jueves, 19 de julio de 2012

Amor Escondido Cap 12

 Llego el último Capitulo de esta bella historia escrita por Carole Mortimer, Gracias a todas las lectoras, a las que se hacían notar por medio de comentarios y a las que no, espero que les halla gustado tanto como a mi, lo que me animo a crear nuestra versión con  los Rubios Hermosos Gaston y Rochi, no se olviden de aunque este sea el último capitulo la próxima semana subire el Epilogo y pronto se viene el estreno  de UNA PRINCESA EN CASA, Graxias por leer y sin más el FINAL 




Capitulo 12



-Dios mío, Rochi, estás preciosa!- Gaston se paró en seco en la puerta del salón al verla.

Desde luego ella había hecho todo lo posible para estar así. Llevaba un vestido largo de seda plateada, con florecitas bordadas también en plata. Escotado y con finos tirantes, iba perfectamente con su ligero bronceado. En contraste, sus ojos parecían casi azul marino, y su cabello brillaba como ébano.

El comentario de Gaston sobre su aspecto hizo que Rochi dejase de pensar en su pulso acelerado y su falta de aliento ante lo apuesto que estaba él con su esmoquin negro y su camisa blanca como la nieve.

-Gracias -dijo ella, sonriendo ante su cumplido-. Aunque todavía no estoy lista. Creía que habías di­cho a las ocho... -ella miró su reloj que marcaba las ocho menos veinte.

Gaston puso un gesto grave.


-Así es. Ha surgido algo -añadió mordaz.
-Entra -lo invitó Rochi, ligeramente desconcer­tada-. ¿Quieres beber algo? -le ofreció una vez que estuvieron en el pequeño apartamento.


Él asintió con la cabeza.


-¡Tal vez sea mejor que tomemos algo los dos! -murmuró él.


Mientras se dirigía a la pequeña cocina a servir dos vasos de vino de una botella que había puesto a enfriar en la pequeña nevera, Rochi se dio cuenta de que Gaston estaba nervioso por algo. ¡Parecía que tenía más necesidad de alcohol que de compartir una agradable velada con ella!


-¿Lo pasaste bien con Pablo y Alan anoche? -le preguntó Gaston con interés una vez que dio un buen sorbo de vino.


Estaban sentados uno frente del otro en dos buta­cas.


-Muy bien, gracias.


Rochi sonrió ante el recuerdo de la noche ante­rior, pero era consciente de que Gaston estaba elu­diendo hablar del motivo por el que había llegado tan pronto. Gaston la miró fijamente.


-Sabes, tal vez deberíamos haber hecho esto an­tes -murmuró pensativo. Ella frunció el ceño.
-¿Hacer qué?
-Salir a cenar solos. O a pasear, como hicimos el domingo. De vacaciones también. Todas las cosas que hacen las parejas normales -añadió con grave­dad.


Rochi hizo una mueca.


-Nosotros nunca hemos sido una pareja normal.
-¿Por qué no? -Gaston frunció el ceño. Rochi tragó saliva.
-Pues... -se interrumpió, incómoda. Todavía no habían salido a cenar y esa conversa­ción se había vuelto demasiado intensa.
-¿Por qué? -insistió Gaston.


Rochi suspiró con nostalgia, sabiendo que Niel era imparable.


-Creo que cuando nos casamos sabíamos muy bien las razones por las que lo hacíamos, y con el paso del tiempo fue demasiado tarde para cambial las reglas que establecimos al principio.
-Pero al final las cambiamos, Rochi -dijo Gaston ásperamente-. Y parece que no resultó muy bien... ¡Porque al día siguiente me dejaste!
-No fue por eso -protestó ella al instante, deci­dida a que no malinterpretase sus sentimientos res­pecto a la noche que habían pasado juntos-. Te... te dejé por algo que no tiene nada que ver.
-Peter -soltó Gaston bruscamente.
-No.
-Me ha llamado hoy, Rochi -dijo Gaston, mirándola fijamente.


Ella asintió con la cabeza, no demasiado sorpren­dida después de la visita de Eugenia.


