Capitulo 7
Rocio
entró en el comedor silenciosamente, muy alta y esbelta con un vestido negro
corto, sin apenas mirar a Gaston al sentarse enfrente de él en la mesa.
No
lo había visto al volver a casa del salón hacia una hora. Había estado ocupada
con la niña y luego se había duchado y se había vestido para cenar.
Pero
la última vez que había visto Gaston la había mirado con tal desdén que había
tenido que reunir todo su valor para bajar y enfrentarse a él.
Respiró
hondo, levantando la cabeza desafiantemente, y se obligó a mirarlo.
-Antes
de que empecemos a cenar tal vez debería explicarte lo que pasó antes...
-Ya
lo ha hecho Pablo -la cortó Gaston secamente, torciendo el gesto burlonamente
cuando Rochi lo miró sorprendida-. Fue a verme a la oficina.
-¿Eso
hizo?-Gaston asintió con la cabeza.
-Pensaba
que yo podía haber malinterpretado la situación entre vosotros cuando entré en
el salón -dijo él con desdén-. ¡Parecía que tenía la necesidad de decirme que
el hecho de que estuvieses en sus brazos era algo completamente inocente!
-Por
supuesto que era completamente inocente-replicó ella irritada-. Los dos sabemos
que está contento de su relación con Alan. Y en cuanto a mí...-se interrumpió,
mirándolo incómoda.
-No
estás contenta de tu relación conmigo -terminó Gaston fríamente.
-Pues...
-Rochi interrumpió su protesta cuando la señora Garcia entró con el salmón
ahumado y lo dejó en la mesa.
-Come,
Rochi -le dijo Gaston bruscamente una vez que volvieron a estar solos-. No
estoy de humor para otra discusión -añadió fatigadamente, levantando su
cuchillo y su tenedor.
Rochi
hizo lo mismo.
-No
tengo ninguna intención de discutir contigo, Gaston -le aseguró ella
tranquilamente-. Ha sido un día muy largo. Lo único que quiero es cenar e irme
derecha a la cama.
Gaston
torció la boca burlonamente.
-¡Ignorándome
no va a hacer que desaparezca, Rochi!
-Sería
imposible ignorarte, Gaston -replicó ella, mirándolo ferozmente con sus ojos mieles-.
La verdad es que trabajar todo el día y cuidar a la niña es muy cansado.
La
expresión de Gaston se oscureció.
-¡Eugenia
es de lo más egoísta... ! -Gaston se interrumpió, sacudiendo la cabeza con
indignación-. ¿Quieres que me ocupe yo de Alai esta noche, para que descanses?
¡Era
desconcertante cómo Gaston pasaba del enfado a la preocupación en cuestión de
segundos!
-Puedo
arreglármelas... gracias -dijo ella con afectación.
-Rochi,
solo estaba... ¡Oh, al infierno! -Gaston arrojó sus cubiertos al plato antes de
levantarse-.Ya he tenido bastante. ¡Me voy a mi estudio!
Rochi
lo vio marcharse antes de dejar ella también sus cubiertos y ocultar el rostro
entre las
manos.
¿Cuánto
tiempo podrían continuar así?
Rochi
no estaba segura de lo que la había despertado. Cuando llegó al pasillo, no
salía ningún sonido de la habitación de Alai. Lo que no la sorprendía; solo
hacía una hora que le había dado de comer y la había vuelto a acostar.
Pero
algo la había despertado, un ruido que no era habitual en la casa a las dos de
la madrugada. ¿Qué...?
-Ya
te he dicho que tu comportamiento es inaceptable, Eugenia -oyó que decía Gaston
casi gritando en el piso de abajo-. Te vas así, sin decir una palabra a nadie,
y... sí, ya se que tienes trabajo. ¡Me decías eso muy a menudo en el pasado!
Rochi
no había oído hablar a Eugenia, lo que significaba que Gaston debía de estar
hablando por teléfono con ella.
