viernes, 29 de junio de 2012

Hermoso desastre capitulo 2


Puse mi mochila en el suelo y me derrumbé en la silla, inclinándome para tomar mi portátil de mi bolso. Cuando me levanté para ponerla en mi escritorio, Gaston se sentó en el escritorio siguiente.
—Bien. Así puedes tomar apuntes por mí—dijo. Mordía una pluma y me sonrió, sin duda su mejor sonrisa.
Le lancé una mirada de disgusto.
 —Ni siquiera estás en esta clase.
—Qué si no. Por lo general me siento allá —dijo, apuntando con la cabeza a la fila superior. Un pequeño grupo de chicas me estaban mirando y me di cuenta de una silla vacía en el centro.
—No tomaré notas por ti —le dije, encendiendo mi computadora.
Gaston se inclinó tan cerca que podía sentir su aliento en mi mejilla.
 —Lo siento… ¿Te ofendí de alguna manera?
Suspiré y sacudí la cabeza.
—Entonces, ¿Cuál es tu problema?
Mantuve mi voz baja.
 —No me acostaré contigo. Debes darte por vencido ahora mismo.
Una sonrisa se formó en su rostro antes de hablar.
—No te he preguntado si dormirías conmigo —sus ojos se dirigieron al techo en concentración—. ¿O sí?
—No soy una de esas Barbie o una de tus groupies allá arriba —le dije, mirando a las chicas detrás de nosotros—. No estoy impresionada por tus tatuajes, o tu encanto, o tu forzada indiferencia, por lo que puedes detener tu plan, ¿De acuerdo?
—Está bien, Pajarita. —Él era impermeable contra a mi rudeza—. ¿Por qué no vienes con Lali esta noche?
Reí ante su petición, pero él se acercó más. —No estoy tratando de chamullarte. Sólo quiero pasar el rato.
.
— ¿chamullarme? ¿Cómo consigues tener sexo hablando de esa manera?
Gaston se echó a reír, sacudiendo su cabeza.
—Sólo ven. Ni siquiera coquetearé contigo, lo juro.
—Voy a pensarlo.
El Profesor Camilo entró y Gaston se volvió al frente de la habitación. Una sonrisa permaneció en su rostro, haciendo el hoyuelo en su mejilla notorio. Entre más reía, más quería odiarlo, sin embargo era justo eso lo que hacía imposible odiarlo.
— ¿Quién me puede decir cuál presidente tenía una amante? —preguntó Camilo.
—Asegúrate de escribir eso —susurró Gaston—. Necesitaré saber eso para las entrevistas de trabajo.
—Shh —le dije, escribiendo cada palabra de Camilo.
Gaston sonrió y se relajó en su silla. Mientras la hora pasaba, él alternaba entre bostezar y apoyarse contra mi brazo para mirar el monitor. Hice un esfuerzo tremendo para ignorarlo, pero su proximidad y sus abultados músculos de su brazo lo hacían difícil. Jugó con la pulsera de cuero negro alrededor de su muñeca hasta que Camilo terminó la clase.
Me apresuré hacia la puerta y el pasillo. Justo cuando me sentía a una distancia segura, Gaston Dalmau estaba a mi lado.
— ¿Has pensado en ello? —preguntó, colocándose sus gafas de sol.
Una rubia se puso delante de nosotros, con los ojos abiertos de esperanza. —Hola, Gaston. —dijo, jugando con su pelo.
Me detuve, retrocediendo por su tono de voz dulce y luego caminé a su alrededor. La había visto antes, hablando normalmente en el área de los dormitorios de las chicas,. Su tono de voz sonaba más maduro y me pregunté por qué ella creía que Gaston encontraría su tono de niña atractivo. Ella balbuceó en una octava más alta por un tiempo más hasta que él estaba nuevamente a mi lado.
Sacando un encendedor de su bolsillo, él encendió un cigarrillo y exhaló una nube espesa de humo. — ¿En dónde estaba? Ah, sí… tú estabas pensando.
Hice una mueca.
— ¿De qué estás hablando?
— ¿Has pensando en venir?
—Si digo que sí, ¿Dejarás de seguirme?
Consideró mi estipulación y luego asintió.
—Sí.
—Entonces iré.
— ¿Cuándo?
Suspiré.
—Esta noche. Iré esta noche.
Gaston sonrió y se detuvo en seco
—Genial. Te veré después, Pajarita —gritó detrás de mí.
Doblé la esquina para ver a Lali junto a Agustin fuera de mi dormitorio. Nosotros tres terminamos en la misma mesa en clase de orientación para primer año, y supe que él sería la tercera rueda a nuestra bien engrasada máquina.
