domingo, 26 de febrero de 2012

Amigos Desconocidos Cap 66




Capítulo 66


Con mucho esfuerzo, Gaston alejó a Rochi de entre sus brazos. Aunque su cuerpo se resistía a dejarla, su corazón necesitaba un respiro. Tenía que huir de esa habitación, antes de que acabase padeciendo un infarto. Ella estaba dormida. Él caminó a pies puntillas hasta estar lejos del cuarto.

Los pasillos estaban oscuros y fríos. Y sorprendentemente, se sintió muy cómodo en ellos. Bajó la escalera perezosamente, distrayéndose con cada losa del suelo que veía. Caminaba hacía el jardín, pero una luz lo distrajo. Se acercó lentamente hasta el despacho levemente iluminado y se asomó al interior desde la puerta. No se escuchaba ningún ruido. Ninguna voz. Ninguna discusión, en un lugar donde él había deseado gritar lo suficiente para quedarse afónico.

Solo estaba el cuerpo inmóvil de un hombre. Nicolas parecía dormido. Descansando la cabeza sobre sus antebrazos, en el escritorio. En una mano tenía una copa y la otra estaba apretada con fuerza. Indicativo de que no estaba dormido. Gaston recordó todos los consejos de Rochi. Pensó en lo culpable que puede hacerle sentir el pasado a una persona. Puede que ese hombre no hubiese estado lejos de él a propósito. Pero era un desconocido y pese a que pudiese tener grandes explicaciones, él no podía verlo como nada más. Recordó de nuevo las palabras de la chica.

Suspiró exasperado ¿Podría escucharlo sin que ese hombre diese por hecho que lo aceptaba? La duda lo invadió. Pero de nuevo la imagen angelical de Rocio fue en su encuentro. Sonrió dándose valor y recorrió el breve trayecto hasta el escritorio.

- ¿Ahora tengo que quitarte la copa o llenártela? -preguntó Gaston burlón, haciendo que el hombre se incorporará inmediatamente para mirarlo.
- Lo único que te he enseñado en mi vida y no te ha quedado claro -se recriminó su padre.
- Soy egoísta. Así que beberé solo -dijo Gas retirándole la copa y llenándola, antes de sentarse en el sofá y beberla de un trago. Con el vaso en una mano y la botella en la otra.
- ¡Bien! No creo que aguantase beber una gota más -aseguró Nicolas, frotándose los ojos cansadamente.
- Supongo que solo está permitido beber hasta desmayarte cuando se trata de una mujer -comentó el joven, vaciando su copa de nuevo.
- Solo está permitido cuando no entiendes algo o no hay solución. Y normalmente, eso siempre implica a una mujer -se mofó el hombre.
- Dijiste anoche - comenzó a decir Gaston muy serio- que pasaste el primer año de matrimonio borracho ¿Fue por culpa? ¿Por abandonarnos? -preguntó sin rencor, por simple curiosidad.

El rostro medio risueño de Nicolas, se ensombreció. Parecía haberse perdido en sus pensamientos. Con brusquedad salió de ellos para enfrentarse a la pregunta. Y miró a su hijo con semblante sincero y vulnerable.

- No sabía que Gimena estuviese embarazada -aseguró Nicolas, deseando recuperar su copa- Bebía para olvidar que mi corazón la amaba tanto que era incapaz de estar en la misma habitación que otra mujer.
- Tuvisteis dos hijos -le recordó Gaston.
- Afortunadamente, mi esposa se quedó embarazada pronto. Así nuestras familias no se involucrarían si sabían que no hacíamos una vida juntos. Teniendo un heredero, lo demás era irrelevante.
- ¿Y Mery? -preguntó el joven, desconfiado.
- Fue lo único que me pidió su madre -suspiró Nicolas cansado- Se sentía sola y quería intentar un matrimonio real. Pero yo no fui capaz de dárselo. Así que cedí ante la idea de tener otro hijo.

Había tenido a dos hijos, que gozaron de todas sus atenciones, con una mujer a la que no amaba. Sin embrago, el hijo de la mujer a la que amaba, ni siquiera fue consciente de su existencia. Gaston deseó creer su historia. Lo deseó tanto que le sorprendió. Pero al fin y al cabo, pesé a ser un desconocido, era su padre.

- ¿Eras infeliz? -preguntó casi, afirmó, Gaston.
- No era la vida que quería -le quitó importancia el hombre, encogiéndose de hombros- Cada noche pensaba qué habría sido de la mujer que había conocido en la playa.
- ¿En la playa? -repitió el chico, sorprendido.
- Sí, aquí mismo -respondió Nicolas muy sonriente- Por eso decidimos venirnos acá a vivir. Ambos estábamos de vacaciones. Aunque lo mío era algo así como la última aventura antes de la horca -bromeó con una falsa sonrisa.
- Amas a mi madre ¿verdad? -afirmó su hijo vaciando de nuevo la copa.
- ¡Mucho! -le aseguró levantándose lenta y trabajosamente- Siempre ha sido la mujer de mi vida.

Nicolas dudo unos segundos, pero después se armó de coraje y se sentó junto a Gaston en el sofá. Este no protestó. Y ambos comenzaron a hablar de irrelevancias para distraer la mente de otros asuntos. Gaston siguió bebiendo, más por costumbre que por deseo y Nicolas empezó a notar que el alcohol dejaba de hacerle efecto.

