lunes, 25 de junio de 2012

Inesperado Capítulo 25

Ultimos 3 capitulos
Capitulo 25:

10 de Agosto del 2009


Y una semana de aquel acontecimiento, había transcurrido. Por cierto, nada fáciles porque esto era una novedad para ambos. Tu mamá, prácticamente convivía con ustedes la mayor parte del día. Te ayudaba, te explicaba como tratar y qué hacer en ciertos casos con los mellis. Obviamente, Gastón cuando regresaba del trabajo tomaba sus clases al pie de la letra.

Por la noche, solo quedaban ustedes dos en la casa. Mientras, Tomás y Paz descansaban en sus cunas, vos tomabas un baño que te relajara de las tensiones del día. Al mismo tiempo, Gastón te cocinaba algo rico para la cena, y algún mimo siempre se escabullía por ahí.

-    ¿Cómo estás amor? – Ya era tarde, pero estabas desvelada

-    ¿Me abrazas? – Y se hizo presente tu puchero. Ese que le dividía el mundo en dos.

-    ¿Me parece a mí, o una que yo sé necesita mimos? – Se acercó, e hizo que apoyaras tu cabeza en su pecho.

No respondiste a su pregunta, pero a la primer caricia dejaste escapar un par de lágrimas.

-    ¿Estás triste, chiqui?

-    No, estoy muy feliz con nuestro bebes. Pero, el movimiento del día me agobian, y no sé… me sale descargarme así.

-    Te amo, ¿Sabías? – Lo dice con amor, y te da un beso corto – Y me encanta vivir este lío hermoso con vos.

-    A mi también, gracias. – Ya estabas un poco mejor.

-    ¿Y eso a que se debe? – Preguntó con humor.

-    Gracias por tanto amor – Y sonreíste con dulzura.

Se besaron por un momento, pero alguno de sus hijos los aclamaba en la habitación. Rieron, porque ahora sus vidas se basaban en eso. En llantos, pañales, sonajeros y canciones infantiles.


3 de Septiembre del 2009



Eran las dos de la tarde, y recién habías acabado de amamantar a Tomás. Ahora te encontrabas en la mecedora, que Renata – mamá de Gastón, les había traído de Bahía Blanca el fin de semana anterior - haciéndolo dormir. Sonaba el cd que tu novio había armado, algunos días antes de su nacimiento, y con una voz suave cantabas por encima de él.
Tomi te observaba, y de vez en cuando se agazapaba a uno de tus dedos, vos te acercabas y le dabas pequeños besos en su nariz.

-    ¿Cómo andan mis amores? – Y él apareció con diversión por el marco de la puerta.

-    ¿Cuándo llegaste vos? – Susurraste, porque Paz ya dormía.

-    ¡Pero que recibimiento, che! – Imitó tu acción, y se arrodilló para quedara tu altura. – Hace exactamente cinco minutos, hice horas extras por eso la tardanza.

-    No importa el porqué – Tenías ganas de molestarlo. Volviste a mirar a Tomi, y ya estaba cerrando los ojos.

-    Como quieras.

No se hizo mucho problema. Le acomodó un poco la sabanita a Pachi, y sacó la mantita de Tomás de la cuna, para que pudieras acostarlo. Lo tapaste bien, y salieron de la habitación.

Dos horas después, Candela llegó a tu departamento con una pila de libros. Ibas a terminar el colegio definitivamente.
Se acomodaron en la mesa de la cocina, y te mostró un sinfín de hojas con apuntes, las páginas que habían utilizado de los libros, y los temas de matemática. Tu peor calvario.

-    Igual, voy a tener que dar todo a fin de año. – Concluiste, luego de darle un vistazo a todo.

-    Si, pero es mejor que vallas a la par con nosotros. Así después se te hace más fácil.

-    Si, igual voy a tener que repasar todo lo anterior. No me acuerdo de nada. – Afirmaste inspeccionando la carpeta de tu amiga.

