Por el amor Dios, deja a la niña unos minutos, Pablo, y pongámonos a trabajar! refunfuñó
Rochi, frunciendo el ceño a su ayudante que se paseaba por el despacho con Alai
apoyada sobre uno de sus anchos hombros.
¿Qué
había de malo en llevarse a la niña al trabajo? En realidad no había nada de
malo en ello, excepto que Pablo trataba a Alai igual que al gato malcriado que
tenía en su apartamento, teniéndola en brazos constantemente, y sin dejar de
decirle monerías.
Pablo
la miró recriminatoriamente.
-Shh
-la chistó-. ¡Vas a despertarla!
-Se
supone que los bebés duermen aunque haya ruido -le dijo Rochi cansinamente.
Obviamente
Pablo no tenía ni idea de lo ridículo que estaba en su nuevo papel de niñera.
Solo
había una manera de describir a Pablo Martinez, con el pelo morocho teñido de
punta, el rostro lleno de marcas y un cuerpo grande y fuerte. ¡Parecía el
gorila de un sórdido club nocturno!
Pero
esa suposición era totalmente falsa. Pablo era uno de los hombres más
encantadores que Rochi había conocido, y no era capaz ni de matar una mosca. Y
en cuanto al rostro lleno de cicatrices provenía de su adolescencia, cuando
decidió ser honesto sobre su sexualidad y recibió varias palizas por su
franqueza.
Pero
el mundo de la moda era menos sentencioso sobre tales cosas, y Pablo era un
maravilloso ayudante; era capaz de dar vida a cualquier diseño de Rochi.
Llevaban trabajando juntos cinco años, y Rochi esperaba que eso no cambiase
nunca.
-Deja
a la niña, Pablo -le dijo pacientemente-. Dormirá mejor en su capazo.
Pablo
adoraba a los bebés. Una adoración que Alai había correspondido desde el primer
momento. Pero después de casi tres horas de mutua adoración, Rochi ya estaba
más que harta.
-A
trabajar, Pablo.-Él suspiró, dejando a Alai en el cochecito.
-Estás
muy refunfuñona hoy, Ro -se quejó él, arropando a la niña.
Rochi
no estaba refunfuñona, exactamente, sino más bien irritable. ¡Y sabía muy bien
por qué!
El
sábado por la noche estaba tan convencida de que Gaston realmente quería consumar
su matrimonio, que había esperado que entrase en su habitación por la noche.
Pero después de leer durante media hora una vez que se acostaron, Rochi tuvo
que aceptar que iba a dormir sola, después de todo.
¡Era
pura frustración lo que la hacía estar tan irritable!
-No
me llames Ro -replicó ella cuando Pablo por fin volvió a la mesa donde
trabajaban-. ¡Sabes que no me gusta!
Pablo
levantó sus oscuras cejas al sentarse a su lado.
-¿Va
todo bien en casa de los Dalmau? -Rochi lo miró con perspicacia.
-¿Qué
quieres decir? Él hizo una mueca.
-Normalmente
no estás de malhumor, Ro... Rochi -se apresuró a corregir Pablo-. Esta mañana
estás un poquito... nerviosa.
Ella
suspiró.
-Lo
siento -murmuró-. Será que no estoy acostumbrada a que me despierten por la
noche... -se interrumpió al ver las cejas de Pablo levantadas burlonamente-.
¡Un bebé, me refiero! -añadió enfadada.
Aunque
Pablo y ella llevaban años trabajando juntos, y eran muy buenos amigos, él no
sabía nada del arreglo de su matrimonio.
-Por
supuesto -le siguió la corriente Pablo, ocultando su burlona sonrisa-. Supongo
que, dadas las circunstancias, Gaston no se siente demasiado inclinado a
ayudarte.
Las
circunstancias eran que Alai era la hija de Eugenia, la mujer que había dejado
plantado a Gaston...
Ella
se encogió de hombros.
