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Cap 44
—Muchas gracias —se limitó a decir.
— ¿Es que no te gustan las joyas?
—Sí, claro que me gustan —contestó mientras lo sacaba de la caja—. Pero no es necesario que me regales este tipo de cosas.
Rocío se puso el collar, que estaba frío y pesaba bastante, y Gastón se lo cerró. Justo entonces, Rocío recordó el comentario de su esposo sobre la excelencia y decidió que se refería a su encuentro amoroso. Inmediatamente, sintió una mezcla de vergüenza y excitación. Seguía pensando que lo que habían hecho estaba mal, pero le había encantado.
La limusina se detuvo ante la residencia de Gastón en la ciudad. Cuando entraron en el edificio, él la tomó de la mano y la llevó hacia la escalera,
Al ver que pasaban por delante de la habitación donde había dormido la noche anterior, Rocío preguntó:
— ¿Adónde vamos?
—A tu suite nueva.
— ¿También es la tuya? —quiso saber, tensa.
—No, me temo que no soy muy romántico con esas cosas. No es mi estilo. Yo tengo mi propia suite... está en la puerta contigua.
Rocío se tranquilizó al saber que no iban a compartir el mismo espacio. Si dormían en habitaciones distintas, tal vez podría resistirse a la tentación.
Gastón abrió una puerta y la acompañó, a través de un dormitorio gigantesco, hasta su cuarto de baño. La bañera estaba llena de agua caliente; a su alrededor, ardía una docena de velas. Él le puso las manos en los hombros y comentó:
—Sé que ha sido un día difícil para ti, pero has estado magnífica. Ahora quiero que te relajes un poco y disfrutes.
Gastón le quitó el velo, que aún llevaba puesto, y lo dejó a un lado con sumo cuidado antes de empezar a desabrocharle el vestido.
—Puedo hacerlo yo. No necesito tu ayuda.
—Claro que la necesitas.
Gastón aspiró su cálido y ya familiar aroma. Olía al perfume que le había comprado en Londres, una fragancia ligera pero persistentemente floral que le iba mucho mejor que la colonia intensa que se había puesto la primera vez que se vieron. Apretó los labios contra el hombro que acababa de desnudar y movió la boca hasta su cuello mientras le bajaba las mangas del vestido. Rocío se estremeció como si en lugar de dedicarle unas caricias inocentes, la estuviera tocando en sus partes más íntimas.
Nunca habría imaginado que se podía sentir tan locamente consciente de un hombre. Las rodillas se le doblaban y tuvo que hacer un verdadero esfuerzo por contenerse; pero su deseo era tan irrefrenable que al final se abrazó a él y lo miró con lágrimas en los ojos.

Estan como locos estos dos, me mata Gaston diciendo que no es romantico, que tenga su caracter, pero la cosa, digo, la historia se esta poniendo interesante, si bien Rochi es media rara, quien la entiende, me gusta esto y espero el proximo, siempre lo dejas en jkahskag me vuelvo loca.
ResponderEliminaramo esta nove subi mas seguido y que sean mas largos!
ResponderEliminarme encantaaaa!!!!... espero mas!!
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