Se
quedó en lo alto de las escaleras, clavada en el sitio, sabiendo que había sido
la voz de Gaston lo que la había despertado.
¿Habría
llamado Eugenia? ¿O habría sido Gaston el que la había telefoneado?
Porque
si había sido eso último, entonces Gaston había sabido todo el tiempo dónde
estaba Eugenia. Lo que llevaba a muchas otras preguntas.
-Pasado mañana no está bien, Eugenia -dijo Gaston
con aspereza, respondiendo a algo que Eugenia le había dicho-. Quiero que estés
aquí mañana. Sí... mañana, Eugenia -insistió él con firmeza-. No es justo que
dejes a Alai con Rochi de la forma que lo has hecho. Ella... espera un momento.
Creo que he oído algo -murmuró impacientemente.
Ese
algo había sido Rochi que había golpeado accidentalmente el jarrón de encima de
la mesita del pasillo, sujetándolo rápidamente para que no se cayese. Rochi
retrocedió en las sombras del pasillo cuando sintió que Gaston miraba hacia
arriba en la oscuridad.
-No
era nada -dijo Gaston, volviendo al teléfono minutos después-. Eugenia, ya he
oído tus excusas antes, docenas de veces... ¿recuerdas? -dijo él
fatigadamente-. Es demasiado tarde para explicaciones -añadió con dureza-. ¡Haz
el favor de volver donde tienes que estar! -y colgó bruscamente.
Rochi
se movió rápidamente sin hacer ruido, corriendo descalza por la alfombra del
pasillo hasta alcanzar el refugio de su habitación. Cerró la puerta, recostándose
en ella, con el corazón palpitándole erráticamente bajo su pijama de seda azul.
Sintió
náuseas. ¿Gaston y Eugenia...? No podría soportarlo.
Se
apartó bruscamente de la puerta como si la abrasase cuando sonaron unos débiles
golpes al otro lado.
¡Gaston!
-Rochi,
sé que estás despierta -le dijo él en voz baja.
¡Podía
estar despierta, pero eso no significaba que quisiera hablar con él! Tenía
miedo de que si hablaba con Gaston en ese momento, podía decir algo de lo que
más tarde se arrepintiese.
-Ro,
por favor abre la puerta...
Ella
abrió la puerta de golpe, fulminando con la mirada a Gaston, que estaba en el
pasillo, cubierto solo con su batín de seda negro.
-¡No
me llames así! -exclamó ella furiosamente. ¿Cómo se atrevía? ¡Cuando acababa de
hablar con su hermana!
Él
levantó las manos defensivamente.
-Perdona
-suspiró profundamente-. Era Eugenia...
-Ya
sé quién era -replicó ella con el rostro encendido de ira.
Gaston
la miró interrogativamente.
-¿Y
entonces por qué no has bajado a hablar con ella?
¡En
lugar de esconderse en las sombras!, parecía implicar su tono.
-Por
lo que oído, ya has dicho tú todo lo que era necesario.
Él
entornó sus ojos verdes.
-¿Y qué se supone que significa eso?
-preguntó en un tono peligrosamente suave. Rochi se encogió de hombros.
-Le
dijiste a Eugenia que volviese.
«Donde
tenía que estar», recordó Rochi para sí misma. ¿Significaba eso que Eugenia
tenía que estar con Gaston...?
-Por
supuesto que lo he hecho -admitió él-. Tu hermana cree que es la única que
tiene trabajo, que el resto del mundo gira en torno a ella. Yo no... ¡Demonios,
no quiero hablar de Eugenia! -murmuró Gaston irritado, sacudiendo la cabeza-.
Me enferma hablar de ella. Me parece que no hemos hablado de otra cosa en estos
últimos días.
Rochi
lo miró con ojos aprensivos.
-¿De
qué quieres hablar entonces, Gaston? Él sonrió con desgana.
-¿A
las dos y media de la madrugada? Preferiría no hablar de nada -Gaston suspiró,
impaciente con la situación-. La verdad es que me he despejado -dijo
finalmente-. ¿Te apetece tomarte una taza de cacao conmigo?
