domingo, 26 de febrero de 2012

Amigos Desconocidos Cap 65


Capítulo 65


Rocio se descalzó y acomodó una almohada tras su espalda. Sentada relajadamente sobre la cama, veía a Gaston dar vueltas por la habitación.

- No te irás a ninguna parte -bramó Gaston, sin dejar de caminar de un lado para otro.
- De acuerdo -aceptó Rochi sin resistencia.
- ¡No te irás! -afirmó contundentemente, mientras volvía sobre sus pasos.
- Lo he escuchado la primera vez -aclaró la chica con una sonrisa paciente.
- ¡Bien! -exclamó Gaston, parándose al fin.

Aún mirando al suelo y con el ceño fruncido, se dejó caer sobre la cama. Hundiendo el rostro entre sus manos, con expresión abatida. Le iba a estallar la cabeza. Había tanta información nueva que digerir, que era incapaz de asimilar nada. Toda su vida había cambiado en unos minutos. Su madre no era una egoísta y mentirosa, sino que había hecho todo lo posible para mantenerlo y darle un hogar. El que pensaba que era su padre no era el desdichado que él pensaba. Su verdadero padre... ¡No! No quería pensar en él, se dijo Gaston, sintiendo que le estallaría la cabeza. Tampoco quería pensar en que nunca había sido hijo único. Tenía un hermano de su edad y una hermana. Y sin duda no quería pensar en los coqueteos que se habían procesado, su hermana y él ¡Todo aquello era una pesadilla!

- ¡Ven aquí, grandullón! -ordenó Rochi risueña, mientras lo agarraba por un brazo y tiraba de él para que cállese tendido, junto a ella.

Gas se dejó arrastrar y se tendió junto a ella. Cuando ella volvió a tirar para que subiese lo suficiente para abrazarlo, él la miró, por primera vez desde que entraron al cuarto. Todo el caos de su mente giró a una velocidad que lo mareó y se echó en los brazos de la chica. Ella lo meció suavemente en su regazo y le acarició el cabello.

- No tienes que encontrarle una solución -le aseguró Rocio, como si leyese su mente- No son problemas, es la realidad ¡No hay soluciones! Solo te queda asimilarlo. Pero no hace falta que lo hagas esta noche ¡Duerme un poco!

La abrazó más fuerte y le besó la frente. Ella tenía razón, no había soluciones. No podía cambiar el hecho de que Nicolas era su padre y Mery y Peter sus hermanos. No podía cambiar el pasado y rectificar su mal comportamiento con su madre. No podía hacer nada para que todo lo que había escuchado esa noche no fuese verdad. Y sin duda, no podía hacer nada para dejar de amar a Rocio, se aseguró Gaston emborrachándose con la fragancia de la chica.

- ¡Gas, duérmete! -le reprobó la chica, al notar una oleada de placer cuando él hundió el rostro en su cuello.

Gaston se alejó un poco de la tentación de su cuello, con una sonrisa y se apoyó sobre su pecho para intentar dormir.

¡Mala idea! le dijeron todas las alarmas de su cuerpo, al notar los turgentes pechos contra su mejilla. Todo su cuerpo se tensó y se quedó inmóvil, maldiciendo por no poder alejarse. En ese momento habría agradecido que su sangre continuase regando el cerebro y pensando en los miles de pedazos en los que había estallado su vida. Pero no, toda su sangre había emigrado al sur. No debería excitarse en un momento así. No debía aprovecharse de ella de nuevo. Ella lo estaba consolando y si él comenzaba un contacto más intimo ella no lo pararía ¡No podía aprovecharse de nuevo de ella!

Rocio se estremeció de placer al notar el aliento de él sobre su cuello y reprimió un gemido al notarlo sobre ella. Pero sabía que se estaba conteniendo, podía notar la tensión de todos sus músculos. Y era lo mejor, se aseguró Rochi convencida. Tenía mucho en lo que pensar y una noche de pasión no le ayudaría en nada. Aunque lo podría dejar exhausto y así dormiría, dijo una vocecita maliciosa en su mente ¡Pero, no! ¡No lo haría!

Se giró suavemente, quedando tendida de costado y haciendo que él retrocediese e hiciese lo mismo. Se acurrucó en su pecho y él suspiró aliviado. La abrazó e intentó dormir.

Pasó casi una hora y ni siquiera era capaz de mantener los ojos cerrados. Rocio lo notó y fue incapaz de dormir.

- ¿Quieres que hablemos de lo que ha pasado esta noche? -preguntó la chica, alejando el rostro de su escondite.
- No, duerme -dijo Gaston, besándole la frente.
- No puedo. Decir en voz alta lo que piensas ayuda.
- Lo dice la más reservada de las personas. Nunca dices en lo que piensas. Aunque tu mente tiene que ser tal caos que seguro ni tú te entiendes -bromeó Gas, pellizcándole la nariz.
- Me di por vencida hace mucho. Solo proceso pensamientos simples. El resto los dejo vagar. Con suerte se unen y crean un sentido propio -le continuó la broma Rochi.

