Capitulo 5
EL desayuno a la mañana siguiente, a pesar de la presencia de la balbuceante Alai, fue muy silencioso. Gaston comía en un silencio sepulcral, y Rochi era incapaz de romper ese silencio.
¡Porque
no había nada que decir! Todo se había dicho la noche anterior. Ya era cuestión
de esperar a ver qué sucedía.
¡Pero
desde luego no era el mejor momento para que la señora Garcia entrase
discretamente en el comedor para decirle que Peter estaba al teléfono!
Rochi
miró con incertidumbre a Gaston. Él la miró ceñudamente por encima del borde de
la taza de café que tenía en la mano. Entonces se enderezó y dejó cuidadosamente
la taza en el plato.
-Dígale
que la señora Dalmau se pondrá enseguida -instruyó Gaston al ama de llaves,
esperando a que saliese de la habitación antes de dirigirse de nuevo a Rochi - Recuerda
lo que te dije anoche, Rochi -le dijo con tirantez-. También te sugiero que
recuerdes lo que sucedió hace quince meses -añadió con desdén.
-No
lo he olvidado, Gaston -le aseguró ella mordazmente.
Él
señaló la otra habitación con la cabeza.
-Vete
a hablar al salón. ¡No me apetece oír la conversación! -añadió irritado.
Rochi
se levantó lentamente, mirando con incertidumbre a la niña que yacía
alegremente en su silla junto a la mesa. Tal vez se estaba acostumbrando, pero
levantarse a darle el biberón de madrugada no le había parecido tan horrible
como el día anterior.
Sabía
que se estaba encariñando con la pequeña e indefensa criatura, pero era
imposible no querer a una niña tan adorable. De hecho, a pesar de la molestia
inicial que había supuesto la llegada de Alai, sabía que la casa iba a parecer
muy silenciosa y vacía sin su alegre presencia.
-Déjala
conmigo -bramó Gaston al ver la vacilación de Rochi-. ¡En este momento, Alai
es la mujer menos complicada que conozco!
Con
una mueca compungida, Rochi entró en el salón contiguo y descolgó el teléfono.
-Hola,
Peter -lo saludó secamente, acomodándose en el sofá.
-¡Rochi!
-él parecía encantado de oírla por fin-. ¿Dónde está el ogro? -preguntó en tono
de complicidad, refiriéndose a su hermano mayor.
-Si
te refieres a Gaston, está desayunando -respondió ella fríamente.
-Claro
que me refiero a Gaston -dijo Peter sin remordimientos-. ¿Cómo está?- Rochi
frunció el ceño. No por la pregunta, sino porque no sabía qué responder. Si le
hubiese preguntado hacía dos días... pero después del fin de semana, ¡no lo
sabía!
-Gaston
está muy bien -respondió evasivamente-. Peter...
-¿Y tú, cómo estás tú? -continuó Peter rápidamente.
-Perfectamente
-aseguró ella irónicamente, consciente de que él estaba demorando lo que quería
decir-. ¿Por qué me has llamado, Peter?-Él soltó una ligera carcajada.
-Creo
que llevas demasiado tiempo viviendo con mi hermano mayor, Rochi. ¡Empiezas a
parecerte a él!
-Podría
ser peor -replicó ella mordazmente.
-Todavía
me odias -reconoció Peter, apesadumbrado.
-Odio
es una palabra demasiado fuerte para lo que siento por ti, Peter -le aseguró
ella-. El odio, como el amor, es un sentimiento que hay que alimentar, o
muere... y no pienso en ti lo suficiente para que me provoques ningún
sentimiento.-De hecho llevaba meses sin pensar en Peter. ¡Porque se había
enamorado de Gaston!
-¿Significa
eso que al menos me has perdonado? -preguntó Peter suavemente.
-El
perdón es algo que uno tiene que ganarse -le dijo ella.-Peter suspiró
profundamente.
-Siempre
fuiste una mujer muy dura, Rochi.
-¿Qué
quieres, Peter? -preguntó ella con impaciencia.