-En
realidad está siendo muy bueno con Alai -lo defendió-. Él... -se interrumpió
cuando la puerta que daba a la calle se abrió repentinamente detrás de ella.
-Hola,
Gaston -saludó Pablo afectuosamente cuando miró por encima del hombro de Rochi
hacia la puerta-. ¡Precisamente estábamos hablando de ti!
Rochi
puso un gesto de dolor ante su sinceridad, respirando hondo para controlarse y
adoptando una expresión de amable sorpresa antes de volverse hacia Gaston.
No
lo había visto esa mañana, ya que él se había ido antes de que ella bajase con
la niña, pero por su traje negro, su camisa blanca como la nieve y su corbata
clásica, se veía que había estado en la oficina.
-Algo
bueno, espero -dijo Gaston, entrando y cerrando la puerta tras de sí, cesando
instantáneamente el ruido de la calle.
El
salón, como le gustaba llamarlo a Rochi, era en realidad una casa enorme con
varias habitaciones que había sido acondicionado para oficinas. Había ropa, en
diferentes grados de preparación, esparcida por todas las habitaciones mientras
Pablo y ella, junto con una modista que iba los jueves y los viernes, los
confeccionaban para la siguiente colección de RoIgarzabal.
-¿Cómo
iba a permitir que alguien dijese algo desagradable sobre ti? -bromeó Pablo.
Para alivio de Rochi, los dos hombres, tan diferentes en su masculinidad,
habían congeniado desde el primer momento. De hecho, Pablo y su compañero,
Alan, a menudo cenaban con Rochi y Gaston.
Pero
en ese momento, mientras los dos hombres compartían sus bromas, a Rochi no le
hubiese importado que no se llevasen tan bien.
-¿Querías
decir algo desagradable sobre mí, Rochi...? -Gaston la miró con las cejas
levantadas.
-Sí,
claro -respondió ella burlonamente-. En realidad estaba diciéndole a Pablo lo
bueno que estás siendo con Alai -añadió rápidamente.
-«Muy
bueno», han sido las palabras exactas de Rochi -intervino Pablo mordazmente-.
Pero es tan encantadora que no me extraña.
-¿Rochi?
-dijo Gaston con sorna. El otro hombre sonrió.
-Bueno,
por supuesto Rochi es un encanto... ¡no hace falta decirlo!, pero me refería a Alai.
¡Algo de lo que Gaston era plenamente consciente!
-¿Qué
puedo hacer por ti, Gaston? -dijo Rochi, interrumpiendo las bromas.
Gaston
raramente iba al taller, y si lo hacía era para decirle que tenía que salir de
viaje inesperadamente. Pensar que fuese a irse en ese momento, con todo... pendiente
entre ellos, a Rochi le parecía inaceptable...
Gaston
la miró con sus insondables ojos verdes.
-Pasaba
a ver si estabas libre para comer -murmuró él finalmente.
Rochi
lo miró asombrada. ¿Comer? ¡Gaston nunca la había invitado a comer! Al menos,
no lo había hecho en los catorce meses que llevaban casados...
Quizás...
¡Peter...!
¡Invitándola a comer, Gaston estaba asegurándose de que no estuviese libre
para encontrarse con Peter!
-No
tengo ninguna cita -le respondió fríamente-. Pero estoy muy ocupada. Y además
está Alai...
-Con
una excusa es suficiente, Rochi -la interrumpió Gaston bruscamente, con una
mirada glacial.
-No
estamos tan ocupados, Rochi -dijo Pablo, ajeno a la tensión que existía entre
la pareja-. Todavía quedan meses para el desfile. Y ya me has enseñado antes
a dar de comer a Alai. Me encantaría quedármela un par de horas -añadió con
entusiasmo.
Rochi
no pudo evitar sonreír.
-Estará
completamente malcriada al final del día -se quejó ella-. Pero... de acuerdo.
¿Si te parece bien, Gaston?
Lo
miró a través de sus pestañas, sintiéndose repentinamente tímida al pensar en
salir a comer con su marido... aunque el motivo de la invitación fuese la
sospecha.
