Capitulo 9
Rocio!
-la saludó Eugenia cariñosamente, levantándose para abrazar a la aturdida Rochi, que se había quedado en la puerta de la cocina
-No esperábamos que
volvieses a casa tan pronto... ¿Eh, estás bien, hermanita? ¡Estás blanca como
la pared!
No,
no estaba bien... hacía una año que no veía a su hermana gemela y su
matrimonio con el hombre al que amaba iba a finalizar. Sin embargo, mientras
miraba a Eugenia solo podía pensar que era agradable volver a verla...
Completamente
ilógico. Pero ellas siempre habían estado muy unidas. Y, por extraño que pareciese,
ese año de distanciamiento no había cambiado eso...
-No,
no estoy bien -respondió Rochi débilmente, llevándose la mano a la sien-. He
venido antes porque me duele la cabeza.
-Eso
es nuevo, ¿no? -dijo Eugenia, retrocediendo pensativamente.
Estaba
tan radiante como siempre. El embarazo y la maternidad no habían añadido ni un
gramo a su esbelta figura y, aunque tenía la melena Rubia un poco más larga,
añadía suavidad a los ángulos de su rostro.
-¿Cuándo has vuelto?
Rochi
dejó su bolso, entrando en la cocina... y alejándose de Eugenia y del hermoso
pero doloroso recuerdo de Alai.
-Pues...
-Fui
a recogerla al aeropuerto hace un par de horas -dijo Gaston bruscamente,
entrando en la habitación.
Se
había cambiado y en lugar del traje llevaba una camisa verde oscuro y unos
pantalones negros.
A
Rochi se le atoró el aire en la garganta y sintió que se ponía más pálida al
ver a su marido. Hasta ese momento no se había dado cuenta de que Gaston estaba
en casa también...
¿Y
había recogido a Eugenia en el aeropuerto...? ¡Ninguna de las veces que Rochi
había salido de viaje por trabajo había hecho eso por ella!
-¡Has
visto qué amable! -dijo Eugenia, sonriendo cariñosamente a Gaston.
Él
le dirigió una mirada indignada.
-La
amabilidad no tiene nada que ver con esto -replicó-. Alai es tu hija, y
deberías ser tú quien la cuide.
Eugenia
se mostró inmutable.
-En
este momento de su vida, Alai no tiene ni idea de quién la está cuidando, con
tal de que le den de comer -replicó ella, quitándole importancia-. Y las
circunstancias...
-Al
infierno las circunstancias -soltó Gaston con crispación, mirando a Rochi y
frunciendo el ceño al ver su palidez-. Acabo de llamar al salón para decirte
que Eugenia estaba aquí, y Pablo me ha dicho que te habías ido porque no te
encontrabas bien.
Su mirada mostraba preocupación.
-A
la señora Dalmau le duele la cabeza -intervino la señora Garcia amablemente,
lanzándole a Rochi una sonrisa de ánimo.
Bueno,
al menos alguien estaba de su parte. Porque en ese momento Rochi necesitaba
muchísimo que alguien estuviese de su lado.
Gaston
atravesó la habitación impacientemente y le levantó la barbilla, mirándola
fijamente.
-Deberías
acostarte -le dijo finalmente con la voz ronca.
Ella
se apartó de la dominante figura de Gaston con deliberación, ignorando la furia
que brilló en sus ojos cuando lo hizo.
-Eso
es exactamente lo que pretendo hacer -les dijo a todos, recogiendo su bolso,
sin mirar a nadie-. Imagino que te habrás ido cuando baje más tarde -añadió
bruscamente a Eugenia al llegar a la puerta.Eugenia
miró a Gaston.
-Gaston
se ha ofrecido a llevarme a casa -reconoció ella con la voz ronca.
-Con
todas las cosas de Alai, y tu equipaje, es prácticamente imposible que hagas
otra cosa -dijo él impacientemente.