-¿Podría ser él ese algo que ha surgido? -pre­guntó ella astutamente, entristecida al ver que su ve­lada con Gaston, que llevaba esperando todo el día, se esfumaba.
-Proverbialmente -confirmó Gaston con indigna­ción. Rochi se mordió el labio inferior.
-Adivino que te ha contado lo de su boda con Eugenia el mes que viene.-¿Por qué iba a estar Gaston si no tan enfadado?

Gaston respiró hondo, levantándose para mirarla con los ojos entornados.


-¿Cómo lo sabes?
-Por Eugenia -afirmó ella, apesadumbrada-. Ahora sé muchas cosas que no veía nada claras cuando tomé la decisión de dejarte el jueves -murmuró.
-¿Qué cosas? -preguntó él con recelo. Ella respiró temblorosamente.
-La más importante es quién es el padre de Alai -le dijo ella sin rodeos.
-Peter, por supuesto -dijo Gaston con seguridad-. Eugenia y él llevan meses viviendo juntos.
-Ocho, según Eugenia -afirmó Rochi-. Pero yo no lo sabía entonces...
-Lo sé -Gaston suspiró-. ¿Por qué crees que me re­sultaba tan difícil explicarte que Peter compartía su apartamento con Eugenia... y su pequeña hija?-sacudió la cabeza-. Pero al menos ya lo sabes-murmuró hoscamente. Ella asintió con la cabeza.
-Eugenia me lo dijo cuando vino a pedirme que fuésemos los testigos de su boda -añadió queda­mente, mirando fijamente Gaston.


Gaston apretó los labios, con los ojos verdes bri­llando intensamente.


-¡Confío en que le dieses la misma respuesta que le he dado yo a Peter!
-¿Cuál? -preguntó ella con suavidad.
-¡Cuando las ranas crían pelo! ¡Cuando el in­fierno se congele! ¡Cuando...
-¡Vale, ya lo he entendido! -lo cortó Rochi, apesadumbrada.
-Peter también -asintió Gaston lacónicamente.


¡Y nada de lo que habían dicho hasta ese mo­mento le daba a Rochi ninguna idea de cómo se sentía Gaston con el hecho de que Eugenia se casase con su hermano...
Le dolía el corazón mientras lo miraba furtiva­mente por debajo de las pestañas. Deseaba suavizar el ceño entre sus ojos, la dureza de su boca que po­día dar tanto placer...
Gaston la miró con los ojos entornados, con expre­sión insondable.
Rochi tragó saliva.


-¿Qué pasa? -le preguntó tímidamente. Él apartó la mirada levemente, antes de volver a mirarla con determinación.
-No me importa si quieres oír esto o no... Pero eres la mujer más guapa que he visto en mi vida -le dijo con sinceridad.


Rochi sintió como si se le hubiese salido de golpe todo el aire del cuerpo. Se humedeció los la­bios repentinamente secos antes de responder.
-¿Y porque no querría oírlo? -preguntó ronca­mente-. A todas las mujeres les gusta que les digan que están guapas.
-Pero no necesariamente yo -le aclaró él arisca­mente.


¡Ella no quería oírlo de nadie más!


-Solo hay una cosa errónea en tu cumplido, Gaston... No soy la única; Eugenia y yo somos idénti­cas -le recordó sombríamente. Él sacudió la cabeza indignado.
-Ya te lo dije. ¡No os parecéis en nada!- Rochi apartó la vista.
-Sé que no me he portado muy bien estos últimos días, Gaston, pero por favor no seas hiriente -dijo ella con la voz estrangulada, ocultando el rostro entre las manos-. Siempre he sabido que para ti yo solo era una pálida sustituía de Eugenia...
-¿Una qué? -la interrumpió Gaston con increduli­dad, quitándole las manos de la cara y levantán­dola-. ¿De qué demonios estás hablando, Rochi? -la miró inquisitivamente.


Rochi también lo miró, pero no podía verlo con claridad, porque las lágrimas le nublaban la vista.