En la oscuridad de la habitación, abrazados y bromeando, Gaston recordó las miles de veces que habían hecho aquello en el pasado. Estaba seguro que siempre la había amado. Ella había sobrepasado incluso, su barrera contra las mujeres. Su aprehensión hacía el sexo femenino y sus dotes manipulativas, no habían sido suficientes para alejarse de ella. Y no era porque la hubiese considerado como un hombre al principio, sino porque sabía -aunque no lo quisiese reconocer- que ella no era así. Podía confiarle sus secretos. Ella lo escuchaba y aconsejaba, sin juzgarlo. Siempre estaba cuando la necesitaba. Y también estaba el pequeño detalle de que tenía un cuerpo increíble ¿Cómo no se iba a enamorar de ella?

- ¿Qué piensas hacer mañana? -preguntó Rocio, encaminando de nuevo la conversación.
- No lo sé. Podríamos volver a casa -sugirió el muchacho, pensativo.
- No. Nada de escaparse. Eso nunca ayuda -le aconsejó ella abrazándolo- Habla con ellos. Plantea tus dudas.
- ¿Dudas? Ni siquiera sé por donde empezar -dijo exasperado- Mi madre se va a casar con mi verdadero padre y este quiere conocerme ¿Qué se supone que debo hacer?
- ¿Hablar con él? -le susurró suavemente, mientras le acariciaba la mejilla- Yo sé que es solo un extraño para tí. Y no hace falta que lo aceptes como tu padre y olvides quien eres. Pese a todo, eres un Dalmau. Te has criado como tal y nadie te va a exigir que dejes de serlo. Pero podrías intentar conocerlo. Ser amigos. Con el tiempo el vínculo irá cambiando. Como te ocurrió con Salvador.
- Para mí, Salvador siempre ha sido mi padre -aseguró Gaston.
- No es cierto. Recuerdo muy bien que os tratabais como extraños al principio de vivir juntos -le recordó la muchacha-Incluso, me obligabas a cenar todas las noches con vosotros para no tener que hablar con él.

Era cierto. Ellos no eran padre e hijo, de ninguna forma, salvo legalmente. Aún así había aceptado volver con él. Se había tragado su orgullo, sabiendo que lo mantendría un hombre que no era su padre. Pero en ese momento habría hecho cualquier cosa para volver. Había pasado años lejos de Rochi. Había conocido chicas y hecho amigos, pero el pensar que ella continuase con su vida sin él era insoportable. Había regresado a su lado y se había pegado tanto a ella, que se había cegado a cualquier cosa que pudiese separarlos. Como el amor. Amarla era la razón más importante para separarse. Ella no creía en el amor y él la amaba desesperadamente.

Intentó que su corazón no se rompiese en mil pedazos y se ocupó de su problema actual. Tenía una nueva familia que desconocía. Aunque tampoco era muy acertada la opinión que había tenido de la antigua, se recriminó culpable.

- No puedo bajar y fingir que nada pasa -dijo Gaston, tras meditar la situación.
- Y no hace falta que lo hagas -le aseguró ella con voz serena- Nicolas y Gimena necesitan hablar contigo. Déjalos que expresen todo lo que desean decirte. Escúchalos e intenta entenderlos. No tienes que fingir, solo deja que todo cobre sentido -explicó la chica comprensiva- Y Mery y Peter están tan sorprendidos como tú por la situación. No puedes reprocharles nada. Cuando los veas actúa con naturalidad. No os debéis explicaciones, ni reproches.
- Juan Pedro me debe unas cuantas -afirmó él furioso.
- Es igual de irritable e irritante que tú -bromeó Rochi con una enorme sonrisa que lo devastó- Solo te ataca porque esta tan confuso como tú.
- Me da igual que me ataque. Pero podía dejar de "atacarte" a tí.
- ¡Uhm! Cuidado Gas o voy a pensar que estás celoso -afirmó Rochi, apoyándose sobre el torso masculino, con una sonrisa pícara.
- ¡Lo estoy! Sabes de sobra que no me gusta que te coqueteen -dijo Gaston serio.
- Tu adorable instinto de posesión -comentó ella sinceramente, intentando que pareciese sarcástico.

"Posesión", se repitió Gaston. Él no la poseía. No era nada suyo. Ni siquiera eran amigos. Aunque la tuviese allí entre sus brazos. Solo era una ilusión. En unos días ella se iría y él... No quería imaginarse qué le depararía el futuro sin ella. Nunca había estado alejado de ella. Ni cuando vivían en países diferentes permitió que hubiese un solo día sin comunicación. Salvo al principio que ella no quería saber nada de él y en una ocasión que desapareció durante semanas. Solo supo que estuvo enferma. Y había sido una tortura no saber nada de ella. En ese momento había decidido volver a su lado. Si ella volvía a enfermar él estaría a su lado. Y pensar que ya no lo estaría más, era devastador.

Fin Capi...

*Mafe*

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