Ella
ya no estaba segura de lo que quería. Sabía que amaba a Gaston, pero... ¡si
estaba teniendo una relación con su hermana otra vez...! Por mucho que le
doliese, si ese fuese el caso, sería el fin de su matrimonio...
-Solo
es una taza de cacao, Rochi -bromeó Gaston-. ¡No es una decisión de vida o
muerte!
-Está
bien -dijo ella bruscamente, recogiendo su bata, y poniéndosela antes de seguir
a Gaston por las escaleras.
El
tictac del reloj del abuelo en el pasillo sonaba demasiado fuerte en sus oídos.
Gaston
no encendió la luz de la cocina cuando entraron, sino únicamente la luz del
fogón, proyectando un cálido resplandor sobre los armarios de roble de la
cocina.
Rochi
se dio cuenta con consternación de que era ese extraño momento de la noche otra
vez, cuando nada parecía real.
-¿Quieres
que lo prepare yo? -preguntó roncamente.
-Por
supuesto que no -se negó él con firmeza-. Soy muy capaz de prepararle una taza
de cacao a mi esposa.
Su
esposa... sí, eso era ella. Pero de palabra solo...
De
nuevo Rochi se preguntó si las cosas serían diferentes entre ellos si no fuese
así.
Mientras
bebía el cacao que Gaston le había preparado, se preguntaba si sería capaz de
hacerlo. ¿Cambiaría su situación si hiciesen el amor?
¡Sólo
había una manera de averiguarlo!
-Eh,
no tienes que tomarte al pie de la letra lo de no hablar -bromeó Gaston,
interrumpiendo sus pensamientos, al sentarse enfrente de ella.
Dios,
qué guapo era. Tenía el cabello rubio alborotado, la dureza de su rostro se
había suavizado con " la tenue iluminación de la habitación, y el calor de
su cuerpo parecía alcanzarla y envolverla.
-¿Rochi...?
-dijo él en tono vacilante, con la mirada entrecerrada sobre su encendido
rostro.
Encendido
porque deseaba a Gaston, lo deseaba tanto que sentía un dolor físico. ¡Y tal
como estaban las cosas entre ellos en ese momento, sabía que tenía poco que
perder!
¿Y
qué si se ponía en ridículo? Tenía veintinueve años, por el amor de Dios, no
era ninguna adolescente. Además, era la esposa de Gaston, y si alguna mujer
tenía derecho a compartir su cama con él, era ella.
¡No
renunciaría a él sin luchar!
-Gaston
-replicó ella con la voz ronca, dejando la taza vacía y aguantándole la mirada,
sin ocultar su deseo.
Gaston
se levantó lentamente, rodeó la mesa y la puso de pie, agarrándole suavemente
la barbilla con la mano, sin dejar de mirar su rostro encendido y sus febriles
ojos.
-Rochi,
¿estás segura de que es esto lo que quieres? -murmuró él finalmente, con el
ceño fruncido-. Me doy cuenta de que hoy ha sido un día difícil para ti...
-¿Gaston,
por qué no dejas de hablar y me besas? -refunfuñó ella, deseando dejar a un
lado el desastroso día.
-¿No
te arrepentirás? -Gaston vaciló-. ¿No me odiarás mañana?
Ella
lo rodeó con sus brazos, apretándose contra él.
-Me
gustas y te respeto demasiado, Gaston, para odiarte -le aseguró ella,
levantando la cabeza incitantemente.
Por
fin la boca de Gaston descendió hacia ella.
Era
como si desde el sábado por la noche, desde que había estado con Gaston en sus
brazos, no hubiese sucedido nada; la ardiente pasión se reavivó instantáneamente,
encendiendo a Rochi, curvando su cuerpo contra la cálida dureza de Gaston.