-¡Estoy hablando de que siempre has amado a Eugenia! -se apartó de él, incapaz de soportar estar tan cerca sabiendo que todavía amaba a su her­mana-. Te casaste conmigo porque Eugenia y Peter nos habían dejado en ridículo... y también porque al menos así podías mirar a la doble de Eugenia. ¡Qué desilusión debe de haber sido darte cuenta de que no me parezco en nada ella! -añadió apenada-. Eugenia es la que resplandece de belleza, la divertida, la atre­vida... ¡la que siempre gana!


La habitación se quedó en silencio tras su arre­bato, tan en silencio que se podía oír el tictac del re­loj de encima de la chimenea. ¿Por qué Gaston no de­cía algo? ¡Cualquier cosa! Y luego se iba... Había sido una estúpida. Había creído que con Eugenia y Peter felizmente casados tal vez podría haber una oportunidad para Gaston y para ella. Estú­pida. Idiota. ¡Soñadora!


-Me casé contigo, Rochi -empezó a decir Gaston con voz queda-, porque una noche que salí a cenar hace dieciséis meses para conocer a la hermana de mi prometida... me di cuenta de que me había ena­morado del aspecto de Eugenia, pero era a su her­mana gemela a la que quería.


Rochi levantó la cabeza lentamente, mirando a Gaston con incredulidad a través de sus ojos húmedos, sacudiendo la cabeza lentamente, negando lo que él estaba diciendo.


-Es la verdad, Rochi -le aseguró Gaston con la voz ronca-. Conocí a Eugenia cuando vino a entre­vistarme para un reportaje que estaba haciendo, y solo verla... -Gaston sacudió la cabeza con increduli­dad al recordar-. ¡Algo dentro de mí se trastornó! Me perdí. Tenía treinta y ocho años, pero solo una mirada y supe que era la mujer con la que quería ca­sarme, con la que quería pasar el resto de mi vida, con la que...
-¡Basta! -Rochi se llevó las manos a los oí­dos-. ¡No seas cruel, Gaston! No me lo merezco.


Rochi empezó a llorar otra vez. Gaston se acercó a ella y le retiró las manos de los oídos, tomándole el rostro tiernamente entre sus manos, mientras le secaba las lágrimas con los pulgares.
Ella abrió los ojos y se lo encontró mirándola fi­jamente, pero con algo más en esas profundidades esmeraldas, algo que ella temía reconocer...


-Oh, Rochi -gimió él con la voz entrecortada-. No pretendía hacerte daño. Nunca he querido ha­certe daño -sacudió la cabeza-. Es verdad lo que te he dicho -dijo con la voz ronca-. Llevaba prome­tido con Eugenia solo unas semanas, pero la noche que te conocí supe que tenía que terminar, que no podía casarme con ella... ¡Porque era a ti a quien amaba!


Rochi respiró hondo. Gaston no podía estar diciéndole eso...


Él se rio sin ganas ante su expresión de increduli­dad.


-¿Increíble, verdad? -continuó acariciándole las mejillas con sus pulgares mientras la miraba fija­mente-. Te equivocas respecto a Eugenia. Ella puede ser guapa, pero no tardé mucho en descubrir que la diversión y la osadía de la que hablabas solo encubren su egoísmo. Ella se divierte a costa de los demás -torció el gesto-. Y en cuanto a ganar, lo hace pa­sando por encima de la gente... ¡y no le importa so­bre quién tiene que pasar! Como acaba de hacer, de­jándote a Alai el fin de semana. Solo demuestra que es una egoísta. Peter también lo es -añadió mordazmente-. Peter y ella se parecen mucho y creo que se merecen el uno al otro -murmuró indig­nado.


Rochi sabía todas esas cosas de su hermana... pero la quería de todas formas. ¡Y había pensado que Gaston también...!


-Mientras que tú, mi querida Rochi -continuó Gaston con la voz ronca-, tú eres realmente guapa, tanto por dentro como por fuera. Nunca has hecho daño intencionadamente nadie, y no podrías hacerlo tampoco -añadió con certeza.


Rochi sacudió la cabeza.