Gaston
iba a llevar a Eugenia a casa... ¿Bueno y que esperaba? Probablemente tenían
muchas cosas de las que hablar. ¡Si Gaston no sabía lo de la niña, desde luego
ella sí!
Rochi
dirigió a Eugenia una mirada mordaz.
-Deberías
agradecer que alguien sea capaz de hacerte entrar en razón -suspiró
impacientemente mientras Eugenia la miraba desconcertada-. ¡Gaston te dijo que
volvieses, y quién lo iba a decir, aquí estás!
-Ojalá pudiese llevarme el mérito -dijo Gaston,
torciendo el gesto mientras miraba irritado a Eugenia-. Parece ser que había
acabado su reportaje, y tenía que volver a casa de todas formas.
Debería
habérselo imaginado. La maternidad no había cambiado a Eugenia en absoluto. Y
era Alai quien preocupaba a Rochi. Aunque parecía contenta en los brazos de su
madre, y se había dormido. El sueño del inocente...
La
boca de Rochi se tensó furiosamente.
-Entonces
será mejor que Gaston te lleve a casa -le dijo a su hermana-. No hace falta que
te des prisa en volver, Gaston -añadió con dureza-. Estaré dormida cuando
vuelvas a casa.
Él
apretó los labios.
-Subiré
a verte antes de irme -le dijo, con desafío en la mirada.
-Creo
que no es necesario, Gaston. Llevo acostándome sola desde que tengo ocho años
-dijo Rochi con desdén.
-No
seas tonta, Rochi -intervino Eugenia-. Es obvio que no estás bien, y yo no
tengo ninguna prisa.
Claro
que su hermana no tenía prisa. Eugenia probablemente deseaba no haber sido tan
estúpida hacía quince meses, y que esa fuese su casa en lugar de la de Rochi...
¡y que Gaston fuese suyo también! Bueno, tal vez con el tiempo lo sería...
-Rochi
ha acabado en este estado por cuidar a Alai -dijo Gaston furiosamente-. De
verdad que eres...
-Oye,
he vuelto -interrumpió Eugenia fatigada-mente-. Siento que Alai haya sido una
molestia...
-La
niña no tiene la culpa, Eugenia, y tú lo sabes -bramó Gaston furiosamente-.
Tú...
-¿Os
importa seguir con esta discusión cuando me haya ido? -dijo Rochi, que sentía
náuseas a causa del fuerte dolor de cabeza.
Gaston
la agarró del brazo
-Voy
contigo -le dijo seriamente-. Eugenia -se volvió brevemente hacia ella-. Recoge
tus cosas mientras la acompaño. No quiero estar fuera de casa más de lo
imprescindible, estando Rochi así.
Eugenia
se acercó a Rochi y la besó cariñosamente en la mejilla.
-Espero
que te mejores pronto -le sonrió de modo alentador-. A pesar de lo que dice Gaston,
te agradezco mucho que hayas cuidado de Alai por mí.
-Es
una niña preciosa -dijo Rochi evasivamente antes de darse la vuelta para irse.
Gaston
continuó agarrándola por el brazo con firmeza mientras subían por las
escaleras, y aunque Rochi era consciente de su inquisitiva mirada, trató de
ignorarlo.
-A
Pablo le parecía que tenías algo más que un simple dolor de cabeza -dijo Gaston
finalmente, rompiendo el incómodo silencio.
-Pablo
se preocupa demasiado -replicó ella con impaciencia.
-Se preocupa por ti, Rochi -le corrigió Gaston,
mirándola fijamente-. ¿No te sentirás así por lo de anoche? ¿No te hice daño,
verdad?
Rochi
se alegró de llegar a su habitación cuando él le hizo esas preguntas, porque le
fallaron las piernas al recordar la pasión entre ellos.
Se
dejó caer pesadamente en el taburete de su tocador.
-No
seas ridículo, Gaston, no soy de porcelana -respondió irritada-. Pero
preferiría no hablar de anoche -añadió débilmente.