-Si
quieres que te diga la verdad...
-Eso
sería una agradable novedad... ¡viniendo de ti!
-Me
lo merezco -aceptó Peter con pesadumbre-. Yo... tú...
-Esa
vacilación no es propia de ti, Peter -se burló Rochi-. Debe de ser algo serio.
-Lo
es -reconoció él-. La cuestión, Rochi, es que estoy intentando localizar a Euge
-le dijo sin rodeos.
Eugenia...
Debería
haberse imaginado que Peter realmente no quería hablar con ella; que ya no
tenían nada que decirse.
¡Qué
irónico era todo! Gaston estaba sentado en la habitación de al lado en ese
momento, probablemente imaginando toda clase de cosas, y lo único que quería Peter
era localizar a Eugenia.
-¿Y
por qué me llamas a mí? -le preguntó a Peter fríamente-. Eugenia y yo no nos
hablamos desde hace... un tiempo.
-Quince
meses, para ser exactos...
-¿Oh,
quieres que seamos exactos, Peter? -lo interrumpió Rochi, impaciente.
-Rochi...
-empezó él en tono de disculpa.
-No
puedo ayudarte a localizar a Eugenia, Peter -continuó ella-. Por la sencilla razón
de que no tengo ni idea de dónde está. ¿Has intentado telefonearla?
-¡Por
supuesto que...! Perdona -murmuró Peter, arrepentido de su arrebato de furia-.
La he telefoneado, y no está en su apartamento. No sabía donde más
intentarlo...
-Soy
tu último recurso, ¿hmmm? -dijo Rochi mordazmente-. Pues siento desilusionarte,
Peter, pero yo tampoco sé nada de Euge
El
que Eugenia hubiese dado instrucciones a su niñera de que dejase a su hija en
su casa, para Rochi no significaba saber algo de ella.
-Maldita
sea -refunfuñó Peter por lo bajo-. No se qué hacer.
-¿Has
probado en el periódico para el que trabaja...?
-Eugenia
trabaja por su cuenta ahora -respondió Peter-. ¡Maldita sea, podría estar en
cualquier parte!
-Es
una mujer adulta, Peter -dijo Rochi, sorprendida de que él supiese tanto de la
vida de su hermana-. Pero si consigues encontrarla, dile que me llame, -se
apresuró a añadir-. Hay algo de lo que quiero hablar con ella.
-Claro
-dijo Peter distraídamente-. Siento mucho haberte molestado, Rochi.
-No
ha sido ninguna molestia -le aseguró ella secamente.
-Saluda
a Gaston de mi parte, ¿quieres? -añadió él en tono esperanzador.
-¿Por
qué no lo saludas tú mismo? -respondió ella impacientemente.
-Ya
sabes por qué -murmuró él-. Está claro que tú no eres rencorosa, pero Gaston
sí.
-No
lo sabrás si no hablas con él -le señaló ella con sentido práctico.
-Lo
dejaré para otro momento, si no te importa -dijo él-. Gracias por tu ayuda, Rochi
-añadió antes de colgar.
Rochi
dejó el auricular lentamente. No tenía ni idea de por qué Peter estaba
intentando localizar a Eugenia. Pero fuese lo que fuese, tenía cosas más
importantes en las que pensar.
¡Gaston,
por ejemplo!
¿Qué
iba a decirle respecto a la llamada? Porque tendría que decirle algo. ¡Aunque
probablemente no se creería una palabra de lo que le dijese!
Gaston
levantó la vista y dejó de jugar con el bebé cuando Rochi volvió al comedor. La
miró interrogativamente con el ceño fruncido, pero no dijo ni una palabra
mientras ella se servía una taza de café ni cuando se sentó enfrente de él otra
vez en la mesa.
Rochi
le ofreció una radiante sonrisa.
-Peter
me ha dicho que te salude -le informó como si tal cosa.- Gaston levantó sus
claras cejas.
-¿Se
supone que tengo que estar impresionado? -dijo arrastrando las palabras
mordazmente. Ella se encogió de hombros.
