Gimena se apartó de su futuro marido para acercarse a su hijo.

- Hijo, hay algo que debes saber -le aseguró su madre casi en un susurro- Tu verdadero padre no te abandonó. Él no sabía que existías y cuando se ha enterado ha querido contártelo.
- ¿Se ha enterado? -repitió atónito- ¿Mi padre sabe que existo? ¿Y por qué no da la cara? 
- Es lo que intentó -dijo Nicolas, para la sorpresa de Gaston.

¿Nicolas Vazques era su padre? se preguntó Gaston, confuso. Repitió sus palabras en su cabeza una y otra vez. Eso era lo que parecía ¡Era su verdadero padre!

La sorpresa y el estupor lo inundaron. Miró atónito a sus progenitores ¡Sus padres! Y se tambaleó. Sintió de nuevo la ya conocida calidez del cuerpo de Rochi, y se apoyó en ella. 

- Me enamoré de él nada más conocerlo, pero ambos sabíamos que para él solo serían unas vacaciones. Después volvió a Italia y no supe más de él -explicó su madre apresuradamente- Él no sabía que estuviese embarazada...
- ¡No hay excusa! -gruñó Nicolas- Yo debí estar seguro de que nuestros encuentros no habían tenido consecuencias antes de irme ¡Te abandoné! -exclamó con tristeza.
- No es cierto, amor. Tus padres te obligaron a casarte con otra mujer. No sabías que yo estaba esperando un hijo tuyo -lo excusó Gimena desesperada.
- Él tiene motivos para echármelo en cara -afirmó Nicolas- Otro hombre se ocupó de vosotros, cuando debería haberlo hecho yo.
- ¡No te culpes! -le rogó Gimena.

Gaston dispersó la maraña de sentimientos que se acumulaba en su interior y se aferró a uno de ellos. Rabia. Se separó de Rochi y enfrentó al hombre que le había dado la vida, para aparecer cuando ya no lo necesitaba.

- Por supuesto que se tiene que culpar -vociferó Gaston- No estuvo cuando era un niño. Durante años, después de enterarme de que no era hijo de Salvador, me sentí como un apestado. Tan insignificante que ni mi propio padre había querido saber de mí ¡Tiene mucho de qué culparse!
- Lo sé, hijo -dijo Nicolas.
- ¡No me llames así! ¡No soy tal cosa! -protestó él iracundo.
- Un momento, Gaston -le recriminó su madre- No seas injusto. Nico no sabía nada de tu existencia. Y en cuanto se enteró quiso conocerte. Por eso te pedí que vinieses esta semana.
- ¡Una bonita reunión familiar! -exclamó Gaston con sarcasmo.
- Quería conocerte -admitió Nicolas, con expresión paciente- Entiendo que estés furioso. Aún lo tienes que asimilar...
- ¡No! -gritó Gaston- No hay nada más de qué hablar.

Sus gritos habían despertado al resto de los ocupantes de la casa. Y Maria y Juan Pedro aparecieron por la puerta.

- ¡No grites a mi padre! -ordenó Mery, abrazando a Nicolas.
- Al parecer también es el mío -comentó Gaston y rió con arrogancia al ver la cara que ponía la chica- Ahora también quieres gritarle tú ¿eh?
- ¡Eso no es verdad! -gruñó la joven.
- Sí, lo es -aseguró Peter desde la puerta.

Todos lo miraron atónitos. Nadie se esperaba que el muchacho lo supiese. Este miró a su padre y sonrió.

- A parte del parecido familiar, no es difícil atar cabos -aseguró Peter con desgana- Insististe mucho para que lo conociésemos. Y hablabas de él como si quisieses vendérnoslo ¡Todo virtudes! Sin embargo, te pusiste colérico cuando viste a Mery coquetearle. Y tú nunca le has negado nada a tu niña consentida. Pero imagino que el incesto te pareció demasiado -se burló el muchacho de su padre, caminando para acercarse al resto.

