viernes, 30 de marzo de 2012

Amor Escondido Cap 2





Capitulo 2





Sugiero que acostemos a la niña y así puedas explicarme de qué demonios estás hablando-bramó Gastón, con la boca tensa. Rochi entendía completamente sus sentimien­tos. Hacía quince meses Gastón era el prometido de Eugenia. ¡Un pequeño detalle que su hermana pare­ció olvidar cuando vio a alguien que le gustaba!

-¿No debería dar el biberón a la niña antes? -pre­guntó ella con inseguridad.
-¡Pues no creo! -Gastón dirigió una significativa mirada a la niña dormida.                                               
                                                                                                                                       Rochi sintió cómo el calor invadía sus mejillas de nuevo. Normalmente ella siempre tenía todo bajo control, sobre todo ante Gastón, que siempre era tan competente, Y no se sintió más cómoda con la situación cuando los dos colocaron a la niña en su capazo y la taparon. Parecían un par de padres con su adorada hijita, por Dios santo... y, teniendo en cuenta el es­tado estéril de su matrimonio, era algo que nunca ocurriría.

-Hora de un brandy, creo -murmuró Gastón una vez que dejaron a la niña en la habitación de invita­dos.
-Voy por mi bata -le dijo Rochi.-Gastón la miró de reojo.
-He visto mujeres con menos ropa, Rochi -dijo con desdén.
Ella se echó el pelo hacia atrás, levantando la barbilla con altivez.
-A mí no -replicó.
-Cierto -murmuró él burlonamente-. Pero eres mi esposa... 
                                                                                                                                                  Rochi sabía que lo era. No hacía falta que se lo recordase. Y tampoco que había habido otras muje­res en la vida de Gastón antes de casarse con ella.¿Y desde entonces...? ¡No! Esos pensamientos no la llevaban a ninguna parte... excepto a noches sin dormir, torturándose mientras se preguntaba si Gastón estaba realmente fuera por trabajo, o podía haber otra razón, alguien...


Era un aspecto de su matrimonio del que no ha­bían hablado cuando decidieron casarse hacía ca­torce meses. En ese momento a Rochi no se le ha­bía ocurrido hablar de ello, suponiendo que Gastón haría su vida. Pero hacía unos meses que había em­pezado a pensar en esa parte de la vida de Gastón...

Porque era un hombre muy atractivo, y sería ridí­culo pensar que había permanecido célibe durante su matrimonio. ¡Y ciertamente no había sido ella con quien había hecho el amor...!

Gastón había servido los brandys cuando Rochi se unió a él en el salón, donde el fuego encendido ani­maba la habitación. Lo que estaba bien, porque la se­vera expresión de Gastón era de lo menos alentadora.

-Así que, como era de esperar, Eugenia ha vuelto a hacerlo... solo que esta vez te ha cargado con su hija -soltó él sin preámbulos.
    -No exactamente -Rochi bebió su brandy agra­decidamente-. Es decir, sí, han traído a Alai, pero no ha sido Eugenia. Verás...
-No... no lo veo -la interrumpió él con frío des­dén-. Pero tratándose de tu irresponsable hermana, ¿quién ve algo claro?

Rochi ni siquiera intentó defender a su hermana gemela. No podía imaginar a dos personas más dis­tintas que Eugenia y ella; Eugenia recorría el mundo en busca de las últimas primicias, y era raro que pa­sase mucho tiempo en el mismo sitio, mientras que Rochi había vivido en Londres toda su vida, dedi­cada a forjarse una carrera en el mundo de la moda.No, no podía decir que comprendiese la necesi­dad que tenía su hermana gemela de viajes y emo­ciones, pero aun así era su hermana..
.
-Eugenia está en América -le dijo a Gastón sin alte­rarse-. La niñera de Alai se casa mañana, y ob­viamente no podía cuidarla...
-Obviamente -reconoció Gastón con indignación.