-Está
bien -aceptó él concisamente, molesto por sus excusas iniciales.
Rochi
se puso una chaqueta de seda color ciruela claro sobre una camiseta negra
ajustada. La chaqueta hacía juego con los pantalones sueltos que llevaba. Se
pasó los dedos por el pelo antes de levantarse.
-Lista
-le dijo a Gaston, siguiéndolo hacia la puerta, y allí se volvió-. ¿Estás
seguro de que te las arreglarás bien, Pablo?
-Claro
que estoy seguro -respondió Pablo indignado-.Tengo hermanas pequeñas,
¿recuerdas? -añadió con nostalgia.
Pablo
no había tenido suerte con su familia en cuanto a la comprensión de su
sexualidad. Esas tres hermanas a las que se refería estaban casadas, y tenían
hijos; niños a los que a su tío Pablo no le permitían ver...
Rochi
le sonrió con cariño.
-¡Que
te diviertas!
-Oh,
lo haremos -le aseguró Pablo. Rochi miró a Gaston a través de las pestañas
cuando estuvieron en su coche, de camino al centro,
y
no fue muy alentador ver la dureza de su facciones y la frialdad de sus ojos.
El silencio entre ellos estaba cargado de tensión.Rochi
contuvo las lágrimas que repentinamente invadieron sus ojos, y se puso a mirar
por la ventanilla, para que Gaston no viese que estaba a punto de llorar.
-¿Prefieres
francesa o italiana? Rochi dio un respingo en el asiento cuando Gaston rompió
el silencio repentinamente.
-¿Perdón...?
-dijo ella, volviéndose hacia él con el ceño fruncido.
Gaston
la miró impacientemente antes de volver a fijar su atención en la carretera.
-¿Te
apetece comer comida francesa o italiana? -repitió él secamente.
Rochi
no estaba de humor para comer nada. De hecho se arrepentía de que entre los dos
hombres la hubiesen obligado a salir con él. Pero ya que había aceptado la
invitación...
-Italiana
estaría bien -le dijo roncamente.
Evidentemente
Gaston era conocido en el restaurante al que la llevó, ya que el camarero lo
saludó por su nombre antes de llevarlos a una mesa cerca de la ventana.
Rochi
miró a Gaston con las cejas levantadas una vez que estuvieron sentados, uno en
frente del otro.
-¿Es
uno de tus restaurantes favoritos? -le preguntó-Él levantó la vista del menú
que estado leyendo.
-Está
justo al lado de mi oficina -dijo, encogiéndose de hombros.
Rochi
ya se había dado cuenta de eso... ¡y también sabía que tenía una secretaria
joven y guapa!
-Qué
práctico -dijo ella burlonamente. Gaston la miró sin entender.
-¿Y
eso qué significa? -bramó.-Ella levantó las cejas ante su agresividad.
-Exactamente
lo que he dicho. Este restaurante es práctico para que vengas a comer cuando
estás en la oficina.
Gaston
suspiró profundamente.
-Rochi...
-¿Gaston?
-replicó ella como si nada.
-¿Por
qué no olvidamos la tensión del fin de semana por un momento -sugirió él-, y
disfrutamos de una comida juntos?
Gaston
no tenía ni idea de cuánto deseaba Rochi que aquello fuera posible. Pero la
verdad era que estaba demasiado consciente de él, y de sus sentimientos hacia
él, para sentirse relajada en su compañía.
-Si
eso es lo que quieres, Gaston.
-Es
lo que quiero -suspiró él-. Pensaba que al menos nos gustábamos, Rochi, pero
estos últimos días... -sacudió la cabeza seriamente-. Ya no estoy seguro.
A
Rochi ciertamente él le gustaba. Probablemente más de lo que debería. En ese
momento no se atrevía ni a mirarlo, y fijó su atención en el menú, con el pulso
acelerado.
-Creo
que estás exagerando en cuanto a lo que sucedió el fin de semana, Gaston -le
dijo en tono mesurado-. Nada ha cambiado entre nosotros.
