domingo, 3 de junio de 2012

Inesperado Capítulo 14


Capitulo 14:

El pip, pip se sintió desde el pasillo, y así tres veces más. Tu comida estaba hirviendo, te habías pasado de minutos, por lo cual, para pasar el tiempo lo llamaste.

-    Hola, si Rocío reportándose a la base. – Cual persona hablando por handy.

-    Hola, por acá su novio perdido.

-    ¡Hay, ni que no me vieras hace mucho! – Un reproche en broma, claro.

-    Ya lo sé, nena. ¿Cómo te fue?

-    Re bien, muy linda la mañana de hoy.

-    ¿Por?

-    Cosas que tu novia se manda, y porque me divertí, que se yo.

-    No me convence esa respuesta, eh.

-    Ti, no empieces. Me fue bien, listo y punto. – Los celos no iban con vos, ni un poco.

-    Bueno – Entendió la E. - ¿Y el sí con respecto a qué iba?

-    Ya sabés.

-    No, no sé por eso te estoy pidiendo la explicación.

-    Que sí, sí.

-    Rocío, no entiendo.

-    ¡Que me mudo con vos, nene! – Mucha dulzura por hoy. Largó una carcajada.

-    Ya lo sabía.

-    Sos re – Resaltaste la vocal – malo.

-    Y no me importa, porque yo te amo. – Esbozaste una sonrisa chiquita, mientras cortabas tu milanesa. Habías dejado el teléfono en altavoz.

-    Bueno…y también sos lo más lindo. – Acotaste unos segundos después.

-    Cuando salgo de la Gabo paso por tu casa, mándale un beso a mis hijos. – Y el posesivo te encantó.

-    Ajám – Celos al cien por cien.

-    Y otro a la mamá, por supuesto. – Contenta por tu mención, colgaste el teléfono.

Terminaste de comer, y al compás de la música lavaste y guardaste cada objeto en su lugar. Luego, apagaste la radio y te fuiste a recostar un rato.
Dormías como un ángel hasta que el timbre sonó incesantemente y recordaste que habías invitado a Gabriel esta tarde. Él sabía que te gustaba dormir la siesta, por eso la insistencia. -O te despertabas, o te despertabas no había otra opción.-

Con tu mejor cara de dormida lo saludaste y lo invitaste a pasar. Se puso cómodo, y vos fuiste a cambiarte a tu habitación.

-    ¿Jodeme que todavía guardas esto? – La caja de ayer, la habías dejado arriba de la mesa.

-    Me había olvidado, que te encantaba revolver cosas ajenas. – Le quitaste aquella “carta”, y la devolviste a su lugar.

-    Pero eso no es ajeno a mí. – También habías olvidado que a Gabriel te refutaba hasta lo imposible.

-    Bueno – Y lo peor, era que tenía razón – Pero es viejo, y no da leerlo ahora.

-    ¿Por qué no?

-    Me da vergüenza – Sos sincera, que ibas a hacer.

-    ¿Vos con vergüenza?, ¡No me jodas! – Rió, y se puso de pie.

-    ¿A dónde vas?
-    Vamos, querrás decir. ¿Qué tal si recordamos nuestras tardes de rollers?, ¿Te va?

-    No creo que pueda andar así, y… aparte tenés que saldar tu deuda.

-    Los mates pueden esperar… Yo te cuido Cé, dale. – Esos ojos que te hacían flaquear.


No te quedó otra, porque a pesar de que los años pasaran, él seguía siendo tu debilidad y confiabas ciegamente.
Caminaron hasta la parada del 221, y esperaron alrededor de diez minutos hasta que el mencionado llegara. Una vez arriba, pasaron las monedas por la maquina y un nene te cedió el lugar a pedido de su mamá, a lo que, agradeciste tímidamente. Todavía no te acostumbrabas a esos favores que la maternidad te daba.

A la altura del Torreón decidieron bajar, y unos pasos más adelante se calzaron los rollers. No te animabas a parar, pero Gabo tiró de tu brazo y temblorosamente comenzaste a deslizar tus pies - hacía años que no tocabas uno de ellos – Uno, dos, uno, dos, te cantaba él como cuando eran chiquitos, y cada vez te llevaba más rápido.

-    ¡No vale, Gabriel! – Te soltó la mano, y perdías velocidad porque seguías teniendo miedo.

-    ¡Dale, Rocío!, Uno dos, uno dos – seguía gritando delante tuyo - ¡Vos podés, Ce!

Y seguías con el cantito del par de números para poder avanzar. De a poco le perdías el miedo, y casi alcanzabas a Gabriel que volteaba a cada rato para ver si lo seguías.