-Le
he dicho que debería hablar contigo, pero no está demasiado seguro de tu
reacción.- Gaston torció el gesto.
-¡Me
pregunto por qué!
-Yo...
-¿Qué
más quería, Rochi? -bramó Gaston impacientemente.
Temerosa
de la reacción de Gaston, Rochi abordó cobardemente el resto de la conversación
con Peter, en lugar de la cuestión principal.
-Quería
charlar -dijo ella, ante la acusadora mirada de Gaston-. Me preguntó cómo
estábamos. Incluida Eugenia -añadió como si tal cosa.
-Para
eso podía haber hablado conmigo -dijo Gaston en tono de burla.
-Ya
te lo he dicho -le recordó Rochi-. No estaba seguro de tu reacción.
-¡Mi
reacción habría sido muchísimo más serena si hubiese preguntado por mí en lugar
de por mi esposa! -bramó Gaston, levantándose bruscamente-.
-¿Qué
piensas hacer el resto del día? -preguntó con recelo.
¡Obviamente
creía que Rochi pretendía encontrarse con Peter en algún momento!
Rochi
suspiró.
-Gaston,
si de verdad quieres saber la razón por la que ha llamado Peter...
-Creía
que ya me habías dicho la razón -la interrumpió él acusadoramente.
-Está
intentando localizar a Euge, Gas, esa es la verdadera razón por la que ha
llamado -soltó ella de mala gana, sacudiendo la cabeza-. Por lo visto, yo era
su último recurso.
-¿Está
intentando qué? -preguntó Gaston incrédulamente.
-Encontrar
a Eugenia...
-No
te creo -dijo Gaston con desdén, sacudiendo la cabeza-. ¡Eugenia no tendría más
interés en hablar con Peter del que tengo yo!
Rochi
frunció el ceño.
-Yo
no he dicho que Eugenia quisiera hablar con Peter, solo que él quería
localizarla -lo corrigió suavemente-. Y yo no miento -añadió quedamente,
mirando sus furiosos ojos sin pestañear.
Gaston
se quedó mirándola sin decir nada, pensativamente. Finalmente sacudió la
cabeza, con desdén.
-Me
parece que encuentro más creíble tu primera explicación, Rochi...
-¡Pues
resulta que la verdad es esta! -protestó ella.
-Estoy
seguro de que conoces la historia de Pedro y el lobo... -dijo él mordazmente.
-Pero...
-Y
ahora me parece que tienes que atender a Alai -miró a la niña que empezaba a
moverse inquieta en la silla-. Hoy tengo que revisar algunos papeles en mi
estudio, pero cenaré contigo esta noche -añadió significativamente.
En
otras palabras, iba a estar en casa todo el día, por si ella intentaba salir.
¡Para encontrarse con Peter, sin duda!
-Muy
bien -dijo ella con tirantez, levantando a Alai y saliendo del comedor delante
de él-. Creo que llevaré a Alai a dar un paseo en el cochecito después de darle
el biberón -le informó con decisión.
¡No
pensaba convertirse en una prisionera en su propia casa!
-Buena
idea -convino él-. Dame una voz cuando estés lista para salir. Iré contigo. Me
vendrá bien un poco de aire fresco -añadió cuando Rochi se volvió bruscamente
para mirarlo.
-Condenado
aire fresco -murmuró Rochi para sí misma mientras le preparaba el biberón a la
niña.
¡Gaston
ni siquiera confiaba en ella para salir a dar un paseo con la niña!
Parecían
ridículos paseando por el parque, juntos. Al menos eso le parecía a Rochi una
hora después. Ella llevaba el cochecito mientras Gaston paseaba a su lado. Para
todo el mundo parecían como cualquier familia. ¡Unos padres sacando a pasear a
su adorada hija el domingo por la tarde!
Rochi
casi se ahoga cuando Gaston sugirió que se detuviesen en el estanque a dar de
comer a los patos, sobretodo cuando extrajo un trozo de pan del bolsillo de su
chaqueta.