— ¿Gaston Dalmau? Jesús, Rochi, ¿Desde cuándo comenzaste a pescar en la parte profunda? —dijo Agustin, con desaprobación en sus ojos.
Lali sacó el chicle de su boca en una larga cuerda.
—Sólo lo estás empeorando por ignorarlo. Él no está acostumbrado a eso.
— ¿Qué sugieres que haga? ¿Dormir con él?
Lali se encogió de hombros.
 —Te ahorrará tiempo.
—Le dije que iría esta noche.
Agustin y Lali intercambiaron miradas.
— ¿Qué? Él prometió dejarme de molestar si decía que sí. Tú irás esta noche, ¿verdad?
—Bueno, sí —dijo Lali—. ¿En verdad vendrás?
Sonreí y pasé junto a ellos hacia el dormitorio, preguntándome si Gaston podría cumplir su promesa de no coquetear. Él no era difícil de descifrar; o él me veía como un reto, o lo suficientemente un atractiva para ser una buena amiga. No estaba segura cuál me molestaba más.
Cuatro horas después, Lali llamó a mi puerta para ir a casa de Peter y Gaston. Ella no se contuvo cuando salí al pasillo.
— ¡Qué asco, Rochi! ¡Pareces una vagabunda!
—Bien —dije, sonriendo a mi atuendo. Mi cabello estaba recogido encima de mi cabeza en un moño desordenado. Me había lavado el maquillaje de la cara y sustituí mis lentes de contacto por mis gafas con montura negra. Luciendo una andrajosa camiseta y pantalones de chándal, terminando con un par de chanclas. La idea se me había ocurrido horas antes, no ser atractiva era el mejor plan. Obviamente, Gaston estaría desanimado inmediatamente y detendría su ridícula persistencia. Si él estaba en busca de un amigo, entonces sería muy poca cosa para ser vista a su lado.
Lali bajó la ventanilla y escupió su goma de mascar.
—Eres tan obvia. ¿Por qué no rodaste en mierda de perro para completar tu atuendo?
—No estoy tratando de impresionar a nadie —le dije.
—Obviamente.
Nos detuvimos en el estacionamiento del apartamento de Peter y yo seguí a Lali a las escaleras. Peter abrió la puerta, riendo cuando entré.
— ¿Qué te pasó a ti?
—Está tratando de no impresionar —dijo Lali.
Lali siguió a Peter a su habitación. La puerta se cerró y me quedé sola, sintiéndome fuera de lugar. Me senté en el sillón cercano a la puerta y me quité mis sandalias.
Su apartamento era más agradable que el típico apartamento de soltero. Los posters predecibles de mujeres medio desnudas y señales de tránsito estaban en las paredes, pero aparte de eso estaba limpio, los muebles eran nuevos y el olor a ropa sucia y de cerveza no estaba presente.
—Ya era hora de que llegaras —dijo Gaston, colapsando en el sofá.
Sonreí y empujé las gafas sobre el puente de mi nariz, esperando a que él prestara atención a mi apariencia.
—Lali tenía un ensayo que terminar.
—Hablando de ensayos, ¿Ya has comenzado el de historia?
Él ni siquiera se inmutó por mi cabello desordenado y fruncí el ceño ante su reacción.
 — ¿Tú?
—Lo terminé esta tarde.
—Pero no se entregará hasta el próximo miércoles. —le dije, sorprendida.
—Sólo para borrarlo de la lista. ¿Qué tan difícil puede ser un ensayo de dos páginas?
—Me imagino que soy floja, entonces —me encogí de hombros—. Es probable que lo comience hasta este fin de semana.
—Bueno, si necesitas ayuda, házmelo saber.
Esperé a que se riera, o mostrara algún signo de que estaba bromeando, pero su expresión era sincera. Levanté una ceja.
 —me vas a ayudar con mi ensayo.
—Tengo una A en esa clase —dijo un poco molesto ante mi incredulidad.
—Él tiene A en todas sus clases. Él es un jodido genio. Lo odio —dijo Peter mientras entraba en la habitación de la mano de Lali.
Vi a Gaston con una expresión dudosa y sus cejas se levantaron.
— ¿Qué? ¿No crees que un hombre cubierto de tatuajes y que intercambie golpes para ganarse la vida no pueda obtener buenas calificaciones? No estoy en la escuela porque no tenga nada mejor que hacer.
— ¿Por qué tienes que luchar, entonces? ¿Por qué no aplicas para becas? —Le pregunté.
—Ya lo hice. Se me concedió la mitad de mi matrícula. Pero hay libros, gastos, y tengo que obtener la otra mitad. Lo digo en serio, Pajarita. Si necesitas ayuda con algo, sólo pregunta.