Rochi respiró hondo, controlándose, sabiendo que el enfado de Gastón era justificado. Eugenia iba a oír exactamente lo que Rochi pensaba de ella cuando volviese. ¡Cuando...!

-Pero la niñera me ha asegurado que Eugenia ten­dría que volver el lunes -añadió más con esperanza que con seguridad.
-¿Y te ha dejado aquí colgada con su hija... lite­ralmente? -dijo Gastón mordazmente. Ella frunció el ceño.


-Admito que es una molestia...
-¡Molestia! -repitió Gastón, sacudiendo la cabeza irritado-. Teniendo en cuenta que ni siquiera habéis hablado durante un año, lo encuentro increíble. ¡Aunque ya no me sorprende nada de lo que hace tu hermana! -añadió bruscamente.

Consternada, Rochi se dio cuenta de que a Gastón todavía le importaba. Hacía quince meses que Eugenia había roto su compromiso sin ninguna consi­deración, pero por la amargura que mostraba Gastón, estaba claro que todavía no había olvidado el in­sulto. O perdonado...
¿Y por qué iba a hacerlo? ¿No era por esa razón por la que Gastón y ella se habían casado...?


La relación de Gastón con Eugenia había sucedido de forma tan repentina, hacía dieciséis meses, que en la misma cena para celebrar su compromiso fue cuando los dos presentaron a sus respectivas fami­lias. Dado que los padres de ambos habían muerto, Eugenia y Peter representaban a la única familia que les quedaba.


Rochi se había mostrado muy escéptica ante lo repentino de la relación, considerándolo otro de los precipitados, y normalmente desastrosos, im­pulsos de Eugenia. Pero para su sorpresa Gastón Dalmau había resultado ser exactamente la clase de hombre con que cualquier madre desearía que su hija se casase: rico, muy atractivo, y con una arrogancia que protegía a todos aquellos que estuviesen cerca de él. Y, como futura esposa de Gastón, Eugenia había entrado definitivamente en esa categoría.


El único problema que Rochi había podido ver en la relación era que mientras Gastón poseía un gran control sobre sí mismo, Eugenia, por el contrario, era diez años más joven que su prometido, llena de vida y ganas de divertirse, ansiosa de emociones y aventuras.


Pero los cuatro habían disfrutado de una agrada­ble cena juntos. Peter Dalmau era diez años más joven que su hermano, un fotógrafo que traba­jaba por su cuenta para varias revistas conocidas. Fí­sicamente era completamente diferente a su her­mano, alto, con el pelo morocho excesivamente largo y unos sonrientes ojos castaños.


Lo que debería haber sido evidente para todos ellos esa noche era que Peter también estaba lleno de vida y ganas de divertirse, ansioso de emociones y aventuras... Rochi se había quedado fascinada con él, con las historias de sus viajes por África en busca de fo­tografías de animales salvajes. Y se sintió encantada al aceptar su invitación para cenar juntos al día si­guiente. Durante un mes había estado cautivada, embele­sada con Peter y su forma de ser tan poco conven­cional. Cada vez que Peter hacía una de sus ines­peradas apariciones, ella dejaba todo, incluso su trabajo. Pero todo había terminado bruscamente el día que había ido a visitarlo a su apartamento, ¡y se había encontrado a Eugenia allí con él...!
Rochi miró a Gastón, recordando muy claramente la humillación que ambos habían sentido al ente­rarse de que sus hermanos habían estado mante­niendo una relación a sus espaldas...

   -Debería habérmelo imaginado, maldita sea -murmuró Gastón para sí mismo. Rochi lo miró perpleja.
-¿Qué deberías haber imaginado?
Gastón parecía que iba a estallar de furia.
-Eugenia me ha llamado y...
-¿Eugenia te ha llamado? -lo interrumpió Rochi furiosamente.


Lo último que sabía de la amistad entre Eugenia y Gastón era que no se hablaban. ¡Y resultaba que Eugenia lo había llamado...! Él asintió con la cabeza.


