La regla no escrita capitulo 24

-entonces ─dice papá en la mañana─. ¿Cómo te sientes?

Estamos sentados en la mesa de la cocina, los dos desayunando.             ─Mejor ─digo, aunque no lo estoy. No quería llamar a gaston anoche, quería que él me llamara. Él no lo hizo y yo estaba alegre y triste y… confundida, realmente a veces me siento como dos personas. Una de ellas quiere que eugenia esté bien porque ella es mi mejor amiga y odio cómo sus padres la lastiman. La otra quiere que ella esté bien para que gaston pueda decirle que se acabó. No, definitivamente no estoy sintiéndome mejor. Sólo dividida en dos, y no sé cómo juntarme de nuevo. Mamá me llama cuando me dirijo a la puerta principal.                                                           ─rocio, ¿está todo bien con eugenia?                                    ─Creo que sí. Quiero decir, tanto como ella puede estarlo.                 ─Y tú… ¿estás bien?

─Te juro que me estoy sintiendo mejor. Mamá.

─No es eso… ayer, estabas en el teléfono, rocio. No pude oír de que estabas hablando, pero era bastante obvio quién era. Fijo la mirada en ella. Ella lo sabe. Pone una mano sobre mi brazo, sus ojos llenos de preocupación. ─¿Sabes lo que estás haciendo, rocio?                                             ─No ─digo, y para mi sorpresa, ella me abraza.                          ─Ten cuidado ─dice ella, y luego me besa en la mejilla. Dice: ─eugenia está aquí. Camino al exterior lentamente. Cuando eugenia y yo nos vamos, veo a mamá en la cocina con papá, los dos sentados juntos en la mesa de la cocina, hablando. Se ven tan felices.                                              ─¿Crees que todos vamos a terminar como nuestros padres? ─le pregunto.   ─No ─dice eugenia, su voz aguda, sorprendida, y después de un momento, dice─: ¿Me… me comporto como ella? Sus manos están apretadas rigurosamente en el volante y yo niego con mi cabeza, diciendo:                         ─Esa fue una pregunta estúpida. Sólo pensaba en mi mamá y su forma de cocinar y esas cosas.                                                     ─Tú no puedes cocinar en absoluto ─eugenia dice, sus manos relajándose un poco. Ella me sonríe─. Oye, agarra mi bolso y usa el cepillo que hay dentro para arreglar tu cabello porque está un poco por todas partes en este momento. Lo hago, pensando en lo que dije. eugenia no es como su madre. No realmente. Ella tiene cuidado de mi, y bien, a veces las cosas que dice me lastiman, pero su madre sólo quiere que eugenia piense que es nada. eugenia me impide marchitarme en eso. ─Yo… gracias por ayer ─dice mientras entramos en el estacionamiento─. Por escucharme sobre mi papá y todo eso. Fue… fuiste grandiosa, como siempre. Mamá estaba... bueno, puedes imaginarte cómo estaba.                                                                        ─¿Tan mal?

─Sí. Ella estaba tan feliz. Está consiguiendo lo que quiere, y le dijo que puede llamarla de cualquier manera que lo haga feliz siempre y cuando

comprenda que tiene que pagar por mí. Ella no… no dijo nada sobre que él no quería volver a verme.                                                      ─Eso. . . ─incluso en el caso de su madre, eso es malo─. Lo siento.           ─Sí ─dice ella, y luego sacude su cabeza─. Vamos, ¿de acuerdo?          ─Claro ─digo, y mientras caminamos a la escuela, deseo poder hacer que sus padres dejen de ser tan imbéciles. Quiero que dejen de verla como una cosa. Quiero que sean los padres que se supone que son.                         ─No lo hagas ─dice ella, mientras nos dirigimos por el pasillo.          ─Que no haga, ¿qué?                                                       ─Preocuparte ─dice ella, apretando una de mis manos suavemente─. Estoy bien, de verdad puedo manejar a mamá. Y no es como si papá estuviera mucho tiempo alrededor de todos modos.                                               ─Todavía es una mierda. Se encoge de hombros, luego me sonríe.            ─Te tengo a ti ─ella agita su mano hacia gaston, que está parado al final del pasillo, mirándonos. ─Y a él. ¿Qué más necesito?                       ─A mí ─dice nico, viniendo a nuestro lado. Él pone un brazo a mí alrededor mientras le sonríe a eugenia, quien sonríe de vuelta pero sigue dirigiéndose hacia gaston. Me detengo. No puedo acercarme. No a gaston. Ahora no.         ─Así que ─dice nico─, ¿qué haces esta noche? Lo miro. Él está loco por eugenia, lo sé, y sé qué es esto.                                          ─No sé que voy a hacer, pero sé que eugenia tiene planes y si estás esperando para verla… nico, ella tiene novio. Y aunque supiera a dónde van a ir, no te lo diría.                                                       ─Sé que no lo harás, pero ella sí ─él dice─. Ya lo verás. Sé cómo es ella. Le gustan los juegos, a mí también. Es por eso que somos perfectos el uno para el otro. Dile que dije eso cuando ella pregunte por mí                 ─Ella no va a preguntar ─digo, pero él tiene razón. Ella pregunta. Se me acerca entre clases y dice:                                             ─¿Qué quería nico cuando estaban hablando antes?

Fijo la mirada en ella.                                                                                                                                  ─Me dijo que me preguntarías por él y que ustedes dos eran perfectos el uno para el otro. Ella pone los ojos en blanco.                                                                                                                       ─Apuesto a que lo hizo.                                                                                                                     ─¿Por qué te importa lo que dijo?                                                                                                          ─No lo hace, quiero decir, es nico, no es gran cosa. Sólo me lo preguntaba, eso es todo... ─su voz se apaga cuando no digo nada, entonces dice─: rocio, te veo entrecerrando los ojos, y esto realmente no vale la pena. Sólo quería saber de que hablaron. Lo que él dijo. Eso es todo. Es como un juego, ¿sabes?                                                                                                                       ─Eso es exactamente lo que él dijo ─digo, y eugenia mira hacia otro lado, como si algo a un lado llamara su atención y ella no me escuchara. Pero sé que lo hizo.