
- hola mi niña – le escuche decir a Gimena de repente, me sobre salte al escucharla, no había notado su presencia.
- Por dios, Gime me vas a matar del susto – sonrío y la abrace con fuerza.
- Tanto tiempo – dijo aun abrazada a mí. Al separarnos me estudio y de repente soltó una exclamación.
- por las estrellas, la luna, el horóscopo completo dime que no es verdad – la mire sonriendo, se me había olvidado el instinto brujo que ella y mi madre compartían. – voy a ser tía – confirmo y lanzo su característico grito al final.
- Ho cariño – volvió a abrazarme, al separarnos hablo - que pinta Gastón en todo esto?? – una sombra atravesó mi expresión.
Me estudio en silencio por unos segundos eternos, yo no quería responder a eso.
- dame tu mano izquierda – pidió.
- Hace años que no me leen la mano – afirme haciendo lo que ella me pedía.
Tomo mi palma entre sus delicadas manos y paso con suavidad sus dedos por ella.
Cuando niña mi tía gime hacia eso cada vez que me veía, que en ese entonces era casi todos los días, leía en mi palma desde cosas triviales hasta grandes sucesos que marcarían mi vida, creía en ella a ciegas, nunca fallaron ninguna de sus predicciones astrales.
Solíamos pasar las tardes juntas, hablando, en realidad ella hablaba y yo escuchaba embelesada todo lo que tenía para decirme; me contaba historias de cuando ella y mi madre eran niñas. Me contó sobre mis abuelos que eran gitanos y que al nacer ellas también lo fueron. Reía al escuchar como me contaba que solían leer las estrellas y bailar juntas todo tipo de danzas, fuera de otras locuras o anécdota divertida que les había ocurrido, yo ponía mi imaginación a volar y veía todo tal cual ella lo narraba, mi tía sonreía con nostalgia al contarme aquello pues todo había durado hasta que apareció mi padre en sus vidas, mi madre se enamoro y cambio las faldas coloridas por los tacones al casarse.
Rara vez encontraba a mi madre en el ático bailando tal como tía gime solía contarme, en esas ocasiones solía mirarla por horas; recuerdo que en una ocasión me enseño a bailar como ella, pasamos toda las tardé entre faldas largas y coloridas, descalzas y música exótica, me enseño desde danza árabe, pasando por el flamenco, tango, salsa, hasta vals. Sus pasos y movimientos eran muy ágiles, fuertes sin dejar de ser delicados y sobre todo seductores, todo en ella irradiaba belleza y seducción al igual que mi tía Gimena, hechizaban hombre con la mirada y envolvían con encantos, eran todas unas maestras y ambas me enseñaron de si lo mejor, gime el arte de la magia, el leer las estrellas, bailar, actuar, cantar… mi madre me enseñaba a seducir, a pensar, los valores que me rigen y sobre todo dignidad, ambas me formaron, me forjaron.
- el no la ama – afirmo sacándome de mis recuerdos.
- Que?? – pregunte confundida y temerosa de su respuesta.
- Gastón no ama a kika – hablo pausadamente y con una mirada afilada, sosteniendo aun mi palma entre sus rojas uñas. Creía más en ella y sus predicciones que en mi misma, pero esta vez tenia que negarme a creerlo, lo que decía no tenia sentido.
- Que?? – volví a preguntar, con incredulidad.
- Querida – suspiro y me lanzo una mirada impaciente- soy gitana, por ende hechicera o bruja como desees llamarme- sonrío con misterio- me sorprende que olvidaras tu origen – se sentó lentamente en la cama he hizo un ademán con la mano – tu llevas sangre gitana en tus venas tu madre también lo era, solo que al casarse con tu padre se volvió una vieja estirada- bromeo- mucho mas ahora – y de repente su mirada se volvió fría.
Hubo un momento de silencio incomodo, su mirada se perdió y yo trataba de encontrarle sentido a lo que acababa de decir.
-a que te refieres con “mucho mas ahora”?? – pregunte con una extraña sensación en todo el cuerpo. Conocía lo suficiente a mi tía como para saber que la sonrisa que mostraba era falsa.
- no me hagas caso cariño estoy divagando- lo deje pasar, talvez porque era ilógico seguir con ese tema, talvez porque creía la escusa que Gimena me daba, o quizás porque tenia miedo de descubrir la verdad tras esa respuesta.
- como te seguía diciendo, gaston no ama a kika – soltó segura.
- como lo sabes?? – me permití el lujo de dudar.
- porque lose, lo veo, lo siento. – algo en esa frase me sonó sospechoso.
- como que lo vez?? – pregunte afilando la mirada.
- lo veo con el corazón – respondió burlonamente.
- Ha no gime, a mi con brujerías de mercado no. – la rete. – has visto a gaston??
- Si – contesto descaradamente y se estudio las uñas con insistente atención.
- si?? Como si?? No me digas si!! Dime donde lo viste!! – le exigí.
- en el mismo lugar donde vi a Ramiro – contesto mirándome a los ojos de manera retadora, esa frase me saco el aliento. Soltó una carcajada y volvió a centrar su atención en sus uñas-
- Qu..qq..qu.... que?? – balbuce. – de donde conoces a Ramiro?? –
- de allí – respondió señalando mi pecho.
- dale gime no jodas, enserio te estoy diciendo. – le dije exasperada. Volvió a reír.
- estas en un serio problema – jugo con un mechón de su cabello –
- es hora de cenar – nos llamo tina, bajamos en silencio.