-A mi teléfono móvil. Por lo visto ha estado lla­mando a casa por la mañana...
-Estaba de compras -dijo Rochi, aturdida. Gastón torció el gesto.
-Y es el día libre de la señora Justina -señaló él-. Eugenia quería saber si íbamos a estar en casa este fin de semana. Le aseguré que sí -dijo él con aspereza-. ¡No tenía ni idea de que la razón por la que quería sa­berlo era porque pretendía dejarnos a su hija!


Bueno, al menos la llamada de Eugenia a Gastón demostraba que su hermana no era tan irresponsable como ella había pensado. ¿Pero qué más significaba...? ¿Era una costumbre que Eugenia llamase a Gastón a su teléfono móvil? A pesar de que era su marido, Rochi no tenía una re­lación con Gastón que le permitiese hacerle esa pre­gunta.

-Si no es una pregunta demasiado estúpida... ¿Quién demonios es el padre? -bramó Gastón.

La pregunta no era tan irracional. Dos meses des­pués de que Eugenia rompiese su compromiso con Gastón, porque supuestamente estaba enamorada de su hermano, Peter y ella también lo dejaron.

Pero ya era demasiado tarde para Rochi y Gastón... porque para entonces ya se habían casado... Ella no era impulsiva por naturaleza, como Eugenia, pero en aquel momento estaba destrozada tanto por Peter, de quien estaba enamorada, como por el comportamiento de Eugenia. La reacción de Gastón hacia su hermano y su prometida había sido completamente impredecible... ¡Le había pedido a Rochi que se casase con él!

La reacción inicial de Rochi a su proposición había sido de incredulidad. ¡Cómo, después de ha­ber sido herida tan profundamente iba a querer ca­sarse con nadie! Estaba segura de que Gastón no hablaba en serio, que solamente era una reacción instintiva ante la traición de Eugenia. Pero él hablaba muy en serio. ¿Por qué no iban a casarse? Ambos eran adultos, y enamorarse había demostrado ser una experiencia humillante para los dos. Él ya tenía treinta y ocho años, estaba bien situado, y era hora de que tuviese una esposa; y Rochi, tenía éxito, seguridad en sí misma, y era lo suficientemente sensata como para no volver a cometer la estupidez de enamorarse. Y ella, le había asegurado él, ganaría un marido sin exigencias emocionales, que estaría orgulloso de sus logros, y lo más importante de todo, nunca la haría daño ni la humillaría como había hecho Peter.


Había sido ese último comentario, un recuerdo brutal de lo ridicula que iba a parecerle al mundo, lo que le había hecho tomar la decisión más impulsiva de su vida y acceder.
Gastón mantuvo su palabra, y su matrimonio fue un éxito. A todos los efectos pareció como si ellos dos hubiesen sido los que se habían dado cuenta de que habían cometido un error, y lo habían rectificado ca­sándose.

Sí, su matrimonio había sido un éxito en todo. Hacía tiempo que Rochi se había recuperado del dolor que le había causado Peter a su corazón. Gastón no tenía la culpa de que ella hubiese empezado a sentir esa magnética atracción hacia él.
¡Y precisamente en ese momento, la egoísta y despreocupada de su hermana Eugenia, había dejado con toda tranquilidad a su hija de seis semanas en su matrimonio!
Rochi sacudió la cabeza, en respuesta a la pre­gunta de Gastón respecto al padre de Alai.
-No tengo ni idea -suspiró-. Pero la niñera no dijo nada de que conociera al padre -añadió con el ceño fruncido.
-No durante algunos meses, al menos -soltó Gastón con desdén-. ¡No puedo creer que fuese tan estúpido como para creer que amaba a esa mujer! -añadió molesto consigo mismo antes de beberse su brandy de un trago sin inmutarse.