Él
torció la boca despectivamente al mirarla.
-Eso
deduje esta mañana -reconoció él mordazmente-. Pero sé por experiencia que no
siempre es posible desechar un momento de locura tan fácilmente.
¿Eso
era lo que había sido para él? ¿Un momento de locura...?
¿O
estaba hablando de algo más, posiblemente refiriéndose a la existencia de Alai?
-Podrías
estar embarazada, Rochi -señaló Gaston con aspereza cuando ella no respondió-.
A no ser que estés utilizando algún tipo de anticonceptivo... porque yo desde
luego no lo utilicé.
¡Embarazada...!.
Durante
el fin de semana, cuidando a Alai, había soñado tener un hijo con Gaston. Pero
después de saber que Alai era su hija, eso era lo último que deseaba.
-Oh,
no, Gaston -se levantó temblorosamente, mirándolo furiosamente-. No me vengas
con esas ahora. Según recuerdo, fue algo mutuo. ¡Y no estoy embarazada! -le
aseguró, sin demasiada certeza.
La
expresión de Gaston se volvió de piedra, cuando retrocedió.
-En
ese caso, esta conversación es innecesaria.
-Totalmente
-convino ella con vehemencia.
-Muy
bien -dijo él con tirantez. Pero no se movió.
-Qué
suerte que Eugenia te encontrase en casa cuando llamó desde el aeropuerto
-añadió Rochi desafiantemente.
-Mucho
-afirmó él con brusquedad-. Por si no te acuerdas, quería comer contigo -le
recordó.
Era
cierto. Entonces el hecho de que Gaston hubiese ido a recoger a Eugenia al
aeropuerto había sido una coincidencia, después de todo...
Pero
eso no cambiaba nada sobre su paternidad. Ni sobre su relación con Eugenia.
Rochi
suspiró fatigadamente.
-Eugenia
te está esperando para que la llevas a casa.
-Eugenia
puede irse... -Gaston se interrumpió, y respiró profundamente para calmarse,
sacudiendo la cabeza mientras miraba a Rochi -. Lo que quiera o necesite Eugenia
no me importa en este momento.
-Olvídate
de Eugenia -dijo Rochi irritada-. Es en Alai en quien deberíamos pensar. Gaston
sacudió la cabeza.
-¿Crees
que no he hablado con Eugenia de ello? Pero ya sabes cómo es -añadió él
gravemente antes de que Rochi pudiera formular una respuesta-. Dice que, si
tiene que hacerlo, se las arreglará sola.
Rochi
tragó saliva, sintiendo la garganta muy seca, y apenas movió los labios cuando
habló.
-¿Y
tiene que hacerlo? -contuvo el aliento mientras esperaba su respuesta. Él
suspiró profundamente.
-No
creo que eso dependa de mí... -la miró fijamente.
¿Entonces
de quién dependía ¿De ella? ¿Esperaban que fuese ella la que liberara a Gaston
de su matrimonio? ¡No podía! No era justo que esperasen eso de ella.
-Tienes
que acostarte -observó Gaston, al ver que se había puesto más pálida todavía-.
Como he dicho, no tardaré...
-Y
como he dicho yo -lo interrumpió, sin mirarlo mientras abría la cama-, estaré
dormida cuando vuelvas -se volvió a mirarlo desafiantemente.
-¡Rochi...!
-exclamó Gaston dolorosamente-. Ojalá pudiera hacerte esto más fácil...
-¡Vete
ya, Gaston! -dijo ella crispada.
-Solo
una cosa, Rochi... ¡no me disculparé por lo que sucedió anoche! -le dijo
bruscamente, antes de girarse sobre sus talones, dando un portazo al salir de
la habitación.
Rochi
se sentó en la cama. Por lo que parecía, nadie iba disculparse por la noche
anterior...
Un
sollozo salió de su garganta, y ocultó el rostro entre las manos.