-¡Yo
no llamaría nada al hecho de que casi hicimos el amor! -dijo él bruscamente.
El color invadió las mejillas de Rochi. Ella se refería al tema de Eugenia y Peter...
-Nadie
salió herido, Gaston -dijo ella, restándole importancia.
-¿No?
Yo... -se interrumpió cuando el camarero volvió a su mesa para tomarles nota.
Los
siguientes minutos los pasaron eligiendo la comida. ¡Un respiro por el que Rochi
se sintió más que agradecida! Los dos besándose, acariciándose, «casi» haciendo
el amor, como había dicho Gaston, era un preciado recuerdo en el que únicamente
podía pensar estando sola.
Se
inclinó hacia delante cuando el camarero se fue, poniendo la mano brevemente
sobre la de Gaston. ¡Y ese roce momentáneo fue suficiente para enviarle a Rochi
una descarga eléctrica que le subió por el brazo y le recorrió todo el cuerpo!
-Hagamos
lo que has sugerido, Gaston, y disfrutemos de la comida -dijo ella
roncamente-. Ninguno de nosotros podrá trabajar esta tarde si tenemos una
indigestión -bromeó, en. un esfuerzo de reducir la tensión.
Él
la miró durante unos largos segundos con los ojos verdes entrecerrados, y
entonces asintió lentamente con la cabeza.
-¿Una
tregua, Rochi?
-Una
tregua, Gaston -convino ella. Gaston hizo un gesto de reconocimiento con la cabeza.
-¿Cómo
va la colección?
Rochi
agradeció el cambio de tema. Tal vez la comida saliese bien, después de todo...
Ella sonrió un poco compungidamente.
-Bien,
cuando pueda apartar a Pablo de Alai. Gaston se rio.
-Sería
un maravilloso padre, es obvio que adora a los niños.
-Mmm
-reconoció ella con nostalgia. Y no solo Pablo. Gaston también sería un padre
maravilloso...
-He
hecho que te pongas triste otra vez -murmuró Gaston disgustado consigo mismo-.
¡Parece que nunca acierto contigo! -sacudió la cabeza.
No
era solo Gaston. Últimamente Rochi estaba muy sensible y cualquier cosita le
causaba un cambio de humor radical.
-Tengo
la regla -mintió ella.
Gaston
pareció relajarse con su explicación, y dio un sorbo del vino tinto que el
camarero acababa de servirles.
-Por
esa razón siempre he agradecido haber nacido hombre -Gaston puso cara de
disgusto.
-Pero
tiene sus compensaciones -dijo Rochi con una sonrisa-. Podemos quedarnos
embarazadas y dar a luz -le explicó ante la interrogativa mirada de Gaston.
Instantáneamente
se arrepintió de su franqueza. ¿Cuándo había considerado ella quedarse embarazada
y dar a luz como una compensación? Los últimos días, reconoció internamente.
Desde la llegada de Alai...
Tres
días antes se había preguntado cómo iba a arreglárselas con un bebé en la casa,
y cómo iba a cuidarlo, pero en ese momento sabía que iba a echar muchísimo de
menos a Alai cuando Eugenia fuese a recogerla.
La
boca de Gaston se torció desdeñosamente.
-Creo
que la mayoría de las mujeres encontrarían discutible la realidad de esa
afirmación.-Rochi se rio.
-La
realidad de ello probablemente -reconoció-. Pero nadie nos prohibe soñar, Gaston
-añadió risueñamente..
-Creía
que tus sueños eran solo de telas y moda -bromeó él.
-Lo
son -admitió ella, recostándose en la silla cuando les sirvieron el primer
plato-. Esto está delicioso -murmuró con placer después de probar la pasta que
había pedido-. ¡Aunque voy a oler a ajo todo el día!
-No
importa, lo mío también tiene ajo -dijo Gaston, quitándole importancia.
Rochi
se preguntó por el significado de ese comentario, pero no dijo nada, sino que
siguió comiendo.