Rochi hizo una mueca de disgusto. No podía soportar que Gastón hubiese estado alguna vez ena­morado de Eugenia, pero su feroz reacción ante la última aventura de Eugenia implicaba que todavía seguía enamorado de su hermana.

-¿Cómo podéis ser tan parecidas físicamente y tan distintas en manera de ser? -añadió él, sacu­diendo la cabeza con incredulidad.

Eugenia era guapa, cariñosa y divertida, aunque irresponsable. Rochi, como la gemela mayor, aun­que solo por minutos, era más seria, objetiva y segura de sí misma, y dedicada a su carrera profesional.
¡Y era obvio a quién de las dos encontraba Gastón más atractiva!
Dios, cómo le dolía eso. ¿Cómo había sido tan estúpida de enamorarse de su marido? Porque eso era exactamente lo que había hecho.
Rochi se puso de pie bruscamente.

-No creo que ponernos a criticarla vaya a arre­glar la situación -le dijo a Gastón, furiosa, alisándose su bata gris de seda.
Gastón torció el gesto.
-Probablemente tengas razón... ¡Hablar de los defectos de Eugenia podría llevarnos toda la noche!
-En ese caso -dijo ella fríamente-, sugiero que nos acostemos... -se interrumpió cuando Gastón la miró con sus oscuras cejas levantadas especulativa­mente-. Separados, por supuesto -añadió.
-Por supuesto -dijo él con sorna. Rochi lo fulminó con la mirada.
-Estoy cansada, y no tengo ganas de aguantar tu retorcido sentido del humor, Gastón -le dijo ella con resentimiento... porque una parte de ella deseaba que él no estuviese bromeando.

Todo el tiempo que habían estado hablando, ella había sido consciente de que Gastón estaba desnudo debajo de su batín de seda negro, y solo el pensarlo la hacía suspirar.
No era difícil ver la anchura de sus hombros, su cuerpo delgado y bien musculado, y podía ver el ve­llo rubio de su pecho, y sus piernas desnudas bajo el batín. Solo con mirarlo a Rochi le temblaban las piernas con una necesidad que nunca había sentido antes. Con nadie...

-Perdona -Gastón hizo una mueca, pasándose la mano por su espeso cabello rubio-. Yo...¿Qué ocu­rre? -preguntó ante el suspiro ahogado de Rochi.


Cómo demonios iba a decirle que deseaba acari­ciarla, yacer en la cama junto a él, mirándolo, besar cada parte de su cuerpo, descubrir el placer que es­taba segura que Gastón era capaz de darle...


-Nada - respondió ella bruscamente-. Ya te lo he dicho, estoy cansada -se contuvo cuando él levantó las cejas ante su desacostumbrada agresividad-. ¿Has tenido un buen viaje? -preguntó ella mientras apagaba algunas de las lámparas antes de irse a la cama.
Él se encogió de hombros.


-Una reunión como todas las demás -respondió él con voz aburrida.
-No habrá sido todo negocios, Gastón -intentó son­sacarlo Rochi.

Seguía preocupada porque Eugenia lo hubiese te­lefoneado... ¡Y si era algo que había ocurrido antes!
Él la miró con sus intensos ojos verdes, sin res­ponderla durante unos instantes.
Rochi se preguntó si se habría delatado ¿Había sonado como una esposa celosa?
Esperaba que no; era algo que sabía que Gastón nunca toleraría. Él nunca le hacía preguntas cuando ella volvía de sus viajes de trabajo, nunca mostraba el más mínimo interés por lo que ella hacía cuando estaba fuera de casa.

-No, no todo ha sido negocios, Rochi -respon­dió finalmente, sin dejar de mirarla con los ojos en­trecerrados-. Mucho trabajar y poco disfrutar, y to­das esas tonterías... -añadió burlonamente.

Ella tragó saliva, no muy segura de si deseaba seguir con esa conversación, pero también sabiendo que era demasiado tarde para echarse atrás.