—No necesito tu ayuda. Soy capaz de escribir un ensayo. —Quería dejarlo en eso. Debí haberlo dejado en eso, pero lo nuevo que había revelado roía mi curiosidad—. ¿No puedes buscar otra cosa que hacer para ganarte la vida? Algo menos, no sé, ¿sádico?
Gaston se encogió de hombros.
 —Es una manera fácil de ganar dinero. No puedo ganar lo mismo trabajando en el centro comercial.
—Yo no diría que es fácil si tú estás recibiendo golpes en la cara.
— ¿Qué? ¿Estás preocupada por mí? —Me hizo un guiño. Hice una mueca y él rió entre dientes—. No soy golpeado con tanta frecuencia. Si tratan de golpearme, me muevo. No es tan difícil.
Me reí una vez más.
—Actúas como si nadie más haya llegado a esa conclusión.
—No es solamente lanzar un golpe, recibirlo y contraatacar. Eso no va a ganar una pelea.
Puse los ojos en blanco.
 — ¿Quién eres tú…? ¿Dónde aprendiste a luchar?
Peter y Lali se miraron y luego sus ojos se posaron en el suelo. No me tomó mucho tiempo para reconocer que había dicho algo malo.
Gaston no parecía afectado.
—Tuve un padre con problemas alcohólicos y mal temperamento y cuatro hermanos mayores que portaban el gen de idiotez.
—Oh. —Mis orejas ardían.
—No te avergüences, Pajarita. Papá dejó de beber, los hermanos maduraron.
—No estoy avergonzada. —Jugueteé con las puntas sueltas de mi cabello y luego decidí soltarlo y arreglarlo en otro moño, tratando de ignorar el silencio incómodo.
—Me gusta tu aspecto al natural. Las chicas no vienen aquí así.
—Fui obligada a venir aquí. No se me ocurrió que debía impresionarte —le dije, enfadada de que mi plan hubiese fracasado.
Sonrió con su sonrisa infantil, divertida, la cual incremento mi ira, esperando a que cubriera mi inquietud. No sabía cómo la mayoría de las chicas se sentían a su alrededor, pero había visto su comportamiento. Estaba experimentando un desorientado y nauseo sentimiento en lugar de un sentimiento cálido de colegiala, y entre más él intentaba hacerme reír, más inestable me sentía.
—Ya estoy impresionado. Normalmente no tengo que rogar para que las chicas vengan a mi apartamento.
—Estoy segura. —le dije, haciendo una mueca de disgusto.
Él era tan seguro de sí mismo. No sólo estaba descaradamente consciente de su físico, él estaba acostumbrado a que las mujeres se le lanzaran por lo que él consideraba mi actitud fría como algo refrescante en lugar de un insulto. Tendría que cambiar de estrategia.
Lali apuntó el control remoto al televisor y la encendió.
—Hay una buena película esta noche.
 Gaston se puso de pie.
—Estaba a punto de ir a cenar. ¿Tienes hambre, Pajarita?
—Ya comí —me encogí de hombros.
—No, no lo has hecho —dijo Lali, antes de darse cuenta de su error—. Oh… es cierto, se me olvidaba que tú tomaste una ¿pizza? Antes de irnos.
Hice una mueca ante su miserable intento de arreglar su metida de pata, y luego esperé la reacción de Gaston.
Él cruzó la habitación y abrió la puerta.
—Vamos. Tienes que tener hambre.
— ¿A dónde vamos?
—Dondequiera que tú desees. Podemos ir a una pizzería.
Miré a mi ropa.
—Realmente no estoy vestida.
Él me observó por un momento y luego sonrió.
—Te ves bien. Vamos, que estoy muriendo de hambre.
Me puse de pie y me despedí de Lali, pasando a Gaston para bajar las escaleras. Me detuve en el estacionamiento, mirando con horror como él se montó en una motocicleta de color negro.
—Uh… —No supe que decir, arrugando los dedos de mis pies expuestos.
Me lanzó una mirada impaciente.
—Oh, sube. Iré lento.
— ¿Qué es eso? —pregunté, leyendo la escritura en el tanque de gas demasiado tarde.
—Es una Harley Night Rod. Ella es el amor de mi vida, así que no rayes la pintura cuando te subas.
— ¡Estoy usando sandalias!
Gaston se me quedó mirando como si hubiera hablado en un idioma extranjero.
—Y yo llevo botas. Sube.
Se puso sus gafas de sol y el motor rugió cuando lo trajo a la vida. Me subí y busqué algo a que agarrarme, pero mis dedos se deslizaron del cuero a la cubierta de plástico de la luz trasera.