-No podías saber eso de mí entonces -dijo ella aturdida.
-Oh, supe eso de ti desde la primera noche, Rochi -murmuró Gaston con seguridad-. No podía apartar los ojos de ti -recordó, apesadumbrado-. Eras tan cálida, tan... tan... ¿Imaginas cómo me sentí, Rochi, al darme cuenta de que iba a casarme con la hermana equivocada? -continuó-. ¡No tenía ni idea de cómo romper el compromiso, y menos de cómo acercarme a ti! -sacudió la cabeza-. Estuve semanas obsesionado contigo, intentando encontrar alguna manera de romper mi compromiso con Eugenia, pero sin perderte -recordó con amargura-. Pero al final no tuve que encontrar una solución por­que Eugenia y Peter, con su habitual despreocupa­ción por los demás, ¡lo hicieron por mí!
-Pero...pero... -Rochi tragó saliva-. ¿Todo este tiempo...? -sacudió la cabeza.
-¡Sí... todo este tiempo! -repitió Gaston con vehe­mencia-. ¿Tienes idea de cuánto te he deseado todo este año? Por supuesto que no -se respondió a sí mismo con desdén -. ¿Cómo vas a saberlo? ¡Yo me casé contigo porque te amaba, pero tú solo te ca­saste conmigo a causa de la relación de Peter con Eugenia! -sacudió la cabeza-. ¡Este año... he dese­ado tanto, Rochi, que me quisieras a mí!
-¡Te quería! O sea, te quiero -se corrigió Rochi agitadamente mientras Gaston entrecerraba los ojos con incredulidad-. Gaston, te amo -le dijo con convic­ción-. Te amo desde hace meses. He deseado... es­perado... anhelado que me correspondieses -levantó la vista hacia él con brillantes ojos mieles-. ¡No te­nía ni idea de que ya lo hacías!


Rochi todavía no podía creerlo. ¿Era realmente posible que Gaston la hubiese amado todo el tiempo?


-Lo que sentía por Peter fue un capricho pasa­jero -continuó ella rápidamente, mientras Gaston no dejaba de mirarla-. Era completamente diferente a todas las personas que conocía. O al menos... creía que lo era. Realmente es una versión masculina de Eugenia.


Rochi frunció el ceño ante la evidencia. Ella siempre había envidiado a su hermana, y sabía que con su brillante personalidad y su espectacular belleza, Eugenia era el centro de atención de todo el mundo; Rochi siempre había deseado ser como su hermana gemela. ¿Era posible que se hubiese sen­tido atraída por Peter solo porque tenía ese mismo magnetismo, aunque fuese egoísta...?


-Nunca lo he amado, Gaston -le dijo con certeza-. Sí, me sentí herida y humillada cuando Eugenia y él nos engañaron. Pero después de unas semanas de estar casada contigo, me di cuenta de que tú eras mucho mejor hombre que él, en todos los sentidos-le dijo de todo corazón-. Gaston, te amo. ¡Te amo tanto que los últimos días sin ti han sido un infierno!-confesó ella temblorosamente.
-¿Entonces por qué me has dejado? -preguntó él ásperamente.


Rochi se mordió el labio.


-Porque... creía que Alai era tu hija -dijo ella aprensivamente.Gaston la miró atónito.
-Creía que todavía amabas a Eugenia -se defen­dió Rochi acaloradamente, ante su silencio-. ¡Y a Alai le estaban cambiando los ojos de azul a verde! Y...
-Y yo tengo los ojos verdes... -reconoció Gaston en voz baja.
-Exacto -exclamó ella con gratitud-. Y... y...


Rochi se interrumpió desconcertada cuando Gaston empezó a reírse. No una risa tensa o cínica, sino una risa profunda y gutural que retumbaba en su pecho.


-¿Gaston...? -preguntó ella con incertidumbre. Él sacudió la cabeza, envolviéndola en sus bra­zos, apoyándole la cabeza en su pecho.
-Los ojos verdes son de familia, Rochi... mi abuelo los tenía, mi tío también -murmuró.
-Creía que ibas a enfadarte mucho conmigo por pensar eso de Alai - admitió ella con la voz es­trangulada.
-¿Por qué demonios iba enfadarme contigo cuando he estado sufriendo por la misma idea erró­nea sobre ti y Peter desde que llamó a casa la se­mana pasada? -reconoció el compungido, sacu­diendo la cabeza-. ¡Y todo este tiempo tú has creído que yo seguía enamorado de Eugenia!