Rochi había hecho unas deducciones parecidas. Siempre que veía a Peter sentía algo conocido y atrayente. Era el parecido con Gaston. Pero en ese momento hacía otra deducción. Si dejaba a Gaston allí, acabaría la cosa a golpes. Juan Pedro y él tenían un sentido de la oportunidad igual de distorsionado. Cuando deberían ser cautelosos, decidían ser sardónicos e irritantes. Con dos temperamentales como aquellos, furiosos, en la misma sala, nada podría salir bien.

- Creo que es mejor que descanses un poco -le dijo Rochi a Gaston- Mañana podréis hablar con más calma.

Pero Gaston la ignoró y siguió mirando al que según acababa de saber, era su hermano. 

- Sí, hermanito. Ve con mi cuñadita a dormir un poco –bromeó Peter entre risas- Y si eres un buen hermano podrías compartirla.

Gaston hizo el amago de lanzarse contra él, pero Nicolas se le adelantó. El hombre lo cogió por la camisa y lo subió un palmo del suelo.

- Todos estamos muy tensos -dijo Nicolas con voz tranquila y autoritaria, sin soltar a su hijo- Tenemos mucho que aclarar. Pero no voy a permitir que os insultéis entre vosotros. Y mucho menos que ofendas a una dama - le advirtió a Juan Pedri, soltándole en el suelo.
- Creo que Rochi tiene razón. Vayamos a intentar dormir un poco. O dar vueltas en la cama intentando pensar con claridad -intentó bromear con pesar, Gimena- Mañana continuaremos la charla.

Pero nadie se movió. Los tres jóvenes morenos de idénticos ojos verdes, miraban a su padre con miles de preguntas en su expresión. Nicolas suspiró abatido. Y Rochi supo que tenía que hacer algo. No se aclararía nada si estaban todos presentes. Solo se atacarían los unos a los otros. Estaban a la defensiva e igual de irritables ¡Tenía que hacer algo! Tenía que llevarse de allí a Gaston, y permitirle que pensase con claridad. Los ataques de Peter no contribuirían en nada a aclarar las cosas ¡Tenía que sacarlo de allí!

- Bueno, es hora de irme -afirmó Rochi, haciendo que todos la miraran- Llamaré a un taxi para que me lleve al aeropuerto. Seguro que a estas horas no pillo tráfico, ni cola para conseguir un billete.
- ¿Irte? -repitió Gaston, como si no hubiese entendido el significado de la palabra.
- Sí. Ya tengo hecha la maleta. Solo necesito un taxi -aseguró la muchacha relajadamente.
- Si quieres puedo llevarte, cara -sugirió Juan Pedro con una sonrisa pícara.

Gaston miró al descarado provocador y después a la muchacha ¿Irse? ¿En ese momento? No tenía la menor intención de dejarle que hiciese tal cosa. La necesitaba a su lado. Si en un día normal, no verla le hacía gemir de dolor, esa noche que su vida se derrumbaba ante él, no iba a dejar que se alejase ni un centímetro de él.

Cogió de la muñeca con fuerza y decisión a Rochi y la arrastró hasta la puerta. Pasó junto a su hermanastro, empujándolo con fiereza, con la mano libre. El joven le iba a responder pero su padre se lo impidió. Gaston salió del despacho con Rochi y la condujo hasta las escaleras. Allí se encontró la maleta abandonada de la chica y la recogió con decisión. Subió a grandes zancadas los escalones, haciendo que Rochi corriera para seguirle el ritmo. Al llegar al cuarto soltó la maleta y a la chica ¡Ella no iría a ningún sitio sin él! 

Rochi suspiró aliviada. Aliviada no solo por llegar sana y salva hasta el cuarto -cosa que dudo durante el trayecto-, sino porque su plan había funcionado. Cuando Gaston se enfadaba le costaba razonar, y sus instintos primitivos se apoderaban de él. Y para la fortuna de ella, el más fuerte de todos ellos era el de posesión. Sabía que no la dejaría ir a ninguna parte estando tan furioso. En ese estado necesitaba controlarlo todo, y que ella lo abandonase entonces no era aceptable. Suspiró de nuevo y se sentó en la cama. Había sido una noche muy larga. Y sería una madrugada interminable.

Fin Capi...

*Mafe*


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