Gaston me agarró de las muñecas y las envolvió en torno a su cintura.
—No hay nada de que aferrarte excepto de mí, Pajarita. No me sueltes. —dijo, empujando la moto hacia atrás con los pies. Con un movimiento de su muñeca, salió a la calle, y se dirigió como un cohete. Los mechones de mi cabello que colgaban golpeaban contra mi cara, y me escondí detrás de Gaston, sabiendo que terminaría con bichos en mis gafas si miraba por encima de su hombro.
Él aceleró el acelerador cuando nos detuvimos en la entrada del restaurante, y una vez que estacionó, no perdí tiempo para volver a la seguridad del concreto.
— ¡Eres un loco!
Gaston se echó a reír, apoyando su motocicleta sobre el pie de apoyo antes de bajar.
—Conduje al límite de velocidad.
— ¡Sí, si estuviéramos en la autopista! —dije, soltándome el moño para desenredar mi cabello con los dedos.
Gaston me vio retirar el pelo de mi rostro y luego se dirigió a la puerta, manteniéndola abierta.
—No dejaría que nada te pasara, Pajarita.
Pasé junto a él para entrar al restaurante, mi cabeza aún no estaba en sintonía con mis pies. El aroma a grasa y condimentos llenaban el aire mientras lo seguía a través de la roja alfombra. Eligió una mesa en la esquina, lejos de los grupos de estudiantes y familias, y pidió dos cervezas. Escaneé la habitación, mirando a los padres persuadir a los niños a comer, y mirando a otro lado ante las miradas curiosas de los estudiantes.
—Claro, Gaston —dijo la camarera, escribiendo nuestras bebidas. Ella parecía un poco drogada ante su presencia mientras regresaba a la cocina.
Acomodé mi cabello detrás de mis orejas, de repente avergonzada por mi apariencia.
— ¿Vienes aquí a menudo? —Pregunté mordazmente.
Gaston se inclinó sobre la mesa con los codos, sus ojos color verde fijos en los míos.
—Así qué, ¿cuál es tu historia, Pajarita? ¿Eres una odia-hombres en general o sólo me odias a mí?
—Creo que sólo a ti —me quejé.
Se echó a reír una vez más, divertido por mi estado de ánimo.
—No puedo comprenderte. Tú eres la única chica que ha estado disgustada conmigo antes del sexo. No te pones nerviosa cuando hablas conmigo y no tratas de llamar mi atención.
—No es un truco. Simplemente no me caes bien.
—No estarías aquí si no te gustara.
Mi ceño involuntariamente se suavizó y suspiré.
—No digo que eres una mala persona. Simplemente no me gusta ser un objetivo por el sólo hecho de tener una vagina. —Me concentré en los granos de sal en la mesa hasta que oí un sonido ahogado de la dirección de Gaston.
Sus ojos se agrandaron y se estremecía de la risa.
 — ¡Oh, Dios mío! ¡Me estás matando! Eso es. Hemos de ser amigos. No voy a aceptar un no por respuesta.
—No me importa ser amigos, pero eso no quiere decir que tratarás de meterte en mis bragas cada cinco segundos.
—No dormirás conmigo. Lo entiendo.
Traté de no sonreír, pero fallé.
Sus ojos se iluminaron.
 —Te doy mi palabra. Ni siquiera pensaré en tus bragas… a menos que quieras que lo haga.
Apoyé los codos sobre la mesa y me incliné en ellos.
—Y eso no sucederá, por lo que podemos ser amigos.
Una sonrisa picara apareció en su rostro mientras él se inclinaba un poco más cerca.
—Nunca digas nunca.
—Entonces, ¿cuál es tu historia? —Le pregunté—. ¿Siempre has sido Gaston “perro rabioso” Dalmau o sólo desde que llegaste aquí? —Utilicé dos dedos en cada mano como comillas cuando dije su apodo, y por primera vez su confianza se desvaneció. Él parecía un poco avergonzado.
—No. Bauer comenzó eso después de mi primera pelea.
Sus respuestas cortas estaban comenzando a fastidiarme.
— ¿Eso es todo? ¿No me dirás nada acerca de ti mismo?
— ¿Qué quieres saber?
—Las cosas normales. De dónde eres, lo que quieres ser cuando seas grande… cosas así.
—Soy de aquí, nací y crecí, y estoy matriculándome en justicia criminal.
Con un suspiro, desenrolló sus cubiertos y los enderezó junto a su plato. Él miró sobre su hombro, y noté su mandíbula tensarse un poco por los que nos rodeaban. Dos mesas ocupadas por el equipo de fútbol estalló en carcajadas, y Gaston parecía estar molesto por lo que se reían.