Cerca de las ocho, Cande decidió volver a su casa. Y por sorpresa, Eugenia apareció media hora después.

-    Hola Ce, Hola Ti – Un beso para vos, un choque de manos para Gastón.

-    Hola revolución, habla despacio porque, te cuento nomás, que tus sobrinos están durmiendo. – Y ese claramente fue Ti.

-    Ya no – Oyeron como ambos lloraban.


26 de Febrero del 2010


Era un viernes muy esperado en tu vida. Hoy, gracias a tu gran esfuerzo te presentabas a rendir el resto de las materias, que en Diciembre no habías dado.

Fue duro llegar a hasta este momento. Porque ahora no todo se basaba en tu persona, sino que tus hijos también dependían de vos.
Traspasaste todas las sensaciones habidas y por haber. Esos días en que te levantabas con entusiasmo, y leías pilas de hojas mientras dormías a los mellis, o aquellos otros en que el agotamiento te ganaba, y por más fuerza de voluntad que intentaras tener no lograbas retener ni medio tema.
Pero ahí, aparecía Gastón, y te ayudaba a hacer catarsis. Te hacía valorar el esfuerzo que le ponías, y que sin un día no sentías el ánimo suficiente para sentarte en una silla a estudiar, no significaba que todo se acababa ahí. – Eras capaz de dejar todo, por caer una vez.

Eran las dos de la tarde, y llevabas una gran sonrisa en tu cara. Saliste con tranquilidad de aquel edificio, y te tomaste tu tiempo para fumar - ese vicio que habías retomado meses atrás - antes de regresar a tu casa.
Te sentaste a un lado de las escalinatas, y con el cigarrillo entre tus dedos, observabas al grupo de alumnos que entraba y salía sin cesar. Pensabas, en todo lo que aquel colegio guardaba. Esos recuerdos de secundaria que no se olvidan. Luego, giraste tu cabeza y volviste a mirar el certificado que habías dejado en tus rodillas. Si, lo habías logrado. Habías terminado el colegio.

Entonces, volviste a retomar el camino hasta tu departamento. Fuiste hasta una de las esquinas, y allí tomaste el colectivo. Unos diez minutos después, ya te encontrabas a dos cuadras, por lo que, las caminaste con rapidez. Sentías demasiada felicidad como para solo conservarla en tu cuerpo.

Cuarto piso, y la C. Dos vueltas de llave, y ya estabas allí. Dejaste tu morral, y el cuaderno en la mesa de la entrada, y sin hacer demasiado ruido corroboraste si alguien se encontraba allí.
Y sí, encontraste la imagen que amabas admirar. Gastón, y los mellizos durmiendo en la cama grande con gran tranquilidad.

-    Ti – Susurraste acercándote con cuidado. – Amor – Realizaste la misma acción pero un poco más cerca.

Él no se despertó, ni por casualidad. Por lo cual, dejaste que siguiera descansando, y una vez, que te cambiaste la ropa por un vestido más fresco, fuiste a la cocina en busca de algo para comer.
Había tarta – que seguramente Gastón había preparado- por lo que, la pusiste en un plato apto para microondas y la calentaste allí unos minutos.

De repente, él te abrazo por la espalda y vos pegaste un grito, el cual Gastón calló de un beso. Sonreíste, y le contaste tu buena noticia.

-    ¿Alguna vez me vas a escuchar, nena? – Se había cansado de decirte que te iba a ir bien.

-    Y… ponele, que de ahora en más te tenga un poco más en cuenta. – Reíste.

-    Que fea la actitud, eh. – Se hizo el enojado, pero no puede resistirse más de dos segundos cuando de tus besos se trata.

2 comentarios:

  1. Ay me encanto el cap, muy bonito los dos cuidando de los mellis, y el apoiandola siempre en todo!! forman una familia muy hermosa *-*

    ResponderEliminar
  2. me encantoo el cap con los mellis me enamore!! espero el proximo cap
    No quiero que termine!

    ResponderEliminar