Era
tan agradable sentir sus hombros anchos y musculosos bajo los dedos, su pecho
ligeramente cubierto de vello rubio cuando le retiró el batín, la desnudez de
sus muslos fuertes y poderosos.
-Rochi...
-Sin
hablar -le recordó ella, cubriéndole los labios con los dedos.
Él
sonrió, besándole con ternura cada uno de los dedos antes de quitarle la mano,
pero agarrándosela con fuerza.
-Solo
iba a sugerir que subiésemos arriba... a menos que quieras que te haga el amor
sobre la mesa de la cocina -la provocó él con la voz ronca.
Ella
se rio.
-Muy
original... pero no creo que sea muy cómoda.
Sus
manos permanecieron unidas mientras subían lentamente las escaleras. De pronto
Rochi se sintió un poco tímida, pero decidida, sin embargo a terminar aquello.
¡Cualquier cosa con tal de dificultar a Gaston que pusiese fin a su
matrimonio!
Por
acuerdo tácito fueron al dormitorio de Rochi, donde la lamparilla de noche de
la mesilla seguía encendida.
-Déjala
-le dijo Gaston suavemente cuando ella fue a apagar la lámpara-. A no ser que
te importe...
-No
-le aseguró ella rotundamente-. No me importa.
Con
la respiración entrecortada, Gaston le desabrochó la bata y se la deslizó por
los hombros antes de dejarla caer sobre la alfombra a sus pies, seguida rápidamente
por la camisa de seda azul
.
-Qué
hermosa eres, Rochi -murmuró el guturalmente, tomando cada uno de sus pechos en
las manos antes de inclinar la cabeza para besar sus ardientes pezones.
Ella
gimió, sintiendo que se le doblaban las piernas. Arqueó la espalda mientras la
lengua de Gaston le acariciaba húmedamente cada pecho, temblando de placer.
Los
labios de Gaston trazaron una estela de fuego por sus costillas hasta su
ombligo, acariciándole con la lengua la pequeña caverna antes de que sus labios
descendiesen todavía más abajo. Los pantalones azules de seda cayeron al suelo
cuando él desabrochó el único botón que los sujetaban, dejándola completamente
desnuda delante de él.
Rochi
se quedó sin aliento, enredando los dedos en la rubia espesura de su pelo,
arqueando su cuerpo de necesidad mientras los acariciantes labios de Gaston se
movían por sus muslos.
Con
los ojos nublados de pasión, Gaston levantó la vista hacia ella.
-Si
quieres que pare...
-No
-le aseguró ella jadeantemente-. ¡Por favor!
-¡Dios,
Rochi...!
Él
se abrazó a sus muslos brevemente antes de levantarse.
-Ahora
a mí -la invitó él roncamente, retrocediendo ligeramente para que ella llegase
al cinturón de su batín.
Los
dedos de Rochi forcejearon torpemente con el sencillo nudo. Estaba temblando de
deseo, y al mismo tiempo deseaba saborear el cuerpo de Gaston como él acababa
de hacer con ella.
Completamente
desnudo, solo había una palabra para describir a Gaston, la misma palabra que
él había utilizado para describirla a ella hacía unos minutos: hermoso.
Parecía
una extraña palabra para asociarla con el duro y arrogante hombre que era su
marido, pero aun así era la única palabra que Rochi podía pensar para
describir su ágil cuerpo, el vello oscuro de su pecho, descendiendo hasta sus
musculosos muslos, y sus piernas, largas y fuertes.
Rochi
se movió, besándole el pecho como él la había besado a ella, siendo recompensada
cuando él se quedó sin aliento al intentar permanecer inmóvil delante de ella.
Intentar... porque cuando Rochi descendió con los labios y las manos por su
cuerpo como él había hecho con ella, a Gaston le resultó cada vez más difícil
soportar sus besos y sus caricias.
-¡Basta,
Rochi! -gimió-. ¡A no ser que quieras que pierda totalmente el control!
Gaston
la levantó sin esfuerzo, con el rostro crispado casi de dolor. Abrió la cama
antes de acostarla con suavidad, uniéndose a ella enseguida, reclamando de
nuevo su boca.
