viernes, 15 de junio de 2012

Antes y despues de odiarte capitulo 10


Gaston caminaba junto a la barandilla que separa el paseo de la ría. Se había puesto el gorro de lana. Llevaba la cabeza baja, los hombros hundidos, las manos en los bolsillos de la cazadora. Nunca le había visto andar así, como si vagara. No pudo contener las lágrimas al pensar que así era él cuando estaba solo, cuando creía que nadie le veía. Eso era en lo que la cárcel y ella le habían convertido.

Gaston no se había dado prisa en llegar; sin embargo, ahora necesitaba hablar con su amigo. Le apremiaba sincerarse, contarle la estupidez que había cometido esa noche.. Hasta ese momento había estado bebiendo de recuerdos hasta que se sintió ebrio de nostalgias y amarguras.

Había salido pegado a la ría. Cuando se alejó lo suficiente para que ella no le viera, se detuvo junto a la barandilla metálica pintada en blanco. Fumó un cigarro mientras contemplaba cómo desaparecían los pequeños copos al tomar contacto con las aguas oscuras de la ría. No había hallado la fuerza que le provocaba odiarla y había estado a punto de perder su libertad por verla; solo por verla. Mientras expulsaba el humo que se mezclaba con la nieve en su caída pensó en todas las locuras que había hecho por acercarse a ella. Y las seguía haciendo. Primero fueron por amor, ahora por simple y puro rencor.

Llegó a preguntarse qué daría por que esa mujer desapareciera de la faz de la tierra. Nada, se había respondido. No concebía un mundo sin ella. No imaginaba en qué volcaría su rabia y su frustración. No. Estaba seguro de que él existía porque ella seguía estando allí recordándole su obligación de saldar cuentas.

Había consumido un cigarro tras otro utilizando las minúsculas colillas para encender el siguiente hasta acabar con todos; había recibido la nieve sobre su gorro, sus hombros y su espalda hasta sentir la humedad en sus huesos; había recordado sus apasionados encuentros del pasado con ella hasta que con un crujido se le rompió el corazón.

—¿Qué tal te ha ido? Colocó el punto de libro y dejó la novela.

Hay algo que... Gaston se frotó la nuca a la vez que tragaba. Hay algo que tengo que contarte.

. No puede ser tan grave eso que vas a contarme.

—¡No, claro! exclamó Gaston con una sonrisa nerviosa. No es nada malo. Es... Se friccionó de nuevo la nuca, agarrotada por la tensión. ¡El coche! dijo de pronto. Es el dichoso coche, que no arranca cuando hace tanto frío como hoy.

La risa acabó cuando Gaston indicó que tenía algo más que contarle. peter se quedó inmóvil. Conocía aquella mirada fija. Intuía que algo no iba bien.

La he visto. La he visto.

—¿Y qué cojones quiere decir eso? bramó arrojando el libro sobre la mesilla. ¿Que la has visto por casualidad? ¿Que la has visto de lejos?

Que he estado con ella, hablando.

—¿Y me lo dices así, tan tranquilo, después de que llevamos una hora diciendo gilipolleces? reprochó con rabia. ¿Era más importante decirme que el puto coche no arranca cuando te jodes de frío?

Hay más dijo Gaston sin perder la calma.. Al parecer le han puesto protección. Vi pasar un coche patrulla muy despacio. Me oculté, pero volvieron en un par de minutos. Me dieron el alto, me pusieron las esposas y...

—¡No lo puedo creer! ¿Le han puesto protección por ti, para protegerla de ti?

... y ella llegó continuó contando Gaston como si no le hubiera oído. Me vio allí y salió en mi defensa.

—¡Maldita sea! ¿No quedó bastante claro que no volverías a verla? ¿Dónde te has dejado el sentido común? preguntó furioso. Soy testigo de que eres un tío listo. Es más difícil sobrevivir en la cárcel que aquí fuera. No sé antes, pero desde que te conocí siempre supiste qué hacer, qué decir, cómo pasar desapercibido, cómo parar los pies a quienes intentaron joderte. ¿Tengo que creer que el comisario tiene razón y en el fondo eres un puto suicida?

Necesitaba verla dijo con sinceridad. ¿Has odiado alguna vez a alguien?

A mi padre respondió sin saber adónde conducía esa pregunta. Es un cabrón egoísta y exigente. Por eso le evito y voy a ver a mi madre cuando sé que él no está.

Entonces sabes que el odio te mantiene despierto, vivo comenzó a explicarse. El odio no te deja hundirte. El odio es, en sí mismo, un poderoso motivo para vivir. Hoy yo no tenía un buen día. Apoyó los antebrazos en las rodillas y bajó la cabeza. Necesitaba recordar qué hago aquí en lugar de hacerlo Manu. Cuando la veo y la odio, me odio menos a mí mismo y casi me siento bien. Cogió aire sin demasiada energía. Solo pretendía verla de lejos.

Peter sintió lástima al apreciar sus hombros hundidos y la mirada clavada en la alfombra. Apartó los almohadones y se tumbó para dirigir la suya al techo.

El odio te sirvió en la cárcel, pero ahora deberías tratar de olvidarlo porque aquí no te hace falta. Cuando ella te visitó...

No le dije lo que debía interrumpió—. Acababa de ver morir a mi hermano, de perder mi libertad, de perderla a ella... Dijo que me quería. Alzó la cabeza y emitió una risa amarga. ¿Puedes creerlo? Que me quería y que no sabía lo que iba a ocurrir aquella tarde. ¡Cómo podía pensar ella que iba a dejar que me explicara nada! El amor no se explica, se da dijo con rabia. Se da aun cuando no sepas si te van a devolver algo a cambio. Se frotó el rostro con las manos para recordarse que estaba aquí, ahora. Algunos recuerdos dolían como si no hubiera pasado el tiempo. Grité pidiendo que me sacaran de allí después de decirle que estaba muerta para mí. Pero nunca lo ha estado reconoció por primera vez. No ha pasado ni un día sin que piense en ella. Es una obsesión que no desaparecerá hasta que me haya vengado.

—¿De verdad no piensas desistir de eso? preguntó con preocupación.

Nunca. La negativa surgió como un gruñido fiero. No descansaré hasta habérselo hecho pagar como la miserable zorra que es. Y lo haré en cuanto pueda disponer de la coca.

Está bien, pero al menos mantente alejado de ella trató de convencerle. No querrás que te jodan por la estupidez de acecharla, ¿no? Además, piensa que si comienzan a vigilar su casa no podrás hacer nada contra ella.

No volveré a verla. Aunque mi vida esté llena de putos malos días como el de ayer, no volveré a acercarme a ella sentenció al recordar el modo en que trató de mortificarla amenazándola con que se encontrarían de nuevo.

1 comentario:

  1. ayyy esra novela m pone de los nervios el odio k le tiene gas a la rubia no m gusta y la pobre ro sufriendo por k lo ama

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