Poniéndolo así, sonaba bastante estúpido. Sobre todo cuando parecía que realmente se amaban el uno al otro...


Gaston hizo una mueca.


-La inseguridad emocional tiene mucho que ver con esto.


Rochi levantó la cabeza y lo miró.


-¿De verdad me amas, Gaston? -le preguntó con la voz ronca, todavía temerosa de creerlo.


Él la estrechó entre sus brazos posesivamente.


-Tanto que me duele -admitió él con ternura-. Rochi, te amo muchísimo. Por favor, cásate con­migo.


Ella se rio temblorosamente.


-Ya estamos casados -le recordó ella sonriendo, con los ojos brillantes de amor. Él sacudió la cabeza.
-Quiero que nos casemos de verdad. La semana pasada volví antes de mi viaje de trabajo porque no podía soportar que siguiésemos viviendo así. Decidí pedirte que fueses mi esposa en todos los sentidos, esperando que si teníamos un matrimonio verdadero, puede que con hijos, al final acabarías amán­dome.
-Pensaba que ibas a pedirme el divorcio -le con­fesó ella con emoción en la voz-. Que sabías que habías cometido un error casándote conmigo, y que era a Eugenia a quien realmente querías. Y la exis­tencia de Alai solo pareció confirmármelo.


Gaston asintió con la cabeza.


-Porque pensabas que era mi hija. Quiero que tengamos un hijo, Rochi, tuyo y mío -le dijo con fervor-. Demonios, voy demasiado rápido -murmu­ró reprendiéndose a sí mismo-. Antes de nada me gustaría que fuésemos a la luna de miel qué nunca tuvimos. ¿Qué te parece París? -la miró.
-Me encantaría -admitió ella con la voz ronca.
-A mí también -reconoció Gaston, estrechándola entre sus brazos-. Te amo, Rochi Dalmau, y solo a ti. Más de lo que creía que podía amar a nadie.


De nuevo sus manos tomaron el rostro de Rochi y la miró fijamente. El rostro de Rochi brillaba con el reflejo del amor pleno.


-Te amo, Gaston Dalmau, y solo a ti. Más de lo que nunca creí que podría amar a nadie -repitió ella sinceramente.


Gaston respiró entrecortadamente.


-¿Realmente quieres salir a cenar?
-¿Por qué?


Pero Rochi sabía la razón, podía ver el deseo que sentía Gaston reflejado en sus ojos cuando la miró con ávida necesidad.


-Porque aunque estás muy sexy en pijama... ¡Es­tás más sexy todavía sin el! -le dijo apasionada­mente.


Ella se rio.


-¿En ese caso,... ¡quién necesita comida!


Respondió al beso de Gaston con tanta pasión como la de él.Se amaban, y no dejaría que nada volviese a in­terponerse entre ellos. ¡Nada!


FINAL
*Mafe*

5 comentarios:

  1. REEE LINDOOO SOS GROSA MAFEEEE ;)

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  2. AAAAAAAAAAAAMEEEEEEEEEEEEEE EL CAP!!!:.. MATO LA CONFUSION DE AMBOS Y CUANDO ACLARARON TODO TAMBIEN!! JAJAAJ.. SON BELLISIMOS Y SUPER TIERNOS!!! ESPERO EL EPILOGO Y QUIERO LEER OTRA VEZ UNA PRINCESA EN CASA, QUE ME ENCANTA!!

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  3. Soy Lucia (pero no se como se pone mi nombre) me encantò el capitulo. simplemente genial!! Y estoy esperando el epilogo y la nueva nove "una princesa en casa"... digamos que amo todas tus novelas..besos

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  4. DIOS! que hermosa adaptacion, la ame, y lo sabes. Lo que fue el final, me mato me mato me mato, lo de Rochi sabia pero lo de Gaston me sorprendio tanto que me encanto, no lo podia creer, y fue lo mejor de este ultimo capitulo INCREIBLE adaptacion my god ksjasdjhsjkdgh. Esa ultima oracion fue lo mas:')

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