Era
como ahogarse, verse arrastrada por una marea de ingravidez, sin poder pensar
en nada, solo sentir. Sentir como Rochi no había sentido en su vida.
Ninguna
parte de ella quedó sin ser acariciada y besada por él; cada curva, cada hueco
fue explorado y capturado.
Y
el cuerpo de Gaston se le hizo tan familiar a Rochi como el suyo, acariciando
amorosamente cada músculo, cada terso contorno, mientras lo besaba.
Estaba
tan excitada que los sonidos que salían de su garganta habían pasado del placer
a la súplica.
-Todavía
no -gimió el, con la cabeza en sus pechos-. ¡No quiero que esto acabe nunca!
Ella
tampoco. ¡Quería que fuese su principio...!
-Por
favor, Gaston -suplicó ella, tomando su rostro entre las manos y mirándolo con
el rostro encendido de pasión-. Dilo, Gaston -le pidió con anhelo-. ¡Di mi
nombre! -se le quebró la voz de emoción.
-¿Rochi...? -dijo él aturdido-. ¡Rochi, Rochi,
Rochi! -repitió él temblorosamente. Ella soltó una jadeante carcajada.
-Hazme el amor, Gaston. ¡Por favor!
Con
una última mirada ligeramente perpleja, Gaston se movió, y por fin fueron
uno...
Estaban
tan íntimamente unidos que Rochi no sabía dónde acababa ella y dónde empezaba Gaston,
pero cuando él empezó a moverse lentamente dentro de ella, eso dejó de tener
relevancia.
La
había colmado de abrasador placer antes, pero en ese momento se sintió
consumida, completamente perdida, cayendo por un precipicio una y otra vez
hasta que Gaston perdió totalmente el control, arqueando su cuerpo ligeramente
antes de rendirse a su propio placer, arrastrándola con él a una cima de
sensación que ella no sabía que existía.
Solo
el sonido de sus respiraciones jadeantes llenaba el aire cuando Gaston alcanzó
las sábanas y las echó sobre sus cuerpos. Rochi apoyó la cabeza en su hombro y
él la estrechó entre sus brazos.
Rochi
sabía que debería decir algo, cualquier cosa, pero no habría podido hablar
aunque lo hubiese intentado. Estaba con el hombre al que amaba, abrazada
protectoramente contra el calor de su cuerpo. Y él se iba a quedar exactamente
donde estaba, no iba a volver a su dormitorio después de hacer el amor, como
ella había temido. De momento era suficiente..
.
Rochi
no tenía ni idea de qué hora era cuando se despertó a la mañana siguiente, pero
el sol brillaba detrás de las cortinas de su dormitorio, así que debía de ser
hora de desayunar. Aunque no tenía ningún apetito. ¡No de comida, por lo
menos...!
Se
sonrió, recordando todo lo que había sucedido la noche anterior, pero esa
sonrisa se desvaneció cuando se dio la vuelta y descubrió que estaba sola en su
enorme cama, que Gaston no estaba a su lado.
¿Había
sido todo un sueño, como los que había tenido otras noches...?
No,
no había sido un sueño. Su cuerpo todavía le dolía de hacer el amor, un dolor
placentero. Recordaba que Gaston la había despertado en algún momento de la
noche. La segunda vez que habían hecho el amor, conociéndose ya el uno al
otro, había sido incluso más placentera que la primera.
¿Pero
dónde estaba Gaston?
Se
sentó en el borde de la cama, con las mejillas encendidas al mirarse y verse
completamente desnuda, y las marcas de la pasión de Gaston en los pechos.
Pero
se alegraba de esas marcas. Eran la confirmación de que la noche anterior era
real, no un sueño.
Estaba
tarareando por lo bajo, después de volverse a poner el pijama de seda azul,
sentada delante del espejo, peinándose el cabello rubio, cuando llamaron a la
puerta del dormitorio.