Una
comida excelente, y la compañía también, ya que Gaston se puso a contarle
divertidas historias sobre la pesadilla del negocio que estaba intentando
cerrar en ese momento.
Rochi
lo estaba pasando tan bien que hasta que no volvían al salón un par de horas
después no se dio cuenta de que Gaston no le había dicho la razón de su
inesperada invitación a comer. Porque una cosa sí sabía de Gaston: siempre
tenía una razón para todo lo que hacía.
Se
volvió en su asiento para mirarlo.
-La
comida ha sido encantadora, Gaston, pero todavía no me has dicho por qué hemos
comido juntos.
Él
enarcó sus rubias cejas
-¿Tiene
que haber una razón?
-Sí,
creo que sí -respondió ella lentamente.- Gaston suspiró.
-He
ido a ver a Peter esta mañana, Rochi.. -¡Otra vez, Peter! Maldito...
-¿Sí?
-dijo ella, sentándose tensamente en su asiento-. ¿Y a él sí le has creído
cuando te ha dicho que solo me había llamado porque estaba intentando localizar
a Eugenia? -preguntó con sus ojos mieles brillando de indignación.
-No
me dijo eso... no me dijo nada, Rochi-añadió cuando ella abrió la boca para
objetar-. Por la sencilla razón de que no estaba. Se ha ido, Rochi. ¡Y el
conserje del edificio donde vive dice que no tiene ni idea de cuándo volverá!
Ella
se encogió de hombros despectivamente.
-¿Y
qué tiene eso que ver conmigo, Gaston? -preguntó ella, mirándolo
desafiantemente.
La
camaradería que había resurgido entre ellos durante la comida, se había
evaporado como si nunca hubiese ocurrido.
Gaston
detuvo el coche delante del taller antes de responderle, girándose en su
asiento, con el brazo en el respaldo de ella.
-No
me gustaría que te hiciesen daño, Rochi-le dijo roncamente.
-Peter
no podría hacerme daño, Gaston...
-Hay
algo más, Rochi -la interrumpió con firmeza, jugando distraídamente con el
cabello rubio que le caía a Rochi por los hombros-. No sé cómo decírtelo...
-murmuró él con gravedad.
-Suéltalo
ya, Gaston -le dijo ella irritada-. ¡Nada de lo que puedas decirme de Peter
puede impresionarme!
Gaston
asintió con la cabeza impacientemente.
-Es
mi hermano pequeño, y por esa razón lo quiero... pero sé que la próxima vez que
lo vea voy a darme el gusto de golpearlo.
Rochi
sacudió la cabeza. .
–Eso
es algo entre tú y Peter.-Gaston suspiró.
-¿Alguna
vez has llamado al apartamento de Peter, Rochi? -la miró inquisitiva mente.
Los
ojos mieles de Rochi le lanzaron una mirada furiosa.
-Ya
te lo he dicho. ¡No le he llamado nunca a ninguna parte! Tú...
-Solo
te lo pregunto porque Peter ya no vive solo, Rochi -la interrumpió Gaston-. Ha
estado compartiendo su apartamento estos últimos ocho meses. Con una mujer
-añadió significativamente.
Rochi
se quedó mirándolo, sin saber qué decir ¡Peter estaba viviendo con una mujer y
todavía estaba intentando hablar con Eugenia...! Gaston iba a tener que hacer
cola detrás de ella si quería pegar a Peter. ¡Ella quería ser la primera! Eugenia
podría ser una irresponsable, pero seguía siendo su hermana.
Rochi
tragó saliva, pálida bajo el maquillaje.
-¿Conociste...
a esa mujer? -preguntó inexpresivamente.
Gaston
sacudió la cabeza.
-Tampoco
estaba allí -respondió él ásperamente-. Pero el hecho de que lleven viviendo
juntos ocho meses, implica cierta permanencia -añadió, lanzando a Rochi otra
inquisitiva mirada.
Ella
levantó las cejas con desdén.