Había
terminado ese halo de esperanza en el que había vivido los últimos seis meses,
desde que se había dado cuenta de que se había enamorado de Gaston. Ya no había
lugar para esos sentimientos... no cuando estaba en juego el bienestar de una
niña. Parecía que solo podía tomar una decisión.
Divorcio...
La
simple palabra la hizo estremecerse. ¿Cuánto más doloroso sería la realidad,
sobre todo cuando seguía amando a Gaston?
Era
extraño lo tranquila que se sentía... bueno, tal vez tranquila no era la
palabra adecuada; resignadaera probablemente la manera apropiada de describir
cómo se sentía.
No
se había dormido después de oír que Gaston salía de la casa con Eugenia, sino
que había yacido despierta, dándole vueltas a cada una de las opciones que
tenía: quedarse, o irse con su dignidad, todavía intacta. Se había decidido
finalmente por lo último. ¡Dignidad era lo único que le quedaba!
Tomada
la decisión, se había dormido profundamente, despertándose en la oscuridad,
sabiendo que debía de hacer horas desde que Gaston se había ido con Eugenia.
¿Habría vuelto ya...?
Miró
el reloj de la mesilla y vio que faltaba una hora para la cena. Tendría que
bajar a averiguarlo. Antes de bajar se dio una ducha, se lavó el pelo, y
después de sacárselo, se lo cepilló hasta que brilló sedosamente sobre sus
hombros. El maquillaje que se aplicó ocultó las sombras bajo sus ojos mieles,
el colorete le dio color a sus mejillas y el lápiz de labios que se aplicó era
del mismo color que el vestido rojo hasta la rodilla que decidió ponerse.
Su
madre le había dicho hacía años:
-Si
sabes que vas a perder una batalla, entonces asegúrate de tener el mejor
aspecto posible... te hará sentirte mejor, y tu oponente se lo pensará dos
veces.
Era
demasiado tarde para que Gaston se lo pensase dos veces. ¡Ya había elegido la
gemela que quería! Pero no era demasiado tarde para que ella se sintiese mejor.
Tenía
veintinueve años, y aunque en ese momento se sentía como si su vida terminase,
sabía que en realidad no era así. Ro-Igarzabal saldría adelante, y ella también.
Todo
lo que tenía que hacer era pasar esa noche con Gaston.
¡Todo...!
Tal
vez Gaston no estaba abajo después de todo...
Pero
sí estaba en casa. Rochi vio las lámparas del salón encendidas mientras bajaba
por las escaleras, incluso oyó el tintineo del hielo en su vaso mientras
disfrutaba de su acostumbrado whisky antes de cenar.
Rochi
respiró hondo, serenándose antes de entrar.
-¡Rochi...!
-Gaston se puso de pie rápidamente cuando la vio aparecer en el umbral de la
puerta.
Todavía
llevaba la camisa verde oscuro y los pantalones negros de esa tarde, y por el
aspecto de su pelo parecía que se había pasado los dedos varias veces mientras
se tomaba el whisky.
-Buenas
noches, Gaston -dijo Rochi tensamente mientras entraba en la habitación-. ¿Me
sirves una copa de jerez, por favor? -le pidió antes de sentarse en una silla
enfrente de él.
Él
no se movió, mirándola con los ojos entornados escrutadoramente.
-¿Es
eso sensato después del dolor de cabeza que tenías antes?
-Ya
me encuentro bien -replicó ella.
-Pero...
-Gaston,
creo que ya soy mayorcita para decidir si me siento bien para tomar una copa de
jerez antes de cenar -le dijo con brusquedad.
Él
asintió con la cabeza antes de levantarse.
-Parece
que eres mayorcita para decidir muchas cosas -dijo él mordazmente, sirviéndole
eljerez-. ¿Has tomado más decisiones que debería saber?
Gaston
levantó su claras cejas interrogativamente mientras le alcanzaba la copa de
jerez.
Rochi
abrió la boca para hablar, pero ni una palabra salió de sus labios.