Sin
dejar de sonreír, se giró en el taburete.
-Adelante
-invitó con la voz ronca.
-El
desayuno, señora Dalmau -dijo la señora Garcia, entrando en la habitación con
una bandeja- El señor Dalmau ha pensado que preferiría desayunar en la cama
después de una mala noche -le explicó el ama de llaves mientras colocaba la
bandeja en la mesilla.
¡Una
mala noche...! Muy oportuno.
Rochi
se alegró de que la señora Garcia estuviese ocupada con la bandeja en ese
momento, dándole unos minutos para disimular su desilusión porque no fuese Gaston
quien estaba en la puerta.
-Qué
amable de su parte -murmuró ella un poco tímidamente-. ¿Dónde está Gaston?
-preguntó como si tal cosa mientras se levantaba para servirse una taza de
café.
El
ama de llaves pareció sorprendida por la pregunta.
-Se
ha ido a la oficina, como siempre.
-Oh
-Rochi contuvo su desilusión.
-Le
dio el biberón a Alai antes de irse, así que ella está muy contenta -le informó
el ama de llaves-. Se la traeré en unos minutos, si quiere. Una vez que haya
desayunado, por supuesto.
-Estupendo
-dijo Rochi distraídamente.
Seguía
desilusionada porque Gaston se hubiese ido a trabajar como siempre. ¡Habría
sido agradable despertarse en la cama con él, tal vez para volver a hacer el
amor...!
Aun
así Rochi se sentía feliz y contenta esa mañana, y decidió que nada
estropearía esa sensación de bienestar.
Y
los siguientes minutos nada lo hizo. El café estaba caliente y fuerte, como a
ella le gustaba, y los cruasanes estaban recientes y deliciosos. Incluso cantó
mientras se duchaba antes de ponerse un vestido ceñido del mismo color miel de
sus ojos.
Una
mirada al reloj de la mesilla le indicó que eran poco más de las nueve, lo que
significaba que debería irse a trabajar, pero ya que aquello había sido como su
noche de bodas, decidió que tenía derecho a estar un poco soñadora esa mañana.
Incluso
Alai, cuando se la subió la señora Garcia media hora después, parecía a tono
con el humor de Rochi, completamente despierta y balbuceando felizmente en su
sillita. Rochi no pudo resistirse a levantarla y abrazarla, y fue recompensada
con lo que parecía una sonrisa.
-Es
una niña preciosa, ¿verdad? -dijo la señora Garcia, resistiéndose a dejar la
habitación.
-Preciosa
-admitió Rochi sin vacilar-. ¡Va a ser una rompecorazones cuando sea mayor!
-Sin
duda -admitió el ama de llaves-. Ese precioso pelo rubio y esos ojos verdes
van a ser una combinación letal.
-Tiene
los ojos azules -le corrigió Rochi distraídamente mientras recogía un adorno
del tocador para enseñárselo a Alai.
La
señora Garcia se rio.
-Todo
los recién nacidos tiene los ojos azules -dijo sacudiendo la cabeza-. Pero suelen
cambiar al cabo de unas semanas, y los ojos de Alai ya están empezando a
volverse verdes.
¿Verdes...?
¿Los
ojos de Alai iban a ser verdes...?
Rochi
miró a la niña con el ceño fruncido. La última vez que había mirado a Alai
tenía los ojos azul claro, pero ya tenían alrededor un borde más oscuro, un
borde verde esmeralda...
Rochi
tragó saliva, dejando a la niña con cuidado en su sillita.
Solo
conocía una persona que tuviese los ojos de color verde esmeralda...
¡Y
esa persona era Gaston!
Fin Capi...
*Mafe*
No, no, no!! NO me gusto que rochi piense que esa nena es de GASTON! Y no despues de esa noche!!jaaja.. espeor el proximo!! Besotes
ResponderEliminarme encanto lo que paso con Gas y Rochi espero que Alai no sea hija de Gas !! muy buena la nove!! ;D
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