-    Ahí tenés, Gabrielito. – Se distrajo, y le pasaste por el costado.

Sonrías triunfal, y esquivabas a la gente que pasaba corriendo por allí. Una patinada sobre una baldosa rota, y fuiste a parar al piso.
Gabriel, que venía un poco más atrás se apresuró para llegar. Vos te reías, mientras te intentabas parar de ahí.

-    Rochi, ¿Estás bien? – Tomaste su mano.

-    Si, estoy bien. Me ataje con las manos. – Sonreíste de costado, y se sentaron en un banco.

-    Casi me matas de un susto, nena. – Sacó una botella de su mochila, y echó agua en tus manos. Te habías raspado un poco nomás.

-    No es para tanto, Gabo. – Te las refregaste, y secaste el resto de agua con tu pantalón.

-    Estás embarazada. – Te convidó agua y aceptaste con gusto.

Se calzaron con sus zapatillas, y tu amigo guardó los rollers en la mochila. Te abrazó por la espalda, y caminaron hasta la entrada del balneario que tenían cerca. Bajaron, y se sentaron sobre la arena. También compartían ese placer por el sonido del mar, su paz.
Cubriste tus manos, con el puño de tu campera. Había mucho viento, y hacía frío, pero aún así eso no importaba. Él volvió a abrazarte, y sonreíste.

-    ¿Te gustó volver? – Preguntaste unos minutos después.

-    Si, demasiado. Mi vida es esto, son ustedes. Nunca pude encontrar mi lugar en Córdoba.

-    A mi también me gusta que estés acá… hace mucho te necesité, y creo que por fin se me dio. ¿Mira como estamos? – Observaste a tu alrededor, y volviste a dar gracias internamente.

-    ¿Me extrañaste?

-    ¿Hace falta que te responda?- Enarcaste tu ceja.

-    No – Sonrió, y te dio un beso en la frente.

Otro silencio, y mil pensamientos recorrieron sus cabezas.

-    Es raro esto, ¿No? – Resumiste con diversión.

-    Nos devolvemos al pasado sin querer.

-    Si – Te acomodaste un mechón.

-    O será, que el recuerdo nunca murió. – Estaban jugando con fuego.


10 de Junio del 2005


Tu mamá te había llevado al club, ya que, habías puesto la excusa de que tenían un entrenamiento de hockey extra por los torneos de la semana entrante. Pero era mentira, Gabriel te había citado allí a las cinco. Candela y Josefina te habían acompañado para cubrirte.
Como habían llegado más temprano de lo acordado fueron a la confitería a charlar un rato, y le contabas a Candela cada movimiento que Victorio estaba haciendo en la cancha de tenis, para que no volteara a cada rato. De repente, viste como lo saludaba, y creíste que tu corazón iba a detenerse.

-    Hey, tenés que ir. – Josefina, que te hacía reaccionar.

-    ¡No, está con los amigos! – Un horror te parecía aparecerte ahí entre toda la multitud.

-    ¡Dale, nena anda!, sino esa rubia te lo va a sacar. – Candela y sus comentarios.

Te levantaste del sillón, y saliste por la puerta de atrás. Acomodaste tu ropa, y pediste que todo saliera bien.

-    ¿Vos decís que algo va a salir mal? – Abriste los ojos como plato. Esa costumbre de hablar por lo alto, maldijiste.

-    No…

-    ¿Caminamos? – Asentiste, y tomó tu mano.

Gabriel. Ojos grises, pecas claritas alrededor de su nariz, y rulos castaños. Cualquier chica quería estar a su lado, pero vos eras la privilegiada que le quitaba el sueño.

Llegaron hasta la costa, donde un grupo de nenas aprendía a jugar al vóley, y por otro lado, un grupo de varones jugando futbol en la arena.
Encontraron un lugar sin nadie, y allí se sentaron. Las primeras palabras fueron sin sentido, era un aire nuevo para los dos, aunque claro, Gabriel nunca iba a admitirlo. Dieron vueltas, y vueltas, hasta que te besó. Y vos ya no pedías nada más.


-    Gabo… - Y se iban a quemar.

4 comentarios:

  1. Como lo fajas pero de todas formas me encanta que se vaya con gas
    Sigo esperando que subas de una nueva vida y si puede ser largo

    ResponderEliminar
  2. me gusta muxo la novela pero espero k no metas en el medio a gabo x k no da no me seas mala por fa y subi de una nueva vida

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es una adaptación, no depende de mi lo que pase o no pase jajaja... estoy preparando un cap para UNV pero no se si lo voy a poder subir antes del miercoles porque tengo mucho que estudiar para el liceo :(

      Eliminar
  3. me encanta esta nove subi mas me encanta!

    ResponderEliminar