Sacó
a Alai del cochecito y se agachó, colocándosela sobre la rodilla y dándole a Rochi
el pan para que lo partiese y lo arrojase a las aves.
¡Rochi
no podía creer que estuviese haciendo aquello! Estaba totalmente fuera de
contexto con la forma en que se había desarrollado su matrimonio hasta ese
momento.
-Tal
vez deberíamos tener un hijo -murmuró Gaston pensativamente.-Rochi lo miró
sorprendida.
-¿Qué
demonios...?-Gaston levantó la mirada hacia ella.
-Te
gustan los niños, ¿verdad?
Hasta
hacía dos días ella ni siquiera se lo había planteado. Pero Alai, con su
balbuceo y su completa vulnerabilidad, se había ganado el corazón de Rochi...
¿Y
por qué no? Alai era su sobrina, después de todo. Pero en cuanto a un hijo
propio... era algo en lo que nunca había pensado.El hijo de Gaston...
Solo
de pensar en tener un hijo de él se ponía a temblar. Gaston sería un padre
maravilloso, por la naturalidad con la que manejaba a Alai.
¿Qué
estaba pensando?
¡Ellos
no podían tener un hijo por la sencilla razón de que no tenían esa clase de
matrimonio!
-Los
de otros -confirmó ella bruscamente-. Pero un niño entre nosotros realmente
complicaría las cosas. El torció el gesto irónicamente.
-¿No
lo están ya? -murmuró burlonamente, levantándose con Alai en brazos-. Voy a
dar un paseo hasta el otro lado del estanque para enseñarle los peces.
En
otras palabras, aquello era cosa entre Gaston y Alai. ¡Para eso sacaba ella a
la
niña
a dar un paseo!
Rochi
fue a sentarse en un banco, frente al estanque, sintiendo que le fallaban las
piernas después de su reciente conversación.
Un
hijo. Seguramente Gaston no estaba sugiriendo...
-¿Niño
o niña?
Rochi
se volvió bruscamente al oír la voz, encontrando a una joven con un cochecito
sentada a su lado en el banco.
-¿Perdón?
-dijo Rochi, disculpándose.
La
joven, que debía de tener tres o cuatro años menos de los veintinueve que tenía
Rochi, una melena rubia y unos amistosos ojos azules, señaló con la cabeza
hacia el estanque, donde Gaston estaba enseñándole los peces a Alai.
-Le
preguntaba si tiene un niño o una niña. Rochi dejó de fruncir el ceño.
-Pues...
una niña -dijo sin dar muchas explicaciones-. Tiene seis semanas.
-El
mío tiene seis meses -la joven señaló con la cabeza al niño dormido en la
sillita junto a ella-. Tiene el sueño un poco cambiado. Se pasa la noche
despierto y duerme todo el día -sonrió tristemente.
-Pobrecita
-se compadeció Rochi de ella. La joven se encogió de hombros.
-Se
ve que su marido adora a la niña -murmuró ella con aprobación, volviendo a
mirar hacia el estanque.
Rochi
siguió su mirada, y se quedó sin aliento al ver a Gaston riéndose en el momento
que las manilas de Alai intentaban tocar el agua.
-Pero
se parece mucho a usted -añadió la joven suavemente.
-Sí...
-reconoció Rochi.
-Tiene
suerte de que su marido se interese tanto por la niña -dijo la joven con
nostalgia-. El mío está viendo el fútbol en alguna parte.
Y
el marido de Rochi solo estaba con ella en ese momento porque temía que fuese a
encontrarse con el hombre que él pensaba que era su amante... ¡su propio
hermano!
-No
creo que la novedad dure mucho -le aseguró Rochi a la otra mujer mordazmente-.
De momento Alai es pequeña y no da problemas... pero espere a que ande y hable.
¡Veremos entonces cuántas veces viene Gaston de paseo con nosotras!
La
joven se rio con ganas mientras se levantaba.
-Creo
que será mejor que vaya a preparar la comida. Ha sido agradable hablar con
usted -añadió afectuosamente antes de volverse y dirigirse a la salida del
parque.