Al llegar al primer escalón choque de frente con mi padre. Se me empaño la mirada mientras permanecía allí, frente a el. Seguía igual que siempre, leves diferencias, se veía mayor, algunas canas habían comenzado a poblar su cabello, las facciones de su rostro se habían suavizado y se notaba cansado. Quise lanzarme a sus brazos como cuando niña pero me limite a mirarlo.
- hola hija – dijo fríamente en un como saludo.
- Hola… - respondí incomoda, dudando en como llamarlo.
- Padre – completo lo que debió ser mi oración, mire hacia un lado y no conteste. Suspiro cansadamente y comenzó a caminar hacia el comedor, lo seguí varios pasos atrás.
Me detuve frente a la puerta del gran comedor por donde mi padre acababa de entrar, era amplia y de madera, me parecía la entrada de un castillo y recordé que cuando niña fingía que lo era, sonreí para mis adentros y me dispuse a entrar.
- pendeja concheta!! – saludo la inconfundible voz de tacho mi primo antes de que lograra entrar al comedor, me di la vuelta y lo vi justo detrás de mi, igual que siempre. Rubio, alto y fornido, su cabello rubio caía largo y ondulado, y sus ojos y boca se tornaron burlones, mi primo era una caja se sonrisas.
- Rubio teñido!! – lo salude de vuelta de manera efusiva y me lance a sus brazos.
- Che, che, che, como teñido??!! Todo esto es natura.- hablo asiéndose el ofendido mientras señalaba su melena. Sonreí y ladee la cabeza. -Me extrañaste?? – pregunto.
- No – respondí haciéndome la superada.
- Decí la verdad – me reto, no se creía ni una palabra.
- Vale – me rendí – vos sabes que siempre te extraño – sonreí ampliamente al decirlo.
- Lo sabia – respondió tan agrandado como siempre. Guardo silencio mientras yo lo fulminaba con la mirada – algo para contar primita??- soltó de repente, ya lo sabia.
- Vos ya lo sabes – afirme y le siguió un silencio incomodo.
- El botón de Gas me lo dijo – me contó medio enserio, medio en broma, volvió a abrazarme con delicadeza – sabes que cuentas siempre conmigo, no?? – me disponía a responder – sino lo sabes sabelo!! – afirmo.
- Lose rubio – revolví sus rizos dorados.
- Siento que tengas que pasar por esto – su voz se torno consoladora.
- Porque lo dices?? – “yo” haciéndome la bolida.
- Porque “el” me lo contó Todo – no me gusto ese “Todo”… que tanto le había contado??-
- Cada quien lo suyo, el sabrá ser sincero – dijo de repente como un pensamiento en voz alta encogiéndose de hombros, no entendí muy bien a que se refería, lo que si sabia es que tacho y gastón eran los mejores amigos, no había secretos entre ellos y era obvio que tacho sabia algo que yo ignoraba. Lo deje pasar.
- vienen a la cena o se quedan allí parados?? – gimena siempre hambrienta, me divertía su amor por la comida, lo mas cómico es que no importa cuanto comiera (que comía) siempre mantenía su perfecta figura intacta.
Pase mi brazo por los hombros de tacho y el me estrecho por la cintura, reímos mientras seguíamos a gime en dirección al comedor
Entramos y la sonrisa se borro de nuestros rostros. La tensión era casi palpable.
En el centro del salón se alzaba la gran mesa ovalada donde se veía servida toda la cena, mi padre sentado a un extremo me miraba con una expresión sombría. Me acerque a la mesa y me senté exactamente al otro lado quedando frente a el, quien solo permanecía allí mirándome. La cena comenzó en silencio, solo se oía el sonido de los cubiertos. Mantenía mi vista fija en mi plato que tenia en frente, evitaba levantar la mirada, sabía que mi padre me observaba. Nadie decía una palabra y yo a medida que mi plato se quedaba vacío me ponía más nerviosa.
- y… como va todo con los negocios?? –le pregunto mi tía gime a mi padre.
Este se limito a mirarla y a soltar un frío - bien. –
- y vos rochi como vas con tu nuevo trabajo?? – ignoraba como gime se había enterado de eso.
- Bien – sonreí al recordar a mi jefe – bha! No me quejo. – y reí como un chiste privado.
Mi padre me miro escéptico.
- estas trabajando rubia?? En que?? .- pregunto tacho con voz incrédula y divertida como si la sola idea de verme trabajar fuera un chiste personal.
- En la revista “NE” – respondí con naturalidad y algo de suficiencia, sabia perfectamente el grado de nivel que esa revista tenía.
Mi padre se atraganto con la comida y comenzó a toser. Me pare alarmada viendo como su cara pasaba de pálido a morado. Tacho lo ayudo a incorporarse y le dio unas cuantas palmadas en la espalda. Mi padre se llevo una temblorosa copa de agua a la boca y bebió varios sorbos para calmarse.
- estas bien?? – mi voz sonó nerviosa.
- Donde estas trabajando?? – pregunto con voz fría y ronca.
- En la revista NE – respondí automáticamente.
Gime me miro y pude ver como algo le pasaba por la mente, me miro aterrada y luego se giro para enfrentarse con mi padre.
- nos alegras que nuestra rochi este trabajando. No es así barto?? – sonó mas a una amenaza que a otra cosa.
Mi padre le lanzo una mirada gélida y sin decir una palabra salio del comedor. Seguí un impulso y fui tras el. Había mucho que hablar, mucho que aclarar y era hora de cerrar todas aquellas preguntas sin respuesta que seguían latentes, mi padre y yo nos debíamos esa charla.
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