—Estás bromeando. —le dije con incredulidad.
—No, soy un local. —dijo él, distraído.
—Me refería sobre tu especialidad. No pareces ser el tipo de justicia criminal.
Sus cejas se juntaron, de pronto concentrado en nuestra conversación. — ¿Por qué?
Recorrí los tatuajes que cubrían su brazo.
—Sólo voy a decir que pareces más criminal y menos justicia.
—No me meto en problemas… en su mayor parte. Papá era muy estricto.
— ¿Dónde estaba tu mamá?
—Ella murió cuando yo era niño, —dijo como sin nada.
—Yo… yo lo siento. —dije, sacudiendo la cabeza. Su respuesta me pilló con la guardia baja.
Rechazó mi simpatía.
—No me acuerdo de ella. Mis hermanos lo hacen, pero yo sólo tenía tres años cuando murió.
—Cuatro hermanos, ¿eh? ¿Cómo logras mantenerlos en regla? —Me burlé.
—Los mantengo por quien golpea más fuerte, lo que también es de mayor a menor. Thomas, los gemelos… Mauricio y Jesus, y Marcos. Nunca, nunca estés sola en un cuarto con Mauricio y jesus. Aprendí la mitad de lo que hago en el Circulo de ellos. Marcos era el más pequeño, pero él es rápido. Él es el único que puede azotarme un golpe, ahora.
Negué con la cabeza, atónita ante la idea de cinco Gaston corriendo en un hogar.
 — ¿Todos tienen tatuajes?
—Más o menos. Excepto Thomas. Él es un ejecutivo de publicidad— ¿Y tu papá? ¿Dónde está?
—Por allí —dijo. Su mandíbula tensa nuevamente, cada vez más irritado con el equipo de fútbol.
— ¿De qué se están riendo? —Pregunté, señalando a la mesa ruidosa. Él negó con la cabeza, claramente sin querer compartir. Me crucé de brazos y me retorcí en mi asiento, nerviosa sobre lo que estaban diciendo que le causó tanto enfado.
—Cuéntame.
—Se están riendo de mí por tener que llevarte a cenar, primero. No es por lo general… lo mío.
— ¿Primero? —Cuando la comprensión se posó en cara, Gaston hizo una mueca de dolor al ver mi expresión. Hablé antes de pensar—. Y yo que tenía miedo de que se estuvieran riendo de ti por ser visto conmigo así vestida, y ellos creen que voy a dormir contigo —me quejé.
— ¿Por qué no querría ser visto contigo?
— ¿De qué estábamos hablando? —Pregunté, tratando de evitar el sonrojo en mis mejillas.
—De ti. ¿Cuál es tu especialidad? —preguntó.
—Oh, eh… educación general, por el momento. Todavía estoy indecisa, pero me estoy inclinando hacia contabilidad.
—Tú no eres de aquí, sin embargo. Debes ser un trasplante.
—. Igual que Lali.
— ¿Cómo llegaste hasta aquí?
Cogí la etiqueta de la botella de cerveza.
—Sólo teníamos que escapar.
— ¿De qué?
—Mis padres.
—Oh. ¿Qué hay sobre Lali? ¿Ella tiene problemas con sus padres, también?
—No, ellos son geniales. Ellos prácticamente me criaron. Ella sólo vino a lo largo; ella no quería que viniese sola.
Gaston asintió con la cabeza.
—Así que, ¿por qué aqui?
— ¿Qué pasa con el tercer grado? —Le dije. Las preguntas estaban dirigiéndose de una pequeña charla a lo personal, y estaba comenzando a sentirme incómoda.
Varias sillas entrechocaron cuando el equipo de fútbol abandonó sus asientos. Intercambiaron una última broma antes de serpentear hacia la puerta. Los que estaban en la parte trasera empujaron a los de adelante para escapar antes de que Gaston hiciera su camino a través de la habitación. Se sentó, obligando a la frustración y la ira a desvanecerse.
Levanté una ceja.
—Ibas a decir por qué elegiste aqui—dijo.
—Es difícil de explicar, —le dije, encogiéndome de hombros—. Creo que sólo se sentía bien.
Él sonrió cuando abrió el menú.
—Sé lo que quieres decir.
                                                                                                                  adaptacion de Jmcquire

3 comentarios:

  1. quiero mas cap!!
    Me encanta la nove espero ansiosa el 3° cap!

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  2. me encanta la novela subi rapidoooo besos

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  3. me encantoooooooooooo estoy delirando con esta novela me encanta por eso QUIERO MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS

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