-¡Nada
de lo que hace tu hermano implica permanencia!
-Eso
es, Rochi -dijo Gaston con aprobación-. No te pongas triste, enfádate.
Era
Eugenia la que tenía que enfadarse con Peter, no ella. ¡Solo esperaba ver a su
hermana antes que Peter!
-Tengo
que irme, Gaston -le dijo con el ceño fruncido-. Pablo ya lleva bastante
tiempo cuidando a la niña -dijo, girándose para abrir la puerta-. ¿Vendrás a
cenar esta noche? -añadió distraídamente mientras Gaston le abría la puerta.
-Sí
-afirmó él, mirándola ceñudamente-. ¿Y tú? Rochi lo miró sorprendida.
-Por
supuesto. Hasta que Eugenia vuelva para recoger a Alai estoy bastante atada
-añadió mordazmente.
-Desde
luego -Gaston asintió con la cabeza bruscamente-. Entonces hasta luego.
Rochi
salió corriendo, aliviada al cerrar la puerta del salón detrás de ella,
consciente de que Gaston no había subido al coche, sino que estaba observando
cada uno de sus movimientos.
-¿Qué
tal la comida? -preguntó Pablo mientras Rochi se recostaba con debilidad en la
puerta.
-Muy
bien -dijo ella, colgando su chaqueta-. ¿Cómo está Alai?
-Ha
comido, y se ha quedado profundamente dormida -la informó Pablo felizmente,
mirando al cochecito.
-Bien
-Rochi suspiró aliviada.
-Gaston
parecía un poco... serio hoy -comentó Pablo sagazmente, volviéndose hacia Rochi.
-Gaston
siempre esta serio -dijo ella secamente, arrepintiéndose enseguida de su
irritabilidad-. No preguntes, Pablo. Es demasiado difícil de explicar.
Rochi
levantó las manos y sacudió la cabeza, sintiendo de nuevo la amenaza de esas
ridiculas lágrimas. En realidad no eran solo una amenaza, sino que empezaron a
rodar abrasadoramente por sus mejillas.
-¡Ro!
Pablo
se mostró completamente afligido, rodeándola con sus brazos, y estrechándola
tiernamente contra su pecho mientras le daba palmaditas en la espalda.
Rochi
lloró como no lo había hecho en años, con profundos e incontrolados sollozos
que le sacudían todo el cuerpo, mientras las lágrimas rodaban por sus
mejillas.
Lloraba
por la necesidad de Gaston. Por el deseo de Gaston. Por el amor de Gaston.
¡Lloraba por Gaston! Lo amaba tanto que aquello la estaba destrozando.
Y
no sabía qué hacer al respecto. Él parecía que seguía enamorado de su hermana.
Y Gaston creía que todavía tenía alguna relación con Peter....
-¿Interrumpo
algo?
La
voz de Gaston sonó fría entre la vorágine de sentimientos en la que Rochi
parecía haber caído.
Levantó
la vista con sorpresa, quedándose sin aliento al ver la violencia del rostro de
Gaston, que la miraba desde la puerta.
-Tu
bolso -dijo levantándolo para explicar su inesperada reaparición, mirando a Rochi
tan fríamente que le produjo escalofríos-. Te lo has dejado en el coche. Pensé
que podrías necesitarlo -añadió con desdén-. Pablo.
Saludó
con la cabeza despectivamente al otro hombre antes de girarse sobre sus talones
y marcharse tan repentinamente como había aparecido, dando un portazo.
-¿Pero
qué demonios...? Rochi - Pablo la miró con el ceño fruncido-. ¿Qué demonios
está pasando entre Gaston y tú?
Ella
empezó a reírse. Era una risa sin humor, una risa que se mezcló con las
lágrimas que de nuevo empezaron a brotar.
¿Qué
estaba pasando entre Gaston y ella?
¡Ojálalo
supiese!
Fin Capi...
*Mafe*
Me encanto este cap me encanta esta nove espero que gas se de cuenta que rochi lo ama!!!
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