Los hombre estaban riendo tras una ocurrencia de Gas, sobre las mujeres y el efecto que tiene el alcohol sobre la percepción de la belleza de estas. Pero ambos se callaron de inmediato y se pusieron muy serios cuando vieron a dos bellas mujeres cruzadas de brazos en la puerta frente a ellas. Rocio y Gimena, caminaron hasta ellos con el ceño fruncido y cara de pocos amigos.

- Bajo a desayunar y mira con lo que me encuentro -dijo Gimena irritada.

Gaston se giró para mirar por el ventanal y se percató de que habría amanecido hacía horas, sin que ellos se diesen cuenta.

- ¿Os parecerá bonito emborracharos como adolescentes descerebrados? -protestó la mujer una vez más.
- Yo no estoy borracho, piccola mia -aseguró Nicolas frotándose la sien.
- Es verdad, él esta ya con la resaca -se burló Gaston entre carcajadas.
- Eso, ayúdame -replicó risueño, el hombre a su hijo.
- Mamá no seas cruel con él hasta que no se le pase el crudo -se mofó de nuevo Gas.
- Yo que tú -dijo Rochi muy seria- me callaba.

Le quitó la copa y la botella. Tras fulminarlo con la mirada se cruzó de brazos, amenazantemente. Gaston se puso serio al instante y trago trabajosamente. Miró a su padre, que tenía la misma cara de preocupación. Gimena en cambio miraba a su nuera con una sonrisa e imitaba su gesto, cruzándose de brazos, dispuesta para la batalla.

- Yo creo que ya habéis bebido bastante -dijo Rochi, sin mirar a los hombres, sino buscando la aceptación de Gimena.
- Sí, es mejor que durmáis un poco -apoyó la mujer.
- Ya hablaré después contigo -le aseguró la joven a Gaston como una amenaza inevitable.
- Sí, y yo contigo -imitó Gimena a su nuera, fulminando a su futuro marido.

Los hombres suspiraron y se miraron vencidos. Ellas se giraron y caminaron hasta la puerta con postura rígida. Se pararon antes de salir, en claro indicativo para que las siguieran. Antes de que pudiesen protestar porque los hombres seguían sentados, estos se levantaron a toda prisa. Olvidaron que la habitación les daba vueltas, se miraron indefensos y siguieron a sus mujeres.

Ya en la escalera, las mujeres subían ceñudas mientras los sumisos hombres las seguían cabizbajos. A mitad de trayecto, María y Juan Pedro se pararon para observar la peculiar escena. Peter abrazó a su hermana con una enorme sonrisa burlona.

- Mery, si alguna vez me ves así, hazme un favor y pégame un tiro -dijo el joven mirando a los fieles corderos persiguiendo a dos simples y arrebatadoras mujeres.
- Prometo hacerlo aunque tenga dudas -aseguró la chica socarronamente.

Las mujeres los metieron en sus habitaciones. Colocando las manos en jarras los miraron de arriba abajo. Les quitaron la camisa, los empujaron contra la cama, haciéndolos caer sentados y les quitaron los zapatos y pantalones. Se alejaron ceñudas y apuntaron con decisión hacía el centro de la cama, exigiendo que se metiesen bajo las sábanas. Cada quien desde su cuarto lo hizo sin replicar. Y ellas salieron de las habitaciones dejándolos escondidos bajo las sábanas. Se encontraron en el pasillo, se miraron con perspicacia y se giraron sobre sus pasos, asomándose al cuarto de su respectivo hombre. Ellos se habían incorporado y al verlas, se acostaron de nuevo, tapándose hasta el mentón. Ellas los fulminaron con la mirada y volvieron a cerrar la puerta.

Ya en la cocina, las dos mujeres muy irritadas, comentaban lo insensatos que eran padre e hijo. Gimena comenzaba a ceder pero Rocio se mantenía igual de furiosa que cuando los había encontrado.

- ¿Les llevamos un café? -preguntó Gimena preocupada por los hombres.
- Si no es para echárselo por la cabeza, no -contestó Rochi irritada- Se han emborrachado ellos solitos y van a pasar la resaca de igual modo.
- Pero y si nos necesitan -insistió la mujer angustiada.
- ¿Acaso ellos han pensado en cómo nos hemos sentido nosotras cuando nos despertamos y no los vimos? -protestó la joven, irritada.
- Es cierto -afirmó Gimena furiosa- Son dos niños egoístas que necesitan una lección. Nosotras nos hemos preocupado por ellos, mientras que ellos estaban de risitas en el despacho, bebiendo -continuó ceñuda- Pero... ¿podríamos llevarles unos cafés? -preguntó tímidamente.
- ¡Oh! -suspiró Rochi- ¡De acuerdo!

Las mujeres regresaron a sus habitaciones y colocaron la taza de café humeante junto a la cama. Se sentaron suavemente sobre el colchón, y miraron al hombre que invadía la cama.

Gimena bajó todas sus barreras inmediatamente, al ver como su futuro esposo se frotaba la sien.

- ¿Te duele la cabeza, amor mío? -preguntó la mujer preocupada, mientras se tendía junto a él.

Rochi resistió un poco más. Gaston estaba dormido, y eso era una ventaja. Parecía que se acababa de pelear con las sábanas, y estas habían ganado y lo tenían de rehén. Lo miró atentamente y suspiró con vencida resignación, mientras lo arropaba adecuadamente.

Fín Capi...

*Mafe*



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