-He
estado durmiendo toda la tarde, Gaston -mintió finalmente-. No suelo tomar
decisiones cuando duermo.
Rochi
dio un trago a su copa, aliviada cuando el alcohol le abrasó la garganta.
Gaston
respiró hondo.
-Le
dije a la señora Garcia que no pensaba que bajaras a cenar -frunció el ceño-.
Será mejor que vaya decirle que sí cenarás.
-No,
iré yo -Rochi se levantó con decisión-. Después de todo, he sido yo la que ha
causado la molestia.
¡Y
también la que necesitaba un poco de aire para respirar!
-¡Señora
Dalmau! -el ama de llaves se alegró al verla-. ¿Se siente mejor?
-Mucho
mejor -mintió Rochi-. Solo quería decirle que yo también voy a cenar. Justina Garcia
sonrió.
-Le
habría subido una bandeja de todas formas.
Mientras
volvía al salón lentamente, Rochi se dio cuenta con tristeza que iba a echar de
menos a la mujer cuando se fuera. Porque era «ella» quien se iba a ir.
Esa
había sido la casa de Gaston desde mucho antes de que se casaran; tenía derecho
a quedarse a vivir allí. Además, había un pequeño apartamento en la parte de
atrás del salón donde podía instalarse hasta que encontrara un sitio más
adecuado para vivir.
-Ya
está -le dijo a Gaston alegremente cuando volvió al salón, sentándose de nuevo
con su copa de jerez-. ¿Ha llegado Eugenia bien a... casa?
Rochi
ya no sabía dónde vivía su hermana.
-Sí
-afirmó él lacónicamente. Ella asintió con la cabeza.
-La
casa parece...muy silenciosa sin Alai, ¿verdad?
-Mucho
-reconoció Gaston-. Aunque visto por el lado positivo, significa que podrás
volver a tu vida normal.
Normal.
Rochi no sabía muy bien qué iba a ser eso para ella en el futuro...
Otra
vez tenía la oportunidad de decir lo que tenía que decir. ¿Por qué prolongarlo
más?
En
ese momento la señora Garcia apareció en la puerta para anunciar felizmente:
-La
cena está lista.
Después
de haber perdido otra oportunidad, a Rochi no le quedó más remedio que
levantarse y seguir a Gaston hasta el comedor, donde sus platos de melón con
jamón ya estaban en la mesa.
-Pareces
muy apagada esta noche -dijo Gaston mientras comían, rompiendo el silencio-.
¿Estás segura de que te se te ha pasado el dolor de cabeza?
-Completamente
-respondió ella sin vacilar-. No te preocupes por mí, Gaston. Como Eugenia,
puedo cuidarme sola.
-Pero
al contrario que Eugenia -dijo Gaston bruscamente-. ¡No tienes por qué
hacerlo!
Ella
lo miró por encima del borde del vaso, con los ojos azules oscurecidos.
-¿No?
-lo retó suavemente.
-No
-replicó él con aspereza-. Tú eres mi esposa...
-Eso
es algo que tenemos que hablar... ¿no crees? -lo interrumpió ella con
decisión... antes de que perdiese el valor.
La
boca de Gaston se tensó severamente.
-Creo
que no me va a gustar lo que me vas a decir
Rochi
tragó saliva. A ella tampoco... ¡pero uno de los dos tenía que decirlo! Y tenía
que ser ella...
-Voy a dejarte, Gaston -le dijo
sin rodeos, atemorizada al ver las pupilas de los ojos de Gaston oscurecer
casi completamente el iris esmeralda
Fin Capi
*Mafe*
No me lo dejes asi al cap me encanto quiero que gas le pida que se quede
ResponderEliminarWuo, wuo, wuo!!.. que ni se le ocurra hablar de divorcio!! pero es que no se da cuenta que gas esta muerto con ella!!??.. jaja.. Espero el proximo!! Besotes!! :)
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