-¿Y de qué manera «disfrutas» cuando estás fuera de casa, Gastón? -Rochi esperaba que su tono hubiese sonado desinteresado.
Él se agachó para apagar el fuego antes de res­ponder. ¿Para que le diese tiempo a pensar algo ade­cuado?
-He pasado mucho tiempo en la piscina del hotel -dijo al fin, mirándola desafiantemente.
¡Porque no podía haber pasado toda las noches en la piscina, y ambos lo sabían!
-Eso debe de haber sido muy agradable -dijo ella, volviéndose para irse
-¿Esto... Rochi...? -Gastón la detuvo en la puerta.
Ella se quedó paralizada, y se volvió lentamente. ¿Se habría delatado, después de todo? No pudo leer nada en la cerrada expresión de Gastón.
-¿Sí? -dijo ella cautelosamente.
-Espero que no haya inconveniente, pero he aceptado una invitación a cenar con los D´alessandro mañana.

¡Rochi no entendía nada! ¿Por qué Gastón pen­saba que podía tener algún problema? Siempre se había sentido encantada de salir con él. De hecho estaba deseando que saliesen juntos; Gastón siempre se comportaba como un marido atento en tales oca­siones, y aunque ella sabía que solo era una fachada, se deleitaba con su cuidado protector.

-¿Alai...? -le recordó Gastón al ver que ella con­tinuaba con expresión de no entender-. No creo que sea lo más oportuno llevarla con nosotros -añadió con sorna.
¡La niña!
-¿Tal vez la señora Justina...? -dijo Rochi esperanzadoramente.
-Podemos preguntárselo -Gastón asintió con la ca­beza-. Aunque no creo que eso sea parte de su trabajo.

Rochi sabía que no. Justina Merarda García era una mu­jer de cincuenta y tantos años, que nunca había es­tado casada. Lo que significaba que no tenía mucha experiencia con niños, y menos con bebés.


-Hablaré con ella por la mañana -le aseguró Rochi a Gastón-. Pero no creo que le importe.
-No -reconoció él irónicamente-. Cuando vi­niste a vivir aquí pensé que tendrías problemas con ella, pero ha resultado todo lo contrario. La señora Justina siempre acude a ti para que le des instruccio­nes -murmuró compungidamente-. Llena la casa de narcisos porque sabe que son tus flores preferidas, y prepara las comidas que te gustan...
-Si eso es un problema para ti, Gastón, deberías ha­berlo dicho -intervino Rochi, sintiéndose incó­moda.
-Oh, no es ningún problema, Rochi -le aseguró Gastón con desdén-. Simplemente me admira el en­canto que has ejercido sobre nuestra antes austera ama de llaves.


No era cuestión de conquistar a la señora; sim­plemente había tratado a  Tina como a una persona, y entre ellas se había creado un lazo de en­tendimiento que Gastón probablemente no podía com­prender.Gastón levantó sus oscuras cejas.
-¿Cómo es que no has intentado nunca ejercer ese encanto sobre mí...? -le preguntó él roncamente.
Rochi le dirigió una aguda mirada. ¿Estaba flir­teando con ella?


Normalmente se comportaban de manera amis­tosa y cordial entre ellos. Y rara vez Gastón hacía nin­gún comentario que traspasase esa línea de amistad, y que pudiese ser considerado como un flirteo. Y sin embargo esa noche lo había hecho más de una vez...


Pero era muy tarde, esa hora de la noche en la que nada parecía lo que era, y Gastón probablemente no había pretendido nada en absoluto con ese co­mentario. Seguramente la conversación sobre Eugenia lo había instado a ello.
Ella le dirigió una compungida sonrisa.
-¡Probablemente porque sería una pérdida de tiempo!
-Yo no estaría tan seguro -murmuró él guturalmente.
-Yo sí -le aseguró ella, sabiendo lo que él sentía por su hermana.
-¿Por qué no lo intentas y así lo ves? -la animó él suavemente.