Rochi
siguió sonriendo incluso después de que la mujer se hubiese ido. Había sido
divertido, fingir por unos minutos que Gaston y ella eran los padres de Alai,
reír y bromear con alguien sobre hijos y maridos.
-¿Quién era? -preguntó Gaston
suspicazmente. Rochi suspiró, mientras su sonrisa se desvanecía al levantar la
vista hacia él.
-No
tengo ni idea -le dijo sinceramente.
-Estabais
hablando -señaló él. Rochi respiró hondo para controlarse.
-Por
lo visto hablar es algo que hacen las madres cuando van al parque con sus hijos
-replicó ella sarcásticamente, levantándose para poner a Alai otra vez en el
cochecito.
Cuando se enderezó, se encontró con que Gaston
seguía mirándola con el ceño fruncido. ¿Por todos los santos, quién creía que
era esa mujer? ¿Una amiga de Peter que le había transmitido un mensaje?
-¡Probablemente
sea porque están atadas en casa con un bebé todo el día sin hablar con nadie!
-añadió Rochi mordazmente.
-¿Es
eso lo que para ti es la maternidad? ¿Estar atada? -murmuró Gaston.
-No
exactamente -respondió ella con desdén, empezando empujar el cochecito-. Pero
estoy segura de que para esa joven sí.
Gaston
empezó a andar a su lado.
-No
tiene que ser así. Hay niñeras...
-Gaston,
creo que este sentimiento paternal que estás demostrando es maravilloso...
pero estoy segura de que es pasajero -le dijo ella-. Los niños no se quedan del
tamaño de Alai mucho tiempo. Crecen, se vuelven parlanchines, preguntones, no
paran...
-Vale,
vale, ya me he enterado, Rochi -la interrumpió Gaston impacientemente-. ¡Lo
que intentas decir es que la maternidad no es para ti!
No,
Rochi no estaba diciendo eso en absoluto, pero tal como se habían deteriorado
las cosas entre Gaston y ella, ni siquiera podía considerar el tener un hijo en
su matrimonio.
-Soy una mujer profesional, Gaston -le dijo
fríamente-. Lo sabías cuando te casaste conmigo. Él levantó sus rubias cejas.
-¿Ah,
sí?
-¡Sí!
-insistió ella con firmeza-. ¡Ahora te toca a ti empujar esta maldita cosa!
Rochi
le dejó el cochecito, temblando de nuevo por la intensidad de la conversación,
y disculpándose internamente con Alai por molestarle su presencia.
La
verdad era que estaba empezando a querer a la niña, y sabía que no era buena
idea encariñarse con ella. Cuando le conviniese a Eugenia, volvería y se
llevaría a Alai con ella.
Cuando
volviese Eugenia... ¡Quién sabía cuándo!
Rochi
no se sintió más tranquila al llegar a casa poco después. La señora Garcia le
informó de que Eugenia había telefoneado mientras estaban fuera, ¡y que iba a
tener que quedarse en América varios días!
Y
de nuevo su irresponsable hermana no había dejado ningún teléfono de contacto.
Rochi
se sintió furiosa por el egoísmo de su hermana.
-Parece
que he la «mujer profesional» tendrá que seguir «atada» unos días más -dijo Gaston,
arrastrando las palabras burlonamente cuando el ama de llaves volvió a la
cocina.
Los
ojos mieles de Rochi brillaban furiosamente cuando lo miró.
-En
absoluto -soltó en tono desafiante-. Alai tendrá que venirse al trabajo conmigo
por la mañana.
No
sabía qué iba a hacer con la niña mientras trabajaba, pero la burlona actitud
de Gaston la había puesto a la defensiva.
¿Y
porque no iba a llevarse a Alai al trabajo?
¿Qué
había de malo en ello?
Fin Capi...
*Mafe*
Hay gracias por subir otro capitulo!!!!!! espero que gas deje de ser tan inseguro y que le diga que la ama!!!!!
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