Repentinamente estaba más cerca de ella, aunque Rochi no había sido consciente de que se hubiese movido.
Rochi estaba segura de que la estaba confun­diendo con Eugenia.
-Realmente a ti no... -se interrumpió al oír el llanto de Alai procedente del piso de arriba.
-Salvada por la campana... o en este caso por la niña -dijo Gastón, arrastrando las palabras con sorna-. Creo que Alai ha decidido que es hora de comer, después de todo -murmuró irónicamente.


¡Y Rochi no sabía si se sentía aliviada o desi­lusionada por la interrupción!


Había algo diferente en Gastón esa noche. Estaba ejerciendo un poder sensual sobre ella por el que tendría que estar totalmente desinteresada... ¡Pero estaba muy lejos de ello!


-Tú calienta el biberón y súbelo... yo apagaré las luces antes de subir -le dijo Gastón a Rochi enérgi­camente, dándose media vuelta.


Y la atmósfera de intimidad que había surgido brevemente entre ellos se disipó mientras él volvía a su laconismo habitual.Rochi fue a por el biberón a la cocina y corrió escaleras arriba, todo el tiempo consciente de que Gastón seguía en el salón, donde lo había dejado.
Mientras le daba el biberón a la niña, se preguntó qué había sucedido exactamente entre ellos. Y si ha­bía sucedido algo realmente, o Gastón había dejado que su parecido físico con Eugenia lo engañase...

Tristemente, Rochi tenía la sensación de que lo último era la explicación...

3 comentarios:

  1. Espero el siguiente capitulo .
    Esta buenísima

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  2. --Cómo te sentís transitando el último año de CA?
    Siento una mezcla de tristeza y alegría.
    --Hay clima de despedida en el elenco?
    El otro día, en un ensayo en donde cantamos un tema de despedida, ya hubo algunos lagrimeos. Creo que es parte de todo esto. 4 años es mucha convivencia. Somos como una familia.
    --Cuándo termina CA?
    Deja de estar en la pantalla en Diciembre, pero las grabaciones terminan a principios de Noviembre. Por ahora ni lo quiero pensar.
    --Tenés planes para después de eso?
    Hay algunas cosas dando vueltas que están buenas, pero todo depende de Casi Ángeles porque todavía tenemos un disco y giras.
    --Y a vos, para qué lado te gustaría llevar tu carrera?
    Me gustaría seguir haciendo música y cine.
    --Si no hubieras elegido la actuación, a qué tu hubieras dedicado?
    Al cuidado de los animales. Biología o veterinaria.
    --Cuál fue a mayor alegría que viviste con CA?
    El primer Gran Rex
    --Y la mayor tristeza?
    El último Rex de cada año, porque no sabés si va a haber temporada teatral el año próximo. Ahí me lloro la vida.
    --Qué cosas te hacen reir?
    Mis amigos y mi perra.
    --Qué cosas te enojan?
    La injusticia y el maltrato.
    --Te agarraste a piñas alguna vez?
    No, jamás en la vida.
    --Cuál fue el momento más romántico que viviste hasta ahora?
    Un viaje a Buzios con mi ex novia.
    --Actualmente estas solo?
    Si, estoy en la etapa de divertirme un poco. Es que estuve 4 años y 1/2 de novio.
    --Cuándo te separaste?
    Hace 2 años. Pero como vivo trabajando, conocer a alguien se complica. Sinceramente me cuesta conocer a una chica. Voy de mi casa al trabajo y los fines de semana casi no salgo. Menos ahora que estamos con el teatro. Por 3 meses no voy a salir.
    --No te gusta alguien del elenco?
    Si, pero no lo voy a decir.
    Dame una pista!
    Es rubia (risas)


    (LAS ENTREVISTA DE GASTON ES OBVIO QUE ESTA ENAMORADO DE ROCHI :D ) (ACA ESTA EL LINK DONDE LEE ESTO:

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